Muniz- Vuitton y la Ideología del Conservatismo Compasivo

Si ver su obra expuesta en las galerías y museos más importantes del mundo le ha producido gran satisfacción, también ha conseguido una sensación de “plenitud” quizás mayor con su labor con los niños de la calle en Brasil, cuyo resultado se ha expuesto en varios museos del país…

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«Compassionate conservatives […] offer a new way of thinking about the poor. They know that telling the poor that they are mere passive victims, whether of racism or of vast economic forces, is not only false but also destructive, paralyzing the poor with thoughts of their own helplessness and inadequacy. The poor need the larger society’s moral support; they need to hear the message of personal responsibility and self-reliance, the optimistic assurance that if they try – as they must – they will make it. They need to know, too, that they can’t blame «the system» for their own wrongdoing.»   Myron Magnet.¿What Is Compassionate Conservatism? The Wall Street Journal. February 5, 1999

«To be a noble Master, among noble Workers, will again be the first ambition with some few.»
Carlyle. Past and Present. Captains of Industry. 1843

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Vik Muniz, Vuitton y los catadores
Sarah Moreno
En el espacio minimalista pero elegante de The M Building en Wynwood, el artista plástico brasileño Vik Muniz se ve tan cómodo como en Jardim Gramacho, el gran basurero de Río de Janeiro, que fue escenario del documental Waste Land (2010), nominado este año para el Oscar.
Muniz, uno de los representantes más cotizados del arte contemporáneo y a su vez uno de los artistas que más trabajo social hace con niños y jóvenes de vecindarios pobres en Brasil, estuvo la semana pasada en Miami para ofrecer una charla sobre arte, patrocinada por la firma francesa de modas Louis Vuitton.
El artista pudo además ver culminada una instalación con el conocido logo de Vuitton que hizo para la nueva boutique en Aventura Mall, inaugurada en julio.
Según Muniz no hay ninguna contradicción entre el glamour que evoca la marca Vuitton y su labor con “los catadores” de Gramacho, los hombres y mujeres que eligen, entre las miles de toneladas de basura que produce la gran ciudad de Río, los objetos que van a parar a la línea de reciclaje. Los que fueron retratados por Muniz en Waste Land, tuvieron a su vez la posibilidad de mejorar sus vidas con el arte.
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“Los artistas somos como [el dios griego] Hermes, los mensajeros que tenemos la capacidad de unir los dos mundos, el Infierno con lo más alto y sublime”, expresó Muniz en entrevista con El Nuevo Herald en una de las galerías de The M Building, minutos antes de que comenzara su conferencia, a la que asistieron tanto la estrella del baloncesto Alonzo Mourning -que colabora en programas de ayuda a niños y jóvenes de vecindarios pobres de Miami- como una amplia muestra de coleccionistas y amantes del arte de esta ciudad.
“Es como si [los artistas] tuviéramos un pasaporte para nutrirnos de ambos mundos, para poder tener una relación más completa con la realidad y a la vez ofrecer una versión mejorada de ésta”, comentó Muniz, añadiendo que una de las ventajas de ser un creador exitoso es poder “dormir en una estera en el piso en Africa y comer con las manos y luego cenar con un oligarca ruso”.
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“Cuando estoy con el oligarca ruso le hablo de los catadores de Gramacho, y a ellos les cuento del oligarca ruso”, comentó Muniz, que hace dos décadas se estableció en Nueva York desde donde ha realizado una intensa carrera en la que ha experimentado con diversos medios y materiales como los productos reciclables, el chocolate –con el que cubrió su versión de la Mona Lisa– o los spaghetti, que le sirvieron para conformar la cabeza de Medusa.
Si ver su obra expuesta en las galerías y museos más importantes del mundo le ha producido gran satisfacción, también ha conseguido una sensación de “plenitud” quizás mayor con su labor con los niños de la calle en Brasil, cuyo resultado se ha expuesto en varios museos del país.
“El paradigma del pobre con el rico está en el ADN de mi trabajo, y esto parte de mi propia historia personal, porque vengo de una familia muy pobre”, reconoció Muniz, cuyo padre era camarero. “Un día me di cuenta de que mis padres nunca habían visitado un museo hasta que fueron a ver una exposición mía”, añadió el artista, de 50 años, contando que esto le produjo “preocupación” por la trascendencia que puede tener en los niños y jóvenes.
Por este motivo, en la instalación para la tienda Louis Vuitton, que estará expuesta hasta noviembre, colaboró también un grupo de estudiantes de la escuela Spectaculu, una organización sin fines de lucro que imparte clases de arte y diseño a jóvenes de las favelas y vecindarios pobres en Río de Janeiro.
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“La idea del lujo, la distancia [entre clases sociales], el deseo, las marcas [de moda] son temas tabú, con los que ellos no  tienen la oportunidad de relacionarse de una forma inteligente”, expresó Muniz, explicando que fueron dos años de trabajo en los que dejó que los estudiantes aportaran sus propias ideas y crearan la escultura de madera Innumerable, una explosión de color en 23 piezas ilustradas con materiales impresos y pintura.
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Por su parte, Gringo Cardia, director creativo y cofundador de Spectaculu, señaló que el dinero que dio la firma Vuitton para el proyecto en su boutique de Aventura Mall, ayudará a pagar la matrícula de 20 estudiantes y parte de la infraestructura de la escuela.
“Nosotros tenemos la escuela abierta para los jóvenes de la periferia de Río. Para ellos resulta muy atractivo trabajar con artistas famosos’, contó Cardia, el mismo arquitecto y diseñador de escenografía que fundó la escuela junto a la actriz Marisa Orth.
“Muchos de estos artistas ayudan a los estudiantes a ubicarse después de terminados los cursos, o durante éstos les ofrecen la posibilidad de hacer prácticas o internados en sus lugares de trabajo”, añadió Cardia.
Para Muniz resultó una gran inspiración ver la simbiosis con su obra que establecieron los estudiantes que trabajaron en la instalación. “Yo fui sólo un facilitador. El diseño y la elección del material partió de ellos’’, explicó Muniz, confesando que desde hace 12 años que comenzó a hacer este tipo de labor artística social se siente aún más motivado.
“Si yo puedo hacerlo, todos podemos hacerlo’’, resumió sobre lo que repite cada vez que vuelve a comenzar el día en su estudio de Nueva York.
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