masa crítica: esfera y plaza pública (más ruido)

Recibí un correo donde se anuncia de manera discreta que mañana sábado de 5 de agosto es el último día de la exposición «Masa crítica» de Fernando Uhía en la Galería Santa Fe del Planetario de Bogotá. He ido dos veces a la exposición y las dos veces he pensado en el ruido. El suelo de la Galería esta invadido por más de treinta grabadoras con sus cables de conexión sepenteando y que emiten cada una grabaciones diferentes de audio de programas de televisión que han sido doblados al español. La sala está a oscuras y cada grabadora tiene una pequeña lámpara que la ilumina. Uno pensaría que al pasar más tiempo en la Galería el oído se acostumbrará al ruido y será capaz de distinguir las voces de cada grabación y lo que dicen -de manera similar a cuando se pasa un tiempo en un cuarto oscuro y se siente como el ojo va encontrando tonos donde antes solo había oscuridad- pero esto no es así: el ruido sigue y nada lo detiene, es indiferente al espectador.

Las dos veces que he ido a la exposición he pensado en el foro de internet Esfera Pública y en el ruido: al correo, o a la página de Esfera Pública, llegan mensajes y cada texto tiene una voz, hace un sonido; a veces las voces hablan entre ellas (se citan) y generan más ruido; a veces el ruido es excesivo y en un mismo día se oyen muchas voces -alguien, en una intervención en el foro, comparaba el ruido al de un café donde se dan muchas discusiones al tiempo-.

Fernando Uhía ya había citado voces en otras de sus obras, en una hizo una pintura donde pinto los nombres de varios de los curadores de un evento; en otra obra contrató a un actor, le puso un vestido de traje y corbata, lo subió a un podio y lo puso a recitar fragmentos de textos de las voces que han ejercido alguna forma de crítica de arte: Aguilar, Arciniegas, Barbero, Cerón, Eiger, Escallón, Gaitán Duran, Gil, Giraldo Jaramillo, Gómez, González, Gutiérrez, Iovino, Jaramillo, Lozano, Medina, Pabón, Peñaranda, Pini, Ponce, Pombo, Roca, Rubiano, Ruíz Gómez, Serrano, Sokoloff, Tavera, Traba y Valencia (el actor impostaba la voz imitando la dicción enérgica de un político curtido en la plaza pública).

En la obra «Masa crítica» hay una distancia con respecto a las dos obras anteriores: las voces ya no son las de la institución arte y pertenecen a lo que circula por el aire que todos respiramos. La obra se aleja del género de crítica institucional de las otras obras y se acerca a una crítica que se inscribe en lo cotidiano.

Es saludable que desde una obra se hagan preguntas sobre el ruido y que estas preguntas puedan relacionarse con la vida diaria, inclusive con el ruido de un pequeño foro de discusión sobre arte; la obra «Masa crítica» hace una critica que incluye a Esfera Pública, siendo Esfera Pública un espacio para la crítica.

La masa crítica de participaciones en Esfera Pública puede ser una condición para decir que «si hay crítica de arte en Colombia», pero no se debe olvidar que la crítica no es solamente crítica institucional sino también lectura de las obras. El ruido de «Masa crítica» recuerda que es la crítica la que acompaña a las obras y no viceversa. No se puede negar que la efusividad de la crítica institucional es útil para las obras pues crítica todo aquello que perjudica la percepción del arte, el problema estaría cuando toda la crítica es institucional, siendo indiferente a la forma en como se hacen las obras, generando una inmensidad de comentarios cuyo destino parece ser el de vagar eternamente por el espectro electromagnético pues son incapaces de tener una presencia material definida: puro ruido.

«Durante un tiempo la Crítica acompaña a la Obra, luego la Crítica se desvanece y son los Lectores quienes la acompañan. El viaje puede ser largo o corto. Luego los Lectores mueren uno por uno y la Obra sigue sola, aunque otra Crítica y otros lectores poco a poco vayan acompasándose a su singladura. Luego la crítica muere otra vez y los Lectores mueren otra vez y sobre esa huella de huesos sigue la Obra su viaje hacía la soledad. Acercarse a ella, navegar a su estela es señal inequívoca de muerte segura, pero otra Crítica y otros Lectores se le acercan incansables e implacables y el tiempo y la velocidad los devoran. Finalmente la Obra viaja irremediablemente sola en la Inmensidad. Y un día la Obra muere, como mueren todas las cosas, como se extinguirá el Sol y la Tierra, el sistema Solar y la Galaxia y la más recóndita memoria de los hombres. Todo lo que empieza como comedia acaba como tragedia.»

-Roberto Bolaño (en Los Detectives Salvajes)

Lucas Ospina