«Malos términos» 1 parte

Conforme a las graves alteraciones democráticas en los niveles más altos del gobierno distrital, los cambios relativos al interior del sector público de las artes plásticas —guardando las dimensiones—, en absoluto resultan exentos de intríngulis políticos, vericuetos legales y hasta apellidos ilustres en demanda del poder que por derecha les pertenece.

Olvido, desconocimiento, invisibilización y hasta desaparición.

Conforme a las graves alteraciones democráticas en los niveles más altos del gobierno distrital, los cambios relativos al interior del sector público de las artes plásticas —guardando las dimensiones—, en absoluto resultan exentos de intríngulis políticos, vericuetos legales y hasta apellidos ilustres en demanda del poder que por derecha les pertenece.

Como es lógico en un sistema vertical el motivo principal se localiza arriba, en la Gerencia de Artes Plástica y Visuales del IDARTES. Termina y comienza un ciclo a finales del año pasado cuando se dió la renuncia a este cargo de Cristina Lleras Figueroa aludiendo causas personales, por fortuna para la opinión de los desafortunados que conocimos de cerca su gestión apenas si alcanzó a completar los dos años y —a diferencia del comprometido gabinete de secretarios de Petro— fué pionera en abandonar el barco de la Bogotá Humana cuando parecía estarse hundiendo de manera inminente, luego vendría el denominado secuestro de esta administración a manos del gobierno nacional en campaña, apropiando y publicitando a favor de su reelección la ejecución de medidas programadas por el destituido, hoy restituido, alcalde Gustavo Petro, etc. Esa historia ya la podemos conocer todos, tanto la oficial como la no oficial, a diferencia del caso de la ignorada primera administración de esta gerencia del IDARTES. Como es obvio, con la disimulada salida de esta primera gerente, sin un gran anuncio se dio el nombramiento de la actual, Catalina Rodríguez. Luego también sin explicación alguna —ni siquiera aduciendo la reserva de las causas personales, que al final son siempre adivinadas—, como de la nada apareció una segunda sede temporal de la Galería Santa Fe, abandonando la primera con todo el trabajo de posicionamiento, malo o bueno, que desde allí se hizo, inaugurando así la racha de espacios improvisados en un conveniente borrón y cuenta nueva.

Es de extrañar que para lo que respecta a la extrovertida y auto-publicitaria oficina de comunicaciones del Instituto Distrital de las Artes, desde meses atrás nada se sabe del proyecto de la sede permanente del que fué el principal espacio de exhibición artística en la ciudad. ¿Está en ejecución?, ¿sigue estancado?, ¿por lo menos aún existe o siquiera existió?. Hoy nadie, ni siquiera los directos responsables parecen poder asegurar algo al respecto; entonces, para no divagar ni extendernos en especulaciones recordemos algunas de las últimas palabras sobre el tema por parte de quien tuvo este presunto proyecto sobre el escritorio durante la totalidad de su permanencia como la servidora pública directamente encargada del mismo hasta la inaceptable oportunidad en la que decidió endosar esa gestión institucional a la totalidad de “El Medio Artístico” con ocasión de una desafortunada reunión, citada por Esfera Pública, a falta de una convocatoria formal de esta institución. Allí la gerente, según su particular experiencia al interior del IDARTES declaró que: “cuando uno está adentro, uno es un funcionario X; uno puede hacer toda la pataleta del mundo pero pues eso [la Galería Santa Fe] no depende de mí” a excepción de Gloria Zea que según ella puede “lograr un montón de cosas porque es un personaje público”.

Sin embargo, contrariando la ridícula tesis de la ex-gerente Lleras encontramos un ejemplo reciente en la Gerencia de Artes Audiovisuales del IDARTES —si se quiere, su hermana institucional más cercana—, la misma que, mientras el sector de las artes plásticas “celebra” por una nueva sede temporal, esta sí logró gestionar una segunda y nueva sede propia. Eso si, sin responsabilizar a la totalidad de la comunidad audiovisual de la ciudad —como lo intentó la Funcionaria X delegando a usted, nosotros y a todos el proyecto gerencial de la Galería Santa Fe—; como es lógico, este nuevo espacio público tampoco se logró aplicando la sensata estrategia de hacer “toda la pataleta del mundo” por el contrario, se realizó buscando apoyo mutuo en otras entidades pertinentes que podrían ser afines a esta iniciativa como la SCRD, uniendo esfuerzos con un proyecto de la Empresa de Renovación Urbana, etc. Esta nueva Cinemateca Distrital estará en el mejor lote del centro de Bogotá —en el mismo lugar donde en algún momento se rumoró que se ubicaría la Galería Santa Fe— y de hecho, contará entre otras notables ventajas con un nuevo espacio de exposiciones artísticas y todo esto sin tener a la cabeza del proyecto a Gloria Zea y su fama o al supuesto capital cultural de la prima hermana de Germán Vargas Lleras.

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Visualización: Nueva Cinemateca de Bogotá. Esquina nororiental de la calle 19 con carrera 3ª.

Hoy después de la espantosa pero a la vez invisible administración de una primera sede temporal perdida, equívoca e intrascendente de la Galería Santa Fe, la mala noticia se volvió buena como en el reciente caso de las pruebas PISA o la actual crisis ecológica en los llanos, al mejor estilo de la optimista administración Santos-Lleras en campaña y de la nada aparece el contentillo de ¡otra sede temporal, la segunda!, esta vez, con una exposición reencauchada acontecida en aquella primera sede en el Planetario Distrital, como si se hubiera encontrado una solución tratando de volver en apariencia a la época dorada del arte contemporáneo de finales de los noventa y comienzo de los años dosmil. Con tales maromas administrativas hasta cierto punto esta apertura recreaba un ambiente de celebración momentáneo pasado por cierto tufillo conmemorativo; a pesar y gracias a ello, al final se delataba que este evento mediocre consistía más en una novatada de mercadotecnia empresarial que en la materialización de aspiraciones historicistas sinceras para el campo del arte con proyecciones serias de recuperación de tan significativo espacio. La elemental selección de obras, muchas de ellas mutiladas, se redujo por principio a un tosco arrume de éxitos artísticas tratados como branding y por además, a la pueril suma de algunos artistas jóvenes para jalonar nuevos públicos muy específicos, atrayendo a este “novedoso” espacio intereses particulares. ¿Es tan fácil engañar al medio local con estrategias de gestión cultural tan pobres?, queremos creer que no pues además de la insatisfacción expresada en críticas de pasillo por parte de los mismos participantes, ya Jorge Peñuela escribió un texto consistente que logra hacer un análisis concienzudo de la exposición como tal. Cuestionando fluidamente la pretendida relevancia y fundamentos de la muestra sentencia de manera acertada y con argumentos claros que esto realmente se trata de:

Un ejercicio curatorial desafortunado para los participantes, principalmente porque unos “se ven perjudicados al ser aglutinados bajo el rótulo de artistas lingüistas” mientras los otros son reducidos y forzados a ilustrar la tesis reciclada de esta curaduría “dictada, apresurada, lisonjera y sumisa al antiguo maestro”; resultando de esta simple fórmula una exposición del equívoco y confusión conceptual cuya “arbitrariedad expositiva” tampoco aportó a dar claridad histórica al tema que invoca esta presuntuosa mirada al pasado. En palabras de Peñuela: “La reconstrucción de Lingüística General es parcial y se hibrida con una selección antológica de obras extraídas de otros estímulos otorgados por el Distrito durante los últimos diez años. No existe una diferencia cualitativa ni conceptual entre unas y otras. Mediante la simplificación y la literalización arbitraria de la diversidad discursiva acerca del signo, el curador se arroga el derecho de aplanar diez años de experiencias plásticas.”; “es evidente que este bricolage curatorial poco aporta a comprender la evolución real de los artistas más reconocidos de la muestra […] O incluso, tampoco aporta herramientas para analizar la involución de algunos artistas”; “Falta crear las categorías que facilitan historizar la actualidad en la cual se mueven los artistas y los curadores. Una práctica histórica es algo más que un arrume de datos. Sin embargo, la retrospectiva no permite evaluar si lograron darle carácter a su diferencia, ni en qué medida estos ejercicios plásticos marcan la actualidad del arte colombiano. No hay criterios para establecer en dónde se manifiesta el signo como una declaración de autonomía, dónde como una práctica artística contestataria y anárquica, dónde como implementación de prácticas mercantiles al servicio de cosificación del arte, dónde como ejercicio ingenuo de literalización y banalización, dónde como respuesta oportunista y esnobista a la coyuntura mercantil que marca con su pezuña la historia de la década perdida”; “En general, queda algo claro: esta es una década en la cual todos los artistas sacan 5.0 en conducta. Sus revoluciones es algo de lo cual el Estado puede estar orgulloso. El Estado cruel se siente cómodo en su presencia.

Aquí antes de ofrecer otro dedicado análisis de la exposición a la manera del ya citado y con el que bien se puede estar de acuerdo, queremos observar las condiciones que llevaron al paupérrimo estado actual del sector artístico a nivel distrital partiendo por el desmejoramiento que delata esta muestra del antes y el después. Proponiendo un paralelo, comencemos recordando cómo por estos días, hace exactamente un año la Fundación Gilberto Alzate Avendaño (hoy: ¿FUGA? por su nuevo nombre inspirado en sus siglas) también emprendió un lavado de imagen como hoy lo pretende una Galería Santa Fe en desesperada renovación, con procedimientos institucionales distintos pero análogos de olvido, desconocimiento, invisibilización y hasta desaparición —como lo veremos a lo largo del texto—, llevando el problema principal mucho más allá de la simple falta de un sede propia para el que fué el principal espacio público de exhibición artística, pareciendo así querer cederle esta importancia a la difícilmente bien ponderada FUGA en una transacción simbólica del sector distrital a semejante fundación privada captadora de recursos públicos, propiedad heredada del precursor del fascismo en Colombia y que lleva la pesada carga de su mismo nombre con una indiferencia por demás muy consecuentemente:

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Ver: El nuevo logotipo y su referente.

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Ver: Contradicciones e ironías….

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Ver: Gesto de resistencia a la desaparición censurado a manos de la FUGA

Afortunadamente aún se puede contar y ejercer el relato autónomo de los sucesos como ocurre eminentemente en Esfera Pública. La veracidad y relevancia de la crítica hecha aquí se confirman con el tiempo al permitir observar en perspectiva cuestiones que aunque rápidamente quisieran pasar al olvido, al ser recordadas logran paralelismos con el presente que dan razón a tesis fundadas años atrás advirtiendo la preponderancia adversa del perfil de Las Damas de la Cultura. Siendo aún más específicos para el caso actual, gracias a este archivo podemos trazar el punto inicial de la decadencia de la Galería Santa Fe en una línea de tiempo con una proyección claramente descendente; a diferencia de lo que hoy se puede pensar, comienza cuando este espacio aún tenía sede propia.

Si, así es. El desprestigio y menoscabo del que en su mejor momento fue el máximo espacio para el campo del arte contemporáneo comenzó con el nombramiento de doña Elena Bernardita Chique Chique (nótese la endogamia) quien poco tiempo después sería la última directora de la sede del Planetario Distrital, cerrando en definitiva, detrás de sí, las puertas de tal espacio; en ese entonces alguien escribía inaugurando un amplio debate: “¿Quién es la nueva directora de la Galería Santa Fe del Planetario de Bogotá? Nada más ni nada menos que Berna Chique. ¿Berna Chique? Sí, la ex-esposa del hermano de Ana María Alzate. ¿Ana María Alzate? Si, la directora permanente de la Fundación Gilberto Alzate Avendaño.” Cuestionamiento significativo que de hecho alguien más elevó de manera formal con un derecho de petición en base a cuya respuesta bien deduce su autor un “pobre interés por reflexionar respecto a la diferencia que existe entre lo legal y lo legítimo” por parte de la FUGA —conclusión definitiva para caracterizar un modus operandi que aquí y ahora pretende generalizarse para todas las instituciones artísticas—. Sin embargo, sobreponiéndose a este nivel reflexivo, la FUGA (conocida como la Alzate, en esa época) tuvo la desfachatez de responder justificando con suficiencia aparente pero válida a nivel legal la “trayectoria ampliamente conocida y reconocida en el medio cultural” de la ex-cuñada —hoy por fortuna desaparecida del medio local— hasta con créditos artísticos internacionales que datan desde su adolescencia, destacándola sobre cualquier otro profesional idóneo para este cargo y que exclusivamente, por esas coincidencias de la vida, resultó ocupado por una ex-familiar política de los Alzate: “Adelantó estudios de secundaria – bachillerato con énfasis en bellas artes en el colegio Mont Oliver de Lausana, Suiza, revalidados en Caracas Venezuela donde obtuvo el título de bachiller en humanidades […]”.

Otra exclusión de una segunda sede temporal, como pasó en la primera.

A pesar de tal perspectiva sumada a la experiencia de nuestra frustrada participación como artistas ante la Gerencia de Artes Plásticas del IDARTES, después de ser objeto de silencio conveniente, mentiras evidentes, exclusión directa, amenazas de cárcel y multas, finalmente llegó la expectativa de nuestra posible inclusión como artistas siendo participes en las actividades del distrito ya con la salida por la puerta de atrás de Cristina Lleras a finales del año pasado y la reciente apertura de otra sede temporal de la Galería Santa Fe que además resulta ser la primera actividad de la nueva administración.

No tuvimos noticia alguna de la iniciativa de esta exposición hasta el momento que vimos un comunicado público que decía:

«Textos visibles, audibles y legibles. Galería Santa Fe 2004-2014″: «[…] hace un recorrido a través de las diversas exposiciones presentadas en este espacio, […] pasando por diversas piezas realizadas en el marco de iniciativas institucionales y convocatorias«.

En este punto difícilmente podíamos no preguntarnos si tuvieron en cuenta nuestro proyecto EXISTO, que pareciendo coincidir muy bien con los criterios de la muestra, hizo parte de la última versión del Salón Nacional de Artistas Jóvenes de la Galería Santa Fe en el año 2007, teniendo un desarrollo posterior hasta el día de hoy. Entonces, imaginando el proceso de curaduría de tal exposición, nos preguntamos: ¿Que razones pudieron considerarse para no incluir particularmente esta obra si a todas luces cumple con las referencias enunciadas en el comunicado y las expresas en la muestra misma?:

«Textos visibles, audibles y legibles. Galería Santa Fe 2004-2014» pretende hacer una antología de las obras que en la última década siguieron explorando y reelaborando el legado del arte conceptual en nuestro país teniendo como fuente principal las piezas que se han presentado en la Galería Santa Fe desde el momento que se realizó esta exposición hasta hoy.«

Como decíamos, ya con la salida de la anterior gerente —encarnando el motivo ingrato de una posible exclusión— la pregunta básica para nosotros frente a la noticia de esta exposición, nuestra no inclusión en la misma y el antecedente de la exclusión pasada fué quién hizo esta curaduría fantasma, dado que extrañamente por ningún lado apareció el nombre; ni en los comunicados enviados por correo antes y después de la inauguración, ni en la página del IDARTES, ni en Facebook, Twitter, etc. Luego el responsable de esta exposición aparentemente acéfala apareció después de indagar al respecto por nuestra propia cuenta a algunos sus participantes quienes nos dieron el nombre de Julián Serna, fortaleciendo aún más nuestras fundadas sospechas pues fué él mismo, el funcionario recientemente ascendido a Coordinador de la Galería Santa Fe quien en medio de una reunión en representación de la Gerente —después de que nosotros hubiéramos expuesto lo perjudicial de la administración de ella— respondió el criterio de invitación a un taller del IDARTES con la sentencia: “quienes estén en buenos términos con la administración” descartándonos así del mismo aún frente al apoyo del grupo convocado y su explícita solicitud de incluirnos hecha también por nosotros mismos. Al final, después de hacerse efectivo este rechazo, fueron enviados por iniciativa propia e individualmente a Esfera Pública comunicados de los representantes de estos espacios declinando la invitación a dicho taller, refiriéndose a la exclusión que ellos mismos tuvieron que presenciar a pesar de su solicitud y por supuesto, de la nuestra:

Afirmaciones como estas evidencian una postura que se opone al disenso y obstaculizan la construcción de democracia. Es muy preocupante que un organismo público se maneje como una finca, si bien el país fue efectivamente manejado por un finquero durante 8 años (y seguro algo nos quedó), invitamos a que repienses cual es tu papel como gerente de esta institución/ finca.” MIAMI.

“…ésta situación evidencia el desconocimiento y/o desinterés por parte del IDARTES frente a lo que se conoce en el campo del arte contemporáneo como crítica institucional, y peor aún abordan este debate amenazando con demandas (con código penal en la mano) a quienes se atreven a poner entredicho y cuestionar su gestión ( http://esferapublica.org/nfblog/?p=58634 ) así como hacen una persecución en bloque con la ayuda de instituciones aliadas para censurar la critica. Lo único que ha logrado la institución es generar un clima de miedo, polarización y autocensura…” Laagencia.

Tu eres una organización que puede madurar una identidad institucional. Aunque lamentamos profundamente que tu nombre no esté asociado a las ideas -IDEARtes-, sabemos que de todas formas puedes operar haciendo uso de las ideas colectivas, por encima de la percepción subjetiva. Si es a la inversa, tu cuerpo institucional nunca crecerá, y tendrás que recurrir al “bullying” para defender tu identidad. Tu institucionalidad no puede confundirse con individualidad porque de lo contrario como dice uno de tus objetivos estratégicos “Procurar la satisfacción de las necesidades y expectativas en el campo del arte (…)” se convertiría en algo como -conservar la satisfacción de las necesidades y expectativas en el campo de la integridad personal (…)-.” Parămus.

* Textos completos en: Respuestas a una Invitación del IDARTES.

Aún después de conocer tales antecedentes algún crédulo en la legitimidad institucional podría preguntar si aún existe una pequeña posibilidad de que este nuevo blanqueo en los eventos acaecidos en esta otra sede de la Galería Santa Fe, la segunda —tal como nos pasó en la primera— realmente fué una exclusión calculada. A la luz de los incidentes aquí descritos, conocidos por muchos mediante testimonios y otros siendo testigos directos, lo cierto es que ni siquiera nosotros mismos podemos aseverarlo lo cual sentimos que nos pone en una situación aún más indignante que cuando tuvimos la certeza ante la discriminación frontal de aquella ocasión que hoy parece pervivir en las sombras. Lo que sí es claro es el hecho de que los procedimientos que hacen posible esta situación no tendrían porqué darse para nosotros ni hacerse efectivos desfavoreciendo la participación de ningún otro ciudadano.

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INTEGRIDAD MORAL: Respuesta de la Gerente a la Carta Abierta Sobre la Situación del IDARTES.

 

El Cartel de las Artes Plásticas

Antes de agotar la primera persona en este texto, es necesario aludir al lector a que se esfuerce por ver más allá del recuento de un caso «excepcional» que puede confirmar los perjuicios que recaen en los pocos que se atreven a señalar alguna problemática derivada de la estructura petrificada de poder en el medio local del arte donde desde años atrás prevalecen las legatarias de Gloria Zea legitimadas por la apropiación de oportunidades que atesoran y menudean a un círculo cerrado e inamovible, favorecido bajo el peso muerto de las burocracia institucional. Aunque resulta lamentable es ineludible advertirlo porque según nuestra experiencia creemos que para muchos aquí de hecho estaremos cayendo en obviedades sin importancia cuando hablamos de exclusión, debiendo asumir una abnegada condición de proscritos como consecuencia lógica del infrecuente y condenable ejercicio ciudadano en la participación crítica de lo público, principalmente al momento de devenir privado bajo la mirada inerme de una mayoría conveniente pero a la vez desposeída y silente con cierto grado de complicidad acostumbrada a punta de indiferencia selectiva frente a los inadaptados a tal sistema y su participación esporádica de una mínima parte del capital que detentan estas instituciones gracias a la aprehensión de habilidades rapaces de lo que sobra, normalizado así esta estructura piramidal.

Puede venir al caso aquella expresión tan noventera de La Rosca que resultó definitiva para la carrera de algunos, tanto positiva como negativamente, pero gracias a presiones externas a la institución y una verdadera gestión pública comenzó a pasar de moda ya al final del IDCT cuando se había determinado clara y explícitamente una regulación en los procesos de participación, selección y premiación dentro del sector de las artes plásticas lo cual ¿no es básico cuando se trata del manejo de recursos públicos en cualquier área de la administración estatal?; ¿cómo a estas alturas de la discusión se olvidaron tales estándares haciendo posible que renazca y perviva la duda sobre la incidencia del criterio personal de los funcionarios públicos que encabezan la iniciativa institucional y repartición del erario?

 

…Continuará en una segunda parte.

 

 

Jorge Sarmiento & Juan Bocanegra.

Don Nadie.