La Crítica como Ritual

Un ritual es un conjunto de acciones, realizadas fundamentalmente por su valor simbólico, el cual es prescrito por una religión o por las tradiciones de una comunidad. El ritual debe ser realizado en intervalos regulares, en ocasiones específicas o según la elección de individuos o comunidades. Debe ser realizado por un individuo, por un grupo o por una comunidad, en sitios arbitrarios o en lugares escogidos específicamente para éste. Puede ser público, privado o delante de un tipo específico de público, Un ritual debe estar restringido a cierto segmento de la comunidad

Los propósitos de rituales varían; incluyen conformidad con las obligaciones o los ideales religiosos, satisfacción de las necesidades espirituales o emocionales de quienes lo practican. Su función es la consolidación de los enlaces sociales tradicionales, la demostración del respecto o sumisión al poder dominante, indicando el individuo su afiliación, obteniendo la aceptación o la aprobación social de un cierto acontecimiento o, a menudo , simplemente por el placer del ritual por sí mismo.

Uno de los rituales más antiguo es el Ritual de Limpieza o Purificación que nace cuando la psique individual o colectiva pasa por una coyontura de inseguridad moral, por la duda de si un determinado acto hacia si o hacia los demás es correcto, bueno o malo, con o sin consecuencias dentro de la costumbre social del grupo. Los rituales de limpieza suelen estar destinados hacia hechos que son legales pero que dejan cuestionamientos de tipo moral y más tarde con la moral griega, de ética dudosa.

Tenemos rituales de limpieza que van desde el ritual de limpieza de los muertos en Egipto y la confesión católica, hasta rituales contemporáneos como el de los veteranos de la Guerra en Mozambique (1970-1994) quienes se purifican a través de un brujo, «kufemba», que realiza sobre ellos un ritual que busca disminuir su culpa por hechos pasados a través de la representación performática de los actos cometidos, dejándolos así en el pasado como un caso definitivamente cerrado. De éste ritual nace una persona pretendidamente nueva, totalmente difrente de la que fue durante la guerra y lista para reintegrarse a la sociedad.*

Sin embargo y de un modo espectacular que desafía las religiones vernáculas, el Posmodernismo ha logrado crear una nueva y prestigiosa forma de religión laica: el «arte contemporáneo» de implicación «crítica».

El posmodernismo como ideología oficial del capitalismo global (Frederik Jameson «Postmodernism or The Cultural Logic of Late Capitalism».1991) ha logrado transferir con gran éxito los rituales colectivos de la religión al arte y la cultura.
A través del traslado del lenguaje entusiasta y la inacción social de la religión hacia la «política» logra que cualquier sensación de una acción inmoral, bien sea en el presente o en el pasado, quede perdonada por la colectividad a través de la relización de rituales colectivos de inmensa envergadura como las Bienales, Documentas y muestras temáticas en los Museos como inmensas Kaabas occidentales y laicas de peregrinaje donde el núcleo hipostático de la obra cumple una función de limpieza moral: la crítica. La exposición del feligrés a un conflicto del cual podría ser culpable de algún modo y su redención a través de la comprensión poética del mismo en una especie del orgasmo intenso pero pasajero de sentirse partisano y activista… hasta la hora de dormir.

Asi como la confesión catòlica no lleva en si cambio implícito en la conducta, de ese mismo modo el ritual posmoderno de limpieza cultural a traves de la obra»crítica» no persigue cambio alguno. Es solo un momento ceremonial de comunión purificadora a través de la religión estética.

A pesar de su lenguaje aparentemente marginal y revolucionario la Bienal no tiene una función diferente a la del ritual vernáculo: la conservación del estado perpetuo del tejido social tal y como esta dado. Muestra de ello es que su presencia y la participación de la colectividad en el «ritual crítico» no logra minar las bases legales y constitucionales de mercado que les permite a las corporaciones que suelen financiar tales eventos «críticos» seguir con sus negocios sin problemas de culpa moral y más aún, con un prestigio renovado como el del veterano mozambiqueño.

Una buena muestra de cómo el «arte contemporáneo» es el ritual de purificación del capitalismo global puede ser la historia del Deutsche Bank que a pesar de poseer una de las mejores colecciones de arte contemporáneo, tal vez la mejor de fotografia alemana de la posguerra (que podemos ver actualmente en Bogotá), e impulsar con verdadero ahínco todo tipo de eventos dentro de la escena contemporánea, tiene un pasado oscuro y es un excelente ejemplo de cómo el «arte crítico» no es la suma de las preferencias personales de todos los curadores del globo, ni un manifiesto marxista-leninista para derrocar con pequeños golpes el sistema, sino una política predeterminada y calculada con un fin, no solo de mercado sino religioso, pasivo por tanto, de limpieza ritual social y corporativa, El arte contemporáneo, en la medida que cumpla su función religiosa, va a tener un mercado sólido.

La declaración «Yo personalmente prefiero el arte crítico» de la Curadora de la Fudación Tàpies Nuria Enguita en el reciente ciclo «Arte Y Ética» no es aislada. Es la misma preferencia de cuanto curador-explorador aterriza por nuestras selvas y que pareciera pretender dejar la sensación de que el curador no es vehículo de la superestructura ideológica del capitalismo global sino que disfraza, como el crítico geembergiano que tanto odia, la elección ideológica con el gusto y da al carácter «crítico» un aura de ideas propias y una ilusión de sostenibilidad política personal de izquierda que no existe más que en la sintaxis. Porque cada vez es mas evidente que aparte de usar la palabra «política» al menos una vez por texto o conversación, el curador, el extranjero incluído, tiene tanta nocion de política como una Barbie que, al menos, tiene a su favor no hacer de ello parte de su prestigio social y en ese sentido no afronta paradojas éticas.

El problema radica en que la suma cualitativa de ésta cuestión personal de gusto es el eslabón que compone la cadena de la ideología que va desde el profesor, el artista y el curador, practicantes como hemos podido ver a través del desarrollo de los debates en Esfera Pública, de una noción absolutamente infantil de la política que tiene 10 en intención y 0 en acción y que, en fin, llega hasta el presidente Corporativo quien hoy en dia es capaz de manejar un lenguaje «crítico» para promocionar su empresa como de hecho podemos ver en los textos con que el Deutsche se promociona en su revista virtual.

Pero vamos al punto. El Deutsche Bank, la corporación «crítica» más emblemática del mundo, se ha visto en problemas para lidiar con su pasado nazi.

Para 1946 ya estaba siendo acusado por los aliados de «arianización» al comprar los bienes expropiados a los judios que la Gestapo tenía en custodia en el banco y por ello sus miembros estuvieron a punto de ser considerados criminales de guerra. En 1998 estaba siendo demandado en E.U por víctimas del Holocausto y en 1999 acusado de proporcionar fondos para la construcción de Auschwitz*

Sin embargo actualmente el Deutsche Bank es el sponsor principal de eventos como la Bienal del Whitney, la Bienal de Atenas y Frieze Art, espacios cuyo objetivo, excluyente desde luego (nada de bodegones o paisajes marinos), es el «arte crítico». En su página leemos:

«El compromiso del Deutsche Bank con el arte es parte de la dedicación mundial del banco a la sociedad y a la cultura. A través el último cuarto de siglo, el Deutsche Bank ha acumulado una colección de 50.000 obras de arte contemporáneo, la colección corporativa más grande y más prominente de su clase en el mundo. El banco abrió la exposición Deutsche Guggenheim Exhibition Hall, en sociedad con la Solomon R. Guggenheim Foundation NY. en 1997. El Deutsche Bank reconoce y promueve la innovación. Así ha sido también el patrocinador principal de Frieze Art durante los tres últimos tres años en Londres.

Además, el Deutsche Bank Americas Foundation es uno de los patrocinadores de la Bienal del Whitney 2006, uno de los acontecimientos más importantes y esperados del mundo del arte contemporáneo. El banco también proporciona ayuda a jóvenes artistas talentosos proporcionando los recursos que necesitan para abordar nuevos proyectos con el Esquema Piramidal de Premios del Deutsche. (Ya podemos imaginarnos que deben ser proyectos «críticos». Acotación mia.)
Finalmente, en el marco de sus actividades culturales el banco coordina un número de acontecimientos especiales, incluyendo exposiciones en varios museos, como «El MOMA en Berlín» (2004), en el cual gran parte de la colección del MOMA fue mostrada por primera vez por fuera de los Estados Unidos.»

Financiando la Bienal de Atenas el Deutsche deja en claro cómo las Corporaciones financian el «arte crítico»:

«El objetivo de La Bienal de Atenas es el de ser un mecanismo constante para la designación y el compromiso crítico de la producción artística, así como ser un foro de discusión e intercambio con la escena internacional. Para el Deutsche Bank el arte es un catalizador para la comunicación, y contribuye a la cultura corporativa cosmopolita del banco. La colaboración con el Deutsche Bank realza el alcance internacional de la Bienal de Atenas asegurando así la ayuda para sus proyectos ambiciosos.» Es decir la Bienal de Atenas, como seguramente tendrán que serlo todas, Documenta incluída, está advertida : si quiere recursos debe ser obediente.

Finalmente:

«El objetivo principal del Deutsche Bank Artmag, al igual que el resto de su Programa de Arte es acercar el Arte Contemporáneo al mismo staff del banco y al público en general, al internet y ahora a los medios impresos. El objetivo de nuestra atención es utilizar el potencial crítico y comunicativo del arte para impulsar y entender las diversas culturas y modos de vida.» ***

La colección del Deutsche está compuesta en su mayoría por obras críticas de artistas críticos emblematicos como Kiefer, Polke, Beuys, Barney. Naumann, Eva Hesse, Kippenberger, Tillmans y Francis Alÿs. Seguramente no faltará algo de naif «crítico» latinoamericano.

Por fortuna no se encuentra en su discurso el concepto oportunista de que su colección cumple un papel activista. No obstante los eventos que financia si pretenden ser espacios desde los cuales comienza la formación partisana del ciudadano hacia una lucha heróica contra el capitalismo global.

El arte «crítico» –

– como si todo lo bien hecho y honesto no fuera crítico al equilibrar el yo a través del super ego estético. Como si todo lo chambón y torpe «politizado» fuera por serlo «crítico». Como si el orden del «Discurso» de Descartes no fuera la mejor crítica a la Guerra de los 30 años (en la que por cierto participó… ), la Vista de Delft de Vermeer la mejor crítica a la Guerra Anglo Holandesa, Renoir y Monet a la Guerra Franco Prusiana. Matisse a los 500.000 muertos de Verdun…-

es el arte de las Corporaciones y las Instituciones del Estado. Cada vez que hay una Bienal, una Documenta o una muestra temática sobre minorías, desplazamiento, memoria o identidad, cada vez que un artista héroe cumple como el brujo Kuffemba de Mozambique con el ritual de limpieza moral a traves de la «crítica» sin objetivos hacia cambios políticos constitucionales, el capitalismo puede, después del baño ritual regenerador que lo critica durante un mes de Ramadán estético, dormir un año o dos pues la cuenta está saldada con las masas. Entonces el ciclo cósmico del Eterno Retorno recomienza con la partida del curador en busca de nuevos ingredientes para la próxima hierofanía «crítica» global.

Carlos Salazar

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Allot. Criticism as Ritual. Oxford Journals. Essays in Criticism.1958; VIII: 97-103

*Paulo Granjo. «Cleansing Rituals and Veterans’. Reintegration in Southern Mozambique». Instituto de Ciências Sociais,
University of Lisbon.2006.

**Deutsche Bank Linked To Auschwitz Funding. John Schmid International Herald Tribune. February 5,1999 .

***http://www.e-flux.com/displayshow.php?file=message_1146241059.txt