La amenaza del conflicto llega a la comunidad artística

En los últimos meses, el conflicto ha tocado a varios artistas alrededor del país. En Medellín, por ejemplo, en los últimos dos años han sido asesinados por lo menos cinco raperos. Esta semana recibieron amenazas teatreros y grupos artísticos de Bogotá quienes, aunque no lo quieran, ahora están en la mitad de una guerra por el narcomenudeo al sur de Bogotá.

En la madrugada del martes, varios grupos promotores de actividades culturales de las localidades de Bosa, Kennedy, Ciudad Bolívar y Tunjuelito recibieron en sus sedes panfletos amenazantes firmados por el Bloque Capital D. C. de las Águilas Negras, en el que los firmantes aseguraban dar inicio a la “limpieza a todas las sucias organizaciones que se interponen en nuestro paso”. Además les dieron un plazo de ocho días para abandonar la ciudad y les recordaron: “No estamos jugando gonorreas, perras asquerosas no busquen que procedamos a acabarlos uno por uno”.

Las 12 organizaciones amenazadas, que se ocupan principalmente de hacer teatro, pero también realizan otras actividades, convocaron a toda “la base cultural de Bogotá” el viernes a una reunión en el teatro Jorge Eliécer Gaitán, donde informaron sobre los pasos que ya han dado y discutieron sobre qué acciones tomar a continuación.

Allí informaron que ya radicaron una denuncia ante la Fiscalía, en la que pidieron que un Fiscal Especializado acompañara su caso, y que enviaron copia de ese documento a otros organismos de control, como la Personería, y a organismos internacionales como el Parlamento Andino y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Decidieron que harían una gran marcha el martes, el último día de plazo que les dieron para irse de la ciudad, desde el Planetario, a la que esperan convocar más de mil personas para demostrar que, en vez de ceder e irse por las malas, ellos se quedarán y traerán a más personas consigo.

También contaron que le habían solicitado a la Policía que les otorgara protección pero que, a pesar de que el General Francisco Patiño, el Comandante de la Policía Metropolitana de Bogotá, salió esta semana ante los medios a decir que ya se habían hecho cargo de la situación, hasta el momento nadie se había preocupado por su seguridad.

Voceros de los grupos promotores de actividades artísticas denunciaron que en los CAI cercanos a sus sedes, los miembros de la Policía no conocían su situación.

Sin embargo, la investigación ya está abierta y en manos de la Policía. Además, la Alcaldesa Encargada de Bogotá Clara López ordenó a los comandantes de las localidades darle protección a los grupos amenazados y pidió que comenzaran los estudios de seguridad de los grupos y sus representantes legales para poder brindarles protección, lo que toma algo de tiempo.

Los representantes de los grupos se sienten ignorados, por lo que una de las propuestas que surgió en la reunión en el Jorge Eliécer, fue refugiarse en sus teatros, para evitar que los vayan a buscar a sus casas.

Los grupos amenazados ya se han reunido con la Secretaría de Gobierno y la Secretaria, Mariella Barragán, junto a la Secretaria de Cultura, Catalina Ramírez Vallejo, y al Director del Instituto Distrital de las Artes (Idartes), Santiago Trujillo, se comprometieron a acompañarlos. También hubo un representante del Ministerio de Cultura en el Jorge Eliécer Gaitán y el Ministerio publicó un comunicado en el que repudia las amenazas, pide unidad entorno a los amenazados y promete acompañamiento. Además, estas entidades estuvieron de acuerdo en que lo mejor era darle libertad a los grupos afectados para ponerse de acuerdo sobre cómo manifestarse en protesta a estas amenazas y apoyar su decisión.

Sin embargo, los grupos culturales sienten que estas promesas no bastan y que siguen exponiéndose a riesgos. Días antes de la reunión en el Jorge Eliécer, representantes de los grupos amenazados asistieron al consejo de seguridad de Ciudad Bolívar. Pero se quejaron de que se le quería ocultar el problema al Personero local. También se quejan de que no fueron invitados al consejo de seguridad de Bosa. Aunque ayer, por la tarde, estaba planeado un nuevo consejo de seguridad conjunto entre Bosa y Kennedy a la que sí fueron invitados.
Las amenazas no fueron dirigidas a alguna persona en particular, sino a los grupos que fomentan el arte en esas localidades del sur de Bogotá. Por eso, quienes han tomado la vocería para representar a los amenazados, sienten que los afectados no sólo son los miembros de los grupos mencionados en los panfletos, sino la comunidad artística del país en general.

¿Quiénes son los amenazados?

Frente a las cámaras de televisión el viernes en el Jorge Eliécer Gaitán, uno de los miembros de Summum Draco, quien tomó la vocería, prefirió no dar su nombre real e identificarse como “Teatro Colombiano”, pues sus preocupaciones, dijo, son las de todos los que se dedican a ese oficio en el país.

Los representantes de los grupos amenazados dijeron estar consternados ante las amenazas, pues no se les ocurre quién podría querer asesinarlos. Nunca antes habían recibido amenazas de ningún tipo debido a sus actividades y, además, encuentran absurdas las razones que hay en los panfletos para amedrentarlos.

Uno de los apartes de las amenazas dice que se atacará a las “hijueputas organizaciones de mierda que se las quieren dar de defensores de los derechos humanos por medio de expresiones artísticas y que se opone a las políticas de nuestro gobierno”.

Ellos no entienden cómo “defender los derechos humanos” pueda ser causante de una amenaza y tampoco comprenden a qué se refieren los panfletos cuando hablan de “nuestro gobierno”.

Varios de los grupos han trabajado con entidades gubernamentales, tanto nacionales, como distritales y han hecho trabajos de la mano con el Gobierno para crear espacios artísticos que, muchas veces, ayudan a jóvenes a estar por fuera de las calles.

Estos grupos están conformados por un núcleo de, en promedio, unas 15 personas, y cada uno es ayudado por unas 50, o 60 más que se apuntan a colaborar con los proyectos artísticos y sociales.

La Fundación Cultural Summum Draco, por ejemplo, es un grupo conformado por maestros, artistas, estudiantes universitarios de carreras artísticas y estudiantes de media vocacional. Han trabajado en Bosa, Engativá y Ciudad Bolívar y con la Red de Bibliotecas Públicas de Bogotá, la Facultad de Artes de la Universidad Distrital, ASAB, entre otras, y tienen a casi 100 niños alumnos en formación musical.

Dentro de esta fundación, nació Summum Draco Teatro en 2007, también con una orientación pedagógica, que ya tiene una obra propia: “Obra Negra”. Quienes están en este grupo, además de dedicarse a hacer teatro, también se dedican a estudiarlo.

Otros ejemplos son la Fundación Cultural Tea Tropical y Asociación Teatral Teatrama, ambas en Kennedy, que se dedican a la formación cultural a través de talleres de teatro, danza y música.

Los representantes de estos y los demás grupos varían en edades, en formación y en el tipo de teatro que hacen (algunos prefieren el de sala, mientras que otros se inclinan por el callejero), otros no se enfocan principalmente en teatro, pero en general tienen la idea de educar a sus miembros en la cultura y el arte.

Esta última parece ser una de las razones por las que fueron amenazados particularmente estos grupos.

Las bandas

El General Patiño ha dicho que cree que no se trata de la amenaza de bandas criminales, pues dice que las Águilas Negras no existen en Bogotá, sino de delincuentes comunes. Patiño también ha dicho que la Policía se ha demorado en actuar porque, para proceder, se necesita una denuncia formal, denuncia que sólo fue presentada el jueves.

Los grupos amenazados creen que es ridícula la afirmación de que las Águilas Negras no operan en Bogotá, pues, en sus comunidades, han sabido de casos al parecer perpetrados por ellos, o por grupos que se atribuyen ese nombre. Sin embargo, la Policía insiste en este hecho.

Varios expertos en seguridad urbana en Bogotá consultados por La Silla Vacía coincidieron en que sí hay grupos de “Bacrim” que operan al sur de la ciudad, pero que no se han investigado suficientemente a fondo para saber quiénes son exactamente, qué tan grande es su presencia, o cuáles son sus zonas de operación.

En cualquier caso, todo el problema parece reducirse a una guerra por el control del narcomenudeo al sur de la capital.

En Soacha, un municipio de Cundinamarca que limita con las localidades de Bosa y Ciudad Bolívar y está cerca a Kennedy y Tunjuelito, la situación de violencia ha empeorado en los últimos años, pues esquemas de grupos delincuenciales se han trasladado allí desde el Pacífico y los Llanos Orientales, transformándose muchos de ellos en “bandas criminales”.

Estas bandas delincuenciales, que tienen diversos orígenes (guerrillero, narcotraficante, o paramilitar), han intentado quedarse con el negocio de la droga en Bogotá y los grupos artísticos supondrían un obstáculo. En primer lugar, porque son potencialmente centros de unión de la comunidad que podría juntarse para repudiar el expendio de droga. En segundo, porque le dan una alternativa para ocuparse a los jóvenes de esas localidades que se convierten entonces en objetivos más difíciles en un posible reclutamiento.

Todavía no es claro si las Águilas Negras, u otra banda delincuencial, están detrás de estas amenazas, pero no es descabellado pensarlo, pues, desde 2005 han aparecido amenazas de ese grupo en Bogotá. Y, aunque la última que apareció en la capital fue en 2009 (avisando de una “limpieza social”) y muchas veces otras organizaciones criminales han usado el nombre de las Águilas Negras para asustar, lo cierto es que en Bogotá sí existen grupos organizados de delincuentes y que sus amenazas a los grupos artísticos deberían tomarse en serio.

:

Pablo Medina Uribe

publicado por La Silla Vacía