Inti Guerrero: "Para el Salón Nacional me interesa fomentar un debate amplio sobre lo que entendemos por 'extranjero' e 'importado'"

A diferencia de las exposiciones de la industria y las artes, el ‘componente internacional’ del Salón de hoy, no se localiza en los proyectos civilizatorios de una clase dominante en busca de querer ser cosmopolita. En cambio, se trata de un proyecto cultural reflexivo y auto-crítico, consciente de las estructuras de poder y las ideologías que constituyen el estado-nación en nuestro propio momento de globalización. En otras palabras, lo nacional no es y nunca fue una identidad esencialista, pura y ajena a lo internacional. Es por lo tanto importante y sobretodo en nuestro presente, no ser una sociedad con producción cultural insular y proteccionista en un proyecto como el Salón. No es sano rechazar «lo extranjero» sino justamente tener la oportunidad de proponer un ‘internacionalismo’ que sea pertinente al contexto y diferente a las fuerzas del mercado cosmopolita.

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Continuamos este ciclo de entrevistas breves con el equipo curatorial del 44SNA, que inició labores hace algunos meses. En la entrevista con [esferapública] publicada a finales de 2015, Rosa Angel, Directora Artística del Salón, respondió a preguntas sobre aspectos específicos de este evento a realizarse en la ciudad de Pereira el próximo mes de septiembre.

En esta ocasión Inti Guerrero, recientemente nombrado curador adjunto de arte Latinoamericano de la Tate, y quien está a cargo del componente internacional del próximo Salón, comparte detalles de su proyecto curatorial y algunos lineamientos del modelo de trabajo del equipo del #44SNA.

Su investigación está en proceso y seguro hay muchos aspectos por definir. Sin embargo ¿qué nos puede decir de su propuesta curatorial? (¿Qué tipo de procesos tiene en mente?, ¿es una curaduría autónoma en relación con las propuestas de los otros curadores?, ¿se busca un diálogo con propuestas locales?)

La división de labores es por ahora una metodología pragmática para la investigación y pre-producción del Salón, lo cual no significa que resultará en curadurías autónomas. La especificidad en la que cada co-curador está operando se debe al interés de Rosa en enfatizar las prácticas y cualidades que cada uno de nosotros ha desarrollado más en los últimos años. No obstante el resultado expositivo será más permeable. Las decisiones finales no las estamos tomando por consensos pasivos, sino justamente por intentar traducir al formato del Salón las tensiones que se encuentran al relacionar conceptos entre las obras y los proyectos invitados.

Más que crear citas a ciegas de colaboración entre un artista nacional y un artista internacional, en lo que se ha enfatizado es en la pertinencia y urgencia de mostrar cierto tipo de artistas de afuera en Colombia. Las prácticas que se quieren mostrar, resonarán tanto con debates actuales como con procesos históricos del país, y en algunos casos, respondiendo a especificidades del contexto del eje cafetero. Pero cada caso será diferente. Hay artistas de fuera con obras ya realizadas que han abordado temas como la economía extractivista en Colombia, o artistas que estarán en residencia para crear obra inédita.

En torno a mi proceso investigativo para el Salón, sí existe un interés previo en artistas de contextos socio políticos similares a Colombia. Por ejemplo, al estar radicado en Asia en los últimos años, he podido conocer de cerca las escenas artísticas del sud-este asiático, y seguro el público en Pereira tendrá contacto con la obra de artistas de lugares como Filipinas o Tailandia, cuyas obras usualmente no circulan en esta parte del mundo. No obstante, no se realizarán segmentaciones geopolíticas en la museografía del Salón, ni se tratará de llenar cuotas de regiones del mundo, ni del país.

El Salón Nacional busca en cada versión replantearse y marcar diferencias con las versiones precedentes. En este contexto, ¿qué se mantiene y qué cambia en lo relacionado con las formas de trabajar con artistas de otros países?

Primero que todo debo decir que no visité el Salón en Medellín. Sólo conozco el proyecto por medio de registro y textos. Mi referencia personal más cercana al modelo del Salón actual es URGENTE! en Cali en el 2008. Sin embargo, en vez de crear antagonismos con versiones pasadas, la curaduría del Salón, o una bienal, es siempre un proceso más caníbal. El Salón es una institución mutante en donde cada versión devora a la otra. Por supuesto que constantemente pensamos en lo que se ha hecho antes, pero no creemos productivo comenzar la curaduría de AÚN de manera contestaria o como antítesis del Salón anterior.

Más allá de indagar la diferencia en la forma de trabajo con artistas internacionales en relación a Salones recientes, me interesa fomentar un debate más amplio en torno a lo que entendemos por ‘extranjero’ e ‘importado’ en la producción cultural de la nación. Para esta discusión me ha servido escarbar los arquetipos de los Salones previos a 1940, fecha fundacional del Salón inaugurado por Jorge Eliecer Gaitán. Me refiero a las exposiciones de la industria y las artes de comienzo del siglo XX, en donde justamente Pereira fue pionera con la Exposición Industrial y Artística de Pereira de 1930. En aquella época, ‘La Exposición’ era un evento sociocultural representativo de las ambiciones de una clase burguesa entre las montañas en busca de ‘construir país’ por medio de su identificación con una idea de progreso global (francés) del momento. Se trataba de la celebración de ideales de desarrollo mundial manifestadas a través de la producción industrial local y el individualismo, la libertad y creatividad asociadas a la pintura y la escultura escolástica (Beaux- Arts) creada por artistas (hombres) nacionales. Este arquetipo del Salón por lo tanto siempre estuvo ligado a un proyecto de desear ser parte de ese mundo moderno y de una economía global en la cual de alguna manera AÚN estamos insertados.

A diferencia de las exposiciones de la industria y las artes, el ‘componente internacional’ del Salón de hoy, no se localiza en los proyectos civilizatorios de una clase dominante en busca de querer ser cosmopolita. En cambio, se trata de un proyecto cultural reflexivo y auto-crítico, consciente de las estructuras de poder y las ideologías que constituyen el estado-nación en nuestro propio momento de globalización. En otras palabras, lo nacional no es y nunca fue una identidad esencialista, pura y ajena a lo internacional. Es por lo tanto importante y sobretodo en nuestro presente, no ser una sociedad con producción cultural insular y proteccionista en un proyecto como el Salón. No es sano rechazar «lo extranjero» sino justamente tener la oportunidad de proponer un internacionalismo que sea pertinente al contexto y diferente a las fuerzas del mercado cosmopolita.

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Inti Guerrero (Colombia, 1983) ha trabajado como curador independiente y crítico de arte en Latinoamérica y Europa. Su más recientes proyectos curatoriales incluyen: Man Up!, en la Tate Film, de la Tate Modern de Londres; A cidade do homem nu, en el Museu de Arte Moderna de São Paulo; Flying Down to Earth, en MARCO, Vigo, FRAC Lorraine, en el Metz, y Duet for Cannibals, en el Royal Tropical Institute, de Amsterdam, 2010. Ha co-curado las exhibiciones: Eppur si muove, Fondazione Sandretto Re Rebaudengo, Turin, 2009, y Yo no soy esa…, Galería Santa Fe, Bogotá, 2005. Sus textos han sido publicados en Art Nexus, Ramona, Afterall, metropolis M y Manifesta Journal.

Guerrero estudió historia y teoría del arte y arquitectura en la Universidad de Los Andes en Colombia y en la Universidade de Sao Paulo en Brasil, y completó el Programa Curatorial de Appel en Holanda. Actualmente es miembro del comité asesor de Cisneros Fontanals Art Foundation, curador adjunto de la colección de arte Latinoamericano de la Tate y miembro del equipo curatorial del 44 Salón Nacional de Artistas.