Tania Bruguera: el retorno de lo banal

Va esta nota de Rosa Naharro (y Naharro no yerra) donde es palpable el inevitable proceso de banalización de la marca Bruguera, que quedó bastante afectada por la fuerte rechifla que tuvo en nuestro país y que a diferencia del «revuelo» que ha obtenido en otros lares (generalmente en revistas de arte y medios impresos) aquí se le sirvió como especialidad de la casa inmediatamente despues de su performance (luego de una dieta de varios días le figuró convalecencia un buen tiempo back home)

Catalina Vaughan

“Inocentes sabotajes” de Tania Bruguera

Después del varapalos (dura crítica, reprimenda) recibido tras su última acción en Bogotá, tras repartir cocaína entre los asistentes a un congreso en la Universidad Nacional de Colombia, Tania Bruguera vuelve a realizar una serie de acciones, ahora si, con más cautela, en distintos museos e instituciones de Europa.

Phronesis es el título de la nueva exposición de Tania Bruguera en la galería Juana de Aizpuru, en Madrid. Este término, que podríamos traducir por “prudencia”- entendida como conocimiento práctico que guía una acción o comportamiento- se desmarca de lo que hasta ahora han sido las acciones de esta artista, conocida internacionalmente por su im-prudencia. De ello, dan fe sus múltiples acciones: se ha paseado desnuda con un ternero degollado al cuello, ha comido tierra (de Cuba, claro); ha impartido un curso-performance de cómo fabricar bombas molotov; ha metido caballos en la Tate Modern, con policía londinense incluida, para que controlara a los visitantes y hasta ha jugado a la ruleta rusa- ¿arriesgando su vida?- (Autosabotaje, 2009, Bienal de Venecia). Es quizá su última acción, realizada el pasado año en Bogotá, durante un festival de performance, la que más polvareda ha levantado, por sus descaradas connotaciones políticas en un país de narcos: la artista repartió cocaína entre los asistentes a dicha charla.

Que sus obras molestan, está claro. Y ello se debe a que sus acciones además de ser políticas, generan política, he ahí el conflicto. La artista trabaja directamente con la realidad, o más bien, con sus miserias y contradicciones, y esto es lo que cuesta digerir: el sacrificio de la estética a favor de una ética. Desde sus primeros trabajos, donde la performatividad y el cuerpo humano, especialmente el de la mujer, ocupaban gran parte de sus reflexiones- cercano al trabajo de Ana Mendieta, Gina Pane o Marina Abramovic-, la artista ha ido ampliando ese mismo concepto (político siempre) al cuerpo de lo social. Su arte ha evolucionado hacía un Arte de Conducta, como así se denomina la cátedra que dirige y que imparte en el Instituto Superior de la Habana, donde se experimenta y enseña el arte de la performance.

Ahora bien, las acciones propuestas por la artista en esta ocasión, lejos de provocar, han sido realizadas sin un público, y sin causar demasiado revuelo. Durante un mes, tiempo que ha durado la exposición, la artista, cada lunes, miércoles y viernes, ha improvisado un pequeño acto de subversión en distintos museos e instituciones de Europa: organizar, durante la inauguración de la exposición, una sesión de tatuaje en la que inscribía insignias revolucionarias en la piel de los asistentes (con tinta efímera, como todo espíritu revolucionario…); lamer una escultura de Richard Serra en el Museo Reina Sofía (la famosa escultura perdida de 38 toneladas de peso); permanecer tumbada en el suelo del Louvre con un periódico que da la noticia de la muerte de un disidente cubano (mientras la artista escucha con auriculares un discurso de Fidel Castro pronunciado en 1961 sobre las artes); robar el móvil al director del FRAC de Lorraine o descolgar fotos de profesores de una universidad, son algunas de estas acciones-fechorías.

Después, Tania enviaba las fotografías realizadas desde un dispositivo móvil, vía email, a la galería, para que fueran colgadas como material documental en las paredes de la misma. En este caso, la galería es simplemente el depositario de unas imágenes (mal enfocadas y de pequeño formato, aunque hemos de suponer, comerciales). Ante la progresiva desmaterialización del objeto, cabe preguntarse si será éste, el ser meros contenedores de archivos, el futuro de galerías y museos. Por otra parte, tiene su lógica que así sea en el caso de las performances, por su misma condición y porque nacieron contra-fuera de las instituciones.

Lo cierto es que si comparamos estas acciones con el resto de su producción artística, de gran calado político y hasta traumático, no pueden dejar de resultarnos pequeñas bromas o sabotajes inocentes, e incluso, banales, independientemente del significado que se les asigne. Y eso a pesar de que la intención de la artista es evidente: arremeter contra lo que ya es un hecho, la institucionalización de la performance. Una disciplina a la que siempre se le atribuyó un poder de resistencia frente a la mercantilización, y que hoy parece abocada a la espectacularización. De cualquier manera, reflexionar sobre los orígenes y el futuro de la performance es de vital importancia, aunque sea a través minúsculos gestos…de ahí que Tania Brugera vuelva a los orígenes de la disciplina y plantee un concepto de “performance ambulante”- en distintas ubicaciones- y hasta ilegal (o alegal, más bien) donde la acción, siempre irrepetible, transcurre-acontece sin el beneplácito de la institución donde se desarrolla.

publicado por A desk*

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10 comentarios

«Durante la feria vendrá un chico a lijar la pieza»

Tania Bruguera explica su pieza Plusvalía, inspirada en el reciente robo del letrero de la puerta de entrada del campo de concentración de Auschwitz. Bruguera hizo para la feria Arco una réplica del letrero con el fin de «jugar con la dicotomía entre la ética y el deseo de poseer».

Despojado de cualquier ornamento, el stand en el que se ubica la obra reproduce un ambiente de trabajo, rústico y precario, sugiriendo así que alguien podía haber dejado de trabajar la obra unos minutos antes, «de hecho, durante la feria vendrá un chico a lijar la pieza», dijo Bruguera…

Tania Bruguera: «Provocar no es una estrategia»

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En función del día en el que el visitante se deje caer por la galería Juana de Aizpuru, éste se la encontrará más o menos vacía. Los proyectos de la artista convocada, la cubana Tania Bruguera, no quedan reunidos allí, sino que se desarrollan fuera. Bruguera se ha propuesto realizar un performance tres veces por semana desde el extranjero, cuya documentación es la que finalmente se envía a la galería. Así, el espacio de Juana de Aizpuru no es más que un ámbito de documentación, un lugar en el que el arte «no sucede». Ésta es la puntualización de su autora sobre el entramado artístico, que parte de su reflexión sobre el sentido de una disciplina, la del performance, que la ha catapultado a la fama.

«Phrónesis» convierte la galería en un archivo, un lugar en el que el arte sólo se documenta. ¿Es una crítica a la institución?
Es algo mucho más complejo. Por un lado, la pieza es una llamada de atención a la institucionalización del performance. Llevaba años esperando que fuera asumido de forma natural por las instituciones artísticas tanto para ser exhibido como para ser vendido, de manera que se entendiera no como un espectáculo, sino como algo más serio. Pero, a la vez, quizás porque también soy profesora, me doy cuenta de que la gente piensa ya en el performance como algo instaurado. Mi obra intenta ir a los comienzos de la disciplina. Por eso me gusta que las acciones tengan lugar en espacios museísticos a los que no se les ha pedido permiso, y que se mezclen con la cotidianidad del espectador. Me he propuesto realizar una acción tres veces a la semana. Para muchos artistas esto es inasumible: la acción se representa hoy, y lo mismo ya ni se repite en la vida. Es por tanto también una crítica a esa tendencia a no «exponerse» demasiado.


¿La institucionalización del «performance» significa que es un modelo en crisis?

En absoluto. Tiene aún mucho que aportar. Lo que ocurre es que atraviesa un momento crítico, pues, al ser aceptado por la institución, debe balancearse entre ser bien recibido por la misma o empujar sus límites. El artista debe ir siempre más allá de lo que un museo dice permitir.

¿Que deje de ser una experiencia genuinamente visual ha sido su aportación al género?

Siempre he tratado de poner en crisis la visibilidad de lo que hago. Por eso en mis acciones hay mucha luz, o ninguna, o tú no estás presente en el momento en el que las cosas suceden… El reto de este proyecto me está resultando muy agradable porque ha supuesto retroceder al sentido más genuino de la disciplina, a su dimensión cotidiana, de acto íntimo, de pequeños gestos… Con cada pieza procuro revisar las maneras asumidas de hacer performance.

¿Eso es lo que comparten?

Primero, dejan claro que el performance es una disciplina y, aunque tenga mucho de espontáneo, debe realizarse con cierto rigor; segundo, expresan que las estrategias para hacer performance son múltiples y también las formas de documentarlas. En todos los casos hay un desfase: temporal, espacial y, sobre todo, de experiencia, porque no se puede sentir lo mismo que en directo.

Sin embargo, los verdaderos «espectadores» no son conscientes de participar en un proyecto. La acción se filtra en su día a día.

Eso es algo que me interesa mucho. Me gusta repetir que pretendo convertir al público en ciudadano. Trabajar con gente que no está avisada convierte lo artístico en un acto común no sujeto a normas. Es la volatilidad de la misma esencia artística. Me interesa la temporalidad de la labor artística: el arte no es algo ni estático, ni definitivo, sino temporal y transitorio. Se activa o no se activa.

El día de la inauguración en Madrid, «Revolución provisional» convirtió materiales de lectura en experiencias físicas.

Le pedí a un tatuador que realizara entre los asistentes tatuajes sin tinta. Éste convertía consignas humanistas y políticas en una experiencia sensorial, que dolía. Sin embargo, la molestia era temporal, y después de unos días no dejaba marca. El trabajo es una crítica a la sociedad actual en la que todo se puede convertir en una moda, en la que sufrimos por gusto, en la que el compromiso es casi inexistente. Es increíble cómo muchos conceptos revolucionarios se han convertido en eslóganes.

«Plusvalía» es la única pieza en el sentido más estricto del término que se incluye en la cita. ¿Cómo se activa ese trabajo?
La pieza se activa cuando una persona trabaja sobre ella con una lijadora eléctrica. Es una obra potente que a nivel formal enseña y ofrece un proceso. Y después lo congela. Está en el mismo contexto que Prónesis porque ambas son categorías filosóficas relacionadas con el poder: una, con el económico; la otra, con el político. Ambas producciones remiten a la idea de la prudencia política, con plantear qué es lo más conveniente.

¿La provocación es un ingrediente inexcusable de sus trabajos?

No. La provocación no es una estrategia a priori. El problema es que trato espacios sociales que no están definidos o sanados. De hecho, me sorprenden muchas reacciones, tal vez porque yo ya conozco el trabajo o porque se me ocurren cosas más fuertes que suceden en el mundo. Hay mucha hipocresía.

¿El miedo es una buena materia prima con la que construir?

Eso sí. El miedo es un recurso, nunca una finalidad, para poner al espectador en tensión. Eso hace que deje de ser pasivo y ponga en marcha más medios para recibir información. Además nos sitúa en un estadio, definámoslo como «animal», es decir, consigue que olvidemos por un momento que somos seres sociales porque podría estar en peligro nuestra propia supervivencia.

Cambiando de tema, ¿qué es la Cátedra de Arte de Conducta?

La Cátedra es una obra en sí misma que implica a todas las personas que participaron en ella. Cuenta con dos etapas: la primera, formativa, que cerró en abril de 2009, y una segunda de promoción, que empieza ahora y que se desarrollará durante las bienales de Pontevedra y Liverpool, a las que estoy invitando a los jovenes artistas que pasaron por esta experiencia para hacer visible su trabajo. La Cátedra ha sido una buena escuela de arte político y una iniciativa pionera en Latinoamérica. El proyecto planteaba si es posible el arte político y cómo se debe hacer.

Tengo que preguntarle por el pacto con Jota Castro: ¿tiene intención de morirse primero?

Es una pregunta imposible de responder. Es verdad que acordé con Jota que el primero que muriera cedería su cuerpo al otro para realizar una obra de arte, y de hecho hay un acta notarial que lo atestigua. Lo único que puedo decir es que las actitudes son muy diferentes, ya que Jota me dijo que podía hacer lo que quisiera con su cadáver, mientras que si la que muere soy yo, tengo pensado dejarle toda una pila de instrucciones. Para mí, lo importante de esa obra es que es una declaración sobre el body-art y lo que es el cuerpo.

publicado en ::salónKritik::

Plusvalía, inspirada en el reciente robo del letrero de la puerta de entrada del campo de concentración de Auschwitz.

Aqui tenemos nuestro propio Auschwitz o que piensan de todos los 290 muertos asesinados y aún en la impunidad por nuestra absurda pelea o bien llamada guerra civil.. invisible… pero cierta.

Esta obra es muy fuerte y nos propone ver el dolor sin oir sus quejidos, ideal para Colombia, ojala aqui se pudiera montar esta importante obra, sin duda una de las mas claras y lucidas de la artista, aunque, «aqui en tre nos» está llena de representación cosa que no me gusta mucho, dentro del performance debe prevalecer lo no fingido, los prefiero cuando estan llenos de verdad verdadera.

Sin embargo Tania Bruguera es salsa de tomate con polvora y aji, y eso si que sabe bueno.

Buen provecho…

¿Es necesario poner la foto, digna de un paparazzi sorprendiendo a la salida de su automóvil a Britney Spears, al lado de expresiones como «los comienzos de la disciplina», «mucha luz o ninguna», «miedo», » tú no estás presente en el momento en el que las cosas suceden». «disciplina», «rigor», «experiencia», «se activa o no se activa», «tatuador», «política», «tatuaje», «dolía»,»sufrimos por gusto», «el compromiso es casi inexistente», «lijadora eléctrica», «provocación» y «podía hacer lo que quisiera con su cadáver»?

Por favor. El discurso de Tania parece estarse refiriendo a algo serio. Control absoluto sobre los ritmos institucionales, control sobre la vida y la muerte, momentos controlados de vender acciones en la Bolsa, creación de argumentos morales y sentimentales para vender controladamente en una Galería sin dejar manchar el aura propia de «outsider» y de activista. Como si tuviera algo de malo ganar dinero con descaro como sabiamente predicaba Warhol.

Según entiendo en los instantes en que mis ojos se pueden emancipar de las piernas, Tania ha llegado leninistamente, a la «fase superior del performance capitalista». A la absorción del performance por la institución (como si alguna vez hubiera estado por fuera de ella), y es el momento de recoger en términos de plusvalía lo que había invertido en moralidad. ¿Eso no es una estrategia corporativa? No sé. Qué importa. Las piernas me vualven a atraer como imanes y no tengo tiempo de pensar.

El leitmotiv recurrente de Tania de que, lo que sea que sea, «es político», sigue por ahí como cangrejo ermitaño habitando conchas muertas. Pero la entrevista es dificil de leer. Cada vez que lo intento, mi mirada vuelve y cae en las piernas y en las palabras de sumisión que subliminalmente me hacen volar hacia el escenario donde una Dominatrix tropical de estirpe militar, enfundada en charol negro y tacones amenazantes que lo controla todo, sin brecha alguna en su corazón de mármol, espera en su terrible y arrogante soledad, ser algún dia sorprendida por Dios. Pero el pobre no sabe cómo. Y ningún discurso tratando de legitimar un racimo de aporías en flor puede ser más exitante que unas lindas piernas que juegan a ser deicidas. Por eso me rindo. Cualquier cosa que diga Tania es verdad. Y punto.

Sobre los pequeños juegos

Cansa el discurso insustancial y necio de esta señora. Parece que la idea que tiene del performance consiste más o menos en hacer pequeñas niñerías, a veces mezquinas otras veces simplemente inoportunas. Es latoso y hasta cómico ver la solemnidad con que esta persona llama «piezas» a actuaciones irrelevantes y amarillistas.

Ahora, estas ingeniosidades son admitidas como arte en ciertos espacios, a sabiendas de que las mismas caricaturizan discursos surgidos en los años sesenta, de los que muchos no han salido y de los cuales se exagera hoy grotescamente sus alcances.

¿Qué rol juega la academia en este caso? La verdad parece que es simplemente una cómplice criminal de manifestaciones de este género. En las universidades donde prima la mafia filosófica que soterradamente valida esas prácticas, parece que se destruye al mismo tiempo la posibilidad de generar formaciones serias para trabajar en la industria visual.

Esta es la consecuencia de haber dado cabida a un pensamiento árido, mamerto y nocivo para el desarrollo creativo que se coló en la reflexión sobre el arte desde inicios del siglo XX.

¿Quiénes lo introdujeron? fueron los artistas frustrados que (toca decir el lugar común) nunca fueron buenos para trabajar con imágenes y entonces decidieron volverse filósofos para orientar el arte hacia la justificación de sus fracasos como creadores visuales.

La verdad de todo esto es que la mayoría de los postulados que definen el «arte contemporáneo» hoy se revelan como conclusiones abusivas que hacen mucho daño a los creadores jóvenes. Estas generan dudas y taras que tardan mucho tiempo en ser superadas. Ese es el juego que han impuesto hasta ahora las mafias universitarias actuales, pero esto comienza a cambiar: La sociedad está cansada, quiere arte.

SOBRE LAS FUERZAS ACTUALES

Pienso que hay actualmente dos fuerzas que dominan el panorama del arte mundial y a las cuales casi todos los artistas terminan plegados:

– Una es la que acabamos de nombrar, la academia universitaria (gestora y guardiana del (los) discurso(s) del arte contemporáneo y quien da las bases teóricas que configuran estropicios en museos y entidades estatales y aun fuera de estos lugares). Como hemos visto, tal sistema abraza la justificación a la basura humana como forma de arte.

– La otra fuerza que aparece en lucha con la primera es la industria de la imagen (Hollywood y compañía), donde los artistas están dedicados a lo que ha sido siempre la creación artística durante todas las épocas humanas: la creación de imágenes sensibles. Es decir es actualmente en la industria donde están trabajando la mayorìa de artistas de talento.

Entre estas dos fuerzas dominantes (academia e industria), existe un plano intermedio en el que los libre pensadores podemos invertir. Claro que no me refiero a realizar transgresiones ridículas como las de esta señora, sino más bien a generar productos artísticos pensantes realmente revolucionarios. Por dar un ejemplo, en el dominio visual que actualmente me interesa (el comic) este lugar productivo está tal vez en el futuro de la novela gráfica; entendida ésta como espacio para generar historias con reflexión. Es un filón en el que vale la pena invertir, así sea de una manera subterránea y contracultural mientras el tiempo pasa y el gènero se valoriza.

Hablo del ciclo lógico de cualquier pensamiento innovador o de vanguardia en el arte y evidentemente no hago referencia a los callejones sin salida como los que aun se plantean en bienales y demás eventos corruptos que no reflejan para nada el arte que se produce hoy.

A este Sr. que hace alusión a la fotografía que representa el articulo, realmente me da mucha pena, visto que anda basándose en cosas falsas,pues su argumento no tiene absolutamente ninguna base: Querido, la foto es de una obra de Regina José Galindo, jajajajaja.

Si, disculpa que me ria, pero en esta parte se participa escribiendo: «Comentarios», no artículos para darse a conocer. Solo escribo para dejarte saber (siendo portavoz de un montón de personas que conocen seriamente su obra, léase que respetan, admiran, creen en su trabajo, porque esto que este tronco de artista esta haciendo es TRABAJAR dura y seriamente) que deberías ser un poquito mas riguroso en tus “investigaciones”.

El que se quiera dar a conocer que lo haga donde desee. !Qué tal que no!

El resto del comentario de Carla Bruguera resulta inentendible, deben ser esas risas que dan bajo el consumo psicotrópico.

Gracias por nominarme con un apellido que no me toca que portaria con gran orgullo. Jajajajaja, si tengo que reirme porque dicen que cuando se salta es porque pica y parece que tenias una gran comezón y dejame decirte que algunas risas como la mia provenien de un consumo ilimitado de lecturas y una Licenciatura en Historia del Arte que me hace capaz de entender ciertas ridiculeces y por si quieres replicar te advierto de antemano que aqui cierro pues prefiero seguir la carrera de esta y otros artistas de su calibre desde otra perspectiva. Y por favor no sea tan infantil… madure, madure… 😉

Señorita Carla -aunque ni me oiga-, para ser usted una persona con «consumo ilimitado de lecturas y una Licenciatura en Historia del Arte» su uso del lenguaje es poco más que pésimo.