Homenaje del Congreso al MamBo

¿40 mil millones de dinero público para un museo privado? Con esta pregunta, la revista Arcadia presenta el caso de un «proyecto de ley que ha pasado desapercibido por el congreso de la República estaría a punto de asegurar 40 mil millones de pesos para un museo privado. La elevada asignación de recursos públicos ha suscitado enorme asombro e incomodidad en el sector cultural del país»

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¿40 mil millones de dinero público para un museo privado?

Con esta pregunta, la revista Arcadia presenta el caso de un «proyecto de ley que ha pasado desapercibido por el congreso de la República estaría a punto de asegurar 40 mil millones de pesos para un museo privado. La elevada asignación de recursos públicos ha suscitado enorme asombro e incomodidad en el sector cultural del país»

El asombro es mayor si se tiene en cuenta que en su sede actual el Museo a duras penas tiene presupuesto para su funcionamiento. ¿Cómo haría para subsistir esta institución si cuadruplica su área y sus gastos? y la pregunta de los cuarenta mil millones: ¿por qué se le entregaría a una institución privada este importante monto de dinero público?

En esferapública se puede consultar un dossier (El Museo de Gloria Zea) que contiene documentos, análisis del caso y debates sobre este largo proceso que retorna a los medios como escándalo.

A continuación la carta de la Ministra de Cultura, seguida por imágenes del plan de ampliación y el Proyecto de Ley a punto de aprobarse -con todo y exposición de motivos– y con el cual nuestro distinguido Congreso busca rendirle homenaje a Gloria Zea.

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PROYECTO DE LEY 147 DE 2012 SENADO.

por medio de la cual se rinde homenaje al Museo de Arte Moderno en su quincuagésimo aniversario, por su contribución a la cultura y el arte colombiano.

El Congreso de Colombia

DECRETA:

Artículo 1°. La Nación rinde homenaje al Museo de Arte Moderno de Bogotá en su quincuagésimo aniversario por su contribución, promoción, fomento y protección de las artes plásticas y visuales.

Artículo 2°. El Gobierno Nacional contribuirá a la preservación, divulgación y fomento de las obras expuestas en el Museo de Arte Moderno de Bogotá, que ha de protegerse como patrimonio cultural de la Nación, al igual que el edificio sede, obra del maestro Rogelio Salmona.

Artículo 3°. El Gobierno Nacional en conjunto con el Museo de Arte Moderno de Bogotá diseñará y pondrá en práctica un plan para la creación y fomento de artes plásticas y visuales destinado a los jóvenes colombianos.

Artículo 4°. El Gobierno Nacional podrá destinar hasta cuarenta mil millones de pesos moneda corriente que serán destinados para la construcción de la ampliación del Museo de Arte Moderno de Bogotá.

Artículo 5°. La presente ley rige a partir de la fecha de su promulgación y deroga las disposiciones que le sean contrarias.

De los honorables Senadores,

Juan Lozano Ramírez,

Senador de la República.

EXPOSICIÓN DE MOTIVOS

Museo de Arte Moderno de Bogotá- fotografía colombia.travel.

La historia del arte en nuestro país está precedida de muchos momentos importantes que evidencian los esfuerzos que han realizado grandes personajes, interesados por el arte, con el fin de preservar y cultivar la cultura en nuestro país.

No son pocas las batallas que en este sentido se han dado, pero sin duda, una de las más representativas es la que ha girado en torno del Museo de Arte Moderno, hoy y desde hace más de 43 años, dirigido por Doña Gloria Zea, mujer que incentivada por una extraordinaria pasión por el arte y por una infinita vocación de servicio, decidió hacerse cargo del centro cultural haciendo de él uno de los lugares artísticos más importantes para Lationoamérica y el país.

El Museo de Arte Moderno, conocido hoy como MAMBO, fue fundado en 1953 por un grupo de personas lideradas por la más talentosa crítica de arte de entonces, Marta Traba, quien en aquellas tertulias adelantadas con quien fueran sus grandes amigos como el arquitecto Rogelio Salmona en el famoso café el Cisne de la carrera 7ª fue pensando en la necesidad de fundar un lugar donde se pudieran exhibir esas obras que ella con su extraordinario sentido del arte consideraba verdaderas revelaciones de lo que se llamaría el arte moderno colombiano. Así advirtieron tempranamente los talentos de grandes maestros como Obregón, Botero, Grau, Weideman, Negret y Ramír ez Villamizar, a quienes Marta Traba no vaciló en calificarlos como los autores del arte moderno.[1]

Apoyada por la transnacional ESSO a través de su filial Intercom y precedida de un gran prestigio como crítica de arte logrado a través de una pluma implacable, aguda y seria, que seguía el lineamiento de la exigencia para llegar a la excelencia, expuesta en la prestigiosa revista Lámpara dirigida por el maestro Álvaro Mutis; fundó lo que tiempo después, con la invaluable perseverancia y trabajo de Gloria Zea sería uno de los museos de arte más importantes del país y de América Latina.

El 31 de octubre de 1962 Marta Traba asume la dirección del Museo y fue allí cuando oficialmente comenzó la vida de este escenario artístico, donde se expusieron grandes obras de autores nacionales e internacionales.

En el año 1969 el Mambo tuvo un relevo en su dirección. La crítica de arte más famosa del país y una de las más importantes de América encomendó el manejo de su Museo a otra gran mujer quien dada su gran pasión por la cultura, su lucha constante, dinámica y acertada logró resultados inesperados no sólo para el Museo sino para el mundo cultural colombiano, pues a través de los años se encargaría de posicionar la Galería como una de los más importantes a nivel nacional y latinoamericano. Gloria Zea, quien ha dedicado su vida al arte nacional asumió un gran reto al ponerse al frente de las exposiciones artísticas y hoy sus exposiciones son las más completas en su género en el país, posee obras desde finales del siglo XIX hasta el mundo contemporáneo, no sólo de Colombia, sino de América Latina, Europa y Estados Unidos.

Entre sus grandes logros, relacionados con el Museo de Arte Moderno, se puede contar la ampliación y consecución de los terrenos actuales y la construcción de la edificación existente diseñada por su entrañable amigo y el más prestigioso arquitecto Rogelio Salmona.

El camino histórico del Mambo indica que este tuvo varias sedes, sin embargo, luego de deambular un poco por la ciudad, en 1979 el maestro Rogelio Salmona, quien fuere el más prestigioso arquitecto del país terminó de construir la primera etapa de la edificación, con un diseño sobrio e innovador. La segunda parte de la construcción se terminó de levantar hacia 1985 año en que se reinauguró el lugar donde hoy funciona el Museo de Arte Moderno de Bogotá.

No en vano Gloria Zea decía:

La historia del MAM ha estado estrechamente vinculada con la realidad de nuestro país con sus posibilidades económicas y sus necesidades estéticas y conceptuales y en este sentido la intuición es también fiel reflejo de numerosas cualidades de la sociedad colombiana, como su fe en sus propias iniciativas y su tenacidad y perseverancia en sus ideales. Puede ser que haya algunos museos de América Latina, muy pocos, que por contar con mayores recursos económicos cuenten también con más amplias colecciones de las obras de los grandes maestros internacionales, pero lo importante es que la colección del MAM, sucede y sus programas y actividades son el resultado de un esfuerzo colectivo en el que han participado los distintos estamentos de nuestra sociedad, el gobierno, la empresa privada, la banca, los artistas e intelectuales, los periodistas y el público, lo cual permite afirmar que se trata de un producto genuino de nuestra cultura.[2]

El Mambo es ya una parte esencial en la cultura de los colombianos, se ha convertido en visita obligada de turistas y extranjeros. Sus talleres artísticos cultivan a las nuevas generaciones para aprender, practicar y llevar en alto el bello oficio del arte; sus interesantes exposiciones logran incentivar la actividad y su colección fotográfica se convierte en el foco artístico más importante en la ciudad.

Es difícil, sino imposible, imaginarse que todo esto se haya logrado sin la efectividad y dinamismo con que Gloria Zea ha trabajado por el arte colombiano usando el museo como una herramienta eficaz para la propagación de la cultura. Muchos han sido los reconocimientos escritos que se han realizado por esta gran labor, basta con mencionar algunos para darnos cuenta de la relevancia cultural de esta tarea.

En efecto, a propósito del cumplimiento de los 45 años del Mambo la Revista Jet-Set – No. 147, del 18 de junio de 2008- publicó un extraordinario artículo que resumiría la importancia que el Museo tiene para la cultura nacional, gracias al esfuerzo y perseverancia con que su directora lo ha conducido:

¿Gloria Zea transpira arte por todos los poros. Hasta averiguar un poco sobre su vida, o preguntarle a sus discípulos, u oírla hablar de su cuarto hijo que después de Fernando, Lina y Juan Carlos- termina siendo el Museo de Arte Moderno de Bogotá, que cumple 45 años de vida.

En 1969, Gloria recibió el legado de Marta Traba, la crítica, historiadora y ami ga personal suya, que un día la invitó a almorzar para decirle que a partir de esa fecha sería la directora del Mambo. ¿Eso era un quimera porque no había ni un peso. Me entregó una caja de cartón con los estatutos, la personería jurídica del Museo, algunos documentos y los catálogos de las exposiciones que se habían hecho en seis años¿. Gloria todavía no sabe por qué aceptó, pero desde entonces ese proyecto se volvió el más importante de su vida y tuvo que empezar de cero: desde rescatar en un taxi los cuadros que estaban prisioneros en un edificio de la Universidad Nacional, hasta conseguir una sede prestada para reabrir el Museo.

En ese largo camino, todo ha sido difícil. Pero, justamente, por amor al arte, Gloria Zea siempre ha estado ahí, al pie del cañón, dispuesta a salir a batallar y a golpear puertas, a hablar con empresarios -amigos o no-, con el Presidente de turno y hasta con colaboradores internacionales. De hecho, para mantenerse, el MamBo hoy necesita dos mil millones de pesos anuales. Y como sea, están siempre ahí, gracias a la gestión de su directora.

Pero todos los afanes económicos y los tropiezos con que se ha encontrado a lo largo de casi cuarenta años se eliminan automáticamente de la mente de Gloria Zea cuando habla de su MamBo. Y nada se compara con el entusiasmo con que recuerda la primera exposición que montó, en 1971:

¿Fueron 69 esculturas de Alexander Calder, traídas del Museo de Arte Moderno de Nueva York. Y para motivar un poco más a la gente, trajimos por primera vez a Colombia un cuadro de Picasso, fue una obra bellísima que se llama `Tres mujeres en la fuente¿. En esa misma muestra tuvimos también `La boda¿, de Chagall, que vino directamente del museo Guggenheim¿.

Lo cierto es que la directora del MamBo no se estrenaba ni en el mundo del arte ni en el de conseguir fondos. Cuando estudiaba Filosofía y Letras en la Universidad de Los Andes, tomó un curso con Fernando Botero, se enamoró de él y del tema y terminó dictando clases en el mismo plantel. Más tarde, en los 60, dirigió la fundación de la universidad en Nueva York, donde vivió seis años. Por eso, a la par que planeaba exposiciones que nunca se habían visto en el país, buscaba un terreno propio para construir la sede del Museo, en pleno Centro Cultural de Bogotá. Así, consiguió que el Ministerio de Obras Públicas le donara un lote y que su amigo Rogelio Salmona diseñara el edificio en el que desde 1979 funciona el MamBo.

Gloria cuenta que tuvo muchos contradictores que no creían que una mujer separada y con tres hijos pudiera echarse al hombro una responsabilidad tan grande y poco viable. Sin embargo, también se encontró con varios amigos que, con el mismo amor al arte, se convirtieron en sus aliados y benefactores. Tanto, que hoy, además de la satisfacción de liderar la institución de arte contemporáneo más importante del país, se precia de haber sido amiga personal y cómplice de los artistas más grandes de Colombia. ¿Soy muy afortunada porque fui colega y compañera de viaje de Negret, Grau, Roda, Obregón, Ramírez Villamizar…¿. Con ellos creció y aprendió. Y el MamBo los tuvo a todos, con sus obras completas y retrospectivas expuestas, en su máximo esplendor.

Hoy, la directora del Museo sigue tan vigorosa como hace 40 años, cuando empezó. Gloría le recuerda constantemente a su equipo de trabajo su lema de toda la vida: ¿Nada es imposible¿. Sólo hay que tener, dice, persistencia y una gran dosis de obstinación, dos características a las que atribuye haber acercado el arte a todos, sin importar su clase social. Rodin, Miró, Goya, Dalí y Picasso son sólo algunos de los nombres que aparecen en su lista de grandes logros.

Después de todo, la hija de don Germán Zea Hernández, bachiller del Gimnasio Femenino, madre de tres hijos y loca por las artes plásticas, terminó haciendo su santa voluntad. Pese a todos los pronósticos, se convirtió en la primera dama del arte en el país y en la gestora de otros proyectos culturales como la ópera de Colombia y la Fundación Camarín del Carmen. Hoy, 40 años después, quiere liderar la ampliación del museo -que Rogelio Salmona dejó diseñada-, y desde ya planea la próxima exposición con la que, seguramente y como siempre, dejará boquiabiertos a los bogotanos.

Gloria se precia de no haber vendido ninguna de las 2.850 obras de la colección privada del MamBo, a pesar de las duras crisis económicas.¿.

Muchos han sido los benefactores de esta colosal obra, y desde muchas orillas y diferentes formas se ven apoyos incondicionales que dejan ver la fascinación que causa este proyecto. Por ello el ex Presidente Belisario Betancur escribió:

¿EL SER QUERIDO

Al igual que un ser querido, el MAM no ha dejado de gratificarme y enorgullecerme…?

Gloria Zea

Obstinaciones y pertinacias están en el origen de no pocos museos, como si, por tratarse de recoger las obras que los creadores extraen del sortilegio de su ángel y su duende, también duendes y ángeles hubieran de participar como combatientes en el nacimiento de las fundaciones museísticas. Es cierto que existe la colectividad de la hermosura a la cual pertenecen los próximos del deleite estético, aquellos que entran en éxtasis con una cadencia musical o con una instancia plástica o con un treno lírico. O bien con la frescura gótica de la tierra húmeda y la estancia bajo la lluvia. Pero alguien obstinado ha de tocar a la puerta que soslaya el afecto innumerable para la cita de la creación, aún en los casos en que aquel mecenazgo se produzca en el escenario del Estado siempre que se respete la autonomía del artista, o se presente en el ámbito de las admiraciones papales o principescas, las cuales tampoco per se merecen la suspicacia, por más que en principio se mire con displiscencia la tiranía tolerante de Julio II sobre Miguel Ángel y susciten recelos las solicitudes de cuartetos de los señores feudales al necesitado Beethoven.

El poder catalizador de aquellas obstinaciones y pertinacias es el elemento triunfante sobre las diferencias y las incredulidades. Y ejerce un influjo contagioso sobre la sociedad, hasta convertir el propósito en afán y las presentaciones en matrícula para la colectividad de la belleza. Pocos fenómenos de tanta fuerza subversiva como la de aquellas obstinaciones que sacuden el duermevela del conformismo.

Así lo fue a finales del siglo XIX en el país pastoril y en siesta que era entonces Colombia, el maestro Alberto Urdaneta, creador de la Escuela Nacional de Bellas Artes en Bogotá y el primer litigante por un Museo de Arte Contemporáneo. Lo fue también a comienzos de la década de los años cincuenta, la argentino-colombiana Marta Traba, quien hizo irrupción en la crítica estética en América Latina como un meteoro, más bien como un volcán en erupción. Sacudió la geología dormida, derogó el conformismo, y como en su momento lo hicieran los impresionistas, también ella sacó el conocimiento plástico a la intemperie, lo llevó de la cátedra a la controversia; y del escrutinio riguroso pasó a la demolición o a la consagración, con la tesis de que las manifestaciones plásticas ni tienen por qué casarse con lo consuetudinario, ni tienen por qué divorciarse de la fenomenología circundante.

Ella misma participaba y discrepaba o coincidía sin sujeción a cánones ni estéticos ni políticos. Así germinó la idea del Museo de Arte Moderno de Bogotá: lo hicieron la obstinación de Marta Traba, la pertinacia de sus discípulos y discípulas, el resplandor que ejercían sobre el marchitamiento de los mecenazgos. Sembraron la semilla; y la semilla prendió.

Una de esas obstinaciones en las cuales germinó aquella idea ensoñadora, fue Gloria Zea: su formación académica; su matrimonio con el ya entonces brillante pintor Fernando Botero; su familiaridad con los grandes museos de Europa, los Estados Unidos y América Latina-, y su participación en la efervescencia desatada por Marta Traba, la señalaron como continuadora en la dirección del Museo. El cual seguía siendo apenas una metáfora: una metáfora itinerante, a la que daban albergue transeúnte, entidades y personas; pero que no alcanzaba a tener residencia en la tierra de modo propio y estable.

Un día Gloria se lanzó a la aventura con igual denuedo que Marta: este libro recoge aquellas instancias del nomadismo plástico del Museo de Arte Moderno de Bogotá en procura de una sede propia, que al fin se inauguró en 1979 por el Presidente Turbay Ayala. La querella de las investiduras políticas de la que tampoco ha podido sustraerse -habitante de su tiempo y de su circunstancia-; hacer libros, muchos libros-, revivir la ópera y mantenerla y acrecentarla; llamar a muchas puertas tanto del sector público como del sector privado; apelaciones a las instancias internacionales donde habita buena parte de la colectividad de la hermosura, escoltada en ocasiones por el entusiasmo, en otras por la indiferencia, en no pocos casos por la sinrazón. Hasta este cumpleaños de unas bodas de plata que cifran en Gloria, en sus apoyos y en las convicciones y operaciones que ella suscita, el estuario de reconocimientos y gratitudes: sí, como ella lo dice en este hermoso libro, el Museo de Arte Moderno le ha dejado a Gloria Zea gratificaciones y orgullos al igual que un ser querido.

Estamos en la sede del Museo de Arte Moderno de Santafé de Bogotá, la tarde del martes 22 de noviembre de 1994, vecindario de la Biblioteca Nacional de Colombia, en mitad de una constelación de tonalidades verdes del parque que nos rodea. Han desaparecido -imaginémoslo así, con ilusión premonitoria- las viejas casonas del entorno. Las primeras en ascender por la amplia escalinata que diseñara el arquitecto Rogelio Salmona como preámbulo del Museo, son dos obstinaciones-. Marta Traba y Gloria Zea. Entran con resplandor de excelsitud. Pareciera que no llegan aún los invitados. No es así: en un incendio imaginario de Alberti, en el Museo del Prado, bajan con prisa de sus cabalgaduras los personajes de Velázquez y escapan de su nimbo angélico los personajes del Greco; atraviesan la laguna los del Bosco y se apresuran las majas de Goya; salen severos de su blancura los monjes de Zurbarán, a buscar el Paseo de Recoletos. Esta tarde de noviembre hay en el MAM una asamblea de cóndores y barracudas de Obregón; barequeras, de Pedro Nel; gentes que salen de las casas sabaneras de Páramo y de los lienzos alegóricos de Beatriz González; de transverberaciones de Manzur y gritos de la arena taurina de Botero; naves espaciales de Negret y formaciones geométricas de Ramírez Villamizar y vegetales de Roda, y tejidos de Amaral y figuras de Ana María Rueda y ojeras de Maripaz y billaristas de Saturnino, salen a recibir a Marta y a Gloria. Llegan el Presidente Samper y Jacquin y llegan los ministros. Hay un rumor unánime de aplauso entre las vacaciones de los habitantes de los lienzos y el delirio de aquella colectividad de la belleza, que Gloria y Marta convocan.

¡Es el momento de entonar al unísono el Aleluya de Haéndel!¿.

BELISARIO BETANCUR

Santafé de Bogotá, noviembre de 1994

Actualmente el Mambo no sólo contribuye al arte mediante la exposición de obras de connotada relevancia artística, sino que tiene dentro de sus metas la misión de cultivar y promover el arte mediante la educación y búsqueda de nuevos talentos en diferentes disciplinas artísticas con la realización de actividades como foros, conferencias, talleres, seminarios guiados por especialistas en cada materia artística. Por ello el proyecto de ley busca que el Estado con tribuya a esa labor mediante el diseño y ejecución de un plan que fomente la cultura en los jóvenes del país.

Desde hace más de 27 años, pese al crecimiento del prestigio y reconocimiento artístico en Colombia y en Latinoamérica, el Mambo cuenta con las mismas instalaciones locativas. Constan de 4 pisos, seis salas de exposición, sala de fotografía, dos patios de esculturas, un auditorio, una sala de proyectos, una sala múltiple, dos talleres, biblioteca y restaurante dentro de un espacio de 5.300 m2 [3].

El volumen de sus obras, -casi 2.000- de colosales autores, hacen que el espacio locativo del Museo se torne pequeño para el desarrollo efectivo de su misión, por ello el proyecto de ley autoriza al Gobierno para que disponga una partida económica que contribuiría a la ampliación del museo, sin perder de vista que los diseños de la ampliación ya fueron realizados por el maestro Rogelio Salmona.

En la víspera de la radicación de este proyecto, una vez más visité el Museo. Ahí nuevamente, encontré a Gloria Zea con el mismo entusiasmo de siempre con su equipo noble y trabajador. Con la satisfacción del deber cumplido de estas 4 décadas largas y con la ilusión de una fantástica y necesaria ampliación que ya tiene como se dijo los planos de Rogelio Salmona. Este proyecto, al paso que rinde el merecido tributo, busca avanzar para que ese sueño se convierta en una vigorosa realidad por el bien del arte, de los artistas, de la cultura de Bogotá y de Colombia.

Con el presente proyecto de ley estamos seguros que el arte colombiano y la cultura nacional serán cada vez mas importantes dentro del mundo internacional y las nuevas generaciones contarán con un importante escenario donde pueden dar rienda suelta a su imaginación y encontrarán una oportunidad para poner en alto el talento artístico colombiano.

De los honorables Senadores,

Juan Lozano Ramírez,

Senador de la República.

SENADO DE LA REPÚBLICA

SECRETARÍA GENERAL

Tramitación de Leyes

Bogotá, D. C., 26 de octubre de 2012

Señor Presidente:

Con el fin de que se proceda a repartir el Proyecto de ley número 147 de 2012 Senado, por medio de la cual se rinde homenaje al Museo de Arte Moderno en su quincuagésimo aniversario, por su contribución a la cultura y el arte colombiano, me permito pasar a su despacho el expediente de la mencionada iniciativa que fue presentada en el día de hoy ante Secretaría General por el honora ble Senador Juan Lozano Ramírez. La materia de que trata el mencionado proyecto de ley es competencia de la Comisión Segunda Constitucional Permanente, de conformidad con las disposiciones reglamentarias y de ley.

El Secretario General,

Gregorio Eljach Pacheco.

PRESIDENCIA DEL HONORABLE SENADO DE LA REPÚBLICA

Bogotá, D. C., 26 de octubre de 2012

De conformidad con el informe de Secretaría General, dese por repartido el proyecto de ley de la referencia a la Comisión Segunda Constitucional y envíese copia del mismo a la Imprenta Nacional con el fin de que sea publicado en la Gaceta del Congreso.

Cúmplase.

El Vicepresidente del honorable Senado de la República,

Guillermo García Realpe.

El Secretario General del honorable Senado de la República,

Gregorio Eljach Pacheco.

 

 


 


[1]        Fuente. Marta Traba: persona y obra, Juan Gustavo Cobo Borda.

[2]       El Museo de Arte Moderno de Bogotá una experiencia singular. Gloria Zea.

[3]       Fuente: pagina web oficial del Museo de Arte Moderno.

 

 

El Tiempo. Bogotá, noviembre de 2008. En dos años y medio, aproximadamente, se triplicará su tamaño. Según la directora, Gloria Zea, no solo será un vuelco en el Museo, sino que aportará un cambio radical al centro de Bogotá.
El anuncio, que llega en los 45 años del MamBo, resulta un reto tan grande como lo fue su construcción, en una ciudad que apenas empezaba a vislumbrar el mundo. Será un edificio de ladrillo diseñado por el ya fallecido arquitecto Rogelio Salmona, que también creó el MamBo actual.
En dólares de hoy, el esfuerzo valdrá aproximadamente 22 millones. La directora espera conseguir el monto con entidades del Estado y organizaciones internacionales, mediante acciones que ya está adelantando. Aunque no entregó mayores detalles, no tiene dudas de lograr su meta.
Tampoco titubea al explicar las razones de la ampliación: “El Museo de Arte Moderno de Bogotá tiene más de 3.000 obras de artistas de Colombia y del exterior que no se pueden mostrar al público porque simplemente no hay espacio para hacerlo. O el museo presenta exposiciones temporales o cuelga la colección”, explica.
En efecto, en la sombra de su bodega hay obras de artistas clave como Pablo Picasso, Francis Bacon, Frank Stella, Andy Warhol, Jesús Soto, José Luis Cuevas, Wilfredo Lam, Julio Le Parc, Joseph Beuys, y más de 98 mil fotografías que narran la historia del país desde los daguerrotipos hasta la era digital.

 

 

 

 

 

7 comentarios

Me parece que la pregunta de quién se va a encargar de un museo más grande es escueta. Que se piense el museo como una re-interpretación del espacio actual es completamente válido. De igual manera, si el espacio queda vacío o es construido siempre será una pregunta para cualquiera que se interese en este asunto: si no se hace: ¿Qué pasó con el espacio que Salmona pensó en ese parqueadero de rito dominguero?; si se hace ¿Es en realidad suficiente la gestión y buena la administración que se le da al museo como también la atención de parte de los entes gubernamentales?

Insisto que el presupuesto y la entrada a rodar de la extensión del museo es necesaria. Creo que los que fuimos a ver la exposición de los 50 años del MAMBO nos dimos cuenta lo apretada que estuvo… Casi que la boca del tipo haciéndole felación a otro de Miguel angle Rojas, en realidad se montaba sobre un dibujo de Manzur. El espacio se necesita.

Ahora, que las cosas en el país se muevan entre estos amores de lobby no es cosa nueva. Nuestra querida Zeasaurio ya ha tenido amores con Belisario, que bien lo destacó en la curaduría de los 50 años, escrito por ella misma, o en sus entrevistas en las que Llegas Camargo le dice que es rector de la Universidad de los Andes para que «gente como ella no se vaya a estudiar fuera del país» (…)

Y finalmente sí me parece importante que haya una autopromoción cultural de pasillo porque con los actuales 400 millones que da el gobierno para el MAMBO no alcanza para sustentar sus 2000 millones de gastos fijos mensuales. Eso es uno de los pocos puntos que se le agradece a Zea. Me parece que la donación de dinero es generosa, en cuanto que al museo ya le hacía falta poco para reunir lo de la nueva construcción.

Por otro lado, es claro que se maneja como si fuera el sector privado, de otra manera no se explica porqué esta mujer ha estado en cabeza del museo, con una gestión cultural tan pobre, durante tanto tiempo. Yo insisto que deberían poner a Jose Roca se director del MAMBO… o también a María Victoria de Robayo, a quien el Museo Nacional le ha funcionado de a poquitos. Qué mamertada de comentario…

El problema de fondo que plantea la carta de la Ministra es por qué a una institución de carácter privado se le van a destinar $40.000 millones en un momento en que la ampliación de un museo público requiere con urgencia una suma similar.

En cuanto al tema del ya histórico desfase presupuestal del Museo de Arte Moderno de Bogotá, está visto -por el endeudamiento del Museo, sus problemas administrativos y las discusiones que han generado sus acciones en la comunidad artística- que no viene de una falta de ayuda del Estado, sino de una profunda dificultad para adaptarse a una época en la cual los museos también deben gestionar los patrocinios para su funcionamiento con la empresa privada.

En este orden de ideas, la pregunta no es «quien» se va a encargar del Museo. Es decir, no se trata de sugerir nombres ni pensar «quien» lo va a dirigir. Se trata de pensar con qué presupuesto funcionaría una institución que con gran dificultad logra cubrir gastos mínimos de funcionamiento (nómina, servicios) y que desde hace mucho tiempo no ha logrado consolidar -ni financiar- un equipo de investigación que articule exposiciones y proyectos que aporten al campo artístico y cultural.

Esta crisis no es reciente. Viene precisamente del momento (1979) en que el Museo pasó de funcionar de su sede en el Planetario de Bogotá a la que ocupa actualmente. Sí, creció espacialmente, pero no lo hizo ni presupuestalmente, ni investigativamente.

En un texto sobre el Museo anotaba que «para 1979 los aspectos espaciales del nuevo edificio del MAM son determinantes: exigen que la labor curatorial se intensifique, sin que pase lo mismo con el equipo de investigadores y con el presupuesto, que siempre ha estado por debajo de sus necesidades; así, esta nueva fase llevará al Museo a endeudarse para poder seguir funcionando. En su sede del Planetario, el Departamento de Curaduría (con grandes limitaciones económicas) realizaba un promedio de 8 a 10 exposiciones por año mientras que el nuevo espacio exige que se presenten al público entre 20 y 35 exposiciones en el mismo periodo. Esto hace que los costos suban radicalmente en tanto que el tiempo para investigar se reduce drásticamente, lo que lleva al Departamento de Curaduría a concentrarse más en aspectos organizativos y logísticos que en la investigación curatorial.

Si bien el MAM recibe un amplio porcentaje del presupuesto total destinado para los museos por Colcultura (posteriormente el Ministerio de Cultura), éste nunca va a ser suficiente para cubrir sus gastos. La construcción de un discurso curatorial por parte de esta institución se ve mermada fuertemente. Comienzan a presentarse las conocidas exposiciones de embajada y a generarse tensiones tanto entre la Directora y el Departamento de Curaduría, como entre el MAM y la comunidad artística»

En resumen, no se trata únicamente de crecer físicamente. Se trata de que crezca proporcionalmente en términos de presupuesto, gestión, investigación y profesionalización de su personal.

Puede leer más aquí (pags 69 a 80)

Hay también dos textos que revisan los debates sobre el MamBo en torno los problemas mencionados: El efecto barbie y Barbies, poder y museos en Colombia.

El Mambo quedó sin ampliación para su cumpleaños

Este mes, el Museo de Arte Moderno de Bogotá cumple medio siglo de vida y desde el 28 de febrero lo celebra con una selección de obras de su colección permanente. Sin embargo, la ampliación prevista desde el 2008, que contemplaba una articulación con la Plaza de Toros, el Planetario y el Museo Nacional, no se ha llevado a cabo.

El prospecto de ampliación se regirá según los planos del arquitecto colombiano Rogelio Salmona, quien los dejó listos antes de su muerte. El edificio constará de 17.500 metros cuadrados, conectado al edificio actual, se incluirán: salas de exposiciones, patio de esculturas, librería, auditorio, cafetería, terraza de restaurantes, biblioteca, oficinas, servicios y dos pisos de parqueaderos subterráneos. La nueva edificación prevé albergar la colección permanente del MAMBO, más de 3.000 obras de artistas nacionales y extranjeros, las cuales no se pueden exhibir en el actual edificio por falta de espacio.

Gloria Zea, la directora actual del MAMBO, en una entrevista con Efe declaró: “Han sido 50 años gloriosos. La colección es de las más importantes que se han realizado en Colombia”. Zea declaró su firme propósito de iniciar a finales del año la construcción del nuevo edificio que permitirá solucionar los problemas de espacio y dar cabida a las 4.600 obras de su colección permanente, que hoy permanecen en la bodega.

La celebración del aniversario, ha generado un debate en el círculo artístico bogotano. Hablamos con Angélica María Zorrilla, Maestra en Artes con énfasis en Expresión Gráfica de la Pontificia Universidad Javeriana, quien afirmó que “hay versiones encontradas y creo que es precisamente por la paradoja misma en la que está el museo hace muchos años. Ha sobrevivido como este elefante blanco, porque al MAMBO se le destinan dineros públicos cada año, pero gracias a la dirección, que es un poco monárquica, pero de las malas monarquías, pues no ha evolucionado realmente.”

Señaló que desde los medios digitales se hace referencia a la dirección del museo y se ignora la celebración del MAMBO “Teniendo una colección tan impresionante como la que tiene el MAMBO y habiendo podido hacer una gran celebración de sus 50 años, pues ha pasado casi que inadvertida. Se han publicado ciertas cosas sobre todo en los portales del medio artístico, pero más en cuanto a la crítica Gloria Zea y a sus usos del museo que a la celebración como tal.”

En cuanto a la ampliación, también denominada la obra de Massanti declaró: “Esta plataforma que unía: planetario distrital, parque de la independencia, MAMBO, que es lo de Massanti, resultó siendo el descalabro, uno de los descalabros de la corrupción y que ahora está abandonado. Lo que sé, es que Gloria Zea mando una carta a toda la comunidad artística pidiendo que nos uniéramos para que derrumben esa obra porque al parecer tiene problemas antisísmicos.

Melissa Suárez
Abril 29 de 2013

El senador Juan Lozano

El 26 de octubre de 2012, el senador Juan Lozano (Partido de la U) radicó un proyecto de ley que está a una firma presidencial de convertirse en ley. El artículo cuarto del proyecto dice que «El Gobierno Nacional podrá destinar hasta cuarenta mil millones de pesos moneda corriente, que serán destinados para la construcción de la ampliación del Museo de Arte Moderno de Bogotá». Una previsión que motivó a la Ministra de Cultura, Mariana Garcés, a escribir una carta al Ministro de Hacienda y al Director de Planeación, en la que expresa su preocupación por la elevada cantidad de recursos para un Museo privado.

Lozano responde a la Ministra de Cultura en esta carta que publicamos completa.

«La Ministra no leyó bien el proyecto, que no le quita un sólo peso a su presupuesto. Al contrario, busca aumentarlo.

Brinca mi admirada Ministra por una ley que sólo busca fortalecer la cultura colombiana y apoyar la gestión del Museo de Arte Moderno de Bogotá –MAMBO. A la Ministra le preocupa el Museo Nacional. A mí también y de antemano le ofrezco todo mi esfuerzo para impulsar en el Congreso una adición de recursos para el Museo Nacional, entidad que respeto y quiero.

Cree erróneamente la Ministra que la ley pretende quitarle sus recursos a la cultura. Al contrario. Busca aumentarlos y multiplicarlos ¡Qué bueno que el Congreso se ocupe de dar apoyo a las instituciones culturales!

Para disipar las preocupaciones de la Ministra le digo que la ley usa una noble expresión, potestativa e indicativa, no imperativa, para referirse a una partida de 40.000 millones. Es la expresión “podrá”. Nótese que no usa la expresión “deberá”. Ni se fija una vigencia determinada para un eventual aporte que queda abierto en el tiempo. Tampoco se determina una cifra mágica y única, sino que se establece un techo con las expresión “hasta”. Es decir hasta 40.000 millones”. Finalmente el texto se refiere al “Gobierno Nacional” y no el “Ministerio de Cultura”, lo que amplía el espectro de aportantes a la cultura. Así, se abre, una oportunidad preciosa para buscar recursos de otros sectores como educación, infraestructura, TICS; y para explorar otras fuentes de financiación como regalías. Esa diversificación de fuentes en el futuro haría atractivo para otros niveles de la Administración su vinculación, como por ejemplo el propio Distrito.

La tragedia presupuestal de la cultura colombiana es que sus recursos son absolutamente limitados. El esfuerzo entonces, no puede ser el de generar una intensa conflictividad por unas precarias partidas predefinidas sino, muy por el contrario, el de hacerles crecer. Este no es el momento de peleas entre instituciones culturales sino el de la unión para gestionar mejores recursos, para todos.

Eso es lo que he querido hacer en otras leyes, también de mí autoría, que ya se han aprobado y que dejan un saldo muy favorable para la cultura. Basten dos ejemplos. La ley del Museo Rayo, o la exención de IVA en las compras de las instituciones que hacen parte de la red de Museos.

He sido, soy y seré un defensor y promotor de todo el sector como le consta a la Ministra y por eso creo que a Colombia le sirven estas leyes. Por lo demás, el Museo de Arte Moderno no tiene ánimo de lucro, hace parte de la Red de Museos coordinada por el propio Ministerio de Cultura, no es sociedad comercial, es una institución de beneficio común, cuya Junta preside Belisario Betancur -ícono de nuestra cultura-, y no es una institución recién aparecida. La ley se tramita, justamente, en función de sus 50 años de vida, en los que mucho se le ha servido a Colombia.

A la Ministra le reitero, que estoy a su disposición para avanzar en el fortalecimiento presupuestal de la cultura y debe tener tranquilidad de que esta ley no le quita un centavo ni al Museo Nacional, ni a ningún otro museo, ni a ningún otro sector de la cultura, ni al cine, ni a la literatura, ni al teatro, ni a la poesía, ni a la música, ni a nada…

Finalmente creo que deberíamos superar el dilema paralizante “MAMBO o Museo Nacional” y sustituirlo por un empeño, estimulante y esperanzador “Museo Nacional y MAMBO”.

Ojalá que este episodio sirva para abrir un debate constructivo que redunde en más recursos para la cultura. Soy militante activo de esa causa.

Juan Lozano».