Fernando Pertuz: ser mayor de edad consiste en atreverse a danzar

Pertuz ha dispuesto que la Galería Santafé sea el lugar en el cual las ciudadanas y los ciudadanos exponen sin constricción alguna sus diferencias e intereses, sus frustraciones y desesperanzas. Ha dispuesto herramientas mínimas pero suficientes para emular a todos aquellos y aquellas a quienes vemos a diario mendigar en la calle el reconocimiento de sus derechos más fundamentales…

(CON POSDATA DIRIGIDA A TANIA BRUGUERA)

0409200938404092009393

Varias preguntas nos salen al encuentro cuando aceptamos el reto de atrevernos a marchar con Fernando Pertuz, a participar en su acción plástica. ¿Por qué perder el tiempo de esta manera cuando podríamos mantenernos cómodamente en el régimen de inercia inducida propiciado por la propaganda de bienes de mercado? ¿O temperar en el papel de instrumentalizadores impunes de la realidad social y política, en nuestro empeño por manipularlas y dominarlas para satisfacer nuestros intereses más egoístas e innecesarios? ¿Para qué exponernos al escarnio público cuando es más fácil trampear el entusiasmo de quienes actúan para construir un mundo más igualitario en la garantía de las libertades? ¿Por qué correr el riesgo de realizar las libertades mediante la acción, cuando el sentir popular sanciona con severidad esta debilidad y, a cambio, nos reclama apoyar incondicionalmente la vida que encarna la selección Colombia de fútbol? Estas preguntas realizadas en el contexto de creación del evento artístico más importante del arte contemporáneo en Colombia, evidencian que los artistas contemporáneos han trasformado radicalmente nuestras expectativas sobre el acontecimiento del pensamiento artístico. Las preguntas por la eficiencia del montaje, por la destreza de la técnica, por la calidad de los resultados, siguen siendo importantes para el mercado, pero han dejado de ser relevantes para el artista, por lo tanto, han sido relegadas a un segundo plano por la crítica.

04092009383Pertuz ha dispuesto que la Galería Santafé sea el lugar en el cual las ciudadanas y los ciudadanos exponen sin constricción alguna sus diferencias e intereses, sus frustraciones y desesperanzas. Ha dispuesto herramientas mínimas pero suficientes para emular a todos aquellos y aquellas a quienes vemos a diario mendigar en la calle el reconocimiento de sus derechos más fundamentales. Los observamos a través de ocho ventanas que el artista nos ha abierto sobre el costado occidental de la Galería. Ocho video-beams han sido instalados impecablemente para que sus proyecciones verticales sobre el muro cumplan la doble función de espejo y de ventana. Las proyecciones han realizado una tarea imposible, romper la sacrosanta arquitectura tardo-moderna sin romperla, con el  único propósito de permitir que el rebusque de los derechos en que andan miles de hombres y mujeres bogotanas ingrese a la Basílica en que despacha el artista tradicional y sus secuaces.

La agresión pensada en la imaginación fortalece la vida del espíritu, no la mina. A diferencia de Kant, mediante este emplazamiento no somos retados a pensar. Con sus videos non-site, Pertuz estimula el pensamiento práctico, nos plantea un desafío más acorde con nuestra época: nuestro tiempo es para marcharlo, para caminarlo, más propiamente, para danzarlo. Nos anima a salirnos sin violencia de los protocolos de sumisión dictados por los medios masivos de incomunicación; nos espeta con imaginación a romper el hechizo que ejerce en nosotros los héroes de telenovela –Tu corazón Estéreo–, el presentador del programa de televisión Frente al Miedo, el partido de fútbol programado a la hora de los telenoticieros, con los cuales se fortalece la carne del Hombre-Maza de nuestros días, obeso por toda la basura mediática con que se lo alimenta; nos invita a caminar en libertad la palabra que nos revela la presencia de los que padecen nuestras mismas carencias; nos insiste incansablemente en acompañar a todos los hombres y mujeres que buscamos sacar nuestros derechos del papel impreso en que fueron engavetados por nuestra aristocracia comercial. Parece una invitación ingenua e inútil. No obstante, la convicción y el entusiasmo de este ciudadano-artista nos hacen pensar que quizá no sea del todo ingenua su propuesta, que quizá tiene una posibilidad de realizarse más allá del museo y la galería para dejar de ser estética, sólo destinada a los espíritus más selectos de nuestra ciudad.

04092009384

¿La acción plástica es una acción de mentiritas, de párvulos en recreación? ¿Acción plástica y gag plástico son la misma cosa? ¿Es una especie de sainete? Pertuz no se inquieta por estas preguntas capciosas que a menudo son reiteradas por quienes ofician de conocedores de lo esencial artístico. Contesta de una manera sencilla, a partir del sentido común. Comienza por la definición más elemental de arte que podemos encontrar en cualquier medio de consulta colegial. «Arte es un hacer bien las cosas». De esta definición le interesa su adjetivo, no cree que el arte sea algo sustantivo. Al contrario, piensa que consiste en algo que se revela y se gana en la interacción urbana, en la reconquista del espacio público –en manos privadas– para el ejercicio de las libertades. Lo más importante, entonces, de una práctica artista consiste en la excelencia mediante la cual nos relacionamos con el mundo, con quienes nos salen al encuentro, cruzan nuestras palabras y nos inquieren por las condiciones que gobiernan los asuntos humanos, sociales y políticos. Esta primera conclusión le permite enfocar su pensamiento como una ética y romper los fórceps estéticos del pensamiento moderno. Su ética no es una teoría –formalismo–, consiste en modelar con su cámara la emotividad que se manifiesta en la calle cuando hombres y mujeres nos reunimos y marchamos en torno a una problemática social agobiante.

 

04092009387

Pertuz, se interesa por algunos de los personajes que capturan el imaginario de los bogotanos y las bogotanas en las calles de nuestra ciudad, especialmente le importan algunos de los muchos que nos interpelan a lo largo de la carrera séptima, los viernes en la noche. Ha dejado de lado aquellos que nos agreden con las obscenidades en que se place la gente que sólo tiene una opción de existencia: vivir, que en nuestro contexto consiste en sobrevivir. Hace una selección, diríamos que una curaduría, pero entendiendo por ella un modelar, un cuidar lo que nos ha salido al encuentro como manifestación e interpelación. Su trabajo en la materia social es estético, en principio. Se empeña en resaltar los esbozos de pensamiento inmersos en los cuerpos abyectos que deambulan por la calle en busca de diálogo y reconocimiento. Toma distancia frente a la obscenidad en que se funda principalmente la cultura popular que invade la carrera séptima, el día en que los bogotanos y las bogotanas les dan por caminar sin ton ni son. Pertuz no camina en círculo, como parece, porque no olvidemos que su interés es la acción, así sea plástica, y por más indeterminado que sea aquello que se piensa mediante esta categoría. Modelada la forma social, Pertuz decide pasar al ámbito de la acción, y, por lo tanto, de la política.

 

04092009389

Pertuz nos dice: ¡vamos! ¡Vamos a marchar! Y en el acto rompe el hechizo de la estética para luego irrumpir en la política. Sospecha que a la política se llega mediante el marco mínimo que configura el pensamiento ético y estético. Sabe que la ética traza las condiciones indispensables para cruzar la palabra de los ciudadanos y ciudadanas que reclaman el respecto de sus derechos fundamentales, para que el otro y sus problemáticas se nos revelen como reales y urgidos de debate libre y abierto a una esfera pública. Presiente que la política se despeña sin esta malla frágil para la convivencia, que puede ser arrastrada hacia el terror cuando este marco jurídico se desconoce, se ignora o se rompe. Con seguridad ha leído ha historia de Alejandro y el Nudo Gordiano. Los problemas que se manifiestan en los debates políticos no se resuelven con una espada.

La acción plástica de Pertuz es Perfomance de Encuesta, por lo tanto es una acción interactiva; indaga por el estado de los derechos fundamentales en Bogotá. El muro oriental de la galería fue dispuesto por el artista como pizarra escolar. En torno a ella y a la pizarra que nos proporciona la tecnología de nuestros días –la red de internet– ofreció en la Galería un taller de perfomance abierto a toda la ciudadanía. Su propuesta en general, entonces, se nos ha develado como una pedagogía de los derechos humanos y civiles. Pertuz tiene vocación de pedagogo. Presumo que la suya es una pedagogía de 24 horas al día, la cual toma distancia con respecto a la pedagogía oficial, la pedagogía a destajo, la contratada y medida por horas y para determinados espacios, la que caracteriza a toda nuestra educación, creo que con muy pocas excepciones. Este no es un señalamiento de los maestros y maestras abnegadas, que las hay; esta meditación muestra la causa de esta perversión: el régimen económico que interfiere en la conducta de los pedagogos, que obliga a enseñar a quienes no tienen vocación pedagógica y margina al anonimato a quienes tienen toda la voluntad para transformar el mundo. Los primeros son más importantes para el régimen, los últimos son una amenaza –los artistas– que es necesario neutralizar, o, en el peor de los casos, comprar.

04092009391El objetivo del taller de Pertuz ha sido meditar con la ciudadanía bogotana sobre sus derechos. Fueron muchos y muchas quienes aceptaron su reto e hicieron un pacto por escrito con el artista. Las hojas desplegadas de este documento gigantesco impreso en la pared inmaculada de la Galería es lo más interesante de esta acción plástica interactiva. Por una lado, comenta el artista, estos signos nos sirven para apreciar la falta de respeto para con la opinión de los otros ciudadanos y ciudadanas en nuestra ciudad: escribimos sobre lo que han escrito los demás para sabotear sus ideas. Por otro lado, rompen la convención artística de que su propuesta consiste en una Video-instalación. Sólo los jóvenes están corriendo el riesgo de marchar la palabra. Son ellos y ellas quienes padecen más dramáticamente la ausencia de garantías para hacer real nuestro Estado Social de Derecho. Cobardemente, los mayores nos refugiamos en el escepticismo. Perversamente, hemos aprendido a hacer de tripas corazón, a gozarnos nuestros padecimientos, y a sabotear a los y a las jóvenes entusiastas y optimistas que tienen la convicción férrea de que La Bastilla se puede volver a tomar con la imaginación de los artistas.

Debemos observar que es mejor hablar de caminar la palabra porque la marcha suena muy imperial, demasiado militar, y nos induce a pensar el otro como un enemigo al que hay que derrotar combinando todas las formas de lucha. En las marchas también nace el totalitarismo que es contrario a la acción política, para  la cual es fundamental la pluralidad de pensamientos. Caminar es más poético, así a los ingenieros del arte contemporáneo se les erice el cabello, así no comprendan que al caminar ejecutamos una danza, que  la danza es la experiencia artística más primigenia pensada para poner en equilibrio todas las tensiones y contradicciones naturales, sociales y políticas. En la Modernidad se concibió para fortalecer nuestras esperanzas de mayor libertad de los que habrán de venir, y en la contemporaneidad fue desplegada como un acto de resistencia. Pienso ahora en la Capoeira. Para nadie es un secreto que la persuasión es la esencia de la política, no la confrontación militar. Al contrario, esta última es su negación; cuando aparece como opción es porque ha sido secuestrada por alguna ideología, de izquierda o de derecha. La persuasión, entonces, se alcanza con un pensamiento que se manifiesta como danza para que alcance a tocar el corazón para afilar cuchillos que caracteriza a los neoliberales a quienes hoy rendimos culto.

Finalmente, sería deseable que el activismo de Pertuz no se disolviera en tantas causas. Su pedagogía de los derechos debería dirigirla a una comunidad en particular, de todas aquellas que nos retrata en sus videos. De otra manera, alguien puede pensar que,  o sólo registra las acciones primando todavía el interés estético en su pensamiento, o que el artista, a pesar suyo,  se mantiene al margen de la acción real  a la que nos invita con tanta vehemencia. En otras palabras, podríamos pensar que su acompañamiento pedagógico para el cultivo y respeto de los derechos humanos y civiles, sólo tiene repercusión estética porque no logramos identificarlo con una causa en concreto, lo cual haría inocua su propuesta y la colocaría en la lista extensa de simulacros contemporáneos. Este no es un problema sólo de Pertuz, lo tienen que resolver todos y todas las artistas que intentan hacer arte banalmenete ilustrado, con apellido, en este caso arte político. Ilustrar  teorías de las   ciencias  políticas y otras hiervas de moda desde la  estética contemporánea es una necedad, es un cartesianismo  ingenuo y  anacrónico;  la política se realiza en la esfera pública, hombro a hombro con los que padecen marginación y miseria de derechos fundamentales. Tengo entendido que esto es precisamente lo que hace Pertuz en su práctica artística, pero no se alcanza a evidenciar con nitidez en su propuesta porque no logramos ubicarlo en una problemática específica.

POSDATA DIRIGIDA A TANIA BRUGUERA:

Aprecio la cortesía de enviar a Esfera Pública las consideraciones teóricas detrás de sus propuestas artísticas. No estaba obligada a hacerlo, pero me parece consecuente con todo lo que usted propone en su texto. Pocos artistas contemporáneos hacen estas concesiones a sus críticos. Su primera proposición me parece interesante pero densa: «una obra de arte no es un juicio, es un estado de lo sensible». Por su escrito, comprendo que usted sabe de lo que está hablando, aunque no sea evidente para el lector que no conoce su literatura. En principio diría que una contraposición fuerte entre juicio y sensibilidad es todavía de corte moderno, por lo tanto,  tendríamos necesidad de matizarla mucho más para adaptarla a nuestra manera de comprender las cosas en la contemporaneidad, con mayor razón si es la plataforma para ejecutar  una meditación sobre la política. En general, su texto es rico en ideas y podríamos debatirlas; si todavía está en Bogotá, podríamos generar un encuentro en alguna Universidad; si no, esperaremos otra oportunidad en nuestra Esfera Pública.

8 comentarios

La fatigosa extensión y el tipo de intensidad emocional que destilan los textos de Jorge Peñuela delatan una ansiedad particular que desborda siempre el asunto tratado. Como si se mantuviera al acecho de un pretexto X que le permitiera desahogar esa extraña culpa confesada en un cuestionario reciente a Francesca Bellini:

‘¿Para qué hace su obra?

… Lo que hago con mayor frecuencia es escribir e interactuar con estudiantes para tener la posibilidad de repensarme, justificarme, pero sobre todo para perdonarme todos mis errores, para encontrar un camino que me conduzca a reencontrarme con todos aquellos que he ofendido o perdido por mis excesos, por mi soberbia y mi crueldad.’ …!!!

Lo que por necesidad inherente a este ‘trauma’, se traduce en un lamento trémulo cargado de generalizaciones increíbles y atribuciones forzadas, extendiéndose terapéuticamente en su propio delirio sin considerar la naturaleza específica del motivo abordado. Escriba sobre lo que escriba Peñuela, el resultado es siempre una oración de flagelante engranada en el mismo rosario (los ‘dolorosos’, claro, no los ‘gozosos’).

‘Ciudadanos y ciudadanas’, me pregunto cuánto ganaría su prosa maltratada si llegara a comprender que la concisión -estilo aparte- es una virtud deseable?

Mauricio:

Gracias por interesarse en mi escritura. Valoro sus comentarios, pues, en lugar de leerme pudo haber leído acotado el otro correo sobre Estética Relacional, mucho más interesante que el mío. No merezco el elogio en su idea del delirio, esa especie de locura que nos empuja a librarnos de las torpezas en que incurrimos cuando quedamos atrapados en la concisión que nos exigen los clientes presurosos de supermercado. Estoy convencido que sólo mediante el delirio nos libraremos de la regla dorada con que se gobierna nuestra época: time is money. Sólo el delirio nos permite comprender que esto es lo más vulgar que hemos pensado en la tradición de pensamiento Occidental.

No obstante, en este preciso momento quiero llamar su atención sobre el trabajo de Pertuz, sobre sus ideas, sus sueños y delirios. (Artista que no delira es un payaso.) ¿Cómo le pareció su propuesta? ¿Cuáles son sus aciertos? ¿En qué aspectos se ha quedado corto? Mauricio, ¿cuál es su opinión sobre el activismo que practican los artistas contemporáneos? ¿Qué piensa sobre las acciones plásticas? Concisamente le digo que este es el tema de mi correo. Ahora, ¿por qué afirma que hago generalizaciones y atribuciones forzadas? Por favor, menciónelas para tener la oportunidad de precisarlas. Los y las artistas colombianas merecen más debate de sus ideas, su pensamiento no puede ser secuestrado por el prurito de concisión y precisión con fines comerciales que propagan los medios masivos de incomunicación. Éste fue el que acabó con los suplementos literarios de los periódicos más importantes de nuestro país.

Usted estará de acuerdo conmigo en que no podemos perder esta oportunidad para hablar sobre la «naturaleza (…) del motivo abordado». Necesitamos luces al respecto. Quienes estamos interesados en el pensamiento de los artistas colombianos sabremos aprovechar su intervención al respecto. Siempre he dicho que por este medio podemos aprender uno del otro. Sin duda alguna, una discusión sobre la naturaleza del arte nos hará provecho. ¿Se refiere a esto su querella? ¿O no?

Concretando, sólo puedo decirle que no me interesa la objetividad artística sino el objeto que piensan los artistas. Cualquier escritura sobre el pensamiento artístico debe hacer acopio de toda la imaginación posible para atrapar las ideas de los artistas en sus objetos. Toda escritura al respecto consiste en una creación, por esto usted acierta cuando habla de mis delirios. Sin delirio no hay creación. No sé si habrá notado que no he mencionado la palabra arte, esa la dejo a los que deliran con la concisión.

Estimado Jorge, me sorprende su texto, por lo denso y profundo para nada superficial. Esto lo digo, no por la forma, aquella que le da urticaría a los partidarios del «buen estilo»; pues esta me parece acorde a la profundidad que usted plantea. Usted hace evidente algo que yo pasé por alto en mi texto* referente a la obra de Fernando Pertuz: esa parte performatica que se va haciendo poco a poco con la intervención del público, que no es para nada el especialista o entendido en arte.

Usted dice: «La acción plástica de Pertuz es Perfomance de Encuesta, por lo tanto es una acción interactiva; indaga por el estado de los derechos fundamentales en Bogotá. El muro oriental de la galería fue dispuesto por el artista como pizarra escolar.» Ese carácter pedagógico inherente en la obra de Petuz y en él mismo, me parece capital para poder entender su obra.

Estoy completamente de acuerdo con usted en que «Pertuz tiene vocación de pedagogo» y que tal vocación dista de cientos de profesores (muchos artistas entre ellos) que tienen que dictar su clase porque no tienen como ganarse la vida de otra manera, y luego terminan despotricando de la academia de la cual viven y del rigor académico. Su vocación va tan lejos, que esos muros transformados en pizarras, son una verdadera insurrección gramatical en una sociedad donde la palabra transformada en un bien privado termina siendo administrada por las leyes morales.

En esas paredes que usted generosamente transporta al muro de Esfera Pública podemos ver preguntas como esta: Conoce un caso de violación de derechos humanos? No me imagino al artista postmoderno -transformado por la fuerza de las circunstancias en un comentarista en Esfera Pública-, contestando esta pregunta, ni mucho menos a los profesores sin vocación intentando comprender que es lo que está escrito en rojos caracteres a manera de respuesta. Sin embargo cuando leemos cuidadosamente esas respuestas nos damos cuenta que estamos en país donde los derechos humanos se violan cotidianamente y que a los ciudadanos y ciudadanas que visitan el lugar si les importa. Pero esto parece no importarle a los miopes comentaristas, cosa mínima dicen ellos, que no tiene trascendencia, cuando se trata de defender «el buen estilo».

Qué diablos les va interesar a los comentaristas del «buen estilo», que las palabras ciudadanos y ciudadanas, implican un compromiso con la cité, y por ende con la cosa política? Un espacio como el Planetario Distrital (y su galería Santa Fe), donde entran cientos de personas diarias, no necesariamente entendidos ni especialistas del mundo del arte, es un espacio ciudadano. Qué fortuna para un artista confrontar su obra con este público decía recientemente Fernando Pertuz.

Sin embargo no estoy de acuerdo del todo con usted cuando dice al final de su texto: «la política se realiza en la esfera pública, hombro a hombro con los que padecen marginación y miseria de derechos fundamentales. Tengo entendido que esto es precisamente lo que hace Pertuz en su práctica artística, pero no se alcanza a evidenciar con nitidez en su propuesta porque no logramos ubicarlo en una problemática específica.» Cierto la política se realiza de cerca con la cosa política y con aquellos, paradójicamente excluidos de la política, los sin voz como diría Rancière. Qué más nítida que esta puesta en evidencia de aquellos que no tienen voz en una sociedad como la nuestra. Esa es la propuesta de Pertuz: de un lado esas estrellas luminosas del otro lado frente a ellos los sin rostro, el personaje anónimo que deja su testimonio a manera de insurrección gramatical. Ahí radica la nitidez de su propuesta que a mis ojos es evidentemente una problemática específica: en Colombia no se respetan los derechos fundamentales. Pero como un artista puede hablar de esto? esto es asunto del arte? Claro que sí, y artistas como Tania Bruguera deberían echar un vistazo a esta manera de hacer arte cuando se trata de unir algo fundamental el arte, la ética y la política.

* http://esferapublica.org/nfblog/?p=4607

Gracias por sus argumentos y comentarios, cualifican y dignifican el debate sobre el arte contemporáneo en Colombia, en el cual tanto usted como yo creemos. Sólo permítanme añadir dos cosas a lo ya dicho, o, mejor, voy a aclararme. He dicho que el pensamiento de Pertuz nos reta a danzar, complementando la conocida sentencia de Kant. Quiero decir, que es deber del artista contemporáneo desinstrumentalizar el pensamiento y llevarlo a su origen para que pueda resurgir de sus cenizas tecnologizadas. En su origen el pensamiento es ligero y volátil, por ello mismo es tan resuelto y audaz que puede parecer delirante. El artista debe escapar de la comodidad de la concisión, de los tecnicismos que lo compelen a pensar sólo en determinado número de palabras o caracteres.

En segundo lugar, me inquieta el ingreso del pensamiento artístico en esferas de conocimiento que, en Colombia, observan a los artistas de la misma manera que nuestros televidentes Triple A contemplan a los protagonistas de Sábados Felices. A veces me da la impresión que los artistas al tratar de resolver sus asuntos internos, optaron por resolverlos multiplicándolos por otros de diferente condición. Ahora no sólo tienen que resolver los suyos sino afrontar otros en situaciones sumamente complejas, como el saber quiénes somos los responsables de la violación de los derechos fundamentales que nos ha puesto a los colombianos en guerra unos contra los otros.

La sugerencia que le he hecho a Pertuz es la siguiente: ya que ha logrado desestetizar con valor su pensamiento, y está enfrentando con decisión y entusiasmo el rigor de la vida marginada, intégrese a algún grupo en particular y ejerza su vocación pedagógica; transmítale sus convicciones a los miles de jóvenes bogotanos y bogotanas que carecen de ejemplos creíbles de participación ciudadana. Muchos no hemos tenido ese valor por estar atados a las convenciones que han instaurado los mercados. Usted recuerda con seguridad aquel adagio que nos reprocha el que nos agotemos en la predicación, el que nos empoderemos sólo en el sermón. Por supuesto, sabemos que la mayoría nos inhibimos por temor al silenciamiento definitivo. No obstante, estoy de acuerdo con usted: Pertuz, sin duda, ya ha dado ese primer paso y se perfila como guía. He sugerido que esta es una gran responsabilidad, por lo tanto, riesgosa. Con seguridad él la asumirá porque, oportunamente, ha elegido tomar distancia respecto a su formación estética y esto es el inicio de un compromiso ético. Note que he dicho «tomar distancia», que es diferente a separarse, como podría mal interpretarse.

Siguiendo la secuencia de post datas, respuestas y contrarrespuestas: Lo de mauricio crux, en la galeria santa fe recuerdo haber visto una obra suya que se «activaba» con la bioenergia del espectador, pasó desapercibida claro, creo ser tambien un hijo pròdigo de todo lo conceptual, desde lanzar plomo fundido al piso, hasta, unicamente, inhalar aire en las galerias. Existen pinturas con textos y textos como pinturas, los escritos en otros idiomas .

Esfera Publica, sería el escalon siguiente, en esta «secuencia» natural, de respuestas simultaneas, internetics.

Crux? Santa fe? bioenergía? conceptual? plomo? aire? pinturas? idiomas? ‘ secuencia’natural? Y, como si fuera poco, según el Nuevo Siglo (cuestionario Bellini) soy un ‘artista antioqueño radicado en Nueva York’… ???

Pensar que simplemente cultivo cebollas y trucha en algún rincón de Boyacá.

Lo de la trucha, (arcoiris) supongo. Bueno la presecion del equinoccio de Piscis termino en 1946, la era de acuario, que es Salud y Comunicaciön parece sentirse en el increible y bondadoso estilo de Esfera Publica, ninguna alusión, ninguna ofensa, lo escrito por Uno, un juego de espejos, más que borgeano, como esa perdida fotografia de Duchamp en el Museo de arte Israelí y que aparecio en el escritorio de un guarda (Shomer Shomea).