el texto como estructura del contexto

Tengo dudas respecto a que podamos pensar contextos sin un texto que los estructure, o a que sea posible hablar de contextos inalterables, que leviten en un presente eterno, fuera del tiempo; casi por definición, los contextos son mutantes. ¿Cuál es el contexto y texto de Esfera Pública hoy? ¿Cuál es su actualidad? ¿Es un contexto para textos de expresión o para textos de opinión? ¿Para unos y otros? Por el contexto he deducido que los textos de Esfera Pública son opiniones de los pocos colombianos y colombianas que desconfiamos de los dogmatismos y aún creemos en el arte y su vocación civilizadora. Ahora, sabido es que el ámbito de la opinión es amplio y diverso, pero también que todas ellas reclaman un ámbito de verdad; son múltiples las técnicas mediantes las cuales tratamos de persuadir a otros del grado de verdad de nuestras opiniones, para que no se disuelvan en la emoción. Si el contexto en que surge la necesidad de opinar no fuera pensado así, ¿para qué nos molestaríamos en dar una opinión? ¿Para silenciar al otro con un grito, para realizar un cierre institucional y dogmático, o para darnos la oportunidad de redescribir nuestros prejuicios? Si «Contemporáneo» tiene algún sentido hoy en arte, significa la reivindicación de las muchas maneras en que acontece la verdad, no quiere decir ausencia de verdad, arbitrariedad o el dogma de moda.

Ignoro si las características que ofrece Merchán de Esfera Pública permiten recordar sus fundamentos, teorizarlos o hacer un debate histórico sobre su contexto, fines, y demás; sus observaciones, sin embargo, me estimulan a aclarar mis opiniones. No he dicho en ningún momento que los juicios de los literatos deben regresar a reclamar un reino caído en manos de algún usurpador u opresor, o que abogo porque la legitimidad para orientar la opinión estética en Colombia la tiene Juan Manuel Roca. Torpe sería hacerlo, no en este contexto, sino en cualquiera. He insistido sí que el arte es la dimensión poética de nuestro logos, que es el resultado de esa vocación de poesía que nos diferencia a hombres y mujeres, que esa vocación de poesía expresa nuestra necesidad de música, de una comunidad de sentimiento; aunque algunos autores «contemporáneos» no la puedan escuchar y por ello no lo puedan creer, lo que searticula en las artes es esta voluntad de musicalizar el ruido que generan nuestras pulsiones. Como puede apreciar Merchán, éstas son dos cosas diferentes. Que la crítica de arte después de la crisis en que la dejó sumida la ausencia de Marta Traba, haya optado por una crítica más filosófica, neoculteranista, pomposa o erudita, como la que señala hoy Carlos Salazar, ése es otro problema.

Entonces, el retorno que asusta a Merchán no es un retorno, la voluntad de poesía ha estado presente en la obra de los artistas colombianos más importantes, Aliento de Oscar Muñoz, hoy en Fantasmagoría, corrobora esta opinión. Dejo planteadas estas preguntas: ¿la pérdida de legitimidad de la crítica de arte en Colombia no está ligada a un deterioro en el uso del lenguaje escrito? ¿No hace parte de este deterioro el rebuscamiento teórico que inquieta a Carlos Salazar? ¿La crisis de la crítica de arte en Colombia no ha arrastrado consigo a las prácticas artísticas? ¿No las ha empobrecido, por lo menos?

La actualidad muta en sus instantes, este es nuestro contexto ahora, el que expone Uhía en su texto, nuestro interés en la formación de los jóvenes en Colombia, nuestro respeto por sus esperanzas en el arte. Esta es la preocupación que percibo en Uhía. Su opinión no es cualquier opinión ni quien la formula cualquier persona, es probable que sea distinguido con el premio Luis Caballero, lo merecería. Al contrario, sus ideas están insertas en un ejercicio pedagógico responsable, que Uhía tuvo la generosidad de compartir con nosotros y que puede resultarle muy interesante a los jóvenes, mucho más si genera opinión y debate, si propiciamos alternativas para redescribir nuestras opiniones, no para reforzar nuestros prejuicios, esas ideas dogmatizadas por no habernos llenado de coraje y haberlas sometido a examen, como alguien recomendaba en el pasado .

Como un acto de solidaridad con la Universidad Nacional de Colombia y la Universidad Pedagógica, a cuyos estudiantes les fueron clausurados sus ámbitos de reflexión y crítica, hoy los estudiantes de la facultad de artes ASAB de la Universidad Distrital tendrán un almuerzo de compañeros en su sede de la capuchina, para reflexionar sobre la crisis de la universidad pública y cómo ella afecta a laformación artística que ofrece a la juventud bogotana. ¿Podría atreverme apreguntar qué opina la universidad privada al respecto?

Jorge Peñuela