El precio de la comunicación

Seamos lúcidos. Si escribimos hoy un pequeño libro sobre el ‘arte contemporáneo’, es porque de este arte contemporáneo se habla bastante. Y justamente, ‘arte contemporáneo’ no son más que palabras, una cómoda manera de reunir obras dispares y a menudo contradictorias, y de significar que la comunidad social se reapropia un arte que ha mostrado su facultad de escapársele…

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Cinco bocetos de definición de ‘Arte Contemporáneo’:

http://es.wikipedia.org/wiki/Arte_contemporáneo

http://fr.wikipedia.org/wiki/Art_contemporain

http://en.wikipedia.org/wiki/Contemporary_art

http://it.wikipedia.org/wiki/Arte_contemporanea

http://de.wikipedia.org/wiki/Zeitgenössische_Kunst

Y un anexo para matizar la sesgada y estrecha noción del mismo según Peñuela & Co:

“Se tiende a considerar que las obras más audaces son aquellas que logran hacer coincidir los proyectos de la modernidad con la vida, a investir lo real. Cierto, ellas transgreden los límites tradicionales del arte, pero, ya se ha visto, a fin de adaptarse a las contingencias de lo real. Y esta adaptación, (…) igualmente, no se lleva a cabo más que cuando el arte pasa por la racionalización del discurso. La letra es el pegante por medio del cual el arte adhiere a lo real, a riesgo de perderse en él. Tanto, que las obras más libres, las más ricas en potencialidad, podrían muy bien ser aquellas que, superando los desafíos de la modernidad, traicionan las lecciones.

Seamos lúcidos. Si escribimos hoy un pequeño libro sobre el ‘arte contemporáneo’, es porque de este arte contemporáneo se habla bastante. Y justamente, ‘arte contemporáneo’ no son más que palabras, una cómoda manera de reunir obras dispares y a menudo contradictorias, y de significar que la comunidad social se reapropia un arte que ha mostrado su facultad de escapársele. Felizmente, ‘arte contemporáneo’ no son más que palabras, mientras que en su realidad, ciertas obras pueden todavía despojarnos de nuestro bagaje didáctico.”

Catherine Millet, L’Art Contemporain. Flammarion, 1997. pg 111.

O como escribió Nicolás Gómez Dávila, más breve:

“La banalización es el precio de la comunicación.”

Mauricio Cruz