El paraíso no / es aquí

El paraíso no / es aquí, es y no es un concepto curatorial. Lo es en la medida en que la expresión repliega sentidos insospechados que nos invitan a redesplegarlos. Este redespliegue es un ejercicio curatorial que no obliga a los artistas a pintar pajaritos o palmas de cera. Todo lo contrario, los conmina a ir más allá de lo que la expresión indica. No es un concepto curatorial porque los artistas no están interesados en esa figura de poder económico que agobia la libertad del artista contemporáneo. La expresión está allí sola, aislada pero irradiando una fuerza que alcanza a las obras individuales y a los espectadores. Esta-ahí para que la pensemos nosotros, los legos, no para conminar a los artistas, para someterlos y envilecer aún más la vida, y sus vidas.

 

El arte de vanguardia, el que abre horizontes inéditos –he aquí la paradoja– pasa por desapercibo para sus contemporáneos que suelen andar atrapados por las miserias en que se debate la vida. Las ideas de los artistas suelen llegar a muy pocas personas, el envilecimiento contemporáneo es tal que las ideas estéticas ya ni siquiera llegan a los hombres y mujeres que pueden comprenderlas. No obstante, persiste en los/las artistas  un espíritu pitagórico, de secta, que potencia al máximo sus ideas cuando deciden cruzar la frontera de lo permitido sin autorización. Por esta razón, cuando se les exige a los artistas que se embadurnen de vida, se les envilece, se les humilla. A pesar de todos los ejemplos en contrario, la humillación no fue lo primero que Dios creó en la tierra.

Un grupo de artistas residentes en Bogotá se han escapado de las rutinas que agobian a la ciudad y se han emancipado de los protocolos de circulación para las artes que campean en la Ciudad. David Lozano, Nelson Vergara, Francisco Klinger, Nicolás Cárdenas y Santiago Rueda han violentado el muro que restringe el pensamiento de los/las artistas colombianas: el dispositivo ecónomo-curatorial. Descubrieron el espacio más sugestivo con que cuenta el arte contemporáneo en Bogotá: una antigua fábrica de calzado del sector histórico de La Candelaria ha sido adaptada exitosamente, sin violencias superfluas, como taller de pensamiento artístico. Allí, en el Laboratorio Interdisciplinario para las Artes –lialab–, han pensado algunos materiales para hacer sensibles sus ideas. En uno de los lugares más bellos con los que cuenta nuestra ciudad, han tomado el concepto arquitectónico del espacio –lugar para hacer zapatos– y nos proporcionan otras herramientas para caminar en esta ciudad endiablada y sensible, violenta y terrible.

El paraíso no / es aquí, es y no es un concepto curatorial. Lo es en la medida en que la expresión repliega sentidos insospechados que nos invitan a redesplegarlos. Este redespliegue es un ejercicio curatorial que no obliga a los artistas a pintar pajaritos o palmas de cera. Todo lo contrario, los conmina a ir más allá de lo que la expresión indica. No es un concepto curatorial porque los artistas no están interesados en esa figura de poder económico que agobia la libertad del artista contemporáneo. La expresión está allí sola, aislada pero irradiando una fuerza que alcanza a las obras individuales y a los espectadores. Esta-ahí para que la pensemos nosotros, los legos, no para conminar a los artistas, para someterlos y envilecer aún más la vida, y sus vidas.

Al igual que El paraíso no / es aquí, idea que no pretende agrupar los pensamientos de los artistas, sino ser una obra más dentro del grupo, las obras de los artistas están-ahí, subsisten aisladas pero autónomas. Avasalladora y seductora la de Lozano, extraña, enajenante la de Vergara, sugestiva e inquietante la de Klinger, sutilmente calculada la de Cárdenas y desafiante la de Rueda. Todos los artistas tienen discursos sofisticados para hablar de sus obras. Es bueno que el artista muestre su solvencia del mundo, que no se deje reducir a la condición de cargaladrilos que le asignó el dispositivo ecónomo-curatorial del momento. No obstante, el discurso de boca del artista es malo para la obra. El artista debe ser cauto con el lenguaje, con su saber. Una palabra o un concepto extraartístico pueden romper el encanto de la obra, sacarla de su estar-ahí, puede resolver su enigma y vulgarizarla. Existen obras como las que se presentan en El paraíso no / es aquí que no merecen someterlas a esta vulgaridad. Los artistas de El paraíso no / es aquí, tienen claro está máxima y muestran mesura a este respecto. ¿Nuestra vanguardia está repensando nuevamente lo bello como horizonte? Sí. El cuidado, el esmero, la mesura y la medida que apreciamos en este grupo de obras es un indicador que debemos tener en cuenta en adelante. Bienvenida la propuesta y no se diga más al respecto.

Debemos volver a apreciar mejor esta exposición, en este lugar en el cual me sueño el Luis Caballero. Es una gran oportunidad para apreciar un trabajo personal y muy profesional. Es un ejemplo a seguir en Bogotá. Más artistas y menos curadores. ¡Qué vuelva la belleza autónoma en términos contemporáneos, por fuera de los espacios comprometidos con el capital, sin dios ni ley! Gracias a los artistas por su esclarecedora compañía el día de mi visita a La Zapatería. La exposición se puede ver durante el mes de febrero en la calle 13 No 2-71, de lunes a sábado, de 10 A.M. a 5 P.M.

20 comentarios

Maestro Jorge Peñuela, ¿podría por favor ponerle pie de foto a las imágenes, para así tener más en claro su reflexión? Pues tal como están se ven bonitas y demás, pero no se sabe muy bien qué es de quién. Ademas, como usted bien lo sabe, quizá este texto sea lo único que quede sobre la muestra y lo mejor sería no convertir parte de su contenido en un enigma.

Muchas gracias por su atención.

Apreciado Guillermo:

Gracias por preguntar. En la primera fotografía, de arriba a abajo, en primer plano aparecen los dispositivos ciegos de Vergara, unos monitores que nos esconden la realidad o sólo son capaces de ver el inframundo; en el plano medio, están las arquitecturas sitiadas de Klinger, y al fondo alcanzamos a ver la estructura de Cárdenas: ese sofisticado dibujo cuyo enigma pocos alcanzan a descubrir.

En la segunda fotografía, en primer plano aparece el dispositivo de placer de Lozano, y al fondo alcanzamos a ver la propuesta sugestiva de Rueda: el anuncio de una realidad infinita, minimal, cuya luz todavía no estamos todavía en capacidad de apreciar. La tercera fotografía corresponde a Klinger y la última a Lozano, el retrato de un goce que muta permanente, cuyo ser es dejar de ser permanentemente.

Guillermo, he ahí los enigmas de los que hablé. Anímese y no se resista al misterio, a los goces que nos promete lo bello. Sí, ya sé que va pensar que esto es muy cortesano y hasta burgués. Pero, ¿no está fatigado con tanta palabrería sobre el arte contemporáneo, como la que tuvimos que soportar vía Internet desde Cartagena? Guillermo, ¿no se es mejor volver a pensar sin imposturas desde el arte mismo? Esta fue la invitación que le hice a la secta pitagórica de Esfera Pública. ¡Lástima que el “post” no fuera enviado a su lista de correos! (para leerlo, pulse aquí)

Agradecimiento a Milton Figueroa por el registro fotográfico.

Si hay algo que defina el sustrato intelectual de Jorge Peñuela es su admiración por los ideales de la Grecia Clásica. En muchos de sus artículos el marco introductorio está forjado con conceptos de su metafísica. Se describe algunas veces como asiduo del Ágora, nos imagina a todos y a todas como herederos de esta plaza pública y se dirige a nosotros en tono cortés, paciente y tolerante.

Me pregunto, a qué se refiere el profesor Peñuela cuando habla de una «Secta Pitagórica»? Tendremos en este Ágora representantes de esa organización que creían que todas las cosas son, en esencia, números? Y no me refiero a números vulgares sino a la misma idea de que el principio de todas las cosas es la mónada o unidad. Unidad que se ha perdido y estigmatizado en el pensamiento actual.

Se trata de partidarios del esencialismo? O es sólo una figura para señalar las distintas sectas que componen el mundo del arte? Podría Jorge ampliarnos ese señalamiento?

Disculpe profesor Peñuela las imágenes son de muy mala definición, creo que no ayudan nada a la ilustración de lo que leemos. De otra parte coincido con Camilo, por qué ese guiño todo el tiempo a la Grecia Antigua, ¿será que usted sigue creyendo que Bogotá es la Atenas Sudamericana?
Pero, si me parece que ese sitio de exposición puede ser idóneo para el Premio Caballero una vez la Galería Santafe albergue el museo interactivo para los niños. Sobre la exposición sí me gustó mucho la obra de Lozano, la de Rueda y la de Vergara.

La peor de todas

Respetado maestro Atuesta:

Aunque sarcástico, su comentario es amable y logra su objetivo: que el interpelado se vea tentado a contestar a pesar de que no sabe cómo hacerlo. La amabilidad busca una aclaración rutinaria, el sarcasmo intenta que el interpelado se embadurne con una vaga y vana erudición. Atribuirle una metafísica a un ciudadano colombiano que trasiega todos los días llevado y traído por el vértigo de Trasmilenio, no deja ser una chanza cruel. Pero bueno, usted es amable y siempre encontramos algo que decir cuando existe la amabilidad.

A mi modo de ver, usted comprende bien la idea que vibra detrás de la expresión “secta pitagórica”: la esperanza de que la vida no puede ser la vulgaridad que estamos obligados a ver todos los días. No le hablo de la corrupción de los administradores, o del clientelismo que obliga a marginarnos de todo proceso público. Me refiero a la pasividad de una mal llamada ciudadanía que insiste en pensar que lo público no es asunto suyo, sino un problema de las elites que ya no saben qué otras estrategias pueden ser más útiles para aburrirnos más. El pitagórico, tal y como usted apropiadamente lo sintetizo, tiene la convicción de que es posible pensar una realidad diferente, –la certeza de que ese conocimiento que en su retiro le arranca a la realidad salvará al vulgo de su vulgaridad. Esto no es metafísica: consiste en una intelección fina de la realidad, no diferente de la de un artista de vanguardia.

No obstante, pienso que ha realizado una lectura equivoca de mi nota, pero por ello es muy interesante. Me ayuda a volver sobre mis pasos, a las ideas que surgieron con mi charla con los artistas de El paraíso no / es aquí. Fue a ellos a quienes denominé, en primer lugar “secta pitagórica”. Como los pitagóricos, ellos no se conforman con la vulgaridad del mercado de curadurías. Afirmé que eso es humillar a un artista que tiene solvencia plástica y claridad sobre lo que piensa. El paraíso no / es aquí, es un enigma. El artista sabe que el lugar que ocupa es su lugar, pero al mismo tiempo sospecha que este lugar sólo es una trampa para reducir su libertad. El pitagórico busca de manera fundamental la libertad. Por eso considero que los artistas de El paraíso no / es aquí, están abriendo una puerta para librarnos de los proyectos museográficos a los que llaman curadurías.

Maestro Atuesta: si existe pensamiento contemporáneo es por un acto de resistencia de los artistas de vanguardia. No hacen resistencia hablando como lo hacen los ciudadanos y ciudadanas que sólo tienen espacios para ocuparse de sobrevivir, para salvar, a como dé lugar, la poca vida que el régimen les permite vivir. Una hipotética secta pitagórica contemporánea en las artes plásticas de nuestra ciudad, haría resistencia al régimen curatorial bogotano, intuye que debe haber algo mejor de lo que sus ojos aprecian. Sus miembros no quieren ser disueltos en los intereses de la vida vulgarmente aburrida de nuestros/as contemporáneas, los/las rehenes del mercado.

Camilo: ¿no se ha dado cuenta de que hoy todo lo hacemos por aburrimiento? Somos unos aburridos y por eso creemos que el espectáculo nos salvará de esta mísera enfermedad, la peor de todas. Como Warhol aprendimos a amar el aburrimiento en el que está interesado el mercado, el que nos obliga a comprar mercancías para aburrirnos más y comprar más.

Camilo: sospecho que usted estaría interesado en ser miembro de esta secta pitagórica. Saludos.

Hace poco leí una de esas «criticas Mínimas» El paraíso (no) es aquí / Por: RICARDO ARCOS-PALMA | 7:40 p.m. | 06 de Febrero del 2011, en donde el tono era mucho menos benigno hacia esta exposición, ahí se leía: De este grupo de artistas resalto solo dos que vale la pena tener en cuenta, pues los otros me dejan cierto sinsabor de déjà vu. Y claro un asunto de la crítica debe ser precisamente este, el sentar una posición, lo que me resulta complicado es cuando esa crítica, por mínima o extensa, básica o completa pareciera más un anuncio publicitario, Avasalladora y seductora la de Lozano, extraña, enajenante la de Vergara, sugestiva e inquietante la de Klinger, sutilmente calculada la de Cárdenas y desafiante la de Rueda. Desconozco si el origen de dichas críticas en realidad es el arte o los artistas, o más bien son un encargo de las instituciones que las organizan o albergan. ¿Y entonces de ser así, con que se queda el artista?

Isabel K: ¿en realidad entendió lo que quizo decir el señor que cita? Si fue así, le pido su ayuda. ¿Me puede traducir lo siguiente?:

» Y claro un asunto de la crítica debe ser precisamente este, el sentar una posición, lo que me resulta complicado es cuando esa crítica, por mínima o extensa, básica o completa pareciera más un anuncio publicitario, Avasalladora y seductora la de Lozano, extraña, enajenante la de Vergara, sugestiva e inquietante la de Klinger, sutilmente calculada la de Cárdenas y desafiante la de Rueda. Desconozco si el origen de dichas críticas en realidad es el arte o los artistas, o más bien son un encargo de las instituciones que las organizan o albergan. ¿Y entonces de ser así, con que se queda el artista?»

Gracias por su atención.

Si eso pasa cuando se hace un salpicón de citas: Peñuela, Arcos, Venagas, quién dice qué dijo ****** pongale las comillas donde hay que ponerlas mija.

¿Alguien escucha pasos de animal grande?

¿Debo decir de artistas independientes? Los artistas de El paraíso no / es aquí, no necesitan de un crítico de arte que defienda sus obras, pues, sus ideas y su actitud son el aspecto más relevante de su trabajo: piensan DESDE el arte: dejan de hablar SOBRE arte: quien tenga entendimiento que lea.

La sala de dibujos de la exposición, de la cual no hablé en mi nota, nos muestra de entrada que nos las tenemos que ver con artistas profesionales que conocen el territorio que pisan, que no han dejado un solo rincón sin pensar, ni en la obra ni en el espacio que la alberga. Los artistas contemporáneos, nuestra vanguardia, están volviendo a la Sala de Dibujo, lo cual es un indicador de que algo comienza a moverse.

Las obras de El paraíso no / es aquí ponen a vibrar el espacio de esta antigua zapatería, pero para que eso suceda se requiere un artista sensible a estas prótesis que le han salido al encuentro. Un artista sensible consiste en un artista competente para pensarlas y dialogar con ellas. Un artista sin esta competencia para incorporar prótesis contingentes a su trabajo, no sólo disuelve sus obras en la puesta en escena sino que, además, abyecta el espacio mismo que ha caído en sus manos. Éste no es el caso de El paraíso no / es aquí. Ésto es lo que elogio en primer lugar.

Lo que destaco en estos artistas contemporáneo son las ideas que ponen en juego sus obras, en abierta e impúdica rebeldía contra el dispositivo de visualización curatorial. Se configura algo político en esta actitud, pero eso no lo dice el artista –no le corresponde–; lo ve y lo aprecia el crítico, y por lo tanto, su deber es elogiarlo. Ésto es lo que destaca y acompaña el crítico: la impertinencia de un grupo de artistas que se atrevieron a desafiar al régimen de los curadores, que tan sensibles, en otro sentido, están por estos días. El crítico elogia su libertad. El régimen impositivo se desquebraja con iniciativas independientes como la de Cárdenas, Lozano, Klinger, Vergara y Rueda. ¿Alguien escucha pasos de animal grande? ¿Alguien percibe que el carrusel curatorial trastabilla? ¡Silencio!, no hagamos demasiado ruido, podemos despertar al Ministerio de Cultura de su sueño dogmático.

Finalmente, maestro Guillermo Vanegas, por favor no olvide que arte es lo que hacen los artistas.
¡Ah!, Isabel Kristina, no olvide pasar a ver la exposición, así podrá realizar sus propios juicios.

Agradecimiento a David Lozano por la fotografía adjunta.

Jorge P: Me interesa mucho ver lo que hacen los artistas y leer lo que se escribe sobre eso, pero a veces me confunden declaraciones como esta:

«Un artista sin esta competencia para incorporar prótesis contingentes a su trabajo, no sólo disuelve sus obras en la puesta en escena sino que, además, abyecta el espacio mismo que ha caído en sus manos.»

¿Podría ayudarme con esta traducción también? ¿Cómo debo buscar la traducción de la palabra «abyecta» en su escrito?

Muchísimas gracias por su amabilidad

Arte es lo que hacen los artistas, es cierto; como que no todo lo que los artistas hacen, es bueno.

Ni siquiera un genio es infalible.

Es una posición crítica, de un artista, una opinión nada más; mas no de un crítico profesional: esas cabezas son enormemente vacías para alguien que no sea sadomasoquista, porque sólo me recuerdan algunas imágenes del sadomasoquismo.

De acuerdo (su texto casi que obliga a querer ir a esta antigua zapatería)pero de nuevo el asunto más lejano siguen siendo Los Artistas, esperemos en este caso sean en realidad de los que hacen temblar y salir de su sueño a unos cuantos, maravilloso si esto está pasando, y si una (esta) exposición está logrando desestabilizar algo, cualquier cosa; el comentario en realidad es sobre el borde que separa una crítica de un anuncio publicitario, al estilo de guía cultural, casi como lo in y lo out, de esta semana. Porque para que podría servirle eso a un artista?

La pregunta Capciosa

Apreciado Guillermo:

No dejo de preguntarme qué desea saber, bajo el entendido de que usted es un experto en los temas por los que indaga: el espacio como problema estético y la respuesta anímica contemporánea a nuestros contextos que consiste en un solo. Aun así intentaré, pues, satisfacer sus demandas sin que intente explicarle lo que usted conoce mejor que yo. La reflexión a la que usted alude tiene que ver con nuestro contexto anímico: el aburrimiento por la pérdida de sentido de las cosas que llenan nuestros espacios más significativos, en especial las que son concebidas para que signifiquen, para que transformen la sensibilidad de quienes entran en relación con ellas. Por cuenta de esta situación, el aburrimiento es la enfermedad que carcome a nuestra época, urbe et orbi. La bendición universal consiste en esta enfermedad de la cosa-mercancía en que nos han convertido los sinsentidos de la sociedad postproductora: aburríos como hermanos y en paz, parecen decirnos sus propuestas.

Guillermo: somos seres para esta enfermedad del aburrimiento con las cosas. Todos los espacios nos aburren, las cosas que los constituyen no logran vitalizarlo porque no nos dicen nada para mejorarlo. Esta es la razón por la cual experimentamos los espacios expositivos al modo de “zapping”. Las cosas están a nuestro alcance, pero no están para nosotros porque no les encontramos sentido. Hemos perdido el sentido común que es el que nos habilita para dar sentido. Esta pérdida de sentido nos volvió estúpidos. Andamos de aquí para allá buscándole sentido a las cosas y nada, volvemos los ojos al artista, y, atérrese, nada, el aburrimiento se exacerba mucho más en los espacios artísticos pues allí no encontramos nada que nos retenga, no nos ofrecen la posibilidad de transformación.

El artista tiene algo de responsabilidad con esta catástrofe de sentido, con la miseria de sentido que nos carcome en este aburrimiento. Los artistas ya no hacen cosas con sentido, ya no elaboran el espacio, porque no pueden con él, las prótesis que pueblan el espacio los devora, en silencio nos devora a todos. Prótesis son todas las herramientas materiales y conceptuales que pueblan nuestro entorno y salen al encuentro del artista sensible. Cuando un artista encuentra la oportunidad de instalar un trabajo estético y simplemente monta cosas en un espacio abstracto –sin pensarse–, disuelve el espacio, ya no lo podemos ver; ciertamente no lo hace desaparecer objetivamente, pero le quita el sentido que para nosotros tiene un espacio. Por supuesto, las cosas artísticas en este espacio abstracto también desaparecen. Sólo existe una manera de comprender un espacio y es habitándolo. Montar una obra exige más que puntillas y cuerdas museográficas de que se ocupan los curadores de los que el maestro Jaime Cerón Habló en Cartagena.

Guillermo: pienso que muchos artistas no han hallado esa sensibilidad por el espacio vital que reclama el arte contemporáneo. Todo se les volvió postproducción: el artista productor de sentido devino consumidor de bienes. He aquí la abyección, la humillación que padecen algunos artistas, pues éste es un modelo impuesto por la sociedad de consumidores y consumidoras.

Guillermo: ¿no siente un poco de repugnancia con esta situación? Lo abyecto, tal y como yo uso la expresión, no es un concepto psicológico, es más fundamental, consiste en nuestra respuesta al estado de cosas que le acabo de describir. Por eso pienso que volver a crear, a erigir sentido, es una oportunidad que no podemos dejar pasar de largo cuando se nos presenta. Que los artistas hagan menos posproducción, que se resistan al proyecto de estupidización masiva a la cual nos conminan los bienes producidos para excretarlos, o para hacer posproducción que es lo mismo. Como hemos devenido seres excretables para la postproducción, todo pierde sentido. Pienso que el artista imaginativo puede revertir la humillación que padecemos en estas malditas peceras controladas por los tiburones multinacionales. Esto es lo que he querido decir en mi nota anterior. Saludos.

Estimado Jorge:

No puedo compartir su criterio, toda vez que Ud. generaliza como si el mundo entero hubiese sido visto ya por sus ojos. Ud. conoce a -unos- artistas, pero puede haber quienes escapen a su valoración, por el mero hecho de la posibilidad.

Lo que postula con sus palabras, es que TODOS, somos meros monigotes; siento desmentirlo.

El Universo está EN nosotros, y no afuera. El reconocimiento de que afuera todo es nada más que aburrimiento, es un reconocimiento de que UNO mismo sólo puede ver el mundo así.

El reto para el artista es hacernos ver el mundo de siempre de una manera novedosa; y ésta, es una labor de naturaleza mucho más profunda que un mero asunto material.
Precísamente a ese materialismo se debe el famoso aburrimiento que Ud. cita, cuando el mundo y todo aquello que lo conforma, tiene para nosotros un componente -por así llamarlo- místico, metafísico…; entonces admitimos que no es aburrido sino extraño, raro. Es exclusivamente uno mismo quien da ése sentido y no un agente externo; por eso no comparto su postulado que ve en una mercantilización propiciada por multinacionales, el origen de este error.

Le pondré un ejemplo de mi consideración, aunque salga del campo artístico:

Le atribuyen a la pobreza y al desempleo, que existan tantos sicarios en Colombia. El argumento es que, un «pobre muchacho» sin oportunidad alguna, acepte enlistarse en uno o tal bando, para que a cambio de una cifra de dinero mensual, se dedique a asesinar a los del bando contrario. Esa es, según algunos, la causa del acto criminal.
Yo sostengo que se requiere un espíritu adecuado a oferta semejante, para aceptar ganarse un salario de esta manera. Fin del ejemplo.

Con respecto a una obra de las que Ud. nos recomienda de esta exposición:

En lo personal, tuve la oportunidad de ver la obra de D. Lozano hace unos años en el museo de la U. Nacional; creo, si mal no recuerdo, tuvo casi todo el museo para él y mostró bastante cosas.
Francamente: me pareció terriblemente vacía de sentido, mala inclusive formalmente, pero es mi posición personal, recordando mi sentir del mundo en ésa época. Rescato el recuerdo de dicha exposición: el video de un colchón cayendo, sobre todo su sonido en «cámara lenta».
Honestamente: no creo que cambiando de espacio las cosas cambien intrínsecamente, menos cuando se enviste a los artistas en cuestión, como los magos que cargan de sentido a unos objetos, según nos asegura el crítico.

Seré más honesto y le diré que no he visto esta nueva exhibición, pero su defensa tan convencida de ella, me genera una espectativa que no me suena libre de afectos.
Pasaré a verla para dar chance a otra posible mirada.

Y hay muchas más muestras de arte por fuera de las patrocinadas por el Ministerio, no esta exclusivamente.

Hola Antonio:

Gracias por su comentario. Cualquier tema se lo puede abordar desde perspectivas diferentes. Usted tiene razón cuando busca, legítimamente, otro enfoque crítico, negando el afuera con base en una postura metafísica. Mi idea es diferente: ya no contamos con un afuera o una interioridad en la cual podamos refugiarnos de las tormentas de mercancías que el dios-capital desata sobre la tierra. Detrás de toda nuestra realidad subyace sólo la lógica económica para la cual no existe ni afuera ni adentro: hemos perdido el sentido de la libertad. También tiene razón en que no se puede generalizar de una manera tan violenta como yo lo he hecho. Sí, aún existen grandes artistas que luchan por mantenerse a distancia de esta lógica. No obstante, me da la impresión –es opinión– de que, hasta para ellos, muy en el fondo, la libertad es lo de menos, pues, siempre están esperando la retribución económica, luchando por ella, por el viaje a Arco o a cualquier otro paraíso económico. Y no puede ser diferente, porque no podemos pensarnos sino de esta manera, seres para competir, para arrebatarle al otro su libertad.

Para finalizar, con respecto a David Lozano, no he hablado de una obra concreta en particular, es decir, de cualidades formales. Lo que no he podido explicar aún es lo siguiente. Lo importante de la exposición en “La Zapatería” (la verdad el nombre del espacio me parece pomposo) consiste en que los artistas se liberaron de los mausoleos regidos por las lógicas del mercado, como aquellos que usted menciona. He destacado la idea de hacer algo al margen de los dispositivos ecónomo-curatoriales. Este fue el paso fundamental que dieron los artistas. Su responsabilidad consiste en seguir pensando con esta otra lógica otros proyectos para que podamos comenzar a hablar de obras en concreto.

Antonio: no comparto su idea respecto al espacio. Pienso que lo que diferencia el arte moderno del arte contemporáneo, precisamente consiste en la sensibilidad de este último por los espacios habitados, por su interés en lo que he llamado las prótesis que pueblan nuestra experiencia cotidiana. El Museo de Arte de la Universidad Nacional es bello, pero nada más, en su belleza con olor a azucena, belleza de mausoleo, se pierden, ruedan hasta los mejores artistas. La verdad, no entiendo cómo un artista que piense en términos contemporáneos puede exponer en un lugar así, contradicción performativa la llaman los teóricos. Un lugar como “La Zapatería”, allí en la Candelaria, allí donde nació nuestra ciudad, detona una infinitud de sentidos con los cuales el artista puede interactuar, para mejorarse y para transformar la realidad. Una obra mostrada en un mausoleo, y la misma mostrada en “La Zapatería”, son dos obras diferentes.

Jorge:

Yo creo que sólo existe una proyección privada que llamamos «afuera», por eso me resisto a entregarme a una ilusión poderosa, que por más poderosa que sea, no deja de ser ilusión; llámese mercantilismo, globalización económica, entretenimiento cultural, campeonato deportivo, mass-media o como se llame.

Ese afuera, dependerá SIEMPRE de nuestra mente.

Mi posición metafísica, es lo único que hasta ahora me vale para resistir; yo he experimentado que lleva hasta a causar, cuando menos, una sonrisa nerviosa o incrédula en los circuitos del arte que conozco, una posición así; pero es lo que hay, y aún negándome, no cambiarán las cosas.

Como sea, no me puedo entregar al pesimismo, al escepticismo y menos al cinismo. No insinúo, desde luego, sea una de estas cosas, su condición.

Todavía creo que lo que hace un artista, genera inevitablemente un residuo físico, algo de materia que nos recuerda que estamos [¿atrapados?] en el cuerpo; por lo cual éso que llamamos obra, tiene un valor intasable; y entiendo que los contextos pueden modificar los sentidos de ése algo.
Sé de oídos, que mucha gente se burla hoy frontalmente de la creencia en el «aura» que el artista transmite a sus objetos; mas no dejo de ver a alguno de estos burleteros coleccionar cosas: zapatos, revistas, gafas…; por eso confío en el objeto que me dice algo más allá del lugar. Cosas que los verdaderos artistas que Ud. menciona, hacen; y hacer no deja de ser siempre un asunto muy exigente, sobre todo porque pide una firmeza de convicción, que no perdona el vacilar.

El dinero nunca será inútil, pero como oí alguna vez a Rubén Blades citando a un pensador, «el dinero y el poder no corrompen: sólo desenmascaran.»
Lo siento por los caídos, lo siento por mí mismo que no puedo jurar no caer jamás.

Reconozco el esfuerzo de los artistas que exponen en La Zapatería, espero poder ver la exposición antes de opinar más.
Es lo mínimo que exige el respeto.

La historia se piensa

Antonio:

¡Qué bueno su entusiasmo! Estoy de acuerdo con usted. No hay nada más patético que un artista pesimista, el pesimista bordea peligrosamente el cinismo. He ahí del por qué los artistas abren horizontes de libertad.

Discúlpeme una vez más, pero debo hacer unas precisiones. Yo no he hablado de artistas verdaderos. He afirmado otras cosas. Entre otras, he dicho que admiro la idea y el gesto detrás de las obras expuesta. Aquello detrás de las obras es el concepto. Por lo tanto, los artistas de los que hablamos deben reiterar más adelante su espíritu emancipador, optimista, en otro grupo de obras. Su responsabilidad consiste en cristalizar plásticamente sus avances conceptuales.

Antonio: a propósito de concepto y su semántica plástica, lo invito a la ASAB el próximo martes 1 de marzo a las 10:00 A.M. Allí realizaremos un Encuentro para analizar las paradojas en la historia del arte colombiano en los años setenta: la hibridación de lo conceptual y lo político. Varios investigadores hablarán al respecto. Por supuesto, Jaime Iregui, Lucas Ospina, Pablo Batelli, Guillermo Vanegas, Catalina Vaughan, Víctor Albarracín, Carlos Jiménez, Mauricio Cruz y todos los habitantes de Esfera Pública están invitados. Eduardo Serrano dialogará con historiadores jóvenes que están oyendo otras historias que están emergiendo y las cuales probablemente nos obliguen a pensar mejor nuestra historia. La dirección es carrera 13 No. 14-69. Saludos.

Estimado profesor, será que entre los invitados estará el ilustre Antonio Diez, me gustaría escucharle en vivo y en directo, pues sin duda logrará impresionarnos como lo ha hecho en este espacio. También dentro de sus invitados estará el señor Guillermo Vanegas espero. Creo que ellos darán altura al encuentro. Puede adelantarnos algo por favor de los teloneros de Eduardo Serrano, gracias.