El espejo roto

La obra de Eduardo Soriano predominantemente fotográfica, está expuesta hasta el 11 de abril en el Archivo General de la Nación bajo el título Espejo Roto. Esta obra es el producto de un proyecto fotográfico con el cual Eduardo Soriano ganó la Beca de creación en residencia del Ministerio de Cultura y el Premio de Exposiciones en la Galería Santa fe y otros espacios de la Fundación Gilberto Alzate Avendaño, el año pasado. Esta obra nos ha permitido ver que existe un límite infraleve, mínimo y permeable, entre lo que es considerado lo antropológico y el arte. Si bien el teórico norteamericano Hal Foster, tenía ciertas dudas sobre este giro antropológico del arte, sobre todo en un contexto del arte contemporáneo donde el artista ve el Otro como algo exótico, en la obra de Eduardo Soriano – egresado ya hace algunos años de la antigua Academia Superior de Artes de Bogotá, la actual Facultad de Artes de la Universidad Distrital-, sucede algo distinto. Hablando con el artista él afirma que “este proyecto tiene sentido pues habla de una región que le es propia”. En este caso el artista es ese Otro; aquí no se trata de un desplazamiento altruista tan común en el arte contemporáneo -como el que suele hacer Antonio Caro sin ningún éxito-, sino por el contrario es un viaje a lo más profundo de la memoria colectiva.

El proyecto «Espejo roto» fue desarrollado gracias al contacto con la tribu indígena Nukak Makú, conocida por ese famoso documental realizado hace algunos años como «los últimos nómadas de la Amazonía colombiana”. Este grupo nómada, lucha contra la sedentarización es decir contra el principio mismo del progreso. Pero la creciente colonización del Guaviare territorio donde se encuentran, las ha ido restringiendo el movimiento. En el proyecto de Soriano, la fotografía surge como un documento fundamental para que podamos entender la capacidad de instalación de vivienda de este grupo étnico. La vivienda que es pasajera para el nómada, tiene mucho del principio de la instalación en arte contemporáneo: el sedentario construye su vivienda el nómada la instala. Esto es lo que realiza Soriano en Bogotá: el artista rehace la vivienda de los Nukak Makú, la instala para ser más precisos, la recrea mostrándonos el principio mismo de habitabilidad de este pueblo errante. Las hojas de palma que sirve de techo en la maloka indígena, se ven reemplazadas por unas hojas realizadas en papel fotográfico. El parecido es enorme, lo único que delata el artificio es cuando uno entra en la Maloka y descubre la cara blanca del papel fotográfico.

Un Espejo Roto, fragmenta la imagen en varios pedazos, la multiplica distorsionándola. Es el riesgo que ha asumido Soriano al realizar este proyecto artístico. Un espejo roto, nos devuelve nuestra propia imagen donde toda mirada narcisista queda excluida. Eso quizá es lo que experimentó el artista al volver a esas tierras que lo son familiares. El volvió como lo vienen haciendo durante siglos ese grupo indígena. La casa, en este caso es un lugar de tránsito al que inevitablemente siempre se vuelve:

“La vivienda de los Nukak-Makú es una vivienda pasajera, vivienda de paso, usada por pocos días, y luego abandonada, vivienda de nómadas (por un período de tiempo suficiente para que la selva vuelva a cubrirla y tupirla de nuevo de frutos que esperan su regreso en los interminables ciclos de su nomadismo y construir allí o cerca, otra vivienda que les garantice un hábitat rico en flora y fauna silvestre que es la base de su subsistencia). Aunque dan la apariencia de ser errantes, los Nukak-Makú son un grupo indígena que en forma organizada van recorriendo un extenso territorio donde periódicamente vuelven a los mismos sitios donde antiguamente tuvieron sus moradas.”[i]

La instalación está acompañada de una serie de fotografías y un vídeo que documentan la labor de los Nukak-Makú al momento de instalar su vivienda. Una instalación colectiva que se realiza en un abrir y cerrar de ojos. Soriano al recrear esa vivienda trata de mostrarnos la frágil y lejana relación entre nuestro mundo urbano y el de la selva de nuestro país. Esa instalación no deja de sorprendernos sobre todo porque se encuentra realizada en el Archivo General de la Nación, donde los documentos se convierten en piezas invaluables de la memoria colectiva. El artista al poner ese espejo roto ahí donde reposan cientos de archivos de toda índole, le asigna un carácter histórico a la mirada altruista que generalmente posamos sobre el Otro. La insistencia en Soriano es que ese Otro es quizá nosotros mismos. La famosa frase enunciada en los albores de la Modernidad por el poeta que deja de escribir poesía para sumergirse en el territorio profundo del Otro africano, nos recuerda que en verdad el Yo, fragmentado es absolutamente Otro: Je est un autre, decía Arthur Rimbaud y Soriano parece confirmar esta sentencia con su instalación.

La fotografía es un espejo, sobre eso no queda la menor duda. La fotografía atraviesa toda la obra de Soriano acentuando esa característica reflexiva: en ella podemos vernos y ella permite pensar a profundidad esa imagen que en ocasiones no vemos por estar sumergidos en nuestro narcisismo altruista. En la obra de Soriano, ese altruismo desaparece, esa promesa de la felicidad a través del recuadro de la fotografía, se ve anulada, para convertirse en puro objeto. Las hojas de palma que recubren la maloka del artista, son en esencia fotografía; sin embargo también son objetos que nos recuerdan un lugar nunca conocido. Ese referente documental, crea un desazón en nuestra mirada citadina y despojada de todo contexto. A propósito de esto el propio artista comenta:

“Una de las vertientes más prolíficas dentro de la actividad fotográfica es el género documental, que se basa en una creencia de continuidad entre la imagen fotográfica y lo fotografiado. El éxito de esa concepción es tal que todos los documentos de identidad suelen estar acompañados de una fotografía de la persona que los porta y tiene claros efectos legales. Sin embargo esa continuidad hipotética, es más una convención cultural que se ha puesto seriamente a prueba por distintos trabajos teóricos acerca de la fotografía. Mi trabajo busca, entre otras cosas, replantear la relación entre una imagen y su referente motivando no solo un replanteamiento de la objetualidad de la fotografía, sino generando una vinculación con prácticas y saberes culturales de distintos grupos humanos que me interesa vincular como un nivel más complejo de acción documental.”[ii]

En este sentido la obra de Eduardo Soriano es un verdadero documento, el cual deja ver las complejidades culturales de un determinado grupo humano: en este documento se mezcla promiscuamente la artesanía, el saber hacer popular y el arte contemporáneo. A propósito de la relación fotografía y documento esta exposición estará acompañada de un seminario teórico que se realizará los días 25, 26, y 27 de marzo en el Archivo General de la Nación. Espejo roto, una exposición, discreta pero trascendente que usted no puede dejar de ver.

Ricardo Arcos-Palma

Notas
[i] Salazar Gómez, Oscar y Vallejo, Luis Guillermo. LOS NUKAK MAKU VIVIENDA INDIGENA EN COLOMBIA ARQUITECTURA DE LOS HOMBRES MOPLI
http://www.lablaa.org/blaavirtual/geografia/geofraf1/nukak.htm

[ii] Soriano, Eduardo. http://www.eduardosoriano.com/espejoroto.html

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