El edificio, el museo y la turista

El traslado pendiente del Museo de arte moderno de Barranquilla tiene implicaciones mucho más serias, que la anécdota de un taxista y una turista, o el descuido de esta institución al no actualizar la información que sobre la sede circula en internet. Se trata de un traslado que debió realizarse desde 2016 a la nueva sede ubicada en el Parque Cultural del Caribe[4], a un edificio que costó más de doce mil millones de pesos, y que varias entidades han denunciado, hace años, como un caso más de aberrante corrupción.

La ciudad-panorama es un simulacro «teórico» (es decir, visual), en suma un cuadro, que tiene como condición de posibilidad un olvido y un desconocimiento de las prácticas.[1]

Foto tomada desde la esquina del Edificio de la Aduana en Barranquilla.

El sustantivo ‘turista’ resulta molesto, se anhela el viaje, en cambio avergüenza ser visto y experimentado por otros como turista; saberse ajeno, a cualquiera incomoda. Asociamos el turismo con un tipo de consumo poco genuino, un modo degradado y voraz de lo que culturalmente conforma un lugar, sus prácticas, y a quienes en él habitan. Lo cierto es que este desprecio por la figura del turista coincide con una tecnología del turismo encargada de acrecentar dicha voracidad; quienes diseñan y ejecutan políticas públicas como planes turísticos, suponen una versión de ciudad-para-los-turistas, en la que la fealdad no exista. En esta cartografía falsificada, se espera de los turistas que recorran de forma obediente aquellos trayectos en los que se garantiza que la escenografía funciona.

A pesar de esto hay algo en la performancia de ser turista que me interesa: el extravío.  Me refiero a  que cuando encarnamos al turista, tenemos la opción de perdernos, extraviarnos, como sinónimo de aturdimiento, de trastorno. Y entonces puede que perdidos encontremos algo de la ciudad real que desborda lo escenográfico. Perderse a propósito también existe como posibilidad, perderse gracias a la guía de Google maps. De esto se trata esta breve reflexión, de perderse buscando el Museo de arte Moderno de Barranquilla.

¿A dónde te lleva Google maps, si buscas el MAMB?:

Resultado de la búsqueda de hoy miércoles 25 de mayo de 2022

El taxista desconfía de mis indicaciones, me mira por el espejo retrovisor, con esa mirada de menosprecio con la que suele mirarse a los turistas, mientras me dice: “ahí no hay ningún museo, si quiere la llevo al museo del carnaval, ese si existe”. Ignoro su conocimiento de la zona e insisto en que según las indicaciones de Google, ya vamos llegando. Sin embargo, jamás llegó. La dirección coincide, la foto de la fachada también, pero aquí ya no hay ningún museo. Solo un gran letrero de TERPEL que cuelga en vertical paralelo al edificio, en donde hasta comienzos de mayo, operó el MAMB[2]. ¿Cómo pudo trasladarse un Museo sin  dejar rastro de su traslado? Luego me enteré por redes sociales que el museo se trasladó. Según comunicado de prensa:

El Museo de Arte Moderno de Barranquilla anuncia a la comunidad general, que desde mediados del mes de abril dejó de operar en las instalaciones ubicadas en la Carrera 56 #74-22 donde funcionó su sede física desde el año 2004. La mencionada infraestructura es propiedad de la empresa Terpel, compañía que durante 18 años generosamente cedió en calidad de comodato el uso de este espacio para que, desde allí, el MAMB pudiera desarrollar su labor misional, mediante la puesta en marcha de exposiciones y eventos educativos de relevancia para la plástica nacional.

Gracias al apoyo de las autoridades culturales del distrito de Barranquilla y del departamento del Atlántico, el museo se trasladará temporalmente al antiguo edificio Coltabaco, ubicado en la carrera 50 # 40-11 conjunto a la Fábrica de Cultura, escenario desde donde continuará prestando servicios a la comunidad y cumpliendo su consigna de “Generar estrategias memorables a través del arte”.

Actualmente, se adelantan los trabajos de adecuación de este espacio para acoger la colección de arte y posibilitar el buen funcionamiento del museo, trabajos que finalizarán en el segundo semestre del presente año, por lo que, en un nuevo comunicado, estaremos informando a toda la comunidad la fecha de reapertura de nuestros espacios expositivos.[3]

El traslado pendiente del Museo de arte moderno de Barranquilla tiene implicaciones mucho más serias, que la anécdota de un taxista y una turista, o el descuido de esta institución al no actualizar la información que sobre la sede circula en internet. Se trata de un traslado que debió realizarse desde 2016 a la nueva sede ubicada en el Parque Cultural del Caribe[4], a un edificio que costó más de doce mil millones de pesos, y que varias entidades han denunciado, hace años, como un caso más de aberrante corrupción. El traslado pendiente da cuenta de las prioridades de la actual y la pasada Alcaldía, la cual finalmente es la misma desde 2015. La nueva sede temporal del MAMB no queda muy lejos del edificio, ahora en ruinas, que jamás se terminó, y hace parte de un plan estratégico de la Economía Naranja[5].

Se trata sobre todo de la importancia que la institución Museo de arte moderno[6] tiene en la Historia del arte en Colombia. La disputa por lo que era considerado o no como ‘moderno’ en el arte en las décadas del sesenta y setenta, pasa por la construcción de este tipo de institución. Mucho de lo que hoy en día sigue siendo el modo de existencia del arte en Colombia apareció con la fundación, construcción y consolidación de estas instituciones[7]. Que en Barranquilla continúe pendiente la sede definitiva del museo obliga a que preguntemos por la definición misma de un museo de arte moderno hoy en día. ¿Un museo es su colección de arte? ¿Los servicios que presta a la comunidad? ¿Un destino turístico? ¿Una plataforma institucional desde la cual perpetuar la figura de algunos de sus protagonistas? ¿Una agenda pendiente que no coincide con las políticas culturales del actual gobierno? Preguntas a las que quienes trabajan en el museo seguramente tienen oportunas y  certeras respuestas.

Extraviarse

Volviendo a mi condición temporal de turista, decidí visitar el edificio en obra del MAMB, siguiendo de nuevo las indicaciones que internet me proporcionaba, esta vez recorrí en bus el trayecto hasta allá. A medida que la ruta avanzaba por la Calle 40, la ciudad turística más lejos se sentía, por la ventana se veían las imágenes habituales de una zona industrial, además de fábricas, boca calles llenas de basura, algunos habitantes de calle en condición de indigencia, hurgando entre montones de desechos. Estudié en la ASAB, en Bogotá, y sé que es estar en una zona céntrica de la ciudad, conozco de primera mano qué es habitar del otro lado de la escenografía turística de la Ciudad. Esta zona de Barranquilla se parece mucho a lo que antes en Bogotá eran los alrededores de la Calle del Cartucho. ¿Me había extraviado? ¿Esta era la misma ciudad del Malecón de Alex Char? ¿A quién se le ocurriría ubicar un Museo en una zona en la que la realidad social exige soluciones reales, no que les aterrice un ‘edificio de arquitectura moderna’ en medio del barrio? El conductor me avisó que la próxima era mi parada. Baje del bus con algo de nerviosismo, ser turista implica no saber actuar de acuerdo a lo que las condiciones espaciales exigen. Mi objetivo era registrar el edificio, las fotos que circulan, se parecen mucho al render del proyecto, yo quería ver de cerca.

En la esquina del edificio del Museo un hombre acurrucado semidesnudo hacia sus necesidades; no era esta una ubicación ideal para tomar una fotografía. Intento caminar hacia el lote en donde se levanta el edificio, el olor a orina que se levanta por la humedad y calor del ambiente, resulta insoportable. Una pareja de habitantes de calle fumando bazuco justo enfrente de donde me encuentro, me miran, saben que soy turista. Es la hora de salida de un colegio cercano, un grupo de estudiantes caminan junto a sus mamás, me pasan de largo. Esto me tranquiliza, continúo caminando, de repente alguien grita, se trata de un atraco a mano armada desde una moto. Me paralizé, y tomé la misma foto que circula en internet desde la esquina del edificio de la Aduana. Salgo de allí caminando ligerito.

Días después en el Museo del Carnaval leo la siguiente frase:

Es casi imposible constatar el origen del carnaval. La dificultad de identificar su evolución reside en que este no recorrió diez mil años de historia en línea recta. Siempre sinuoso, se desvió de las tensiones, dialogó con la diferencia y sobrevivió al tiempo, regresando año tras año. El carnaval es descontrol y resistencia. Es la base lúdica de la sátira social. Es el rechazo a los tabúes, el desafío a lo prohibido, la posibilidad de liberación de los deseos. Independientemente de su formato, el carnaval es nuestra válvula de descompresión, un verdadero pilar para la supervivencia de la vida en sociedad. El momento en que podemos sacar nuestro disfraz y darle vida a todos aquellos que habitan en nosotros.[8]

El carnaval es descontrol y resistencia, es sátira social, es extravió, aturdimiento social, es trastorno. Luego pensé en la denuncia del retraso –olvido temporal-, respecto de las obras de la sede del Museo de arte moderno en Barranquilla, pensé en su ubicación estratégica, en el Parque Cultural y su Plaza Mario Santo Domingo, pensé en la ciudad como una cosa viva que exhibe sin vergüenza las heces y la orina de sus habitantes, el descontrol social o su supuesto plan de ordenamiento urbanístico; pensé en el barrio que acoge al edificio y lo rodea de graffitis, de olores y sobre todo de prácticas. Tal vez la construcción de la sede del Museo no está retrasada, más bien se anticipó. Apareció seis años antes de que ‘limpiarán’ la zona haciéndola turística. Tal vez de esto se trata realmente el carnaval en tanto “válvula de descompresión, un verdadero pilar para la supervivencia de la vida en sociedad.” La ciudad colombiana disfrazada de Miami, que en la escena alrededor de la sede definitiva del MAMB, honra el desorden vital de la fiesta de Saturno.

 

Notas

[1] Michel de Certeau,  La invención de lo cotidiano, Capítulo VII Andares de la ciudad Mirones o caminantes. En https://monoskop.org/images/2/28/De_Certeau_Michel_La_invencion_de_lo_cotidiano_1_Artes_de_hacer.pdf

[2] La información tanto en Google maps como en las redes sociales del Museo continúa registrando la misma dirección y los horarios del museo. https://www.facebook.com/MArteModernoB/. Incluso en el sitio web oficial de museo aparece la dirección del edificio de Terpel en el que opero https://mambq.org/inicio/su-visita/

Y https://mambq.org/contacto/

[3] https://mambq.org/comunicado-a-la-opinion-publica/ consultado 23 de mayo de 2022.

[4] En dicho parque, junto al Museo de arte moderno, se encuentra el edificio, hoy también abandonado del Museo del Caribe. Ambos se ubican sobre la Plaza ‘Mario Santo Domingo’, y son propiedad de la corporación Parque Cultural del Caribe, la cual fue la responsable de ejecutar la obra con recursos del gobierno a través de Findeter. En el sitio de Google Maps se puede apreciar la ubicación del parque, así como el letrero que informa que se encuentra CERRADO PERMANENTEMENTE

https://www.google.com/maps/place/Parque+Cultural+Del+Caribe/@10.9867488,-74.778254,183m/data=!3m1!1e3!4m12!1m6!3m5!1s0x8ef4329d25f190bb:0xbd4ea5c3ada6696f!2sParque+Cultural+Del+Caribe!8m2!3d10.9863091!4d-74.7781735!3m4!1s0x8ef4329d25f190bb:0xbd4ea5c3ada6696f!8m2!3d10.9863091!4d-74.7781735?hl=es

[5] Según el sitio web de la Alcaldía de Barranquilla: “El cambio de escenario articula al MAMB en el Área de Desarrollo Naranja de Barrio Abajo, en donde contará con importantes vecinos como la Fábrica de Cultura, el Nodo de Industrias Creativas del SENA, el Nodo de Hotelería y Turismo del SENA, el Complejo Cultural de la Aduana y el Museo del Carnaval, fortaleciendo a este sector como epicentro de la movida cultural y artística de la ciudad.” https://www.barranquilla.gov.co/cultura/el-museo-de-arte-moderno-llegara-al-antiguo-edificio-de-coltabaco

[6] La historia reciente del arte en Colombia está directamente relacionada con la historia de la creación de los museos de arte moderno. Se trata en parte de la historia de la curaduría, como lo relata María Wills en su libro Los cuatro evangelistas, Cuatro hombres que cambiaron el arte en Colombia, (2018), asociado para el caso de Barranquilla a uno de estos ‘evangelistas’ Álvaro Barrios, y los ‘cambios’ que cada uno de estos, impulsaron desde los museos y eventos que dirigieron desde la década del setenta.

[7] Sobre las implicaciones del Museo de arte moderno: William Alfonso López Rosas: El Museo de Arte Moderno de Bogotá entre 1962 y 1967. Apuntes para una historia de los museos de arte en Colombia. https://repositorio.uasb.edu.ec/bitstream/10644/6508/1/06-DO-Lopez.pdf

[8] Entre la Colección del Museo se encuentra permanentemente exhibida una suntuosa muestra de vestidos de las reinas del Carnaval, vestidos increíbles que alcanzan sumas de dinero de más de ochenta millones de pesos.  Llama mi atención el apellido de varias de las reinas, son los mismos apellidos de varias de las tradicionales familias de la política de la costa. Es este un interesante museo en el que el carnaval se presenta lejos del pueblo, embellecido, ordenado.  https://museocarnavaldebarranquilla.org/salas/ o al menos esa es mi visión de turista.