El devenir on line de la curaduría mediante nueve ocurrencias

De la poca y fría acogida que ha tenido Cuauhtémoc Medina en Esfera Pública, no infiero que no haya tocado un asunto sensible e importante para el arte contemporáneo. Al contrario. Algunas de sus tesis corroboran la idea cada vez más generalizada en el campo del arte, de que existe algo disfuncional  en las funciones de la institución curatorial que tiene que ver con su naturaleza proteica: sirve para demasiadas cosas, –casi para todo. Cualquiera puede ser curador o curadora, asunto que no le hace justica al arte como pensamiento que logra transcender los condicionamientos que se nos imponen con los hechos. Faustino Asprilla podría proyectar una curaduría para indagar cómo va el fútbol en el corazón de las barras bravas. Suena etnográfico y vende, después de todo, los hooligans criollos también tienen su corazoncito.

Medina ha realizado una apología de la institución curatorial en el campo del arte contemporáneo mediante nueve tesis. A continuación  registro algunas ocurrencias como un ejercicio para aclararme a mí mismo en qué consiste esta institución de moda, pues, Medina tiene más o menos claro su pensamiento al respecto.

 

OCURRENCIA  A LA TESIS UNO: el monólogo de los centros de arte internacional quizá no se deba tanto  a una imposición de la torre de vigilancia del panóptico occidental, como a la sumisión intelectual de los interlocutores periféricos que se acomodan en las celdas que les son asignadas. Esta debilidad se manifiesta en nuestra renuencia al arduo ejercicio de comprender aquello que suponen –formas de vida determinadas– e implican los discursos dominantes en el primer mundo, al igual que la incompetencia para plantear preguntas sobre la pertinencia de un determinado conjunto de conceptos para contextos con traumas, angustias, esperanzas y procesos históricos diferentes. El monólogo continúa como consecuencia de esta debilidad,  así hoy las curadurías periféricas estén convencidas de lo contrario, de que son reconocidas como interlocutores válidos. Nada ha cambiado con respecto a nuestra moderna dependencia de los discursos que se gestan en Europa y Estados Unidos, y de ello son también responsables tanto los curadores contemporáneos, como los críticos de arte modernos.

 

OCURRENCIA A LA TESIS DOS: «hacerse cargo del mensaje». Si el curador es un mensajero que hace mandados a la torre de vigilancia en los centros culturales con alta capacidad de compra y financiamiento, este perfil del curador de arte contemporáneo poco contribuye al fortalecimiento de las curadurías periféricas. Quizá no hacernos cargo de estos mensajes, del dictado cultural del momento, de la moda, quiere decir que los diferentes procesos históricos generan maneras de pensar no reductibles a los criterios gestados en los centros de vigilancia con alta capacidad de seducción, adoctrinamiento y soborno: la tiara de todas las tiranías. El malestar que generan los curadores puede deberse a su falta de imaginación. Al igual que la crítica de arte, las curadurías serán imaginativas o no merecerán tener un lugar dentro de las prácticas artísticas contemporáneas. Serán reflexivas o se indigestarán con su retahíla conceptual. Serán creativas, libres, poéticas, o quedarán reducidas a un escenario artificial que nada le dice a quienes esperamos pensamiento y libertad, es decir, no sólo repetición universalista acrítica sino diferencia, sacada esta última de las formas de vida que padecemos hombres y mujeres en nuestro día a día.

 

OCURRENCIA A LA TESIS TRES: las curadurías rijosas. Rijoso es un término ausente del habla colombiana contemporánea, aunque no debido a la supresión de la actitud que caracteriza. Inicialmente, y por ignorancia, asocié rijoso con rejo, lo pensé como símbolo de intransigencia: me equivoqué. Nuestras academias de la lengua definen el término como alguien pronto, dispuesto para reñir o contender. Algo así como un picapleitos. Si el arte contemporáneo aún reivindica una dimensión poética para su hacer, si su causa es pensar el ser como totalidad, en esto consiste lo poético, su actitud no puede ser la del político pendenciero. Este carácter sólo muestra una cosa: que la imaginación se ha atragantado de hechos sociales por haberse entregado sin condición a los intereses de una vida que sólo tiene sentido como vida, como crimen.


OCURRENCIA A LA TESIS CUATRO
: el artista plástico no es un ilustrador de las ideas de otro pensador, de los intereses pragmáticos de la investigación social o política. El artista contemporáneo piensa por sí mismo, se resiste a hacer sensibles las ideas que atormentan al otro, por más nobles que ellas sean. Cuando los tormentos no son causados por ideas sino por traumas y el  otro atormentado no puede pensar por sí mismo, el artista piensa lo que atraganta a la humanidad, entendida ésta como el conjunto de creencias en torno a lo que significa superar la escena de todos los crímenes: la vida. El investigador social puede plantear metodologías plásticas que le ayuden a resolver sus inquietudes científicas, pero, el artista contemporáneo debe tener claro que éste no es el asunto del arte, pues, el pensamiento artístico opera más allá del método científico y sus intereses verificacionistas. La respuesta para contestar a la denuncia sobre la autonomía del arte consiste en plantear que el artista ya no se resigna pasiva y dócilmente a perfeccionar su técnica y las llamadas cualidades plásticas, para dar la apariencia de pensamiento, –para ocultar su incompetencia para pensar ideas estéticas. Idea estética: pensar el ser como totalidad y no sólo como particularidad, es decir, no solo como aquel ente que vive para el crimen de espaldas a la  muerte. El artista contemporáneo ha superado la obsesión narcisista por la eterna juventud, impertérrito ante las leyes del mercado y las campañas publicitarias que prometen garantizarla.

 
OCURRENCIA A LA TESIS CINCO: si el curador de arte contemporáneo rompe la lógica de la Modernidad y logra convertirse en un hombre universal, recipiente de muchos saberes plásticos, teóricos y técnicos, tipo Leonardo, hacer obra plástica es cosa menor para él, como lo fue para Leonardo. No requeriría entonces artistas al  servicio de sus obsesiones o algunas de  sus incompetencias.

 
OCURRENCIA A LA TESIS SEIS: el mérito del curador consiste en arreglárselas para gobernar el pensamiento de hombres y mujeres que, en su condición de artistas, nunca  improvisan su intelección de la realidad del mundo que padecemos los no artistas. La padecemos porque, atragantados de mercancías que no necesitamos, hemos perdido la competencia para comprendernos e inteligirnos más allá de los intereses que nos han impuesto los dueños de los mercados. Con su pensamiento, el artista  no improvisador detona los procesos de comprensión para conformar un mundo depurado de vida, de crimen, así Nietzsche se revuelque en su tumba. ¡Qué nos importa este amante incondicional de la vida! El artista se vuelve improvisador cuando sigue a su cura o curador. El curador, el improvisador, se lucra de la generosidad del pensamiento artístico.  En otra época, el filósofo fue el intelectual  quien sacó más provecho de esta circunstancia.


OCURRENCIA A LA TESIS OCHO: la comprensión potencia el pensamiento artístico, esa idea absurda de que los diferentes son iguales y los iguales diferentes. Si optamos por la negociación, debemos realizarla con base en la explicitación de
  nuestros prejuicios y manías. El otro no es culpable por no haber compartido nuestras experiencias más fundamentales. –Tampoco por no haber padecido, en el mejor de los sentidos, los libros que nos formaron. «Fundamental» es un eufemismo para ocultar un trauma. De esto tampoco somos culpables: de nuestros traumas. Los discursos fundamentales, los artísticos, surgen para elaborarlos: para liberarlos de su  servicio perpetuo al crimen.  La comprensión es el horizonte que ningún pensador puede negociar, sin violentar la estructura dialógica que persiste en gobernar la realidad de nuestros días, a pesar de las pataletas de los zares contemporáneos que quieren ser el sol en torno al cual giren todos sus mundos de  antojos.

OCURRENCIA A LA TESIS NUEVE
: San Lucas conjugaba saber práctico y saber teórico. No obstante, las malas lenguas dicen del santo que era más pintor que médico, es decir, más poeta que científico, más práctico que teórico. A diferencia del artista, el curador no es un cura ni un médico, tampoco poeta. Ninguno de éstos es un cortesano, lisonjero de oficio. Lo del curador no es un sacerdocio, pues, la vocación del sacerdote no es el resultado de una improvisación. El sacerdocio es un proyecto de libertad, requiere una profunda intelección del significado de ser-en-el-crimen para la muerte. La curaduría podría ser un sacerdocio, no obstante, requeriría vocación y una larga formación. Exigiría una repulsa del pensamiento oportunista, carroñero. Si Baudelaire afirmó en el siglo XIX que la naturaleza es el lugar de todos los crímenes, hoy, noche septembrina, denuncio que la vida no se diferencia en nada de la naturaleza: vivir no es más que pasearnos a cada momento por la diversidad del crimen.

Jorge Peñuela

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