Economía de la amistad: del networking al cheverismo

Es importante pensar si la capitalización de la amistad promueve la desconcentración de lugares de enunciación para el arte, o si por el contrario, perpetúa afinidades restrictivas a lugares específicos que se repiten y reproducen de manera discursiva y simbólica. Otro punto a revisar cuando hablamos de Cheverismo es el del riesgo a perder su “frescura” y carácter autocritico, al depender exclusivamente de la circulación y representación cíclica y espectacularizada del gesto -convertido en políticamente correcto- (me refiero al peligro de privilegiar la actitud por sobre el objeto crítico).

La Colección Cisneros viene realizando desde el año pasado una serie de debates en su portal de Internet. Invita a un moderador a plantear un tema y a varios artistas, curadores o galeristas a proponer su punto de vista en un texto breve.

El último debate aborda la economía de la amistad y toma como caso el «cheverismo», fundado por Pablo León de la Barra y Beatríz López en el 2009 y «pensado como un movimiento de arte nuevo para la próxima década”: El Cheverismo reúne todas las características para serlo: se erige sobre un concepto claramente definido abrazado por artistas de varias nacionalidades (ese concepto es, simplemente, lo chévere); tiene un manifiesto; es crítico, social y políticamente comprometido, pero también lleno de humor; se desarrolla en el continente americano, pero no tiene nacionalidad; produce manifestaciones estéticas que existen más allá de los circuitos de galerías, museos, ferias de arte y bienales, creando nuevas redes de intercambio; y está financiado por la economía de la amistad. (1)

A continuación, la pregunta del moderador y algunos apartes de las respuestas de los invitados. Al final encuentran el enlace al debate en el portal de la Colección Cisneros.

Economía de la amistad: ¿Chévere?

Cualquier persona que navegue el panorama artístico latinoamericano contemporáneo se va a encontrar obligatoriamente con el fenómeno de la economía de la amistad, y su manifestación más visible, el “Cheverismo”.  En su defensa, los cheveristas han podido articular una red de contactos y proyectos que ha suplido de alguna manera las fallas de un sistema institucional/oficial poco funcional o dinámico, resultando en una promoción del arte joven (sobre todo el centroamericano y caribeño) que antes resultaba invisible en el sistema internacional.  Pero a la vez como todos los grupos de amigos, obligan cierto tipo de compromiso de socialización, de círculos de apoyo mutuo, de exclusiones e intrigas que podrían ser acusadas de poco profesionales.  Ante la falta de institucionalidad, ¿es el cheverismo una estrategia útil o un obstáculo?

Beatríz López, Instituto de Visión: «El cheverismo no se mueve bajo los parámetros de lo culturalmente aceptado como profesional. Es en cambio una alternativa que surge desde lo cotidiano y se apropia de estrategias que provienen del campo de lo espontaneo, tales como la conversación, el humor, la discusión, el trueque y la diversión para crear canales de acción abiertos.  Caminos que no dependen ni de los mercados, ni de las instituciones, pero que tampoco los dejan de lado. El Cheverismo habla de inclusión, de practicar lo chévere, de dejar la puerta abierta para que entre o salga la información. Aunque también admite umbrales.  Una de las propuestas del cheverismo es redefinir sus propios límites, plantear modelos originales y generar estrategias que emerjan desde lo local, basadas en la experiencia individual o colectiva con el objetivo de participar de los movimientos internacionales sin depender de las instancias tradicionales. De esta manera ha permitido la entrada en escena de diversos actores, ha dado visibilidad a trabajos modestos, ha desencadenado discusiones y ha impulsado el flujo de ideas, lo que contribuye a señalar nuestra región en el mapa internacional de lo contemporáneo»

Pablo José Ramirez, curador y teórico: «Ahora bien, hay puntos sobre los cuales vale reflexionar. Me pregunto entonces sobre las políticas desde las cuales el Cheverismo fundamenta y legitima sus circuitos amistosos, reconociendo que todo sistema de intercambio es también un sistema de inclusión/exclusión. Desde esta lógica, es importante pensar si la capitalización de la amistad promueve la desconcentración de lugares de enunciación para el arte, o si por el contrario, perpetúa afinidades restrictivas a lugares específicos que se repiten y reproducen de manera discursiva y simbólica. Otro punto a revisar cuando hablamos de Cheverismo es el del riesgo a perder su “frescura” y carácter autocritico, al depender exclusivamente de la circulación y representación cíclica y espectacularizada del gesto -convertido en políticamente correcto- (me refiero al peligro de privilegiar la actitud por sobre el objeto crítico). El Cheverismo y cualquier otro movimiento artístico corren el riesgo de esto»

Emiliano Valdes, curador del Museo de Arte Moderno de Medellín: «El cheverismo –disculparán la obviedad– tiene como premisa el ser chévere, que se asume promueve prácticas justas, respetuosas y amistosas entre un amplio y vago grupo de “partidarios;” un derecho que se ejerce más que al que se opta. Esto es, de partida, una ganancia en un medio que como bien plantea la pregunta inicial presenta “compromisos de socialización, de círculos de apoyo mutuo y de exclusiones e intrigas” injustas y en base a criterios arbitrarios. De allí que no sorprendan los excesivos eventos de networking ni la preeminencia que han adquirido las ferias de arte. No se trata de satanizar sino de analizar las prioridades y tendencias del medio. Con esto quiero decir que si sabemos que, por la naturaleza subjetiva de la producción artística y cultural, este tipo de alianzas serán inevitables, habría que respaldar aquellas que promuevan acciones y estrategias constructivas y “amistosas” sobre los circuitos que persiguen poder y beneficios que no contribuyen a la producción artística»

Luisa Fuentes Guaza, curadora e investigadora: «El movimiento “cheverista” exige, siempre, la existencia de un sentimiento de participación afectiva en la realidad que afecta al otro, como requisito imprescindible para que se propicie el intercambio. ¿Debemos ser «amigos» para compartir pensamiento? Entonces, ¿cuales son las condiciones que se han de dar para que se propicie el intercambio?, ¿sociales-participativas?, ¿geopolíticas? ó ¿conceptuales? Tendríamos que considerar si con este modo de ejercer la práctica, en el cual la circulación de pensamiento está condicionada al intercambio emocional, no estaremos legitimando patrones de “reproducción” artística en lugar de generar pensamiento minoritario reflexivo que tenga como consecuencia la articulación de identidades diferenciadas. Y también re-pensar si los mecanismos de legitimación desarrollados están propiciando un tipo de aprendizaje a la hora de ejercitar la práctica “no activo” el cual “reproduce” las estrategias puestas en circulación dentro del circuito sedimentado por el propio movimiento “cheverista”; o si, al estar hablando de un tipo de “economía”, como forma en la cual los individuos y colectividades sobreviven, prosperan y funcionan, estamos consolidando un orden práctico en el cual se tiende a la centralización ideológica y el cual favorece la sedimentación de circuitos no inclusivos»

Debate completo aquí

 

(1) Cheverismo, a user’s manual. Beatriz López y Pablo Léon de la Barra talks about cheverismo Centre for Aesthetic Revolution. Abril, 2012.