Criterios para un debate

Tienen sentido los foros electrónicos? Vale la pena confrontar los criterios del artista, el periodista, el crítico, el estudiante, el público?

Durante las últimas cuatro semanas se ha dado un debate en el que se ha discutido en dos direcciones aparentemente distintas: la crítica y los medios de comunicación, y el problema de la ministra de Cultura.

El debate llegó a un punto de especial interés cuando se tocó el tema de la ausencia de sentido crítico y participaron tanto artistas, críticos, periodistas y estudiantes de arte. Es decir, todos los implicados en el asunto, lo que permite conocer que piensan cada una de las partes en cuestión.

De esta forma se le pudo dar continuidad a ciertas inquietudes planteadas en el debate del primer semestre en torno al medio artístico y la ausencia de crítica. (ver: http://www.egroups.com/messages/espaciovacioforum).

Luego parecería que el debate se hubiese desviado con la avalancha de artículos que se dieron en los medios a partir de las declaraciones de la ministra de Cultura. Igualmente se escucharon las voces de escritores, políticos, artistas, politólogos y la misma ministra.

A pesar de tratarse de dos temas distintos, creo que en general se ha discutido sobre problemas que pueden tener un punto en común: la falta de confrontación de criterios.

Si entendemos criterio como «el conjunto de reglas para conocer la verdad» o «el punto de vista desde el cual un sujeto construye un modelo de la realidad» podemos deducir que tanto el artista, como el periodista, el crítico, el funcionario, el estudiante y cualquier observador de la actividad cultural tiene un criterio para definir qué tiene sentido y qué no lo tiene.

Pero, ¿somos conscientes de esos criterios? Y si lo somos ¿estamos interesados en confrontarlos?

Llevamos años tratando de desmantelar todo lo que parezca «moderno», toda posición «estable» y por lo tanto, todo «establecimiento». Hemos pasado de una época en donde se pensaba, existían criterios «claros y distintos» para conocer la realidad, a una en donde impera la incertidumbre, lo difuso, lo posible. Donde el pánico a definir y confrontar el pensamiento parece ser la regla general: abundan las «derivas», los «trayectos», las «contingencias», las «interacciones»…

Sin embargo, creo que en las semanas que llevamos de discusión, así como en los dos meses que duró el debate anterior, hemos podido confrontar –y conocer- los criterios con los que buena parte del medio artístico (artistas, estudiantes, periodistas, críticos, público) se observa así mismo y se reconoce como tal en este proceso de observación.

Seguramente a nadie le interesa que se le impongan cual debe ser su criterio para realizar una obra, escribir un artículo, realizar una tesis o gastarse un presupuesto inexistente. Pero tal vez a muchos les interesa conocer como en un espacio de discusión esos criterios se contrastan y, si es el caso, se enriquecen y replantean.

Quisiera terminar con unos fragmentos del artículo «Prohibido Conversar» del sociólogo español Jesús Ibañez:

«Cada posible observador (en sistemas culturales, cada posible participante, disciplina, tendencia, institución, etc.) puede tener su propio modelo de realidad. En una conversación es posible diferenciar modelos de realidad adoptados por un participante, disciplina, etc. De aquí que a y b ó a, b, c, d, etc., puedan «conversar» o que la gente pueda conversar con otras escuelas de pensamiento, culturas y así sucesivamente. Esto es, en una conversación, cada participante puede ver o ser visto desde varias perspectivas, es difícil que existan participantes que, excepto por voluntad, tengan una sola perspectiva o estén totalmente aislados.

«El espacio cultural está estriado, es decir, orientado. Tiene forma de red. En un espacio cultural de estas características la conversación es simulada. La conversación de verdad sólo es posible en un espacio liso, es decir, en un espacio sin direcciones ni sentidos. De ahí la reivindicación de la transversalidad (comunicación en todas las direcciones y sentidos).

«No hay sociedad sin conversaciones. Si no hay espacios para la conversación en la sociedad hay que inventarlos (simularlos). Simulación política en las mesas de diálogo. Simulación académica en las mesas redondas. Simulación electrónica en los debates por Internet.

 

Jaime Iregui, artista (*)

(*) Editor de Momentocrítico. (esferapública)