Circulación y mercado: los problemas del arte en la región Caribe

El fondo del asunto no radica solamente en estos escenarios de comercialización, sino en las plataformas de circulación que tienen los artistas a nivel local. Puesto que si bien hay arte sin mercado (y mucho), es difícil comercializar algo que no se puede mostrar, y en este sentido el Caribe colombiano adolece de espacios de exhibición con procesos serios, constantes y dinámicos.

La histórica participación de Colombia como invitado especial de la feria internacional de arte ARCO Madrid ha generado desde el periódico El Heraldo de Barranquilla una interesante discusión en torno a preguntas como ¿Por qué de las 10 galerías nacionales seleccionadas ninguna es del Caribe? ¿Por qué de los cerca de 100 artistas colombianos que están exhibiendo sus obras en el marco de la feria, tan sólo 12 son de la región? ¿Es esto resultado de parámetros regionalistas discriminatorios o la prueba fehaciente de una crisis del arte caribeño? Y ¿Cuál es entonces la situación actual del arte de la región Caribe?

Frente a estas cuestiones, en el mismo medio se han pronunciado artistas, curadores, docentes, gestores, directores de museos y espacios culturales, concluyendo que, en un sistema básico de producción, distribución y consumo artístico, la respuesta a dichos interrogantes se encuentra más exactamente en estos dos últimos elementos. Por ello descartan una crisis del arte que se produce en el Caribe, puesto que el trabajo de los artistas poco tiene que ver con las fallas infraestructurales del medio. Así pues, antes de excusarnos en la típica idea de la “rosca” (tengamos en cuenta que la selección curatorial no parte de parámetros geográficos igualitarios), vale la pena ser autocríticos y reconocer las circunstancias que dan paso a dichas falencias, para una mejor comprensión de las preguntas iniciales.

Primeramente, podría decirse que la “poca representación” de la región Caribe en ARCO Madrid sencillamente obedece a que en la región los escenarios para el comercio de arte son mínimos. Bien dice María Eugenia Castro (Directora del Museo de Arte Moderno de Barranquilla) que “No puede estar lo que no existe”, puesto que a excepción de la Nohra Haime Gallery de New York, con sede en Cartagena desde 2011, en el Caribe prácticamente no hay galerías. Y cuando se han asomado otras iniciativas locales diversos factores han impedido su consolidación y posteriores alcances nacionales o internacionales. Tampoco abundan las ferias, siendo Art Cartagena la única que se asoma desde 2014 y que parece asentarse como una cita fija a principio de cada año, y hay quienes también señalan en la BIACI (Bienal Internacional de Arte de Cartagena de Indias) una actividad mercantil importante, esperando que se consolide con las siguientes versiones. Otros intentos han habido, pero fallidos (un ejemplo es la única versión de Barranquillarte en 2013 que ilusionaba con enriquecer el panorama a la vez que generaba numerosas críticas).

No obstante, el fondo del asunto no radica solamente en estos escenarios de comercialización, sino en las plataformas de circulación que tienen los artistas a nivel local. Puesto que si bien hay arte sin mercado (y mucho), es difícil comercializar algo que no se puede mostrar, y en este sentido el Caribe colombiano adolece de espacios de exhibición con procesos serios, constantes y dinámicos. Bastan los dedos de una mano para contar los museos específicamente artísticos que hay en la región, como el Museo Bolivariano de Arte Contemporáneo en Santa Marta y los Museos de Arte Moderno de Barranquilla y Cartagena (éste último a punto de cerrar por una profunda crisis financiera). Por otro lado, la ya mencionada BIACI aparece como el único evento grande de la región, aunque se le podría sumar la Bienal de Arte Público de Barranquilla, muy cuestionada en su primera versión en 2013. Quizás es debido al pequeño número de espacios y eventos de este tipo que el Salón Regional de Artistas del Caribe cobra tanta importancia para el medio artístico, posicionándose como uno de los eventos más importantes (sino el más).

Como es reducido el número de espacios locales de exhibición que impulsen una producción y circulación dinámica y regular, muchos de los artistas de la región optan por gestionar y/o adaptar otros recintos culturales como alianzas francesas, bibliotecas, centros culturales, pequeñas salas de exhibición aisladas, museos antropológicos o históricos para la realización de muestras temporales. Y a pesar del pequeño número de museos de arte y espacios de este tipo, el medio sigue sufriendo la clausura de escenarios como la Gota de Leche (Santa Marta) o la Galería de Comfamiliar (Barranquilla), y la carencia de publicaciones sobre arte contemporáneo: los diarios locales dedican sus páginas a un evento artístico ocasionalmente y sólo asoma la revista Latitud de El Heraldo, de un ámbito más cultural, con algunas publicaciones sobre artes visuales.

Tal vez por esta misma razón algunos artistas y gestores de la región Caribe últimamente han tendido a agruparse para ofrecer alternativas, más que independientes, autogestionadas, que generalmente se han inclinado por un diálogo más cercano con la comunidad, y que no necesariamente han desarrollado una actividad artística desde un recinto convencional. Como ejemplo de esta modalidad está La Usurpadora (único espacio independiente del Caribe en ARCO Madrid, y que se caracteriza precisamente por “usurpar” espacios para el desarrollo de sus actividades artísticas), así como el trabajo de Puerto Contemporáneo en Cartagena, “Intermundos” en La Guajira y más recientemente de la Comunidad de Artistas Visuales de Cartagena y Bolívar “CAVCA”. No obstante, hasta las iniciativas autogestionadas son contadas, debido entre otras razones a la falta de apoyo estatal y de agentes locales, generalmente cerrados a la institucionalidad.

Entonces, si prácticamente no hay galerías, si son contados los museos de arte y ferias, si son tan escasos los espacios de exhibición de artes visuales, si los pocos que hay cierran, y si tampoco se apoyan las iniciativas autogestionadas, ¿Por qué nos extraña tanto la “poca representación” del arte del Caribe en ARCO Madrid? No hay que tergiversar la discusión para entrar en cuestionamientos a los artistas y excusarnos en regionalismos, sino de hacer un llamado a la consolidación de un circuito donde como mínimo se pueda visibilizar el trabajo de nuestros artistas regularmente, para que luego si se pueda generar en la región una dinámica de mercado y trascender a la escena nacional e internacional.

 

Dylan Altamiranda

Discusión en El Heraldo:

“El Caribe brilla por su ausencia en Arco Madrid”
http://www.elheraldo.co/tendencias/el-caribe-brilla-por-su-ausencia-en-arcomadrid-185705

“Que no haya galería no es un indicador de falla en el arte que se produce en el Caribe: Marco Mojica”
http://www.elheraldo.co/tendencias/que-no-haya-galeria-no-es-un-indicador-de-falla-del-arte-que-se-produce-en-el-caribe

“A artistas del Caribe les faltan vitrinas: expertos”
http://www.elheraldo.co/tendencias/artistas-del-caribe-les-faltan-vitrinas-expertos-185820

“Arte costeño, ¿En crisis o discriminado?”
http://www.elheraldo.co/tendencias/arte-costeno-en-crisis-o-discriminado-185914

“Los retos del arte Caribe”
http://www.elheraldo.co/editorial/los-retos-del-arte-caribe-185805

 

10 comentarios

En Barranquilla no hay espacios donde se circule y promocione las obras de los artistas plásticos a nivel local, nacional e internacional! entonces no podemos discutir de algo que no existe hasta ahora! en esta ciudad todos los recursos de la cultura están para el «carnaval» y otras «actividades lucrativas para los organizadores»

Ya que se armó el debate, sería interesante, traer a colación la crisis del sistema educativo y la desaparición de los portafolios de estímulos en la región, como antecedentes importantes .

Muy cierto. ¿Qué pasó con el portafolio distrital de estímulos de Barranquilla, por ejemplo?

There’s one place we can all go to make art, mischief and to take a stand against the perceived ‘lack’ of the Caribe region. It’s a series of unsanctioned spaces, doesn’t require curatorial approval, and it’s sure to inspire our local audience to take more of an interest in the artwork of the region. It’s the public realm, and we shouldn’t hang around waiting for a biannual festival to work with and within it!

I’d love to see the artists of this region take their work, ideas, words and talents to the streets a lot more – there are so many untapped opportunities in our concrete wasteland cities and towns. But we should also remember : ‘street art’ can be so much more than merely spray graf!

«el puente está quebrado, con qué lo curaremos? con cáscara de huevo…» SI. El circuito del arte del Caribe está roto porque todos los campos del arte en esta región tienen su responsabilidad en el hecho: 1. Los museos ningunean la obra de nuestros artistas que no están consagrados por el circuito nacional o internacional y le deben prevendas al Ministerio de Cultura, e incluso al Museo Nacional, que son las entidades que dicen quién se debe exponer y quien no. 2. Los medios de comunicación impresos: las páginas culturales son usurpadas por las fotos sociales, no salen a buscar las noticias culturales, sino que se quedan en sus sillones con aire acondicionado esperando que les lleguen los copiar-pegar de los comunicados de prensa. No existe periodismo cultural. 3. La Crìtica del arte: a los docentes y académicos les parece «fuchy» criticar una obra cuando se la merece, no se exponen a la palestra pública con artículos que de verdad debatan sobre el estado de las artes contemporáneas de la región, son demasiado edulcolorados o complacientes, evitan estar en boca de todos. 4. La historia del arte del Caribe no está escrita, muy pocas personas están capacitadas o se arriesgan a la investigación mal pagada por las universidades donde laboran. 5. la academia no produce pensamiento artístico, los artistas que sales son meros productores al servicio del mejor postor, el mercado del arte. 6. Los artistas no reclaman sus derechos, no pelean por lo que les debe corresponder en las políticas culturales, no nos parece bien hacer una reclamación colectiva por la falta de espacios o por el robo de los recursos públicos destinados a la cultura. 7. Las políticas culturales andan en pañales jugando con los recursos públicos porque no tienen quienes les hagan una mínima reclamación y las entidades de control no ejercen su labor, muchas veces se denuncian a la procuraduría o a la contraloría los hechos de corrupción y no hacen nada. ENTONCES ¿DE QUÉ HABLAMOS? CUANDO NOS REFERIMOS QUE NO HAY GALERÍAS EN EL ARTE DEL CARIBE COLOMBIANO. Por favor cada quién que mire la paja en su ojo!

«El rábano por las hojas»: afirmar que la circulación y el mercado son los problemas del arte en el caribe es tomar el rábano por las hojas, porque mas que un problema son una expresión y síntoma del verdadero problema que pone en cuestión los contenidos, pertinencias y formas de circulación del arte contemporáneo en la región.

En busca de la honra perdida

Muy sospechoso que ante la crisis del Arte del Caribe colombiano registrada y comentada por el periódico El Heraldo de Barranquilla a causa de la goleada al Arco de la feria de Madrid, hayan sido las transacciones artístico-económico-feriales las que exhiban sin pudor el trofeo del honor perdido y activen la conciencia de aquellos que nunca estuvieron cuando el arte regional del Caribe los necesitaba y aún no había extraviado su nombre. Luego del publicitado episodio financiero hice circular en las diferentes redes sociales un comunicado dirigido a artistas, instituciones y gestores del Caribe reaccionando ante lo que ya no solo era la infinita repetición del cuento del gallo capón sino la historia de un fracaso anunciado. Días después recibí una invitación del periódico barranquillero para seguir vía streaming la tertulia que este medio había organizado para debatir lo sucedido con el Arte del Caribe en los círculos feriales del coleccionismo global, un acontecimiento que favorecía la confianza inversionista y el centralismo del país que con júbilo y euros anunciaba que el arte del Caribe colombiano ya no existía. Aunque muchos sabemos que la participación en ferias no es un certificado de buena conducta creativa para el artista, ni una condición sine qua non para su reconocimiento, sigue siendo muy grave la manera como se trafica con nuestra identidad caribe no sólo en los espectáculos comerciales, sino en el concierto cultural del país. Bienales, Salones regionales y nacionales, proyectos curatoriales, colecciones públicas y privadas, son organizados desde la visión centro-periferia y no cuentan con los genuinos representantes de nuestra región. En pocas palabras, no son todos los que están, ni están todos los que son. Y es aquí en donde arde la herida porque a diferencia de otras regiones, nuestras instituciones culturales, en una clara muestra de pereza administrativa, han sido incapaces de implementar unas políticas culturales que convoquen a los artistas de la región, ocasionando una diáspora producto de la invisibilización y el desconocimiento de pensadores y artistas del Caribe colombiano. El asunto no es fácil y al toro hay que cogerlo por los cachos que es por donde mas le duele: porque de la misma forma en que somos la primera región productora de cultura en el país, lo único que estamos demostrando es que a pesar de todos nuestros encantos, somos incapaces de revelarnos a nosotros mismos. La hoja de ruta continúa a la espera y aunque a esta burbuja coleccionista llamada ferias de arte, le abono el haber puesto sobre la mesa algunas verdades ocultas, me inquieta que las alarmas se hayan prendido no por causa de la honra extraviada, sino por culpa del billete perdido.

Muriel Angulo

No me explico la queja de los artistas y galerías del caribe por no haber sido incluidos en Arco.

La única utilidad de esa feria consiste en inflar los precios de obras despreciables en su mayoría.

El arte puede enfocarse en la participación de ese show de cabareteras buscando mejor postor o puede, con verdadero efecto cultural, pasar honradamente a servir al pueblo al que se deben tantas alegrías.

¿Dónde están, Muriel Angulo y amigos de la costa, los artistas caribeños ennobleciendo parques, enriqueciendo templos, celebrando próceres locales?

Quizás eso suene muy pasado de moda y muy absurdo para esos artistas pensantes que no piensan en que mejor representan a su pueblo mirando sin muchas pretensiones las necesidades de cristalización estética que continuamente manifiestan las personas del común que en muchas ocasiones no pueden ni siquiera pronunciar bien la palabra performance, pero que si sueñan con tener en el simple parque de su pueblo una escultura digna de su gente.

Mejor que esa tontería de participar en Arco es que los artistas se reúnan y exijan para su pueblo los dineros que corresponden al arte y que habitualmente los políticos hurtan para otras vagabunderías. Sigan el ejemplo de Anapoima y Santander, ellos si dan al arte lo que es del arte.

Exijan museos, patrocinio de obras, exposiciones y verdaderas escuelas de arte (no centros de adoctrinamiento duchampista).

Aspirar a la gloria del pueblo humilde tiene más altura que exigir la participación en el ejercicio especulativo de Ceron y su pandillita burocrática en Arco.

No quiero entrar a discutir si la escultura de Shakira o la del Pibe es lo que buscaría el pueblo de sus artistas, ni quiero discutir en torno a la calidad de esas obras.

En torno a ello sólo cabe decir que si el pueblo exige esos héroes es porque los agentes de la cultura han sido incapaces de elevar las aspiraciones de su gente por encima de esas figuras populares de poca proyección intelectual; respecto a la evidente fealdad de la escultura del Pibe, la de Shakira y la del Joe sólo podemos culpar a las escuelas de arte cuya insuficiencia ha sido manifiestamente incapaz de enseñar a sus alumnos cómo hacer obras monumentales y conmemorativas que trasciendan la cultura y que regocijen al peatón.

Como la actividad de los «entendidos» en vanguardias se reduce a actualizarnos respecto a las novedades de ultramar; es evidente que simplemente quieren sintonizar con la idea penosa de que el arte sólo sirve para la especulación financiera al uso de la prostituida vanguardia inglesa.

Como ese es el tiempo que rige a los colonizados vergonzantes de nuestras tierras el artista local debe saltar por ese aro o desaparecer del favor de las burocracias y marginarse del proceso de validación mercantil.

Cuanta razón tenia Moniseur Moustache quien en 1939 prevenía que el arte no debe estar al servicio del tiempo sino al servicio del pueblo

Que triste, Muriel y amigos de la costa, que ustedes hallan olvidado esa simple lección.

queda claro que existen múltiples factores que causan la falta de salida por parte de los creadores visuales costeños, pocas galerías (quizás ninguna) ausencia del apoyo de los pocos museos de arte(si no estoy mal son 4 aprox) y lo dicho en los primeros comentarios que es la ausencia del apoyo estatal por medio de estímulos y convocatorias, eso muchos lo saben pero yo me pregunto ¿ante todos estos factores existen soluciones que de manera inmediata hagan bastante por esta situación en la región? sera que se debe buscar la forma de educar a la comunidad en general del caribe para que valoren y entiendan el arte de salón y no crean que todo es bodegones, gallos de pelea y sombreros con maracas, creo y siento que en ese sentido hay una posible solución a varios problemas, y eso me plantea otra pregunta ¿cual seria el procedimiento legal para realizar conjunto con el estado campañas en los centros educativos para educar en las artes visuales a la sociedad en general sin importar el estrato y demás limitaciones? para esta ultima inquietud no tengo idea, pero la dejo allí para que quizás alguien me la responda.
PD: No tengo nada en contra de los sombreros, maracas, bodegones y demás…

Adalberto: Si las personas de la costa pintan bodegones con maracas y sombreros, la labor de la academia no consiste en abolir ese rasgo cultural para suplirlo con mil duchamperías (Ello uniformiza y aplana cada día el mundo del arte).

La labor de una buena academia, por el contrario, consiste en enriquecer esa imaginería hasta que el sombrero y las maracas parezcan pintados por Chardin y hasta que la pelea de gallos parezca engendrada por la imaginación de Rubens.

Seguir entregándose a esa liberación espiritual que prometió el arte de vanguardia sólo significa, hoy, abrazar, como si fuera un parnaso, al mercado bursátil del arte, al cual el intelecto muy poco debe.

Si los literatos de la costa hubieran seguido acríticamente a sus pares de otras latitudes, seguramente existiría algún triste Beckett currambero pero ningún Gabo