cazador cazado

Me parece que la crítica del señor Peñuela a YAB (Ives Alan Bois) revela a un «cazador cazado».

Su discurso parece respetar al pie de la letra los legados filosóficos a los que hace referencia, y deja entrever una especie de tiranía de los conceptos que estos discursos asientan obviando revisar el contexto en el que los mismos adquieren sentido y más importante aún, aquel en el que YAB expone sus ideas. No toma en cuenta – para asumir una postura ética ante los lectores de este espacio- los fenómenos a los cuales el crítico se refiere. Al menos para mí en su crítica asoma el sesgo metafísico donde supuestamente, la inspiración y la imaginación operan en un vacío epistemológico y hacen posible esa especie de «iluminación» que nos enseña el camino para comprender la otredad inefable que quiere indicarnos. Sus palabras me suenan con ese empeño de deslindar razón y emoción, argumento y sensibilidad, tan apreciado por una serie de posiciones que, en el mundo del arte, pretenden restaurar la subjetividad trascendental, el «genio arrebatado», desconociendo cuan política y tendenciosa es esa postura y cuánto de terrenal encarna.

Lo que «imagino» cuando leo la crítica del Sr Peñuela es la típica posición del «intelectual local» que enseña los instrumentos para atacar en ausencia, a cualquier ilustre representante del poder-saber usando, a la larga, las mismas herramientas conceptuales y las tradiciones filosóficas hegemónicas que pretende desmontar.

Cualquiera que conozca el contexto en el que YAB articula sus ideas – el del pensamiento sobre el arte y la crítica artística – sabe perfectamente a lo que se refiere cuando dice que «los conceptos deben ser extraídos del «objeto» en función de sus exigencias específicas»; está hablando del valor de una singularidad «el hecho artístico»- y de esa especificidad de su inscripción en una circunstancia de artisticidad que le otorga sentido echando por tierra cualquier presuposición metafísica sobre el «Arte» para pensarlo o valorarlo. YAB identifica y nombra muy claramente -cosa que para nada debe avergonzarle- de dónde extrae sus argumentos, cuáles son sus referentes.Expone con toda la prolijidad en cuanto a ejemplos y con toda la coherencia que le permite una entrevista y lo que las preguntas de la Guash le sugieren. Que conste que no estoy defendiéndolo – no lo necesita – , pero mientras la crítica de Peñuela me deja en un universo de alusiones vagas – aún con sus puntualizaciones, seguramente porque no está anclada en el contexto del arte al que YAB se refiere – la entrevista citada interpeló mis conocimientos, me informó, me hizo revisar ciertos conceptos y me descubrió la densidad de otros como el de arte no composicional que puede ser tan útil para explicarse algunos procesos artísticos, y hasta me llevó al Internet a buscar la obra de artistas a los que nombra y que yo no conocía. O sea que me aportó, amplió mi horizonte, y eso no significa que esté obnubilada por la mainstream ni que me arrodille a los pies de sus adalides.

No tengo nada en contra de Peñuela, no lo conozco, pero creo que pensar éticamente, es pensar de manera constructiva, es no frenar un intercambio interesante de ideas con retórica paralizante venga de donde venga, es nombrar las cosas dentro de contextos específicos de necesidades y usos sociales, es contribuir, informar, aclarar y no hacer ver que sólo uno sabe pensar y argumentar. Es tener la responsabilidad de no dejar que sean los discursos ni los legados teóricos aprendidos los que avalen nuestras declaraciones, sino nuestras propias obras.

Myra Pons