Carta abierta a los organizadores del Salón de Arte BBVA

Después de largas consideraciones y tras intentar resolver de distintas maneras una serie de problemas –que considero graves– dados durante el proceso de exhibición de mi obra El triunfo de la voluntad, participante en el Salón, he decidido de forma unilateral y por decisión libre, solicitarles que ésta sea retirada de la itinerancia de la exposición y que me sea devuelta a la mayor brevedad posible. Tratándose de un evento de la importancia del Salón de Arte BBVA – Nuevos Nombres Banco de la República y entendiendo que estamos hablando de una exhibición organizada por un banco central (cuyos recursos salen de los impuestos que los ciudadanos pagamos, entre otras cosas) y por otro internacional, creo que es bastante irrespetuoso que seamos los artistas quienes debamos subsidiar los costos resultantes del evento. Es extraño pensar que un proyecto de esta envergadura, generado desde dos entidades tan ricas y poderosas como el Banco Bilbao Vizcaya (BBVA) y el Banco de la República de Colombia…

Bogotá, 9 de mayo de 2010

Señores

Salón de Arte BBVA

Nuevos Nombres BR

La ciudad

Carta Abierta a los Organizadores del Salón de Arte BBVA – Nuevos Nombres Banco de la República

Estimados señores:

Después de largas consideraciones y tras intentar resolver de distintas maneras una serie de problemas –que considero graves– dados durante el proceso de exhibición de mi obra El triunfo de la voluntad, participante en el Salón, he decidido de forma unilateral y por decisión libre, solicitarles que ésta sea retirada de la itinerancia de la exposición y que me sea devuelta a la mayor brevedad posible.

La lista de problemas que me llevaron a tomar esta decisión es larga y me permitiré enumerarla a continuación:

– Durante el periodo de exhibición de la obra se produjo la mutilación y robo de tres libros que hacían parte del proyecto. El robo y mutilación permanentes me llevaron a gastar dinero en la reedición de estos libros. Considero que no hubo una vigilancia estricta y constante que garantizara la seguridad de la obra.

– Por esta misma causa, la obra, entregada en perfecto estado al Salón, terminó llena de huellas, mugre y otras marcas que la han deteriorado, pues no se impidió al público tocarla o, quizás, su desmontaje no se hizo de la manera adecuada.

– Los materiales de embalaje de la pieza (plástico, papel encerado, esquineros de cartón y cintas) desaparecieron, por lo que la obra permanece actualmente sin ser empacada y con alto riesgo de sufrir daños aún mayores.

– Si bien estaba contemplado, en la convocatoria y en el contrato que los artistas firmamos con el Salón, que las piezas no tendrían seguro y que los participantes asumiríamos los gastos de transporte y de embalaje de las piezas, nunca fue explícito que esa responsabilidad se extendía a lo largo de toda la itinerancia. Considero que no deben ser los artistas los responsables de cubrir estos costos y que es la organización del evento la que debe garantizar la seguridad, el embalaje y el buen transporte de las piezas. De otro modo, no tendríamos ninguna garantía de que, en medio de la itinerancia, los organizadores decidieran que los artistas pagáramos el transporte de las obras por todas las ciudades (lo que también podría suponerse debido a la ambigüedad de la convocatoria con respecto a este punto).

Tratándose de un evento de la importancia del Salón de Arte BBVA – Nuevos Nombres Banco de la República y entendiendo que estamos hablando de una exhibición organizada por un banco central (cuyos recursos salen de los impuestos que los ciudadanos pagamos, entre otras cosas) y por otro internacional, creo que es bastante irrespetuoso que seamos los artistas quienes debamos subsidiar los costos resultantes del evento. Es extraño pensar que un proyecto de esta envergadura, generado desde dos entidades tan ricas y poderosas como el Banco Bilbao Vizcaya (BBVA) y el Banco de la República de Colombia, ambos con una experiencia y tradición respetables de producción y gestión de eventos artísticos y culturales, no hayan contemplado entre el presupuesto de su evento la obvia necesidad de hacer guacales para las obras que van a poner a itinerar. Ya era más que suficiente el voto de confianza que dábamos los artistas al Salón al renunciar a las garantías de un seguro, para que ahora seamos también responsables de costear un embalaje profesional que haga pensable la posibilidad de que las obras no se estropeen durante la itinerancia. Nuestro papel como artistas debería limitarse a la producción de las obras y al acompañamiento académico y de promoción del evento, no a garantizar la seguridad de unas piezas que entregamos confiadamente a los organizadores.

Agradezco de antemano la oportunidad que me fue ofrecida de exponer mi trabajo en este Salón, pero lamento profundamente que esa participación implique para los artistas una serie de responsabilidades que desde ninguna perspectiva es sensato que debamos asumir.

Quedo atenta a las instrucciones para la devolución de mi pieza.

 

Saludo cordial,

 

Lorena Espitia Torres

c.c.: 52’965.784 de Bogotá

3002815282

46 comentarios

Estoy totalmente de acuerdo con la Artista Lorena Espitia en hacer valer los derechos morales y legales como Artista y de su obra, ya que es muy grave la perdida de algunas piezas suyas, me parece coherente el retiro de su trabajo de tan majestuoso evento orquestado por dos grandes BANCOS y su mal planeación con respecto al trato de las obras de los artistas participantes.

Los artistas debemos exigir, que seamos respetados y no que se nos traten como POKEMONES en las áreas culturales de cualquier entidad.

Yo apoyo todo lo escrito por Lorena Espitia y me identifico con sus reclamos como Artista.

Que bueno que una artista tenga el valor de asumir con decoro la defensa por el respeto de sus derechos. Este tipo de reclamo es sensato y esta en mora de darse por la comunidad artística, dado el ultraje que en muchos casos reciben nuestras obras, más aún tratandose de las entidades mencionadas.

Este tipo de acciones deben emprenderse con la entereza que ha asumido Lorena y no estar sometidos a todo tipo de excusas. Con una de las entidades organizadoras tuve serios contratiempos por la destrucción parcial de una obra en una de sus convocatorias, que a pesar de qué el último día y a la hora del cierre de la exposición la obra estaba en buenas condiciones, en el momento de la entrega resulto con rasgaduras y manchas de caucho como si hubiera sido tallada por la puerta de un ascensor y la habían rayado con lapicero de tinta azul y negra en dos sectores. La funcionaria no me respondio durante más de 4 meses, a pesar de estar aseguradas. Tuve que acudir a las más altas esferas de la entidad para que se me respondiera, después de seis largos meses de trámites y una estupenda tarea por parte del área de restauracíón. Tal vez mi reclamo sirvio, puesto que hoy se incluye valor de reposición de la obra y un funcionario recibe con firma y sello las obras.

Sorprende que en un evento de tal envergadura no se den las garantías necesarias para la  producción y preservación de las obras, haciendo eco de lo que  se menciona anteriormente,  debo agregar que desde la inauguración muchas de las obras han sido maltratadas, están incompletas o su funcionamiento está a medias, se ve horrible, terrible , resulta vergonzoso  asistir a una muestra tan coja… repito.. cómo es posible que el banco no garantice la seguridad y funcionamiento de las piezas, triste muy triste.

Si las cosas funcionaran como tienen que ser el Banco tendria que estar pagandoles a los artistas el derecho a itinerar su obra, porque a mayor itinerancia mayor pblicidad para su imagen y veamos las cosas como son: esos eventicos donde se gastan dos pesos no lo hacen como oportunidad para los artistas sino para enbetunar su imagen; entonces lo minimo que podrian ofrecer es respeto por la obra y dentro de eso esta asegurarla y darle las condiciones apropiadas de montaje. Ya que nos atrevimos a hablar del Banco de la republica alguien sabe quien es el director de exposiciones temporales? existe? o sólo esta en la nomina?

Es realmente el colmo del descaro que los artistas deban costear el «marketing» de una empresa privada. Una vez mas los grandes y poderosos se aprovechan de los chicos e ilusos con el tradicional argumento – presion economica de por medio – que estan brindando una oportunidad: «eso le va a servir, mijita». Si, como no. JA!

Increíble. Todo esto pasa porque a los artistas siempre se les quiere utilizar. Si no son los curadores, son los organizadores. En tal caso, siempre llevamos las de perder. Pero que bien que esta artista fue capaz de denunciar y hacer publica su situación. Que poco ética la actuación de los organizadores. Falta darle alma a las cosas. Labor de los artistas.

No muy lejano de aquellas galerías que le exigen a los artistas, además de un porcentaje por venta de obra, plata para museografía, divulgación, etc. ¿Será que instituciones como el Banco de la República y el BBVA están cayendo en la fórmula de lugares como Casa Cuadrada y la nueva ZQD Galería, donde para poder mostrar su obra, el artista además de acarrear con los gastos de producción de obra (cosa que no discuto), tiene que llevar el peso de todos los gastos con los que se debería comprometer el lugar de exposición? Es triste la manera como los empresarios se aprovechan de los artistas y cómo nosotros por figurar en algún evento (que se supone que tiene un buen nombre) sacrificamos nuestra dignidad y lo poco que queda en nuestros bolsillos.

Lo del salón BBVA es solo la punta de un iceberg gigante. Insisto: Es absurdo lo que pasa con la Beca de Jóvenes Talentos (hablamos de una beca que puede llegar a los USD 300,000) y con el comité de adquisiciones. Obviamente alguien tiene que dar la cara aquí.

Leyendo el anterior documento es muy fácil entrar a juicio desde la perspectiva de la artista, pero de quienes estamos dentro, en las entrañas de esta clase de eventos y que proveemos de nuestro profesionalismo, no solo un buen trato si no también un respeto por las piezas de todos los artistas encontrar sorprendentemente en las palabras de la artista un demerito total por la labor de aquellos que somos invisibles al publico y que proveemos que el publico en general pueda observar en un espacio las distintas piezas allí presentes.

Sus palabras solo me generan tristeza ante el empeño que yo personalmente puse ante esta obra tratando de solucionar de la manera mas eficiente y profesional todos los detalles técnicos que la obra sugería, no sabia. Que esta era la real apreciación de la artista para con nuestra labor y personalmente que a veces salto los limites de la misma para proveer que cada día en la exposición todo funcionase.

Bueno y recuerden que en toda historia hay dos versiones y mal es juzgar sin conocer las dos partes, la sinceridad es y debería ser una premisa la base para hacer un descargo justo que como ya lo mencione mancha y ofende la labor de quienes sirven de apoyo y soporte en sus proyectos.

Andres, hola.

Lamento que te sientas afectado por las cosas que digo en la carta, pero créeme que mis quejas no se refieren a cuestionar el trabajo de los montajistas, pues en mi caso particular no tengo queja alguna de como fue montado mi trabajo y creo que el de los otros artistas era igualmente limpio.
Creo que el problema atañe a los organizadores del evento y a las personas encargadas de la vigilancia y seguridad del evento.
Si bien menciono que la obra tenía manchas al final de la exposición, digo también que estas pueden ser resultado del contacto físico con los espectadores y , por otro lado, en la nota de Víctor Albarracín se aclara que al final solo permanecía una de esas manchas.
Realmente reconozco el trabajo que ustedes realizaron en este montaje, pero considero injustas y arbitrarias las condiciones que nos impusieron al obligarnos a asumir los costos del embalaje (guacales) de las piezas.

Un deseo y una pregunta
Ay!

Que más quisiera que financiaran los proyectos nuevos que se presentan a estas convocatorias, sino la totalidad, entonces la mitad, un cuarto, un guacal!

¿Será que nos vieron la cara de artistas jóvenes?

Firmamos una carta que decía que la exposición no se encargaba del embalaje, la firmamamos por jóvenes o por la gran ceguera que nos producía el deseo de participar? Yo no tuve este problema, pero los compañeros con grandes objetos corrieron con este gasto.

Reconozco que son exposiciones masivas, que la itinerancia cuesta, que muchos equipos son prestados para el montaje. Pero como lo quieran llamar: financiamiento es más que bolsa de trabajo, y menos que reconocimiento monetario o beca. Cualquier ayuda económica le reconoce al artista la falsedad del mito de que los artistas que participan en las exposiciones vivimos del aire! No, en cuanto más existen estas suposiciones, más nos enfrentamos a la idea de abandonar el camino, de didacarnos a otra cosa… Entonces, pues que vengan otros, siempre dispuestos como los cajeros de Carrefour y otras grandes y pequeñas empresas dedicadas al reciclaje de personal. No sólo ocurre con los bancos, los museos, los lugares «alternativos», las galerías, los ciclos de arte joven esperan que el artista ofrezca nuevas obras para su espacio sin asegurarle  el pago de los gastos mínimos de trabajo.

Claro, ese intercambio no estaba contemplado en la convocatoria.

Además, en los términos se hablaba de la adquisición de algunas obras para la colección de un banco, hecho que si se ha cumplido, no ha sido debidamente anunciado públicamente.

Me siento muy feliz de haber participado y el reconociemiento del público tiene un valor inmaterial; pero los artistas, aunque algunos trabajemos con lo inmaterial no podemos vivir del aire!

Lorena, ¡que todo se solucione y que la obra viaje bien, como debe ser!

La pregunta de fondo que se deberían hacer los artistas en relación con este tema es: ¿Cuánto dinero se ahorró el BBVA, puesto que el Salón seguramente hará parte de lo que para esta institución es deducible de los impuestos que le debe pagar a la Nación?  El resto es anécdota histórica… nada más.

Aprecio a Lorena y respeto su trabajo pero no estoy de acuerdo con su carta/denuncia; pienso que si uno está de acuerdo con las condiciones de participación y firma un contrato aceptando los términos después no se puede echar para atrás. Considero que la discusión no se puede convertir en algo personal, estoy seguro que la señora Luz Edilma y Carlos quieren darle el mejor trato y las condiciones más favorables de exhibición a cada obra, desafortunadamente se presento un imprevisto y son cosas que suelen pasar cuando circula mucha gente entre un lugar.

Es curioso que la dificultad la presente Lorena con su obra El triunfo de la voluntad. Me siento un poco confundido porque en el video se destruye hasta el cansancio la misma pintura; los libros desaparecidos describen como la misma obra es maltratada por problemas de conservación. No sé, la sombra persigue a esa obra y la obsesión se ha convertido particularmente en la razón de ser de esta pintura.

Excelente formulacion: si fuiste ingenuo y dejaste que abusaran de ti una vez, no tienes derecho a intentar enderezar la situacion. Corregir errores y seNalar abusos de poder es de pesimo gusto. Solucion: sigue dejando que te metan los dedos en la boca una y otra vez. Al menos asi no incomodas a nadie. OK!

Siento mucho el malestar, y lo siento por El Banco de La República. Sigo defendiendo su labor en pro del Arte; tal vez debiesen considerar sus encargados del sector cultural, futuras alianzas con otras entidades.

Del BBVA, no puedo lamentar nada.
Creo que actúa como otro banco cualquiera. No se diferencia de cualquier otra entidad encargada de negociar [también con el arte]; da la impresión, que no le importan otros valores distintos a los económicos, pese a que coleccione obras, como si desconociera que el valor del arte, precede histórica y espiritualmente a la economía.

Lamento mucho Lorena lo sucedido, pero era de temer [aún cuando se creyera improbable], toda vez que firmaste un contrato leonino [eximiste al banco de un seguro que era tu única salvaguarda].
Era un mal negocio desde un principio y ha terminado, lógicamente, mal.

Lo siento por tí, los otros artistas y por el Banrepública sector cultural.

En 24 años de carrera, me he ido marginando de un medio artístico (¿existe?) del que, en realidad, solo he sido palida parte. Al punto de que hoy veo con sorpresa y desazón que si bién parecería ser un medio, unos planteamientos y unas razones de ser diferentes a otros tiempos, algunas malas cosas no cambian. Se perpetuan así en relación directa con las “instituciones artísticas”, y quienes se lucran de su perversión. Críticos de Arte, Curadores, Galerístas, Periodistas Culturales, Editores de Revistas de Arte y Organizadores de Eventos Culturales mantienen este andamiaje parásito y pestilente gracias a la gran distancia que hay entre el público y el artísta. Nuestra vocación beneficia a tantos… Estos directos beneficiarios no perduran con sueldos y dádivas (algunas bastante oscuras) porque sirvan de apoyo a buenas políticas culturales, ni procesos didacticos o de investigación útiles a la sociedad. Con esos argumentos se justifican ante sí mismos, ante un público lego, y ante el artista novato. Validan así sus ingresos económicos. Y es por eso que con el pretexto de formar e informar al público, se arrogan el derecho de determinar lo que es válido y lo que no lo es, bajo las banderas de la última teoría sociológica, filosófica o didactica. Por eso rara vez consultan con el artísta qué es lo que quiere comunicar y cómo. El siguiente paso es dar su visto bueno a la participación del artista en los eventos en los que su opinión es el principal filtro…
 
La mayoría de las principales instituciones gubernamentales cuentan con un aporte económico relativamente predecible. Por otro lado, manipular la espectativa de ricos coleccionistas (o ricos inversionistas) alrededor de una obra, mueve bastante dinero. Recuerdo al comienzo de mi carrera, se anunció una exposición mía en una galería que comenzaba a perfilarse promisoriamente. Poco antes de la inauguración los galeristas recibieron la visita de un crítico de arte de gran aceptación en el medio artistico, y que escribía una columna semanal en un periódico muy respetado. En resumen, después de dar un rodeo por las salas ya montadas, les explicó lo importante que era que él con su opinión publicada generara interés por parte de coleccionistas sobre mi obra… Que si eso redundaba en beneficios económicos para galerístas y artista, el crítico tambien debía beneficiarse. Los galerístas le explicaron que el trabajo de un crítico de arte era publicar el resultado de su libre investigación. Esta asincronía de motivaciones condujo a que una semana después de la inauguración, el crítico la emprendiera contra mi propuesta, con el irrespeto y la arrogancia pseudointelectual que caracteriza al que complementa sus ganancias económicas con algo de parasitismo.
 
Pero el artista mismo es partícipe (¿inevitable?) de este estado de cosas. Cuando inicia su carrera profesional, es decir cuando aspira a vivir del desarrollo de su vocación, necesita que algo valide su decisión de vida y que alguien con autoridad real o imaginaria lo apruebe. Con razón desde la institución se enfatiza excluyentemente la participación a solo “arte joven”. Se establece, incluso un límite de edad. Se premia en el mejor de los casos una inicial chispa interesante aunque incipiente. Lo que no se dice a ese artista aún joven es que pasados unos años, cuando su obra tal vez alcance más profundidad y madurez, la institución seguirá convocando y premiando novatos. Los “oldies” solo serán tenidos en cuenta en la medida en que hayan resultado un buen negocio. Y eso es minoría.
Nuestro talon de Aquiles es la distancia entre el público (potencial comprador) y nosotros. La confirmación de lo que hacemos ocurre cuando hay un publico, grande o pequeño, que se conmueve trascendentemente ante nuestra obra. Y si la adquiere, mejor, porque nos permite vivir.
 
¿Se imaginan que a la convocatória del BBVA, el Banco de la República, los Salones Regionales y Nacionales repentinamente no asistiera un solo artista? ¿Se imaginan que al mismo tiempo, repentinamente, y de común acuerdo ningún artista acudiera a ninguna galería de arte a que le hagan el favor de recibirle las obras? ¿Se imaginan la filita de parásitos buscando nuevos empleos? ¿O, abriendose a otros negocios? Tal vez esto les resulte fácil. Son negociantes de lo que sea. Y en el fondo tienen muy poco respeto por los artistas. El escandalo sería suficientemente grande para acercar un poco al artista y al público. Pero esto último es solo una fantasía mía.
 
Nicolas De la Hoz

SI POR ALLÁ DILUVIA POR TODOS LADOS NO ESCAMPA

Lo que Lorena Espitia hizo es hacer valer sus derechos como Artista, sentar un precedente en un país lleno hasta el tope de gente mala leche, la decisión de ella es algo poco común en estas tierras, ya que eso implica que la tomen como una Artista revoltosa y la descalifiquen para cosas futuras, ¡como si fuera terrible hacer valer los derechos en el país del sagrado corazón!, derechos como el respeto moral, ético y legal.

En Colombia la población en general está acostumbrada a callar y aguantarse todo, desde estafas multimillonarias como las de los Nules y de cualquier político corrupto de turno, hasta la implantación de cualquier ley (mico) como la multa absurda al cobrar dinero al utilizar nuestros propios garajes como bodega de almacenamiento (ósea hay que tener auto para que no le cobren esa multa loca a los ciudadanos y muchos menos utilizar el garaje mas allá de ser un sitio para parquear el auto), y como si fuera poco los contratos de prestación de servicio, contratos establecidos para apoyar ciertos trabajos como por ejemplo: el trabajo realizado de un señor que arregla techos (el cual es contratado por un determinado tiempo mientras dura la reparación y no sea estafado, y se le cumpla con los honorarios por dicho trabajo) para eso fue implantado ese contrato de prestaciones, no para engañar al pueblo colombiano y beneficiar a las empresas con mano de obra barata y a veces gratis, lo digo porque existen entidades como la secretaria de salud, que ponen en espera de contratación a sus empleados dos y tres meses mientras se le realiza de nuevo el contrato (eso sí, sin derecho a faltar al trabajo porque pueden ser despedidos).

Y volviendo al medio cultural y artístico, solo hay que ver el poco y casi nulo quórum que se ve en las convocatorias de residencias del Instituto de las Artes (IDARTES), son tristes los resultados http://www.culturarecreacionydeporte.gov.co/portal/convocatorias/2011/estimulos (como para sentarse a llorar) pero de la realidad del medio artístico y cultural ¡mas bien!, solo hay que ver como para la residencia de Valparaiso, Chile, solo se presentaron siete propuestas (de la siete cinco están habilitados, uno para subsanar documentos y uno sin habilitar por extemporáneo), para la residencia en Rosario, Argentina. Siete propuestas tambien, de las cuales cinco están habilitadas y dos sin habilitar por residir en Cota (¡como si Cota no fuera Colombia!) y después dicen que porque la gente anda diciendo que solo es todo para la Capital. Residencia en Bolivia, siete otra vez, seis habilitados uno sin habilitar por soportes, El Levante, Argentina. Cinco proyectos, todos habilitados. Residencia curador en Rosario, Argentina, un proyecto y está habilitado (ósea no hay quórum) contra quien va competir, claro no se nos haga raro que lo otorguen y no lo dejen desierto (que pena con Santiago Rueda que es el único que se presento). Curador en Paris –la cuidad luz- en este si hay mas concursantes (de ve ser porque es Europa) son doce proyectos, diez habilitados, uno por subsanar documentos y otro sin habilitar por extemporánea (ósea, por no leer bien los requisitos de entrega), los demás no los reseño por espacio y porque son dentro del país. Yo me pregunto si toda esta falta de propuestas no se deberá a los malos manejos internos y a mucha trampa (y rosca) en convocatorias pasadas, como la manejada y dada a la curadora Maria Iovino que otorgo varias residencias a su grupo de artistas, descalificando a los que no eran sus preferidos (ya que si no se era suficientemente contemporáneo para ella, se estaba OUT), igual como lo hacia en la convocatoria de la Cámara de Comercio -Arte Cámara- al invitar personalmente a artistas a participar en el evento de Corferias (incluso invitando a artistas que ya habían participado anteriormente en el mismo evento) sin necesidad de pasar por los requisitos de la convocatoria, no hay derecho de que nos metan los dedos en la boca, todo esto por la necesidad de todos nosotros (los Artistas) de visualizar nuestros trabajos plásticos y proyectos personales. Los que tiene la batuta de los eventos culturales se aprovechan de eso para manipular y abusar solo para su beneficio, así como la hacen los dos Bancos antes mencionados (para se les agrande la jeta diciendo, NOSOTROS ayudamos el Arte y a los Artistas. Es lamentable que no ofrezcan en su evento un apoyo real a los Artistas que fueron seleccionados para dichas exposiciones itinerantes.

Tambien, me surge otra inquietud con respecto al CASO ESPITIA, ¿donde está la responsabilidad del curador? Ya que él por ser la parte estructural y conceptual de la exposición hace parte de dicha irresponsabilidad.

Y ya para lo último, NO nos DEJEMOS METER MÁS LOS DEDOS EN LA BOCA, CARAJO, quejémonos, hablemos, escribamos de las irregularidades y no nos quedemos callados POR CONVENIENCIA, como hace el resto de la población Chibchombiana.

Nicolás.

Respetuosamente:

Al omitir los nombres propios de los protagonistas de una acción concreta [galería y crítico], que dice Ud. haber padecido; lo único que hace es contribuir a que permanezca una maña que afecta a todo un medio; pues deja el hecho en una abstracción que evita la sanción moral que como mínimo tales lugares e individuos merecieran, tal y como si no hubiese sucedido.

Es una pena constatar que permanezca un miedo a no sé qué, luego de que ya han sucedido las cosas. Por ello es que la denuncia de Lorena Espitia tiene mérito: se atreve a decir con nombres de pila a las instituciones implicadas. De no ser así, sería tan solo un rumor.

Antonio José, Tienes razón en señalar los límites de una denuncia parcialmente castrada como la que yo hice. Pero también dices no saber “miedo a qué”. Lorena Espítia, a quien felicito por su decisión, nombró instituciones porque puede demostrar cada faceta de su denuncia o inconformismo, y eso está muy bien. Infortunadamente muchas de las cosas que pasan en el medio artístico, mucho mas oscuras que lo que le pasó a Lorena, no dejan más pruebas que las testimoniales. Y hacer una denuncia en esas condiciones termina acarreando más problemas al denunciante que al denunciado.

Te agradezco el cuestionar mi planteamiento con agudeza. Cuando comento mi propia experiencia sé que muchos otros artistas, veteranos o novatos, encontrarán que se parece en alto grado a cosas de las que también han sido testigos, aunque tal vez sin pruebas. Bien dices que podría ser solo un rumor más. Cuando los rumores se suman, cobran fuerza y pueden eventualmente propiciar cambios. Ojalá con una base justa. Tengo la esperanza de que de esta manera se estructure una “zona de coincidencia” que nos permita a los artistas concebir y hace valer nuestros derechos y deberes.

Nicolas De la Hoz

Nicolás.

Cuando uso la expresión, «miedo a qué», quiero significar, que una vez estando ya en medio de una situación desventajosa [haber caído en la trampa del abusador], desahogarse diciendo el nombre de los implicados hace que la denuncia cobre más credibilidad,y el medio, que lo merece, gana en claridad.

No dudo que te haya ocurrido lo que narras, pero me quedo con una incontestada e incómoda pregunta en mi cabeza, de si fue éste o aquel; y en esa medida, TODOS pasan a ser automáticamente canallas. Es el problema de la denuncia coja, que deja a tod@s como sospechos@s. Las pruebas son importantes cuando está de por medio la honra de alguien, pero cuando lo que de por medio está, no es nada más que un negocio a lo vil, al denunciar se evita que otros caigan con el responsable del abuso.

Aunque no haya manera de probar ante una eventual demanda [que suele ser el mecanismo de presión], es ante la condición ética de nuestro medio donde más nos debería preocupar el efecto de nuestra denuncia. Los abogados son un lastre para la sociedad [dicen en los Simpson], no sé, porque es una caricaturización; pero ¡allá ellos con las leyes!; yo me sitúo en mis pies de artista ante el Arte.

He aprendido que ser temerario, casi nunca tiene sentido, y que llevamos una carga muchas veces amarga por su causa; pero interiormente también he aprendido, que es sano quitarse esa angustia de la mente de quien cede ante la propuesta abusiva a cada oportunidad, libre de la intranquilidad que causa un silencio cómplice.

Lo poco o mucho que se gane en la vida por seguir la rectitud en el comportamiento, no se puede tasar en logros -necesariamente- materiales, pero cada uno sabe en su fuero interno, cuánto vale.

Creo que ninguna época ha sido hecha para los héroes, pero en ninguna se ha dejado de verles como un ejemplo a seguir; y es bueno que se sepa entonces, quiénes no lo son cuando desean aparentarlo [un banco, un curador, un artista], para no equivocar el camino.

Espero que me entiendas, que no se trata de un asunto personal; sino de mi posición individual, quizás idealista, pero soy de ideales y no de situaciones ordinarias.

Estimados lectores de Esfera Pública,

No se dejen confundir por la formalidad de la carta de Lorena, que ni es una carta formal, ni la escribió Lorena (asi fuera carta formal, firmada, enviada y recibida y sellada, y tecleada por los dedos de una Lorena). Si aparece Víctor Albarracín en medio de la discusión es una fachada más para engañar, un sofisma de distracción: todo lo escribió él. Todo esto es una obra de arte, es una ficción. Es la manera de Víctor de apoderarse del Salón BBVA Nuevos Nombres: Ensayos para un mundo perfecto para hacer su propia obra. Todo no es más sino una pieza más de su Ensayo (perfecto) para un mundo (fracasado).

Así como la verdad es que la obra que se expuso, en realidad, no era de Lorena, sino de Víctor. La obra, en realidad, no era el cuadro allí colgado, sino el video y el cuadernito que lo acompañaban: un video donde una actriz destruía un cuadro a martillazos y un cuadernito donde se nos explicaba el por qué (y toda esta trama que vendría después). En el escrito estaba el lamento ocasionado por el maltrato infringido a un pobre cuadro de madera por parte de las crueles galerías, anécdota que por medio de la literatura era transmutada alegoría sublime de las múltiples promesas incumplidas. Pero si el texto presentado en lugar de ser fanzine era cuadernito, lo era con el sueño de ser destrozado. Quien lea bien el texto arriba firmado por Lorena podrá ver allí la felicidad del autor de que su obra triunfara, el robo aquí presentado como una agresión, no constituye otra cosa que una celebración, un aplauso, nada más sino la prueba de su éxito, y de la gran aprobación que el autor goza entre su público.

Al ver la obra, al final de la escalera, al terminar de leer y ver el video, yo me preguntaba: ¿Por qué junto al video de la destrucción del cuadro aparecía esa extraña resurrección del mismo? ¿Qué sentido tenía? ¿No bastaba con el video, que junto con el cuadernito, funcionaba ya como centro y eje de toda la exposición?

Luego llegué a pensar que se trataba de un caballo de Troya, que la idea era que el cuadro itinerara y se dañara, e invitara así de nuevo a la furia de la pintora, alimentada por el malestar de su camarógrafo, para destruir nuevamente el cuadro y reescribir el mismo texto pero poniendo ahora «museos» y «bancos» donde antes ponía «galerías».

Pero algo raro debió pasar que urgió a la pareja a adelantar la operación (¿o sería éste el plan original?). No sé si sería la furia por perder el turno para la beca, otra oportunidad perdida por pegar un mordisco al dedo meñique de la mano caritativa. O que vieron en el problema del embalaje la coyuntura para un mejor final de la trama. Según mi humilde punto de vista, todo esto resulta una lástima, porque para completar correctamente el cuento contado por el curador y por el artista (ese del ensayo, la repetición y el fracaso) habría sido mejor que todo esto sucediera al final. Que en los noticieros saliera Lorena (o a una banda de artistas enmascarados) atacando con un martillo el maltrecho cuadro en la última sede de la muestra.

¿Por qué no esperaron a mostrar a la opinión pública ese cuadro con todos los desperfectos ocasionados por el largo proceso de descuido y abuso por parte de los supuestos benefactores? ¿Será que sospecharon que el cuadro llegaría en buenas condiciones al final?

Es una lástima ver cómo una gran obra de arte es malograda por la prisa. La carta que vemos arriba sin duda es una bella pieza (casi perfecta) de ficción (una bonita manera de completar la obra). Y nos abre la puerta de este debate. Pero siento que se apresuraron…

O mejor dicho, que se apresuró. Porque Lorena no existe…

A Lorena no le crean nada, Lorena es un invento de Víctor. Víctor, el curador, el cuenta cuentos, el que escribe textos para exposiciones y prólogos para catálogos, y que ahora se cuela en la exposición… él que no es un nombre nuevo… pero que igual como ha expuesto poco… bien podría serlo…

Pero a Víctor hay que creerle mucho menos, porque a Víctor me lo he inventado yo. Y en realidad es un artista famoso con cientos de exposiciones en el Bodegón. Desde allí, desde los rincones y los pasajes, desde las tarimas y desde el púlpito del salón de clase, y sobre todo desde sus textos y sus discursos, ha creado para nosotros una fauna de personajes de lo más variada y vistosa (en medio de la cuál, sin duda, brilla Lorena). No es sino verlos en las exposiciones y galerías locales e internacionales, cada uno con sus pintas, con sus desfachateces y desventuras, con su obsesión por el fracaso y su rebeldía rockera y melancólica, con su inconciencia crítica y su mirada (y dentadura) afilada. Todos como personajes de cuento: de un cuento de Víctor…

Ha sido tal el éxito de su fracaso que ahora incluso comienzan a verse plagios, jóvenes que aparecen como artistas y que para serlo se copian de aquellos personajes. (Varios de ellos poblaban, como fantasmas, los cuartos de la Casa Republicana)

Ya me doy cuenta, eso fue lo que debió molestarle al autor: ver en estos Ensayos… una versión pervertida de su propia obra. Un cuento que se apropiaba de algunos de los personajes originales pero que de resto se poblaba de copias no autorizadas.

Debía ser demasiado ver cómo, en miras de la procura éxito, en este salón de «nuevos nombres», se abusaba de su fracaso. Eso ya era el colmo…

Pero a mí no me crean nada. Yo también soy un invento…

Que, sin embargo, como todo personaje que a tientas intenta recorrer su propia historia, no sabe quién lo talló ni mucho menos quién lo escribe, no logra ver quién lo filma ni quién lo firma, no llegará a conocer quien lo dirige y no tiene idea de a dónde va…

Yo sólo sé que todo está muy oscuro alrededor.

Con cariño, desde la panza de la ballena,

Pinocho.

 

Sr. A. Martín:

La época de la esclavitud, quizás no ha desaparecido [del todo], pero hoy, en pleno siglo XXI, nos indigna humanamente el cinismo basado en clases socioeconómicas, o de posición social, o de puestos con algún grado -ínfimo o grande- de poder.

Todo es representación, teatro -es cierto-, pero es obtuso no advertir -antes de cogerlas con las manos limpias-, que unas piedras blancas en una hoguera, pueden ser en realidad ascuas que queman, y no piedras; y como nos puede suceder a cualquiera, sentimos compasión.

No puedo entender qué le molesta, ante un reclamo justo de Lorena Espitia como para negar su existencia: sí existe: yo la conozco, y trabaja -supongo- a veces, en colaboración con Víctor Albarracín [siendo su compañero], pero ni la «Sociedad del Consumo del Arte», pide individuos absolutos y sin influjo de nadie, porque hace tiempo entendimos que tal maravilla no existe. ¿Que haya exagerado la situación? no lo sé; pero poco favor le hace Ud. al medio, escribiendo una pseudo-ficción que pretendería descalificar categóricamente un reclamo que, de fondo, revela una situación desgraciada a la que hemos llegado.
Nuestra «nación», está muy mal acostumbrada y poco respeta derechos más básicos, ¿cómo no ha de irrespetar unos más sofisticados..? Si las personas que han tenido la posibilidad de tener una buena formación, que no se tienen que dedicar cada día a solucionar el ABC de su vida, responden así ante un reclamo justificado, ¿qué podemos esperar..?

Imagínese por un momento que no está en un feudo llamado Colombia; sino en una país con buen nivel de desarrollo humano, civilizado [quizás conoce alguno], ¿qué pensarían de Ud. al hablar así, con sorna, ante está situación..?, ¿no se autodescubriría – como en medio de una situación kafkiana- donde ya no es mas persona..?

El reclamo es por TODO EL MEDIO, no por UNA persona; espero lo comprenda.

Pues …que lastima, si tengo que elegir entre la realidad y la ficcion, yo eligo la ficcion.

Bueno, eso si, si es una trama urdida por una poderosa mega- corporacion, pues hay si que pereza, por que se siente uno bien engañado, pero de todos modos le quedo bien escrita y la verdad… mejor que la lista de quejas y reclamos sobre el arte, que ya sabemos que es asi. Asi que la realidad esta como muy cruda, pues a elegir una ficcion bonita o a inventarsela al menos.

Valiente. Muy valiente Lorena Espítia. Lo más posible un veto institucional. Pero para un artista joven el Banco no ofrece más espacios que este Salón. Ha podido guardar silencio como sus colegas, tan silenciosos todos ellos, y esperar el reconocimiento oficial.

Valiente también Alejandro Martín. Más allá de estar de acuerdo o no con lo que devela su ficción, es valioso conocer otras aristas distinta a la de los artistas. Habló a titulo personal a sabiendas de la esperada respuesta.

Y para qué esperar un leguleya respuesta oficial. Me quedo también con la ficción. Me quedo con los valientes. Me quedo con la posibilidad de conocer distintas versiones interpretaciones ficciones.

Y ojalá los artistas y funcionarios amantes del silencio del secreto a voces hicieran pública su voz.

Me incomoda sobre manera de las discusiones de este medio que tomen siempre un tono tan personal… de hecho iba a abstenerme de participar por esa misma razón, sin embargo, ahora que los insultos ya han tomado nombres propios he terminado cediendo a la tentación…

Recordaré entonces que la discusión no se basaba en quien es Víctor Albarracín quien es Lorena Espitia o quien es Alejandro Martín ni en que relación hay entre ellos, sino que hablaba de las responsabilidades que artistas e instituciones deben asumir ante un evento determinado, en este caso el salón de Artes BBVA Nuevos nombres Banco de la república.

En primera instancia debo decir que estoy de acuerdo con Lorena en que son las instituciones las que deben costear los gastos que implican los proyectos que ellas mismas inventan, por lo tanto si como institución he diseñado una exposición itinerante los gastos de embalaje transporte y seguros deberían tener su propio rubro dentro de los gastos administrativos. Sin embargo, la denuncia que hace Lorena se hace a destiempo como ya lo había señalado Antonio Diez.

Como participante del evento también tuve un malestar provocado por este inconveniente. El día que fui a entregar mi trabajo y me hicieron firmar el ya renombrado contrato, que no se firmo el día que desmontamos, sino el día que llevamos las obras, por lo tanto no entiendo por que la sorpresa de Lorena sucede dos meses después. Sabiendo que había firmado una sentencia de muerte, al llegar a mi casa revisé la convocatoria con el animo de argumentar las razones por la cuales yo estaba en desacuerdo con la determinación de que fuéramos los artistas quienes tuviéramos que incurrir en estos gastos. Y encontré que en la convocatoria este punto estaba especificado. No había nada que hacer la sentencia no la acababa de firmar como yo pensaba, la sentencia la había firmado con el formulario de inscripción.

De esta anécdota entonces solo debo anotar algunos puntos:

1. Hay que revisar con juicio las convocatorias, y hacer las denuncias antes de haber hecho parte de las exposiciones, en este momento ya resulta absurdo, pues ya se habían aceptado las condiciones en dos oportunidades.
2. Hay que buscar los medios para hacer las denuncias oportunamente, y buscar la manera de que las instituciones se den cuenta de que si uno ha invertido durante cinco años por una carrera, no es justo que asumir una vida profesional que solo acarree gastos.
3. Aprovechando la discusión que se ha dado en torno a este salón haré algunas anotaciones sobre la condiciones que últimamente he visto en algunas convocatorias como el ya nombrado salón de la diversidad de CASA CUADRADA en la que el premio solo cubre los gastos en los que los participantes han tenido que hacer para parte de una muestra que no deja ni un milímetro de pared libre para apreciar las obras. O las convocatorias distritales Bogotá Tiene talento que, con el dinero de nuestros impuestos, exigen un portafolio de los tres últimos años de trabajo despreciando proyectos anteriores que han sido fundacionales para nuestro proceso creativo, y no permiten que artistas que no están activos puedan retomar el camino de la creación, que exigen también que uno ya haya y trabajado el tema en el que el proyecto se centra, como si al trascurrir el tiempo una persona no pudiera interesarse por nuevos problemas de creación, como si las búsquedas no fueran muchas sino una sola. ¿Es el dinero de nuestros impuestos para crear oportunidades para TODOS LOS ARTISTAS o para que las figurillas emergentes puedan consolidarse? ¿es el deber del estado mantener a quien medianamente ha logrado tener visibilidad, o permitir que mas artistas sean visibles? y lo mejor es que como si fuera un chiste, después de exigir que el artista sea activo y cuente con reconocimiento, al final preguntan a que tipo de población pertenece Desplazado? Negritud? Indígena? Si yo, artista plástica de clase media alta, considerada de raza blanca en el tercer mundo (por que ya sabemos que cuando vamos al primer mundo nos damos cuenta que somos mestizos), formada en academia privada, con estudios de posgrado y con alguna trayectoria, veo ciertas dificultades, ¿cómo pueden pensar que la población por la que están preguntando (solo para limpiar conciencia) pueda participar de estas convocatorias? ¿Cuantos desplazados acceden a la universidad? ¿cuantos indígenas? ¿cuantos de los desplazados son indígenas o negritudes? ¿No se dan cuenta de que están excluyendo al recién egresados de la universidad de Los Andes, como para pretender que no han excluido a estas poblaciones?
Seguramente el argumento de la importancia de la calidad de las exposiciones sea el que impere acá, sin embargo, no se les ha ocurrido que por muy agotador que sea para los jurado ver mil y un trabajos de novatos, de artistas sin formación académica, o inclusive de profesionales que para tener con que comer dejan de lado su trabajo y lo retoman de vez en cuando, puede haber ahí propuestas pertinentes para el contexto que merecen ser difundidas?

Por último concluyo que esta discusión en realidad no tiene ningún sentido si los problemas son personales, tal vez deberíamos mirar las políticas culturales que comandan el campo de la plástica en general y no solo una sola convocatoria de la que ya aceptamos sus condiciones, injustas sí pero ya las aceptamos.

Ana María Villate

Como generalmente las discusiones en Esfera se vuelven como esta, me cuesta trabajo leer, muchas veces me abstengo porque luego de hacerlo siento que he perdido el tiempo entre denuncias tontas, lloriqueos, insultos, opiniones de respaldo, quejas de cosas que no vienen tanto al caso, etc.
Cedí a la tentación de leer y no ha sido muy distinto, otra vez llorando sobre la leche derramada. Me parece chévere que usted llame a la cordura y a la sensatez, a ver si se pueden tener discusiones de fondo, a ver si dan ganas de leer otra vez.
Me gustaría mucho que «de la anécdota» quedase la iniciativa de establecer un debate sobre las convocatorias, sobre los deberes (si los hay) de una institución de exigir ciertos requisitos y de ofrecer algunas garantías a los artistas.
Con respecto al caso del salón estoy de acuerdo, en que aquí no hay discusión, todos los artistas que querían participar debían firmar bajo esas condiciones. En el momento nadie alzó la voz ni dijo nada, me imagino que era porque todos parecían cegados por la posibilidad de acceder al «premio», a que le compren y de paso quedar coleccionado, muchos si leyeron que había que ponerle precio a las obras, que extraño y curioso que no se mencione mucho eso.
Antes los Salones Nacionales eran así, todos calladitos enviaban su propuesta, luego los que pasaban de su bolsillo lo ponían todo y básicamente se trataba de entrar, de estar ahí, de invertir en el reconocimiento público y también de ganar, se hacían obras para el salón. Las condiciones han cambiado, el modelo ha cambiado, pero no por iniciativa de los artistas, incluso cuando apareció el proyecto Pentágono muchos se quejaron y había alarma general de que se iban a acabar el Salón Nacional y que lo reemplazaría un modelo con proyectos curatoriales en el cual los artistas según veo no se quejan sino que más bien algunos hacen lo posible por entrar en las curadurías.
Con respecto a los otros puntos, estuve en las jornadas informativas para las convocatorias Bogotá Tiene Talento, allí nos explicaron entre otras cosas que los requisitos de experiencia tienen el objeto de ser un filtro, estas cambian de acuerdo a cada convocatoria, seguramente ellos intentan filtrar a partir de la constancia, por ejemplo algunas personas que estudiaron arte y que hace cinco años no tocan un pincel se acordarán convenientemente que hay dinero por ahí para proyectos y terminarán engordando la tediosa fila de cajas que tendría que revisar un jurado. Sobre la pregunta étnica aclararon que solo se trataba de una encuesta, que querían censar, no tanto discriminar, lo que pasa es que las categorías son como chistosas (no se bien en cual estoy). Se nos aclaró que lo más importante era la propuesta, que fuera viable y clara, las otras cosas son formalidades (no creo que pasen mucho tiempo viendo las fotocopias de las exposiciones).

A los artistas nos encanta quejarnos, hacer drama, señalar y poner dedos en las llagas, pero a las reuniones del Consejo Distritale de Artes Plásticas nadie va, no nos interesamos por elegir a los consejeros o por ver que se hace allá y si se debaten estas cosas. Eso como que se parece a las asambleas de los edificios de propiedad horizontal.
Esferapública debía tener una sección de quejas y un muro para insultos ya que estamos tan cargados.

En debates que involucran una práctica institucional, un problema con una convocatoria o proyecto curatorial es fundamental contar en la discusión con la participación de una persona que hable por la institución, ya sea a través de una respuesta formal, un texto o nota aclaratoria.

Si esto no sucede, la discusión suele quedar con una sola versión de los hechos. También es muy valioso contar con participaciones de otros artistas, como ha sucedido con los aportes de Ana María y Alejandro.

En debates pasados han participado varias personas a cargo de las secciones de arte -así como curadores- del Ministerio de Cultura, el desaparecido Instituto Distrital de Cultura y Turismo y la Secretaría de Cultura.

Por ejemplo, en el último Salón Nacional se hicieron entrevistas con distintos curadores y funcionarios del Ministerio de Cultura. Y se hicieron antes de que abriera el Salón Nacional, cuando los aportes que pueden surgir de los debates se podían tener en cuenta a la hora de concretar detalles de producción y curaduría del mencionado evento.

La semana que viene estaremos iniciando la publicación de una serie de entrevistas que aspiran a revisar la los proceso de interlocución entre artistas e institución.

Esperamos contar con la participación del Banco de la República -seguramente será una muy buena oportunidad para conocer más sobre el programa de Nuevos Nombres y su relación con el Salón del BBVA.

A pesar de haber firmado la mayoría sin darse cuenta que aceptaban pagar los embalajes, o que si se les dana la obra no podrian reclamar, no es absurdo discutir sobre ese tema, como dice Aña María Villate. 

Se pueda sacar a la luz pública la conducta ventajosa de dos instituciones tan prestantes como el BBVA y el Banco de la República.

El silencio generalizado («como ya acepte ahora no me cabe sino aguantarme») es una especie de autosilicio estoico, lo único que hace es proteger a las instituciones. Y aunque se ha dicho repetidas veces, hay que seguirlo diciendo porque en algún momento sentirán verguenza.

Hay muchos partidarios de implantar definitivamente el modelo de financiación privada del arte y sus instituciones que pasan por alto, sin embargo, lo que el caso de Lorena, el trato que recibió y del dichoso contrato que tuvo que firmar han puesto de presente: que los artistas subvencionan a los bancos mucho mas de lo que los bancos subvencionan a los artistas. 

Y no solo a los bancos. Permítame exponerle lo más brevemente posible, para no salirnos de la denuncia puntual:

Desde la época de la administración Uribe, se creó un supuesto régimen de «Seguridad social para artistas», una forma de subsidiar las obligaciones mínimas de salud para los trabajadores del sector, por medio de una estampilla, Pro-cultura.
Nadie que aparezca activo como artista a través de los diferentes censos oficiales -que yo conozca-, se beneficia de esto; y es difícil saberlo, porque el grueso de los artistas siente vergüenza de admitir que no es Tio Rico. Hace tres años, tuve la idea de acogerme a este régimen y ahorrarme un dinero mensualmente, pasé a la alcaldía de mi localidad a preguntar por él, y me dijeron que sí existía, pero que el recurso estaba congelado porque «eran insuficientes los recursos para cobijar a los acogidos que eran muy numerosos». ¿A quién estaremos subsidiando los artistas..?

Es una total desvergüenza que las instituciones que se suponen benefactoras de los artistas, les cobren lo que no cobran a veces las empresas privadas. Pienso que es mucho mejor, renunciar a la calidad social de «artista», guardársela y asumir la calidad social de «artesano», que resulta menos desventajosa.

Carlos Jiménez: sobre lo que ud. dice, el modelo de financiación privada del arte siempre ha funcionado en las culturas donde se producen resultados artísticos que le interesan a la sociedad. No es nada nuevo ni algo que necesite partidarios para implantarse: los productos artísticos de cineastas, diseñadores, dibujantes de comics, (no me cansaré de decirlo) se someten a las lógicas del mercado y estas personas son artistas. Los únicos que se dan el lujo de no someterse a esto son el subgrupo de  creadores que se piensan superiores a todos los demás artistas y que dicen representar al «arte contemporáneo». Arte que debemos más bien llamar «arte conceptual contemporáneo» para ser más exactos. Se trata de un género de arte surgido de la disposición de dineros públicos, única forma de que ese tipo de arte se sostenga.

Antonio Díez: Sobre lo último que dice, que es mejor considerarse artesano que artista, tiene toda la razón, además tener un oficio es algo, desde mi punto de vista,  muy noble y  más digno que ser un especulador de ideas sin pies ni cabeza y que funciona a partir de dimes y diretes, de términos a la moda y chispazos para obras efímeras. Pero claro, para esto último si hay subsidios del estado y para lo primero, en general, no, porque trabajar para la sociedad ofreciendo algo que pueda interesar se considera «comercial». Como dice Botero, esto es ridículo.

En resumidas cuentas, si desaparece la ayuda del estado a ese tipo de «arte contemporáneo», (del que Carlos Jiménez suele hablar en Art Nexus), pues el mismo tipo de arte desaparece, porque los ciudadanos y la empresa privada tienen mejores ideas y encuentran imágenes mas elaboradas en las cuales invertir su dinero.
 

Dimo:

Yo sé que a ti te encanta el modelo Strauss-Kahn pero no deberías hacer declaraciones tan impúdicas y desvergonzadas. (Y pensar que te educaste en una institución estatal). No sé bien a qué cineastas, diseñadores o dibujantes de fumetti (prefiero la palabra italiana en lugar de la odiosa palabra yanqui «comic») te refieres, pues aquellos que suelen hacer obras meritorias no lo hacen bajo el ala ¿protectora? del mercado sino por su propia cuenta y riesgo. Se nota a leguas que el mercado ha limitado tus opciones de elección, pues deberías estar más enterado de lo que acontece en la escena independiente mundial.

También deberías hacer una distinción entre dos hechos completamente diferentes: una cosa es que detestes eso que pones entre comillas (arte contemporáneo -etiqueta que le queda perfectamente bien a tu obra, por cierto-), y otro asunto bien diverso es hablar de la conveniencia de la financiación pública o privada de esta clase de certámenes.

Yo lo único que digo es que la financiación privada sueña con convertir los intangibles asociados con la expresión estética en un límpido y exitoso Ikea del arte (Ikea, para quien no lo sepa, es la megacadena sueca de ventas de enseres para el hogar -recuerdo que hasta Pavement le dedicó una canción al asunto: «Date with Ikea»-).

En fin, siempre he pensado que deberías ponerte en contacto con la Escuela de Chicago o con la London School of Economics y donarles alguno de tus cuadros para agradecerles infinitamente por las grandes contribuciones que han hecho a tu pensamiento (sobra decir que no te darían ni las gracias, pues tu obra, dado que no eres una superestrella del arte, les importaría un comino).

Pare de sufrir. El tema es demasiado amplio como para tratarlo en un pequeño comentario y se sale de la discusión que suscita este debate. Por eso  puse algunas ideas en respuesta (pulse aquí)

 

Alejandro, claro que es un chiste que después de aclarar que están poniendo «filtros» que no permiten que quien no esta activo se reactive, o que quien no ha estudiado tenga que demostrar que accede a aparecer en espacios que de por sí están diseñados para quien ha estudiado, pregunten después si quien puede acceder a la convocatoria pertenece a alguna de las comunidades mas pobres del país. podrías contestarme porcentualmente ¿cuantos afro colombianos tienen acceso a la educación superior? ¿Cuantos indígenas? ¿Cuantos desplazados? ¿con cuantos representantes de estas comunidades estudiaste tú?
si quieren hacer un censo, no es entre los artistas clasemedieros arribistas como nosotros que van a encontrar a los desplazados….

por supuesto que es un chiste, se está partiendo de la base de que todos tenemos las mismas oportunidades cuando entre poblaciones con realidades menos traumáticas como la del individuo de clase media que renunció a la producción artística por que le generaba mas gastos que ganancias se está haciendo ya un «filtro» que podemos llamar «filtro» o podemos llamar EXCLUSIÓN.

Hace unos meses en un tono bastante divertido Lucas Ospina publicó por este medio un articulo que se llamba «¿De qué Vive un Artista?» en el que exponía las razones por las cuales la mayor parte de quienes estudiamos artes plásticas no producen. De manera acertada Ospina hablaba de cómo las pocas oportunidades laborales que ofrece el medio hacen que los egresados de las diferentes universidades que ofrecen programas de artes plásticas emigran hacia la publicidad y el diseño por un problema real (se necesita dinero par vivir) y no moral (es una falta de compromiso abandonar tu carrera de artista). Me parece a mi que es bueno no perder de vista esta problemática, abandonar la producción artística no es un delito, es lo natural cuando son mas los gastos que genera que las ganancias que da, por lo tanto es viable que quien está trabajando en una empresa de publicidad para pagar sus servicios pueda acceder a una convocatoria pública para realizar su trabajo plástico después de haberlo abandonado por un tiempo . Después de todo se supone que el dinero que el estado invierte en cultura es para que haya una expansión de esta última, no para mantener un medio que mas que medio es un cuarto dado que cada vez cierra mas las posibilidades a quienes intentan a acceder a él.

en cuanto al problema puntual BBVA Banco de la república Versus Lorena Espitia, mi idea no es, como expone Elizabeth García, que haya que guardar un silencio estoico, sino imaginar un escenario diferente: que no se trate de que una artista (En este caso Lorena) que tiene toda la razón en protestar, pero que dado que firmó un documento no tiene forma alguna de ganar esta batalla, ya que al firmar ese mismo documento eximió a los bancos de pagar los daños causados a su obra. Se trataría mas bien de imaginar que en octubre del año pasado hubiera llegado a la gerencia cultural de estas dos instituciones una carta firmada por 200 artista o mas, que dijera:

por medio de esta misiva queremos comunicarles que los artistas abajo firmantes nos abstenemos de presentarnos a su convocatoria debido a que no estamos de acuerdo con el punto número 7 de la misma, en el que se expresa que debemos ser nosotros quienes asumamos los gastos de embalaje y seguros de la obra durante la itinerancia de la exposición. Hemos tomado esta determinación porque consideramos que es deber de las instituciones organizadoras del evento garantizar el cuidado y buen mantenimiento de las piezas, y que nuestra actividad profesional no debe generar gastos sino antes bien procurar que nosotros podamos vivir de ella.

Cordialmente…

No tengo totalmente claro para que es la encuesta pero supongo que medirá dentro de cada gerencia el porcentajes de personas que se están presentando y se consideren LGBT, o supongo que en artes plásticas que tradicionalmente ha sido un medio arribista haya menos afros que en música. Con chiste o sin chiste la discriminación es y posiblemente seguirá siendo visible antes y después de las encuestas. Ojalá sirvan de algo y que más allá de los resultados previsibles en un futuro próximo no solo un porcentaje significativo de afros estén en las convocatorias de hip-hop o existan grupos musicales de campesinos desplazados presentándose a la convocatoria de músicas regionales de Colombia.

En artes plásticas la escasa diversidad o más bien la especificidad de las convocatorias ha generado formas de participación desconsideradas, como lo que sucedió en las primeras versiones de Barrio Bienal en las que muchos estudiantes de arte o recién graduados se infiltraban, con el fin de hacer «sus primeros pinitos». Chévere que como propone Jaime Iregui nuestras preocupaciones logren eco en un debate en el que participen los de adentro, los funcionarios de IDARTES en este caso por ejemplo.

El artículo de Lucas una vez más mostraba jocosamente como de este minimedio sólo subsisten quienes tienen poder adquisitivo, el que  puede hacer una maestría y que como profesor logra vivir de sus clases o el que tiene renta (heredada) o algún negocio que finalmente le permite ganarse ese tiempo para echar globos y mantener una producción artística.

Acerca del punto neurálgico del Salón, nos acercamos de nuevo pues creo que las soluciones deben ser preventivas, sería ideal que fueran antes y no después de estar descalabrados; aunque confieso que me encontré con Lorena dos días antes de la inauguración del Salón en la noche (un lunes), el último día de montaje (el martes era cerrado y se inauguró un miércoles), ella estaba molesta por algún problema menor y charlando le dije que a mi una de las cosas que realmente me parecían problemáticas era participar en una exposición itinerante tan ambiciosa sin que las obras tuvieran seguro, curiosamente esa preocupación no pareció tener ningún eco inicialmente, ni en ella ni en otros artistas, sólo hasta ahora. Me quedé pensando en lo egoístas que somos en este gremio, cada uno pensando en su parte y ahora lo que queda es armar quilombo en un foro de solidaridades convenientes (los valientes) porque bogotanisimamente los  artistas somos pobres todos pero eso si muy decentes. Desafortunadamente sigue siendo más difícil enseñarle a un mudo a hablar que poner de acuerdo a doscientos artistas plásticos, ojalá fuera distinto.

Ante esas intenciones de armar gremio y reclamar se queda el proponente solo y discriminado. Nadie quiere saludar al disidente, al «grosero», al antisocial. Puede ser catalogado hasta de subversivo y en un país con un modelo de seguridad democratica, eso tiene demasiados riesgos. Lo digo por experiencia propia. Pero por que no exigir que por lo menos se nos pague un salarío mínimo por exposición?, que pena ni que nada, seria un comienzo, acaso esta no es una actividad profesional?. Hasta los poetas les pagan honorarios por la lectura de sus poemas. Entonces el modelo no es solo de los bancos, igual funciona con los centros de idioma extranjero, galerias, etc.

En Manizales algunas salas de exposición no solo le exigen al artista pagar los catalogos sino que hasta es obligatorio » DONAR » una de las obras de la exposición para la colección, eso si, el artista decide cual de ellas!!!. Aquí todos comenzamos así y el modelo continua, y nadie sabe en manos de quien caen las supuestas donaciones. Despues pasamos a Bogotá, con el modelo de cobro por inscripción y si es seleccionado derechos de inauguración, coctel y catalogo de la GALERIA CASA CUADRADA. Hagame el favor, y si quieres armar tu curriculum pues te arriendo la sala por partes ( entre varios artistas ) o pagas todo y expones individualmente.
La verdad es indigno prestarnos a todo esto, y este ego es explotado por los comerciantes de la cultura.
Nosotros nacimos para algo digno, ser artistas, hacer de nuestra labor algo que incida en la sociedad que nos toco vivir y no permitir tanto ultraje.
Merecemos un debate a fondo sobre estas cuestiones y desde el Ministerio de Cultura o Esfera Pública deberia promoverse un foro sobre el tema.
Sin embargo, cuanto callamos, cuanto permitimos con nuestro silencio…

Hace unos días leí esta carta y la verdad me preocupe bastante por lo que decía, no entendía muy bien las cuestiones que se denuncian en ella, así que revise uno por uno los puntos de la carta. Entonces encontré algunas cosas que me parecieron demasiado ilógicas viendo como había ocurrido el montaje y visitando varias veces la exposición en la Luís Ángel Arango. Por un lado diré que comparto la idea que una obra debe ser respetada por las instituciones a las que se ha hecho entrega y cuando esto no se cumple su autor debe tener el derecho a retirar esta misma, pero creo que debe pensar seriamente si las razones expuestas son lógicas o no lo son, pues al escribir una carta como ésta, la cosa se presta fácilmente a deslegitimar a una institución o instituciones.

Quiero que el mismo publico de artistas, galeristas, curadores, montajistas, y claro como no, espectadores revisemos lo que denuncia Lorena punto por punto:

– Durante el periodo de exhibición de la obra se produjo la mutilación y robo de tres libros que hacían parte del proyecto. El robo y mutilación permanentes me llevaron a gastar dinero en la reedición de estos libros. Considero que no hubo una vigilancia estricta y constante que garantizara la seguridad de la obra.

Sobre esta parte diré que veo muy poco probable tener un guardia para cada una de las obras siendo que hay unos 43 artistas aproximadamente por lo cual es bastante difícil no sufrir algún tipo de daño y más en una exposición que itineraria durante un año. Tengo una duda acerca de la reedición de los libros pues creo que nunca vi que tuvieran isbn. Aun así puedo entender que el artista se moleste pues uno siempre desea que el publico entienda que hay maneras de saber si uno puede o no puede llevarse parte de la obra, si vemos obras como la de Félix González Torres entenderemos que bajo esa repetición de elementos (dulces, folletos) existe una intención por parte del artista en darle al mismo espectador parte de esa pieza, pero si la obra es un libro amarrado con un hilo de Nylon la intención posiblemente es que el mismo espectador lea el libro y lo deje para la posterior lectura de otro espectador.

– Por esta misma causa, la obra, entregada en perfecto estado al Salón, terminó llena de huellas, mugre y otras marcas que la han deteriorado, pues no se impidió al público tocarla o, quizás, su desmontaje no se hizo de la manera adecuada.

Esta es la parte que me parece increíble de entender . Como artistas plásticos siempre hemos de evaluar los materiales que usamos en nuestras piezas; si deseamos que nadie las toque pues o ponemos avisos, o ponemos una urna de cristal alrededor o por fin entendemos que lo más posible es que el publico desee tocarlas y que si se trata de un libro la cosa se complique y deseen (o vaya desfachatez) tocarlo y ojearlo, y seamos realistas es muy posible que en general no nos lavemos las manos para hacerlo. En verdad creo que la artista debería poner una cerca eléctrica o algo que elimine las manos de todo espectador que desee tocarla, claro si se quiere mantener a raya al publico. En cuanto al desmontaje viendo como fueron montadas las piezas me es muy poco probable esta aseveración, pues vi un intenso cuidado con cada una de las obras.

– Los materiales de embalaje de la pieza (plástico, papel encerado, esquineros de cartón y cintas) desaparecieron, por lo que la obra permanece actualmente sin ser empacada y con alto riesgo de sufrir daños aún mayores.

Esto si es una total embarrada pero me pregunto con que empaco la obra, por lo que aparece supondré que lo hizo con esquineros de cartón, plástico (será posible que sea de burbujas o se referirá a un recipiente de metacrilato), papel encerado y cintas. En el caso que no sea un recipiente de metacrilato he de decir que me parece un poco insegura esta forma de embalaje teniendo en cuenta que itineraria por un año, el plástico de burbujas ¡no! proteje a una pintura. Así que sobre los guacales obviamente se que pocas veces tenemos el dinero para comprar unos y tal vez nos de pereza hacerlos pero no alucinemos si la institución nos lo pide, pues como artistas “profesionales” debemos saber como empacar una obra y dudo mucho que el equipo de montaje no halla embalado la obra por falta de cintas, plástico de burbujas, papel encerado y demás… seguramente no fue empacada por que la única manera de mantener a una obra en legitimo estado de conservación es en un guacal.

– Si bien estaba contemplado, en la convocatoria y en el contrato que los artistas firmamos con el Salón, que las piezas no tendrían seguro y que los participantes asumiríamos los gastos de transporte y de embalaje de las piezas, nunca fue explícito que esa responsabilidad se extendía a lo largo de toda la itinerancia. Considero que no deben ser los artistas los responsables de cubrir estos costos y que es la organización del evento la que debe garantizar la seguridad, el embalaje y el buen transporte de las piezas. De otro modo, no tendríamos ninguna garantía de que, en medio de la itinerancia, los organizadores decidieran que los artistas pagáramos el transporte de las obras por todas las ciudades (lo que también podría suponerse debido a la ambigüedad de la convocatoria con respecto a este punto).

Sobre esto diré que al ser uno de los artistas expositores sabia que el seguro estaría por cuenta de cada artista pero nunca se me informo ni por escrito ni verbalmente del cobro del transporte por lo cual llame a la encargada de la itinerancia y me dijo que nunca se pensó en cobrar el transporte a ninguno de los artistas. Por lo tanto no entiendo que ha pasado con Lorena, pero creo que toda persona, seamos artistas o no, deberíamos revisar la veracidad de lo que se comunica en este escrito antes de dar un voto a favor o en desacuerdo.

Como artistas debemos responsabilizarnos de nuestra obra y tener muy en cuenta como la entregamos pues se supone que en este salón estamos gente joven pero con una cierta coherencia para entender tanto las necesidades de la obra como las posibles necesidades al embalar una pieza.

Bien lo dijo el poeta-funcionario:

«… sin embargo, como todo personaje que a tientas intenta recorrer su propia historia, no sabe quién lo talló ni mucho menos quién lo escribe, no logra ver quién lo filma ni quién lo firma, no llegará a conocer quien lo dirige y no tiene idea de a dónde va…»

Bien lo dice la página oficial del Museo de Antioquia:

«Ensayos para un mundo perfecto

El jueves 26 de mayo se realiza la inauguración de esta exposición que reúne artistas de todo Colombia. El éxito, la perfección y la belleza como ideales personales, y la eficiencia, la productividad, la equidad y el desarrollo como ideales sociales son algunos de los paradigmas que dirigen las acciones de una sociedad que corre tras el éxito. Aunque proyectado y deseado, este mundo perfecto pareciera ser en nuestros tiempos una ilusión colectiva.
Curaduría: Carlos Betancourt.

En exhibición entre el 26 de mayo hasta el 17 de julio de 2011.»

¡Están todos cordialmente invitados!

Es cierto que, tal como señalan Ana María Villate y Alejandro Mancera, puede afirmarse que un contrato es un documento sobre el que no existe discusión posible y que, como firmante, se aceptan las condiciones sin chistar.

Por ejemplo, el dichoso «contrato» que Lorena Espitia firmó con la Unidad de Artes y Otras Colecciones del Banco de la República, documento de la discordia en este caso, podría sernos de utilidad para pensar en la situación y para hacernos algunas preguntas que considero importantes aquí.

Para empezar, al leer el documento, no veo con claridad que lo sea. En ninguna parte se menciona esa palabra en el texto, pues la palabra que titula el escrito es «Acta de Recibo». Así pues, habría que preguntarse si un Acta es un Contrato. La verdad, no lo sé y creo que debería consultarse a un abogado a ese respecto.

Luego vendría otra consideración: el documento en cuestión viene con el logo del Banco de la República y su responsable directo es el señor Carlos Chang Coley, funcionario del BR. Por ningún lado aparecen el logo ni la firma de funcionario alguno del BBVA. Así pues, debería concederse el hecho de que las partes aquí son, por un lado, Lorena Espitia y, por el otro, el Banco de la República.

Si seguimos con el tema, resulta curioso pensar en por qué todos los descargos de responsabilidad presentes en el Acta eximen al BBVA, mas no mencionan directamente al BR. ¿Puede, en este «contrato», ser totalmente irresponsable el BBVA, mas no el BR? ¿El BR sí debe responder por el contrato que firma?

Entonces, surge otra pregunta: ¿puede un funcionario de una institución suscribir un documento con un tercero para eximir de responsabilidades a otra institución? ¿Quién es el funcionario que representa con su firma al BBVA, directo interesado y depositario de todos los descargos aquí? ¿Puedo yo, como profesor de la Universidad Distrital, firmar un contrato con un policía en el que eximo a la Universidad de Antioquia de sus responsabilidades en caso de que a sus estudiantes les dé por tirar papas explosivas que dañan una tanqueta en Medellín? Creo que no, incluso si ambas universidades hubieran suscrito entre ellas un acuerdo de colaboración.

Pasando al penúltimo párrafo, viene el centro de este debate. Ese párrafo dice:

«El BBVA no asume responsabilidad alguna por el transporte, embalaje y seguro de las obras. El envío de las obras al lugar indicado por el BBVA se hará por cuenta y riesgo de cada participante, y éstas deberán ser remitidas debidamente embaladas, protegidas y listas para exhibir, con su respectiva ficha técnica. Las obras enviadas en empaques defectuosos o inapropiados no serán admitidas».

Así pues, si aceptáramos que esta Acta es un contrato, a pesar de no tener la firma de un representante de la institución a la que alude, deberíamos preguntarnos:

– Si bien se exime de responsabilidad al BBVA, ¿vemos algún indicio de que el BR, cuyo representante firma el acta, esté eximido también?

– Si «las obras enviadas en paquetes defectuosos o inapropiados no serán recibidas», ¿por qué la encargada del desmontaje y transporte de la muestra, y el curador mismo, le ofrecen a Lorena la posibilidad de trastear la obra por todo el país envuelta en plástico burbuja?

Para terminar, me quedo con un señalamiento que considero fundamental: si no aceptamos la diferencia entre acta y contrato, si no entendemos que un contrato debe ser firmado por las partes que asumen responsabilidad directa, si pensamos que está bien que una de las partes proponga a la otra prácticas que están estipuladas como prohibidas en el seno mismo del documento que firman, entonces:

Debería exigirse a todos los artistas –demandándolos a todos, y demandando también al BBVA y al Banco de la República– que pagaran el transporte de sus piezas a lo largo de toda la itinerancia, pues eso está ESTIPULADO CLARAMENTE en el «contrato» y, como se sabe, ningún artista está cumpliendo con esta condición.

Si pensamos, por el contrario, que un acta no es un contrato, si creemos que en un contrato no puede haber un incumplimiento consentido por la omisión de las partes que lo suscriben, si consideramos que las partes no deben negociar soluciones claramente prohibidas en las cláusulas de eso que firman, etcétera, entonces es legítimo pensar en que aquí hay un debate, que estamos ante una serie de inconsistencias institucionales y que los artistas tienen el derecho legítimo a reclamar y a buscar la obtención de unas condiciones claras, dignas y aplicables para el transporte, el embalaje, el montaje y el seguro de sus obras.

Pero eso no va a pasar mientras las condiciones no sean realmente claras, mientras la negociación de todo se siga haciendo por fuera (artistas a quienes, gracias a un diálogo directo, el salón les financia parte de la producción de sus obras, encargados del montaje del salón que son los mismos que le venden los guacales a los artistas, curadores que ofrecen enviar obras pesadas envueltas en plástico burbuja, artistas, como Lorena, que intentan conseguir el guacal propio antes que hablar del guacal de todos, artistas, como muchos otros, que aún indignados van a pagarle el guacal a la empresa a la que contratan del salón para el desmontaje del salón, etcétera) y mientras los artistas sigan guardando silencio cada vez que alguien les pone el pie encima.

Tal vez yo habría podido entrar a esta discusión diciendo que comparto absolutamente la posición de Lorena Espitia, y entonces así sería mucho mas fácil para usted ver el punto que tenemos en común… mi papel acá es de sapa, lo que intenté hacer al entrar a esta discusión fue ampliar un poco el espectro dado que las condiciones de la convocatoria eran ya de por si injustas, que seguramente todos lo vimos, pero que sabíamos que abstenernos de concursar lo único que hace es quitarnos la mínima visibilidad que tenemos…. Así que organice mi alegato refiriéndome al caso específico para llegar a visualizar el pobre panorama de posibilidades al que un artista plástico esta expuesto en este paupérrimo medio. Lo que me interesa entonces es plantear la posibilidad de que a futuro podamos discutir antes de haber entregado con afán nuestros argumentos de discusión, en este caso la firma…

una firma es más que un tag que el joven grafitero pone en cualquier pared de la ciudad como forma de autoreferenciarse, como una manera de apropiarse de esa pared específica, todos sabemos que esa pared será suya solo hasta el momento en que el dueño de la construcción (que lo demuestra gracias a una serie de firmas que aparecen en unos papeles que llamamos escrituras) pone pintura sobre el tag. Una firma no solamente sirve para saber que valor comercial tiene un lienzo, todos sabemos que el mismo objeto se valoriza si dice Picasso 1925 y se desvaloriza si dice Villate 2011. Una firma sirve para mil propósitos mas.

Una firma en el sector público vale mas dependiendo quien la haga, un funcionario de planta tiene el poder y el deber de firmar, mientras un contratista solo puede firmar sus propios informes ya que aun cuando sus funciones deberían ser de planta, su actividad debería generar hechos que solo mediante cartas firmadas se pueden conseguir, jamás la carta enviada por el contratista tendrá la validez legal que tiene la carta del funcionario de planta, sea cual sea el cargo del contratista, éste no puede firmar una orden. Una firma manda a la cárcel a los funcionarios de planta que han hecho parte de los grandes escándalos gubernamentales, les adelanto que Andrés Felipe Areas no está en la carta porque sabe cual es el valor de una firma, así que puso a todos sus subalternos a firmar los papeles que legitimaron subsidiar a sus millonarios amigos. En contextos mas domésticos, una aburrida contratista del sector publico quiso renunciar a su cargo pensando que su contrato mantenía las clausulas de contratos anteriores, y no pudo hacerlo dado que con ocasión de la ley de garantías este contrato estrenaba una clausula que dictaba que en caso de renuncia tendría que pagar un porcentaje del monto del contrato a la institución, una firma obliga a una joven artista que vendió hace 5 años una obra por $ 800.000 a ir a arreglarla cada vez que esta última a avería, en esta labor ha gastado ya $ 600.000 así que imagínense cuanto habrá gastado dentro de 15 años, esta artista ya puso remedio a esta situación y ha encontrado nuevas formas de mediar con sus clientes, pero dado que el compromiso que hizo en su primera venta quedo firmado no tiene otro remedio que cumplir con él sopena de tener que enfrentarse con una demanda. Otro amigo por la falta de una firma tubo que gastar dinero que no tenía presupuestado gastar, pues su room mate decidió irse cuatro meses antes de lo que estaba acordado, dejándolo colgado con arriendo y servicios, y sin manera de demostrar que tenían un acuerdo al respecto, pues no se había firmando nada….

Quien firma un papel en blanco puede tener muchos problemas como quien firma el formulario de una convocatoria que advierte “BBVA no asume responsabilidad alguna por el transporte, embalaje y seguro de las obras. El envío de las obras al lugar indicado por el Banco se hará por cuenta y riesgo de cada participante, y éstas deberán ser remitidas debidamente embaladas, protegidas y listas para exhibir, con su respectiva ficha técnica. Las obras enviadas en empaques defectuosos o inapropiados no serán admitidas.
BBVA procurará mantener las obras en el mismo estado en que las reciba, pero no se hará responsable por calamidades como hurto, robo, vandalismo, motín, terrorismo, incendio o daños fortuitos. Se sugiere a cada artista tener asegurada su obra por el tiempo comprendido entre el despacho de la misma y el retorno a su autor después de la exposición.” Y mas adelante reitera que al firmar la embarraste de la siguiente manera “La inscripción en el Salón BBVA supone que el participante que la realiza conoce y acepta las condiciones; por lo tanto, los artistas inscritos quedarán sometidos íntegramente al presente reglamento.” y que como si no hubiera cometido ya un error firma que entrega una obra con guacal así ese no haya sido el caso…. Todos firmamos que habíamos entregado una obra con guacal, ellos pueden demostrarlo, ¿cómo demostramos nosotros que no fue así? ¿acaso no firmamos un documento se llame como se llame en el que decidimos decir una mentira con el afán de no ser descalificados de un concurso? Nuestra firma es un argumento a favor de BBVA nos guste o no. Tal vez puedo decir que Lorena tiene toda la razón pero no puedo decir que tenga los medios para que su reclamo pase de ser una queja mas de las que nos gusta leer por el seudo mono de la pila que es esferapublica a ser oído por quien le solucione el problema.

Solo puedo agregar que legal y justo no es lo mismo y que desde el punto de vista legal, habiendo firmado los documentos que firmamos tenemos todas las de perder, puede que en el debate que estamos realizando salga Lorena victoriosa, pero es seguro que ninguno de los dos bancos pagará ni siquiera el precio de producción de los libritos que fueron robados, y que en un año o dos cuando realicen de nuevo la convocatoria en las mismas condiciones, saltará todo el mundo a participar.

Parece que de esto se trata, de no mirar los problemas estructurales de un medio mas pequeño que una uña que solo cuenta con el 0,29 % del presupuesto de la nación, que tal vez por eso mismo la empresa privada no quiera invertir en él y cuando invierte en él le pide comportarse como en las convocatorias de Colsanitas y el finado premio Botero en el que exigían que las obras no trataran temas que pudieran ofender a otros (traducción: no tratar temas políticos). Tal vez como artistas tengamos la vocación de Josef K quien en vez de ir al problema estructural de ser acusado de algo que no sabe que es, prefiere pelear sin tregua con cuanto funcionario encuentra, cuando sería todo mas fácil para él si buscara el argumento base que lo saque del embroyo, en su caso: no se de que estoy acusado, en nuestro caso: no solo esta, sino todas las convocatorias van más en nuestra contra que a nuestro favor dado que nos implica tener una actividad profesional que genera mas gastos que ganancias. De cualquier manera ya Jaime Iregui intervino en esta discusión anotando que puesto que ningún funcionario de las instituciones implicadas se ha manifestado, la discusión no tiene sentido. Se están haciendo demandas que van al aire…

«…trabajadores maltratados, perseguidos, despedidos injustamente, presionados a renunciar, en clínicas de reposo y hasta empleados que se han suicidado por el abuso y el acoso de una multinacional (BBVA) sin consideración mínima a la dignidad humana»
Noti UNEB. (Unión Nacional de Empleados Bancarios). Marzo de 2011. http://www.unebcolombia.org/pdf/notiuneb/notiunebbbva100311.pdf

Llegado a este punto de la discusión, creo que ya sabemos, que la motivación realmente no es la «vocación de mecenazgo y de gran patrocinador del arte colombiano«. Cuando una entidad como la multinacional bancaria BBVA (obviamente comprometida con los preceptos generales de la economización neoliberal), incluye como uno de los programas de su «Plan de Responsabilidad Corporativa» al Salón BBVA/Nuevos Nombres 2011. Hay principalmente dos razones para hacerlo: publicidad corporativa y deducción de sus impuestos a la nación. Sin embargo, este tipo de iniciativas se sustentan en la retórica características de las instituciones empresariales, una mezcla de letra muerta «…vemos en la educación el mejor camino para lograr una sociedad igualitaria en oportunidades de formación y creación de riqueza» y cifras que le confieren verosimilitud, que respaldan la palabrería institucional: Se han repartido 300 millones de pesos entre los más de 400 artistas jóvenes del país que han participado en los 15 Salones BBVA llevados a cabo. Para esta versión se repartirá una bolsa de adquisición de 50 millones de pesos, más de 500 artistas aplicaron a la convocatoria, 70 fueron entrevistados por el curador, de los cuales se seleccionaron 43 participantes: 5 de la Costa Atlántica, 5 de Medellín, 5 de Bucaramanga, 1 de Tunja, 3 del Eje Cafetero, 20 de Bogotá, 6 de Cali y Popayán, etc.

Y todo, por supuesto, logrado bajo el amparo de la legalidad. Según el modus operandi de las multinacionales: Cuando las leyes del país de turno interfieren con la expansión del capital de estas empresas, hay formas de evadir la ley, interpretarla de forma amañada o actuar dentro de los límites más extremos (Acaso ¡¿No todos lo sabemos?!). No hay que investigar demasiado para darse cuenta que el Banco BBVA busca mantener al máximo como política interna la precarización de sus empleados alrededor del mundo. Según las lógicas de esta estructura empresarial, no es extraño encontrar en el presente caso analogías entre las políticas laborales del BBVA ejercidas sobre sus empleados y la relación del mismo banco con los artistas participantes del Salón BBVA/Nuevos Nombres 2011. Me parece oportuno retomar del presente debate las expresiones reaccionarias de un par de empleados actuales de la seccional cultura del Banco de la República de Colombia cuyo sentido de pertenencia institucional se ve en la actualidad inevitablemente adscrito al BBVA. Por una parte Andres Borda (Montanista del Salón BBVA/Nuevos Nombres 2011. M.A.B.R.) y Alejandro Martín Maldonado (Coordinador de la Biblioteca Virtual. BLAA). Los dos muestran graves síntomas de precarización laboral de si mismos, convirtiéndose en ejemplos patentes que alertan de la gravedad del malestar que evidencia este percance: Desconocimiento de la estructura institucional evidenciada en una miopía que limita la visión sobre el asunto no más allá de las funciones específicas que se le han asignado: «Sus palabras solo me generan tristeza ante el empeño que yo personalmente puse ante esta obra tratando de solucionar de la manera mas eficiente y profesional todos los detalles técnicos que la obra sugería» Andres Borda. Y por otra parte un intento temible de deslegitimación o silenciamiento de las voces que se manifiestan en desacuerdo con el dictamen de bienestar institucional (para el que todo funciona bien), respondiendo desde su condicionamiento como funcionario a la manera de quien cobra una especie de venganza inconsciente, por la perdida de su voz propia, en contra de quienes aún son capaces de esgrimirla: «No se dejen confundir por la formalidad de la carta de Lorena, que ni es una carta formal, ni la escribió Lorena (asi fuera carta formal, firmada, enviada y recibida y sellada, y tecleada por los dedos de una Lorena). Si aparece Víctor Albarracín en medio de la discusión es una fachada más para engañar, un sofisma de distracción: todo lo escribió él«. Alejandro Martín. Encontramos una verdadera aberración del trabajador en este tipo de precarios que actúan, sin darse cuenta, como victimas-victimarios, replicantes del mismo sistema que los coarta. Parece acercarse la época en que serán mas frecuentes las posturas reaccionarias que las revolucionarias, recuerdo aquí las expresiones extrañamente «voluntarias y libres» de los empleados de la intervenida Saludcoop, que en días pasados manifestaron a favor de sus jefes acusados de corrupción.

Otro síntoma de la precarización está en la autoexclusión del debate sobre las propias condiciones, lo que en este caso también puede convertirse en una forma incipiente de esquirol. De los 43 «Nuevos Nombres» de este año, aquí sólo se ha escuchado la voz de Oscar Mauricio Castellanos, Alejandro Mancera Obando, Leonato Povis y Ana Maria Villate Marín, además de la de Lorena Espitia Torres. Se extraña la opinión de gran parte de la «nómina» conformada por los demás artístas del Salón BBVA/Nuevos Nombres 2011:

Carlos Castro Arias, Liliana Sánchez Rojas, Esteban Peña Parga, Kevin Simón Mancera Vivas, Alejandra Rincón Navarro, Violeta Ospina Domínguez, Andrés Felipe Uribe Cárdenas, Ximena Díaz, Néstor Marcelo Gutiérrez Pinzón, Andrea Acosta, Fonrodona, Santiago Leal, Nelson Augusto Guzmán Avellaneda, Colectivo Autoart (Cristian David Prieto Y Gimena Zambrano), Camila Echeverría Martínez, Sebastián Fierro Castro, Adriana Salazar Vélez, Paola Andrea Tafur, Adrián Felipe Gaitán Chávez, Precarius Tecnológico (Juan Carlos Melo Tenorio Y Otros), Carolina Ruiz Torres, Fernando Pareja / Leidy Chávez, Alexander Rodríguez Vélez, Santiago Escobar Jaramillo, Natalia Castañeda Arbeláez, Liliana Estrada Manzur, Camilo Restrepo Zapata, Mauricio Carmona Rivera, Edwin Alexander Monsalve Álvarez, César Del Valle Cardona, Juan Raúl Hoyos, La Virgen del Milagro (Carlos Mauricio Hurtado López Y Diego Muñoz), Colectivo Producciones Invisibles (Adrián Villa Dávila y Carolina Pinzón Rivera), Andrea Liliana Rey Sandoval, Nicolás Cadavid Cáceres, Colectivo NN (Jairo Tamara, Olga Gómez Angulo y otros), Dayro Antonio Carrasquilla Torres, Ernesto Recuerdo Jiménez, Wilger Sotelo Rojas y Oscar Leone Moyano.

Para los intereses de esta multinacional parece que la forma más extrema de precario ha sido encontrada en la labor del artista plástico: Un trabajador cuya labor consiste en hacer publicidad gratuita a la compañía y además pagar por su itinerancia. Al parecer la mala imagen dejada por los carteles y pancartas de protesta en las sedes del banco (como manifestaciones internas del descontento de los trabajadores) es borrada por la exterioridad del apoyo a exposiciones de arte megalomaniacas.

Así, la dupla de bancos organizadores del Salón BBVA/Nuevos Nombres 2011, ha hecho de la participación de este evento una infamia. Lo que antes representaba la conformación de la lista oficial de los artistas más promisorios del país, hoy estar aquí inscrito en el «Nuevo Nuevos Nombres», parece suponer entrar en complicidad con la normalización del sistema de corrupción aquí descrito y cuestionado; la renuncia personal a los derechos mínimos sobre su labor como artista resulta en el menoscabo de los derechos de todos. Todo parece indicar que la participación de los artistas dentro de las instituciones establecidas va a tener que ver cada vez menos con el arte, y más con la firma de psuedo-contratos a término fijo, sin subsidios de algún tipo o seguridad social, prestaciones laborales ni garantías salariales, además del pago por la vinculación y asumir la incertidumbre de ser elegido por el criterio de representantes de estos dos bancos para la improbable retribución económica por su participación.

vaya! se desató la tormenta con esta convocatoria.
desde lejos (barcelona), pero con cercanía emocional y política, celebro este gran desacuerdo.
no he sido capaz de leer todos los comentarios, por falta de tiempo y concentración, pero quiero aportar una chispita crítica apropiándome de un eslogan revolucionario del mayo del 68 que decía, en relación al mundo del arte, «apartate, objeto!» y que ahora subscribo con el : «apártate, institución!»…

me dí cuenta durante el tiempo que pasé con ustedes en colombia que hay un trecho aún por cubrir respecto al papel de las instituciones en relación con sus políticas culturales. políticas que encubren un disenso real entre estos poderes y las posibilidades críticas de todo acontecer cultural.

desde mi observación de visitante de paso, y como crítica de arte, en cali, en medellín o bogotá, conocí artistas, críticos y asociaciones muy fuertes frente a instituciones poderosas pero sin contenidos.

ahí está el tema, no? nos podemos permitir el maltrato y el silenciamiento como artistas? por supuesto que no. ahí está la punta de iceberg! y no hablamos sólo de arte y artistas, por supuesto!

pilarbonet

Yo creo que aunque las expresiones de inconformidad no lleguen a generar respuesta alguna de las instituciones implicadas, sí es muy bueno que salgan a la luz: son la muestra de una situación crítica del sector que es añeja.

No creo en la posibilidad de evadir el factor económico en estas discusiones, porque nada es gratis; y, si no fuera importante el dinero, los bancos no harían tantos esfuerzos por escatimarle; como lo ha dejado claro esta situación.

En el pasado se decía ofensivamente que el artista, era una especie de prostituta que se vendía al mejor postor, con tal de obtener su premio: el pago.
Esta acusación nunca fue justa, porque no se trataba solo del artista [que sí se prostituye]; sino de todos los dependientes de su pago, la casi totalidad de la sociedad.

Críticos silentes que a la vez exponen en las instituciones cuestionadas, funcionarios que defienden las prácticas abusivas, artistas con trabajo «político» como conviene pero que no dicen ni mu, etc…., etc…

Todos necesitamos del dinero porque todos lo pedimos a los demás contínuamente. Muy poco o nada, lo hacemos sin que medie algún interés económico, pero no podemos recriminar a nadie por hacerlo, porque vivimos en un mundo con esta regla de intercambio todo el tiempo.
Lo que SÍ es fastidioso, es ver como tantos reciben junto con el pago una mordaza, y luego desean aparecer como ejemplos dignos de admiración.

Es magnífico y algo único, ver que se estén rebotando varios artistas plásticos simultáneamente; esto es algo inédito hasta donde recuerdo. Si nada conseguimos contra la injusticia de un trato de hábito con estas manifestaciones de inconformidad, entonces vendrán épocas peores sin duda; [y no es cosa de profecía], al analizar que, quizá, te están pulsando para ver qué tanto soportas, te echarán más carga encima sin reparo.

Un saludo.