Cambio De Gobierno = Cambios En El Salón Nacional

En vez de montar los Salones Regionales en tres ciudades a lo largo de tres meses -como se tenía programado- se llevarán a Cartagena para exponerse al mismo tiempo. Con los escasos espacios de exposición que tiene esta ciudad, ¿cómo se van a disponer las curadurías sin generar una jerarquización en términos de visibilidad?, ¿si el Ministerio de Cultura ya no cubre los gastos de viaje de los artistas que cada curaduría enviaba, a quien le corresponde buscar alternativas de financiación? ¿al Ministerio? ¿a Maldeojo? ¿a los artistas?

En vez de montar los Salones Regionales en tres ciudades a lo largo de tres meses -como se tenía programado- se llevarán a Cartagena para exponerse al mismo tiempo. Con los escasos espacios de exposición que tiene esta ciudad, ¿cómo se van a disponer las curadurías sin generar una jerarquización en términos de visibilidad?, ¿si el Ministerio de Cultura ya no cubre los gastos de viaje de los artistas que cada curaduría enviaba, a quien le corresponde buscar alternativas de financiación? ¿al Ministerio? ¿a Maldeojo? ¿a los artistas?

Entrevista con Rafael Ortíz*

[audio:http://esferapublica.org/rafaelortiz.mp3]

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* Artista, miembro del Grupo Maldeojo y Director del 42 Salón Nacional.

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¿Cogados de la brocha?

A pesar de que considero que las curadurías se constituyeron en el brazo invisible de las instituciones responsables de la administración de lo bello, tanto en la esfera privada como en la pública, y que mediante sus estrategias administrativas se encargaron de desvisibilizar a los artistas y a la crítica, respeto el trabajo de aquellos y aquellas que deciden poner el pecho para sacar adelante proyectos tan difíciles de articular como aquellos de los cuales estamos hablando. No deben ser pocos los obstáculos que debe superar alguien que quiera darle dimensión nacional a un proyecto como el Salón Nacional. Me imagino que pocos querrán estar en los zapatos de Rafael Ortiz después de haberlo escuchado en Esfera Pública. Más piadoso y sublime no puede ser este silencio mudo. Las preguntas realizadas por Jaime Iregui a Rafael Ortiz y las respectivas respuestas de este último, evidencian grietas conceptuales y administrativas que ojalá el director del próximo Salón pueda resanar a tiempo, pues, si se sigue resquebrajando su estructura nada bueno podrá realizarse que tenga realmente un interés nacional. Las preguntas de Iregui ayudan a que los curadores del Salón Nacional se aclaren a sí mismos qué es lo que están haciendo. El siguiente comentario tiene el mismo propósito.

La primera conclusión que puedo sacar de esta entrevista de Iregui, consiste en que, aparentemente, el Ministerio de Cultura dejó colgado de la brocha a Maldeojo y por lo tanto a los artistas nacionales. Ésta es la impresión que queda: alguien está sacando el cuerpo. Y no es precisamente Ortiz. ¿Tan improvisado estaba el Salón Nacional que un cambio de gobierno fue la excusa al dedo, para echar abajo acuerdos que son de interés nacional para las artes y la cultura? Ortiz habló de cancelaciones y de falta de apoyo de otras instituciones. Dicho al oído de los interesados, este es un indicador que nos hace pensar que quizá se ha aprovechado el cambio de gobierno para justificar los ajustes anticipados por el señor Gil. Finalmente los artistas dicen poco respecto a la precariedad conceptual y plástica de nuestro país. Los artistas nacionales no conforman un gremio o una comunidad, sólo existen individualidades. Las preguntas que se hicieron Ortiz e Iregui en la parte final de su diálogo, merecen ser escuchadas por el Ministerio de Cultura: ¿quién es el responsable de tramitarlas?

Ahora, ¿los curadores regionales dejaron sólo a Ortiz con esta papa caliente? Debo preguntar nuevamente: ¿los salones nacionales son verdaderamente nacionales? ¿En qué sentido lo son? Ahora, tal y como presentó las cosas Ortiz, no veo mayor diferencia entre un salón regional y un salón nacional. ¿El criterio de “nacional” es que estén reunidos los regionales per se, sin ninguna cualificación, sin ganancia conceptual o formal? ¿El Salón Nacional es una oportunidad que tienen las regiones para mostrar sus intereses como nacionales? En la versión en marcha, Geoestéticas del Caribe es un debate regional por más que la filosofía contemporánea se esfuerce en darle pátina de universalidad.

Ortiz insiste en que existe un proyecto curatorial pero que su equipo no puede constreñir a los curadores regionales a que sigan los criterios de una curaduría nacional. Pregunta Iregui: entonces “¿qué determina la participación en el Salón Nacional?” Responde Ortiz: “Que [las obras] puedan tener un diálogo muy cercano a la curaduría, pero también que tengan un diálogo cercano a las otras curadurías [las regionales]. Como un sistema de eslabones de obras que sirvan como eslabones para generar una discusión general acerca de lo que es Encuentro de Lugares, que finalmente es eso lo que es el país y reúne [a] todos en un sólo lugar”. Ortiz deja claro que este Salón Nacional tiene un proyecto curatorial, pero que no es una curaduría de las curadurías porque un proyecto así sería una contradicción. ¿Violenta los emporios geoestéticos regionales? ¿El concepto curatorial es sólo para los artistas internacionales?

Ahora, ¿cómo se puede realizar un proyecto curatorial para un Salón Nacional sin tener en cuenta las curadurías regionales? Reuniendo obras para que dialoguen sobre los lugares que las sustancian, afirma Ortiz. ¿Sobre qué van a dialogar? Presuntamente sobre el vínculo entre arte y artesanía. Si esta idea también constituye el criterio curatorial para los nacionales, con seguridad habrá proyectos que no satisfarán las expectativas del curador. No es un asunto fácil, pues, este problema tiene ya una larga tradición: ¿cómo relacionar a los artistas de la forma o del concepto con los maestros del hacer práctico o concreto? ¿Es ésta la idea curatorial? ¿Cuál otra podría ser? ¿Los artistas contemporáneos se acercarán a prácticas artesanales locales que no tienen la pretensión de cambiar el mundo, sino de reforzar sus estructuras ancestrales-caribes? Ante los recortes presupuestales ya vislumbrados o anunciados por el señor Gil, ¿cómo encajan aquí los artistas internacionales? ¿Quedarán por fuera del concepto curatorial? ¿Harán obra in situ sin tener la oportunidad de comprender y pensar el contexto? ¿Vendrán, mirarán y se aprovecharán de la ingenuidad de los colombianos?

Otra conclusión que podríamos sacar de esta entrevista es que el Salón Nacional de Artistas no despierta mayor interés en este gobierno porque a los mismos artistas ya no les interesa. ¿Por qué el Salón Nacional se está diluyendo en geoescepticismo estético? Rafael Ortiz dejó evidenciar tal cantidad de problemas, y a nadie parece importarle. Las respuestas a Iregui no son satisfactorias, al contrario, dejan muchas más dudas. ¿Por qué realizar una curaduría para cualificar las curadurías de los regionales es una contradicción? ¿Por qué se teme buscar unos elementos que justifiquen el uso del adjetivo “nacional” el cual aparece desconfigurado por el énfasis regional? Finalmente, ¿por qué las regiones no realizan sus salones regionales y el ministerio un salón nacional que no sea una negociación política entre localidades respecto a qué obras van o cuáles no? ¿No se puede despolitizar el Salón Nacional para que recobre su antiguo lustre? ¿Lo tuvo alguna vez?

Una perla final: los diálogos in situ versarán sobre los lugares, sólo que los artistas internacionales no tendrán la oportunidad de aprender el lenguaje de los lugares que visiten y se tendrán que conformar con una visita de médico, porque parece que no hay dinero para financiarles una estadía amplia que les facilite captar el sentido de lo cotidiano en nuestras regiones. Sólo habitando los lugares podemos comprenderlos. Ahora, sólo Dios necesitó siete días para crear el mundo. Los seres humanos, seres menesterosos por definición, requerimos mucho más tiempo. A pesar de que es un evento nacional, Ortiz como curador institucional, al menos comprometido con la institución que lo financia, afirma que el Ministerio no tiene por qué financiar el evento. Conclusión final: El Salón Nacional será un Salón para un Encuentro de Regiones sin posibilidad de trascender su condición de regionalidad. Si siempre ha sido así, los Salones Nacionales han sido muy pequeños.

El Salón Nacional de (Artistas) Curadores

Me parece muy interesante lo que está realizando Jaime Iregui con sus entrevistas a los protagonistas del próximo Salón; así es mejor hacer las críticas antes y no esperar a que este evento se realice para caerle encima, como es frecuente. Las preguntas planteadas a Javier Gil y ahora a Rafael Ortiz, y antes a dos de los curadores regionales Guillermo Vanegas y María Ángela Méndez, nos dejan ideas claras de que el salón está en crisis y hay que repensar la idea del salón.

No creo que lo llevado a cabo hasta ahora por el anterior gobierno del Ministerio, Clarisa Ruiz a la cabeza, haya sido negativo. Por el contrario han sucedido cosas muy importantes. Creo yo que el actual ministerio debería recoger las anteriores experiencias y contar aún más con un sector más amplio de la academia para replantear algunos puntos de la ejecución del salón.

Han pasado poco más de diez años, cuando el modelo curatorial se impuso en Colombia como paradigma de lo contemporáneo opuesto a lo moderno. Hoy por fortuna nos hemos dado cuenta, gracias a varias teorías que ha puesto en su lugar a esta inocua dicotomía (Rancière, Augé y Bourriaud) que el asunto no es de crear oposiciones entre algo que huele a moderno y algo que no lo es. Recuerdo las acaloradas discusiones realizadas por esa época en Columna de Arena. El “nuevo” modelo trajo consigo grandes aciertos pero también grandes decepciones. Por ejemplo la más notoria: la desaparición casi total del artista y su obra como figura preponderante del arte en este espacio expositivo.

Hace muy poco José Roca en una entrevista publicada en Arteria, insistía, refiriéndose a la labor del curador, que este está al servicio del artista y no al contrario, al afirmar que “se existe gracias a los artistas y para ellos”. Con el salón en los últimos años parece haber sucedido todo lo contrario: la figura hegemónica del curador ha invisibilizado por completo a la figura del artista y su obra, llevándonos a lo que he denominado “la muerte del artista”.

En la pasada versión del Salón en Cali, las voces de reclamo por parte de los curadores, sobre la ausencia de un espacio de encuentro más amplio de curadores, logró abrir demasiado la brecha olvidando hoy por completo a los artistas en estos procesos de los salones nacionales y los regionales. Olvido que redunda en la falta de presupuesto. Culpa del Minsiterio, de los curadores o del medio artístico que no hace mayores aportes al respecto y deja en manos de la institución ministerial(asesorada por un reducido sector universitario, la dificil tarea de elaborar un programa expositivo de impacto regional, nacional e internacional.

Creo que va siendo hora de repensar a fondo, esta estructura que a todas luces está en crisis. Yo he insistido en varios espacios que una idea que podría funcionar es la siguiente: fundir lo esencial del salón nacional con lo esencial del premio Luis Caballero; lo que le hace falta al Salón Nacional lo tiene el premio Luis Caballero y, a este último le hace falta lo que tiene el primero.

El premio Luis Caballero deja ver los artistas y sus obras, pero hace falta una estructura curatorial para darle mayor impulso a visibilidad, regional, nacional e internacional a los nominados, circulación de las exposiciones etc. El salón nacional y su regionales, le han dado demasiada importancia a los procesos curatoriales y al curador olvidando por completo a los artistas y sus obras. ¿Sería descabellado pensar que el salón nacional de artistas retome un nuevo aire haciendo visible aun más a los artistas?

Entrevista a José Roca: http://www.periodicoarteria.com/edicion25/entrevista1.html

El curador experto en marketing: http://esferapublica.org/nfblog/?p=645

De la muerte del autor a la muerte del artista: http://gemini.udistrital.edu.co/comunidad/grupos/calle14/Volumen1/Vol1/Articulos/delamuertedelautoralamuertedelartista.pdf

SNIR

Perspicaz la relación que establece Ricardo Arcos entre el Salón Nacional y el premio Luis Caballero. Este último es aún precario administrativamente pero tiene un público que aún espera algo de él. El primero cuenta con tradición, prestigio e infraestructura administrativa, pero carece de público, de legitimidad, de una instancia de libertad que le proporcione legitimidad e independencia. Al Salón Nacional le falta pueblo, diferencia, pensamiento libre. A diferencia del premio Luis Caballero, me da la impresión de que son muy pocos los que quisieran ofertar en favor de aquél. El Luis Caballero ha ganado legitimidad, así sea precaria. La administración local debe velar por este patrimonio de la ciudad.

No sé si las mejorías que hemos pedido a la administración local, puedan surgir de la introducción de una curaduría en la estructura del Luis Caballero. Ignoro si los artistas aceptarían este Caballo de Troya. Sería bueno escucharlos. Pienso que si este premio se ha sostenido sin curadores a la vista, se debe a que los artistas y el público capitalinos están lo suficientemente informados como para prescindir de estas mediaciones administrativas. Sin duda éstas son necesarias, pero se han arrogado funciones mediante el chantaje y otras yerbas. Las curadurías como instrumento al servicio de las instituciones con poder de financiación, no están en capacidad de revitalizar el pensamiento de un artista, entre otras cosas, porque al estar condicionadas por un interés económico, no logran erigirse en instancia crítica. El curador en este caso podría ser un obstáculo creativo. Al ser una instancia administrativa, el curador no puede ser independiente, por lo tanto es poco lo que le puede aportar a un artista de manera sostenible, como dicen los economistas.

Estoy de acuerdo con Ricardo Arcos. Ojalá los cambios que parece prometer el nuevo gobierno no sean para deteriorar aún más la práctica de pensamiento estético libre en Colombia. Ojalá volvamos a tener un Salón Nacional Independiente de Regionalismos, en el cual los artistas vuelvan a ser los protagonistas, donde sean ellos los que recogen el fruto de sus esfuerzos. ¿Y el Regional? Bogotá no tiene regional porque este estímulo tampoco tiene pueblo, pese a los esfuerzos que han hecho algunos curadores imaginativos: a cambio tenemos el Luis Caballero. Este premio puede redimensionarse para cubrir este vacío o puede ser una experiencia que valdría la pena estudiar para pensar un Salón Nacional Independiente de Regionalismos, con pueblo, con individualidad creativa, con libertad.

A aprender de Raymundo

Las declaraciones del artista Rafael Ortiz no se oirían como el «lamento borincano» de un cachaco que dirige un salón en el caribe, doblegado por la impotencia y el desconcierto, si el mismísimo Rafael Ortiz no se extendieraen disculpas anticipadas por la evidente perdida de rumbo del Salón que dirige, al igual que del evidente y prematuro desgaste de sus “buenas intenciones”. Algo inquietante de esa region Caribe, no se si sea una falsa percepcion, pero es que las voces caribes de los artistas y curadores llenas de alegría, intuición, improvisación, luz y color estan acalladas. (aclaro aquí que me refiero a la forma de pensar y participar del pueblo caribe ante la adversidad y la dificultad no a un esquema carnavalesco formateado por RCN o Caracol).

“De buenas intenciones esta pavimentado el camino al infierno”, reza el conocido refrán. Este es el momento en el cual la lengua acusadora sucumbe.

Ortiz dice cosas como:! «Un alemán que iba a realizar…» » Dos argentinas…».

Jaime Iregui, debiste preguntarle: ¿Quien era el Alemán y porque no vino al salon? ¿Era un artista, un fontanero o un turista? y las dos argentinas? eran futbolistas, artistas o azafatas o algo parecido? Ninguno de esos artistas tenía nombre? Lo único que importa es su condición de “exploradores” extranjeros? .
Hasta el titulo de artista ha sido borrado y perdido en este “canto de cisne curatorial” que convirtió al evento mas importante de Colombia en un exabrupto experimental armado de retazos regionales de curadores cargados de egos e imposiciones propias de un pensamiento moderno recalcitrante y centralista.
Arte y artesanía interesante tópico con el claro ejemplo de artesanías de Colombia que uniformo a las palenqueras tradicionales para que la actividad turística fuera muy bien vista. O la decoración de los hoteles que funcionaran en el Parque Tayrona… El caribe se diluye como este Salón.

“La ilusión invisibiliza la realidad… y cuando se limpiaron sus ojos se vieron al pie del abismo. Habría sido mejor seguir marchando en su ilusión y absurdo, pero lo que paso es que aquí el plan era un fracaso desde el principio porque no había margen para el error, no había lugar a dudas y no había consenso ni claridad de criterios. Solo retazos sueltos: llamemos a Ibis Hernández a hacer una relatoría» por favor ¡que es eso? como es eso de traer a Ibis Hernandez curadora de la bienal de la Habana a hacer una relatoría del desastre debe ser muy triste para Ibis andar por alli registrando desastres caribeños.

El curador chileno también nos daria la mano y los artistas Irian a «familiarizarse” 8 días, con el lugar que les escogió Rafael Ortiz sobre el cual trabajar, un lugar de su interes de explorador. Como si de futbolistas o publicistas corporativos se tratara se les asigno un brief, un libreto cultural con agenda y mapa y luego…produzcan? que? ¿Una expedición botanica o qué?

La versión 41 del Salón fue producto del esfuerzo y dedicación de un grupo de curadores y productores que contaron con una excelente dirección ejecutiva por parte de Proartes y el apoyo decidido de la Alcaldía Municipal de Cali con su secretaria de Cultura, sin la cual, entre otras cosas, no habría sido posible financiar el salón. Igualmente la empresa privada del Valle del Cauca y los artistas, curadores y las instituciones y trabajadores culturales de la región Vallecaucana. No fue una narcoexperiencia como la definió alguien en algun momento.

Fue por el contrario una experiencia colectiva intensa que logro proyectar con dignidad y generosidad la imagen de los artistas Colombianos tratándolos por primera vez como se trata a un artista y de paso haciéndolos visibles para su participación en los circuitos internacionales. Con invitados internacionales de primera linea. En Cali no nos quedamos en buenas intenciones simplemente. La exposición colectiva fue comentada como mas atractiva que la bienal de Sao Paulo y Jeff Hofmann hizo elogio de ella. Se intento una experiencia de construcción que no tenia antecedentes y que seguro se hará mas importante cada vez que pase el tiempo. Los artistas en comisión curatorial Wilson Díaz, Bernardo Ortiz, Jose Horacio Martínez y Oscar Munoz, por todos conocidos hicieron su trabajo y la cocuradora argentina Victoria Northoon que hoy es la curadora de la bienal de Lyon realizaron con humildad y entrega su tarea y alcanzaron sus objetivos. Fue una lección de tenacidad y perseverancia.

La experiencia no se improvisa y deseo que contra todos los terribles pronósticos del director Rafael Ortiz que el Salón 42 del Caribe sea un evento que nos deje ver con sorpresa y sin egoísmo el valor y la tenacidad de un pueblo creativo y guerrero del mar, del sol y de la libertad.

Como hacen de falta todos esos innumerables y brillantes costeños que parecen haber entregado a manos inexpertas su territorio natural. Colombia es y será un país de regiones y eso es bueno. Nunca un país de ambiciones y egos centralistas desmedidos que parecen no saciarse con nada.

El Salón Nacional si ha tenido lustre y seguirá su camino de busqueda y no será Jamás fusionado con el premio Luis Caballero, ni fusionado con nada. No sea que pase lo que nos paso en Cali donde gracias a algún geniecillo propositivo, tres valiosos espacios abiertos de circulación y difusión de experiencias artísticas contemporáneas: el salón de Octubre, el Salón Regional y el salón de la sociedad de mejoras publicas se fusionaron, sopretexto de reingenieria, para crear un “Salón Regional” que cada vez es mas decadente, aburrido y poco interesante.

Lo que si deberían fusionar sin detrimento del presupuesto en Cali es Bellas Artes con la facultad de artes integradas de la Universidad del Valle. Y ayudar al Instituto Popular de Cultura a ver si se puede por fin lograr consolidar algo serio y que funcione.

Juan Manuel Garcés Borrero
Cali, Septiembre 29 de 2010