Censuran exposición en Valenzuela y Klenner

Una jueza penal municipal ordenó retirar pedazos de la obra Blanco porcelana y aclarar el sentido de la misma como resultado de una tutela de primera instancia interpuesta por las tías de la artista, quienes consideran violado su derecho a la intimidad y al buen nombre.

Una jueza penal municipal ordenó retirar pedazos de la obra Blanco porcelana(1) y aclarar el sentido de la misma como resultado de una tutela de primera instancia interpuesta por las tías de la artista, quienes consideran violado su derecho a la intimidad y al buen nombre.

El caso pone sobre el tapete nuevamente la capacidad provocadora del arte y su íntima relación con la libertad de expresión. Blanco porcelana, obra de Margarita Ariza (barranquillera nacida en Argentina), es un cuento autobiográfico que usa memorias, anécdotas sociales y documentos del álbum familiar (incluidas fotografías de los años 50 de abuelos, tíos y padres) para cuestionar la realidad social colombiana y la herencia colonial que en las acciones cotidianas muestra un racismo arraigado.

Blanco porcelana no es un simple “copie-pegue” de documentos y obras del pasado intervenidas sin más. Es un documento construido para denunciar cómo “muchas de nuestras prácticas y expresiones populares no obedecen a una ideología conscientemente racista, sino a un modelo heredado y desconocido para muchos, del cual es difícil sustraerse”, y es resultado de la convicción de su autora de que “la misión de la práctica artística en este caso es la de levantar este velo y ofrecer un ‘espejo’ para reconocerse y repensarse”.

Pareciera que, precisamente, la actitud de quienes se sintieron aludidos (ver anexos abajo) va en contravía de la capacidad de autocrítica que la artista propone y busca mejor silenciar su reflexión. Como sociedad no podemos permitir estas censuras y creo que el procedimiento judicial hasta la Corte mostrará el ejercicio crítico del arte y su puesto en la sociedad; evidenciará y desvelará cómo reímos de chistes racistas o denigrantes de emisoras juveniles y nos escandalizamos de unas fotos contextualizadas para la reflexión.

Rescato, eso sí, que la discusión sea ante un juez y no la acción de un proveedor de servicios en internet (¿se acuerdan de la Ley Lleras de 2011?) que ha recibido una notificación de violación de derecho de autor por cuenta del fotógrafo familiar… Por ejemplo.

 

Carolina Botero

publicado por El Espectador
(1) www.blancoporcelana.com/

14 comentarios

…en la sentencia que dictó el 30 de abril la Juez del juzgado treinta seis penal, censura la exposición que actualmente se está exhibiendo en la Galería: “Blanco Porcelana” de la artista Margaita Ariza. Por orden del Juzgado, la artista debe, primero, destruir parte de la obra, y segundo, retractarse en un término de 48 horas de lo expuesto en su exposición, algo bastante complejo y difícil, pues es retractarse de sucesos de su propia vida, toda vez, que es de lo que habla la exposición.

El pasado 30 de abril, la juez treinta y seis municipal penal de Bogota, juez de primera instancia, falló la tutela No. 2012047, interpuesta por algunos miembros de mi familia, por las señoras, Ruth Aguilar Quijano, Teresa Aguilar Quijano, Rosa Aguilar de Quiñones, Rafael Aguilar Quijano, Ana Cielo Quiñones Aguilar, Martha Rosa Quiñones Aguilar, Luz Esperanza Hidalgo Aguilar y Adriana Hidalgo Aguilar.

Sobre  mi cuento de adas, que relata mi historia personal, se nutre de mi experiencia de vida, lo cual incluye los familiares que han hecho parte de mi historia y fotografías del álbum familiar de mi casa, documentos indispensables en un ejercicio de revisión de la memoria.

Ellas alegan la violación a la intimidad y calumnia e injuria.

Quiero enviar varios documentos y comunicaciones recibidas. En realidad la censura el proyecto le da mucho sentido.

Una obra que busca esos sutiles y velados hechos discriminatorios deviene en una obra que se ha querido velar, censurar, acallar.

La persecución no es nueva y viene desde el 12 de octubre del año pasado, fecha de la primera intervención en el sistema de Transmetro.

bp-censurado-1

respuestatutela30abril

En interferencia, hay mas información, el 04 de mayo a las 3 de la tarde se realizará en la Javeriana, blanco porcelana terreno de ejercicio salón artes 33

Sobre Blanco Porcelana…      
Margarita,     
A veces pienso que tu trabajo es todo un performance montado al mejor estilo de Welles, en su versión para la radio sobre la invasión de los marcianos…
Tengo que reconocer que tu obra, tus tías y la juez me han hecho pensar mucho… El “tema central” de tu obra lo he tenido en mis pensamientos, desde que tengo consciencia, hace parte de mis molestias respecto al imaginario colectivo latinoamericano… y aunque me afecta menos que el imaginario generalizado respecto a la mujer… El tema del racismo velado en lo cotidiano ha estado en mis pensamientos siempre…
Lo que me ha llamado verdaderamente la atención de Blanco Porcelana… son las preguntas que aparecen con la Acción de Tutela… Me interrogo sobre el uso de la imagen (foto fija, video), sobre la justicia y las personas que la administran… sobre el trabajo artístico en Colombia… etc…
            …por un lado… tenemos el privilegio de tener a Sophie Calle en Medellín, una artista que ha usado la autobiografía de manera recurrente, ella pone en evidencia el tema de las relaciones humanas, con cada uno de sus gestos… y su provocación e irreverencia la han convertido en una de las artistas contemporáneas más influyentes.
…de otro lado… tu trabajo continua en evolución (para mi) con la tutela, el fallo y la censura…       
Gracias al granito de arena de tus tías, se abren dudas importantes en un país como el nuestro.
Un saludo,  Carolina.

brindo por las tías en tacita de porcelana: que viva la privacidad, abajo la libertad de expresión (sin signo exclamativo, a secas) 

* destierro de por vida a grafiteros sin talento que embadurnan de excremento los muros y acabados de nuestras obras civiles, viviendas, y toda clase de instituciones nacionales

Tal y como lo ejemplifica claramente la acción de tutela de la familia de Margarita en contra de su obra Blanco de porcelana, el racismo no es cuestión entre nosotros de unos pocos blancos racistas sino también de los muchos, de los muchísimos, que darán y harán lo que sea con tal de que nunca jamás se les confunda con los indios o los negros y ni siquiera con los ¨ morenos¨. 

Tuve el placer de ver este proyecto hace poco, y sin importar cuando poder o malos manejos de la justicia colombiana existan tras este ejemplo de valor y honestidad, la artista esta en todo su derecho de expresar lo que piensa… molestele a quien le moleste, es muy difícil silenciar un hecho que se encuentra en todos lados, en el diario vivir, el racismo y la discriminación en Colombia son el pan de cada dia, y estas personas que buscan blanquear su imagen frente a la sociedad, y no permitir de ningún modo ser involucrados con el color.. el cabello o algunos comentario estupida e inconcientemente arraigado son los principales patrocinadores de hechos mas violentos y discriminatorios, lamentablemente en nuestra constitución .. que prometía promulgar la igualdad y la pluriculturalidad, no existen leyes o derechos, que obliguen a estas … p… ersonas a entrar en razon!!!

A Margarita Ariza todo el apoyo ….
 

Este suceso lleva a preguntarnos, una vez mas, acerca de las discusiones sobre lo artístico, su importancia y si es real o no, o si el artista es un ungido de expresión o un creador de instrumentos para el ocio.
En las publicaciones periodísticas y de opinión siempre se menciona claramente, en algún lugar, que todo lo que se dice ahí, es responsabilidad exclusiva del autor y en cuanto a expresiones artísticas también se menciona claramente, que son construcciones literarias y artísticas (valga lo redundante) y que no corresponden a situaciones o personajes reales y que son solo construcciones provenientes de la imaginación del autor, situaciones ficticias, y tenemos entonces dos lineas. La primera, que es una forma empleada a través de los tiempos para proteger la opinión y la critica de la censura; la segunda podría ser que lo artístico no es real sino que corresponde a creaciones o interpretaciones literarias o poéticas que pueden corresponder o no a echos reales.
Esto lleva a preguntarme si el arte tiene fin o no, fuera de lo poético, y si al final lo mas real que puede hacer un artista es apuñalar telas o ejecutar políticos en dibujos, como en la ultima Bienal de Sao Paulo, o hacer bodegones y morirse de hambre o de espíritu atragantado por no ser suficientemente poético o expresivo o ser domesticado institucionalmente y convertirse en una especie de trabajador social artistico. 

Aquí solo hay una espectacularizacion dada por una demanda jurídica, por los familiares de la artista, estos se sienten amenazados públicamente por lo que son.

Ahora pensar si la obra es buena por un escándalo familiar, o por la contemporaneidad de estética en obra buena y conceptual. Es lo que debe tener resonancia.
  

El tipo distinguido de Blanco Porcelana

Casi siempre que tomaba unos tragos, un amigo muy cercano de mi familia solía cantar Píntame angelitos negros, ese bello bolero de Álvarez Maciste y letra de Eloy Blanco. En otras ocasiones, se ponía más melancólico y entonaba el Romance de la niña negra (Perdón por la versión). Mi amigo no era negro, era trigueño. Al menos, eso decía. Algo similar decían unos mellizos que estudiaban en mi colegio y a los que llamábamos “negro.” “Mi abuela me explicó un día que yo no soy negro, soy canela,” me confesó uno de ellos, en una clase de educación física.

Jamás pude entender de niño el por qué mis amigos hacían tanto esfuerzo por separarse de un color. Por entonces, no sabía que “negro” en Colombia no es una propiedad de la piel, es un insulto. En los estadios de fútbol, las hordas de hinchas gritan “Negro Hijueputa” a los jugadores que odian, como si ser “negro” fuera un complemento del insulto, una palabra que unida a la otra aumenta la gravedad del improperio. Por si fuera poco, en los programas de televisión, en la radio, abundan los chistes en los que se muestran a los negros como tontos, incultos o salvajes. Incluso, una revista que ha sido de avanzada en muchos temas como Soho, en su edición 41 presentó a Claudia Lozano como “la belleza Salvaje.” Soho comparaba a Lozano con modelos blancas como María Fernanda López, a la que consideraba como “sofisticada,” y a Manuela González, quien era “frágil.”

Colombia es un país racista. En ocasiones, la discriminación es tan evidente como las deformidades físicas del Hombre Elefante de Lynch. Basta recordar, por ejemplo, que el 50% de la población desplazada es afrocolombiana, que sus mujeres viven en promedio 11 años menos que las demás mujeres, que el 45% no tiene seguridad social. En otros casos, la discriminación es como un virus latente, oculto, silencioso, preparándose para dar la estocada que destruirá el cuerpo.

El racismo en Colombia en ocasiones es cotidiano y sutil. Se deja ver en expresiones como “Esa persona es de tipo distinguido,” para referirse a quienes son blancos de ojos azules, o “Pelo Indio,” o “Es maluquito, no tiene porte.” No es tan ostensible como El Hombre Elefante, pero es tan pernicioso, porque detrás de las prácticas ocultas y diarias de racismo, se justifican y legitiman los actos más horrendos de discriminación.
En su obra “Blanco Porcelana,” la artista Margarita Ariza ha hecho una bella e inteligente contribución a la visibilización de estas prácticas enraizadas en la sociedad colombiana. El proyecto consta de una cartilla, Un cuento de Ada S, fotografías intervenidas y una instalación. Su objetivo es, en palabras de la autora, proponer, “Una reflexión en torno al racismo a partir de frases cotidianas y prácticas de belleza en las cuales la discriminación se asoma de manera velada.”

El proyecto de Margarita Ariza es inteligente, porque nos pone en contacto con prácticas que muchas veces hemos recibido de forma no deliberada de patrones racistas heredados de la colonia. Al hacerlo, estas prácticas enconadas en nuestro cotidianidad se transforman en objeto de debate, materia de reflexión sobre lo qué somos y sobre el tipo de sociedad que queremos.

Los colombianos tenemos una increíble habilidad para negarnos, para creer que el país está bien aunque reina la pobreza, que olvidando las masacres del pasado y sepultando los problemas con toneladas de dinamita la injusticia desaparecerá. Comparándonos con otros países, nos ufanamos proclamando que aquí no hay racismo. Obras como “Blanco Porcelana” son el antídoto que permite que los virus no se propaguen y que las monstruosidades de nuestra exclusión e indiferencia desaparezcan.


 
Me encanta una película que se llama ‘The Help’. Con mucho humor la autora del libro en torno al cual gira la película cuenta historias privadas relacionadas al racismo. En un momento, cuando uno de los ‘personajes’ se lee en el libro entra en cólera y trata de para la ciculación de la información. Resulta absolutamente imposible pues al hacerlo se expondría ella misma. Uno puede promover reflexiones y ponerle el espejo en la cara a quien se desee sin dejar la más mínima posibilidad a que ‘censuren’. Solo se requiere un poco de imaginación.

La obra queda completada con la tutela… definitivamente toco la vena creativa de la familia y su poder de fabricar criaturas maquilladas hasta la tortura para ser bien vistas. Barranquilla tiene ese complejo de vivir detrás de nosotras para alisarnos el cabello y presumir con estas otras tonterias de color; tanta falsedad y disfraz resulta insoportable… y si hay un severo racismo que hace la convivencia odiosa.

El asunto tiene que ver con la condición mestiza y en una sociedad colonizada, los discursos coloniales que aun hoy funcionan. Lo demostraron las polémicas fotografías de la revista Hola en donde está naturalizada la posición sumisa de la raza negra, y la de la revista Soho en donde  se invierte la posición, sin embrago el cuerpo objetualizado de las modelos negras dista de darles la dignidad que supuestamente se buscaba con la foto, mientras que el poner a las mujeres blancas en lugar de servidumbre nos muestra otra naturalización tal vez tan violenta como el racismo mismo, que es el asumir con normalidad que unos seres humanos sea mas importantes que otros. 

En las sociedades  como la nuestra en las cuales hubo un procesos de colonización que marcó castas que aún hoy en día sobreviven, la identidad del mestizo está siempre marcada por la vergüenza. El mestizo siempre intentará ir hasta la provincia española de la que proviene su apellido, dirá siempre que su piel es trigueña, canela, o cualquier apelativo que lo distancia de lo negro o lo indígena, y si se acerca al blanco se reconocerá como blanco negando a sus parientes oscuros con toda naturalidad. En la colonia había 16 distinciones raciales provenientes del proceso del mestizaje que definían el lugar que en la sociedad ocupaban los seres humanos según las mezclas raciales de las que provenían, durante la comisión corografíca, se hablaba de determinismo geográfico, esto organizaba las zonas del país pensando en las mayorías raciales que había en ellas describiendo a los indígenas y a los negros como seres perezosos de las tierras calientes o selváticas. Para principios del siglo XX el proyecto modernizador pensó que los representantes de las rezas negras o indígenas detenían el desarrollo,  como ejemplo están los doctores Andrés Posada y Miguel Jiménez López quienes argüían que  la naturaleza mestiza de las poblaciones nacionales no permitía en buen desarrollo de las acciones modernizadoras de la industria, además de que para referirse a las personas por denominaciones raciales usaban exactamente las mismas categorías que las pinturas de casta les habían dado en la colonia.       

Por esta razón, la obra de Margarita Ariza resulta importante, pues hablar del racismo, no desde la posición de quien juzga un otro racista de quien se distancia, sino desde las maneras mismas en las cuales «yo» he sido formada como sujeto es un acto valiente que hace un juego interesante, por un lado devela sus propias prácticas cotidianas en las que la exclusión es la norma, por otro lado al mostrarnos el proceso en el cual ella desaprende esos dictámenes culturales nos invita a replantear nuestras naturalizadas posiciones sobre el tema. 

 

Arte & Justicia.
El caso de la reciente “censura”, de la obra Blanco Porcelana de Margarita Ariza, nos recuerda que la justicia media cuando estima conveniente y sobre todo si un ciudadano interviene interponiendo demandas. Conozco la obra de Margarita Ariza. Hablé con ella sobre este asunto. El asunto es más complejo de lo que parece. Sabemos que en Colombia, un país con rezagos coloniales en sus prácticas culturales y políticas, el racismo es aún muy fuerte. Y desde ahí uno se torna hacia la artista y se solidariza con ella. Pero más allá de la superficie de este affaire, me interesa mucho la relación entre justicia y arte, pues sobre el lugar de lo negro en el arte y en este caso del mestizaje, que es donde se sitúa la obra Ariza, hay artistas locales que lo hacen de manera magistral
 ¿Cómo y cuando la justicia media en el arte? ¿Cuáles son los límites del arte y del artista? ¿Existe impunidad en el arte? ¿El artista y su obra estarían en una especie de no lugar donde las leyes de la justicia no les tocan? ¿El artista es alguien que puede hacer lo que quiera escapando a las leyes que rigen nuestra sociedad? Preguntas como estas, sin apresurarnos a responderlas, pues merecen ser pensadas a profundidad, son las que se deben tener en cuenta en momentos donde los artistas no deben ignorar para nada las leyes y sobre todo en un momento donde la justicia tiende a regular lo que antes parecía libre de toda reprimenda: el arte.

http://criticosvistazos.blogspot.com/2012/05/vistazo-critico-104-arte-justicia-de.html