Asuntos internos

Centro Cultural en Bogotá, Tomás Giraldo

“Hay dos procesos contemporáneos que hacen que el ciudadano bien informado demande del intelectual de hoy probablemente mucho más de lo que de él se demandó en el pasado: la democratización de la cultura y la profesionalización del saber. Estos dos procesos sitúan en un primer momento al intelectual y al ciudadano bien informado en un  plano de igualdad formal: el manejo diestro de los bienes de la cultura no es más un privilegio virtual de aquel y, de contera, la autoridad del discurso intelectual tiene por fuerza que fundarse sobre bases diferentes de la experticia. Ni privilegio ni experticia sirven, pues, más para otorgar legitimidad a la palabra.”

Fernando Uricoechea.(1)

 

En su escrito “Los intelectuales colombianos: pasado y presente”, el sociólogo Fernando Uricoechea traza un perfil tentativo del rol que ha venido adquiriendo el intelectual –o “la categoría del intelectual”, como él mismo la llama-, a lo largo de la historia del proceso socio-político conocido hoy en día como República de Colombia. En este texto sigue a grandes rasgos la trayectoria de aquellos pensadores que en el pasado del país estuvieron más alineados del lado de la iglesia y de la protección ideológica del naciente Estado, sirviendo institucionalmente a la tradición al velar por su fortalecimiento político. Luego indica que hacia comienzos del siglo XX se mantiene esta situación a consecuencia de la implementación de un poderoso y amplio imaginario, conformado por incontables dirigentes sociales, los cuales fundaron en su momento las bases de la nación colombiana explotando tanto el prestigio propio como el odio hacia el oponente, más que conformando una tradición identitaria colectiva.

Del mismo modo, Uricoechea reconoce que esta tarea se ha venido cumpliendo con mayor efectividad en la esfera de los medios de difusión de la información. Atendiendo a las transformaciones que ha impuesto el credo económico del neoliberalismo sobre el carácter del Estado de bienestar, observa que la tarea del intelectual se halla gravemente amenazada por otros factores. Uno de ellos sería la multiplicación y atomización de las estrategias de control gracias a la proliferación de organismos privados, administrados por cabezas visiblemente alejadas de la regulación que impone el panorama político. A consecuencia del crecimiento acelerado de múltiples entidades dedicadas a normalizar la vida cotidiana, este sociólogo denuncia la creciente aparición de un “considerable número de asociaciones de intereses”, limitadas a áreas específicas de acción y obligadas a reconocer su incapacidad de intervenir en el tejido social. Desde esta perspectiva, coincide con el señalamiento hecho por William López en este foro, al acusar a la creciente monopolización de los medios informativos como uno de los factores neurálgicos de este progresivo desplazamiento desde la arena pública hacia núcleos más reducidos, casi siempre de orden académico. De esta forma, opciones como la crítica o la disensión le han sido arrebatadas al intelectual de hoy a cambio de que cumpla efectivamente con los mandatos del espacio institucional a que esté vinculado, y a los que sólo muy débilmente podrá impugnar puesto que según él “la institucionalización de las prácticas corporativistas que sitúan la negociación y la concertación antes que el enfrentamiento en el primer plano [ha determinado que] la función ideológica convencional del intelectual [haya] ido perdiendo vigencia.” Para muy pocos es un secreto que estar vinculado a un aparato institucional es una condición obligatoria para la supervivencia material. El desempleado que dedicaba su tiempo al ocio productivo o al incremento exclusivo de sus facultades, es una figura extraña (o sospechosa). Aquel aristócrata del pensamiento, pobre pero altamente estimado por nuestros intelectuales del siglo pasado, ha pasado a ser hoy en día la caricatura de un dandy, inconformista sí, pero también inoperante, que no cuenta con los medios suficientes para expandir el campo de acción de sus reflexiones. Como sucedía antes de implantarse el modelo del Estado benefactor, que a pesar de todo daba algún tipo de apoyo a esta actividad, la necesidad de garantizarse un sustento material distrae en gran medida al sujeto interesado en “dedicar sus fuerzas” a la reflexión crítica.

A pesar de lo preocupante que esto pueda parecer, la posibilidad que se les ofrece a quienes asumen su vínculo con algún tipo de institución introduce una tendencia hacia el disciplinamiento. Si el intelectual habla demasiado fuerte es obligado –respetuosamente- a bajar la voz, para que medite sobre su molestia y encuentre soluciones que resulten de beneficio para sus iguales. Creo que este es el blanco a que apunta Uricoechea cuando habla del status privilegiado que hoy en día poseen en el campo profesional -y, de hecho, en la vida cotidiana-, la negociación y la concertación. Es mejor recibida una invitación a concertar que otra a debatir; y esta última, de ser aceptada, generalmente es de mala recordación.

Una recia intención de acertar

En medio de este panorama, y localizando la reflexión dentro del espacio de conformación de un pensamiento crítico relacionado con las artes visuales en el país, es posible pensar que el reclamo compulsivo por la “ausencia de una crítica seria”, no es tan importante como el hecho mismo de su formulación. El problema a que apunta esta queja no es el de la falta de “verdaderos” críticos, sino más bien la invocación del retorno de una figura que sea capaz de orientar el rumbo de la opinión sobre la actividad artística en nuestro país –a semejanza de los críticos más reconocidos del siglo pasado(2). Pareciera como si se estuviera esperando el retorno de un mesías trabista, dotado de convicción, capacidad para la oratoria, encanto hacia las elites, paternalismo hacia los demás y displicencia y furia contra sus detractores, que venga a poner en orden la casa en plena resaca posmoderna. Si observamos los lugares desde donde suele alimentarse este reclamo, podemos encontrar que son los mismos donde se consolidó en el pasado aquella misma figura: la prensa escrita. El problema que hay en todo ello es que la de nuestros días es más una prensa rezagada de la velocidad impuesta por la televisión, dispuesta por ello a entregar lo poco que la hacía de valor en la época dorada de la crítica de arte en el país: espacio para el análisis en letra impresa. Por supuesto que esta queja también demuestra una falta de reflexión sobre las condiciones que enfrenta el pensamiento crítico en nuestros días, descuido que ha resultado de utilidad para la instauración del mencionado disciplinamiento por parte de quienes emiten ese reclamo. Quienes exigen la vuelta a ese estado de cosas, no sólo en los medios impresos sino en espacios como esferapublica, parecieran desear el retorno de un pater al cual seguir, en vez de despertar una mayor confianza hacia las propias ideas –sin importar por ahora si están equivocadas o no, pues para ellos existe el debate.

Ahora bien, observemos la forma como se da el proceso comunicativo dentro de esferapublica, para matizar la extensa introducción anteriorEn un principio podríamos recordar la afirmación de Iuri Lotman al indicar que los procesos de construcción de pensamiento no estriban en la elaboración mental, sino en la discusión de ideas entre dos sujetos que se consideren a sí mismos como pares (esto es, con intereses más o menos homogéneos y con un cierto nivel de desacuerdo). En esferapublica se da la coincidencia de estos dos factores en acciones como la de formular una opinión y obtener algún tipo de réplica en igualdad de condiciones; y, en realidad, hay que decirlo, esa es la ficción que mantiene cohesionada a esta comunidad. Ahora bien, con base en esta misma ficción podemos notar la aparición de cierta estratificación entre sus polemistas. Aunque esferapublica está orientada por una aspiración democrática, su estructura ha permitido la aparición de una jerarquización sobre las opiniones que se difunden allí. Por ejemplo, es posible observar que cuando no hay un debate que concite toda la atención generalmente se envía a los abonados una serie de enlaces a otros sites donde se procesa más o menos el mismo tipo de información. En este sentido, sujetos como José Luis Brea o, anteriormente, Hakim Bey, se han convertido en los más atractivos referentes de lectura de este foro. Igualmente, y dependiendo del tono de la discusión, no dejan tampoco de emitirse comunicados relacionados con eventos organizados dentro del circuito artístico local, que el moderador considere pertinente anunciar. Este hecho demuestra entonces que no sólo en nuestro campo se piensa en las mismas cosas, sino que también existen otros interlocutores en el exterior, algunos de ellos bastante respetados.

Otra de las maneras en que se promueve esta especial forma de regulación pseudodemocrática entre los participantes de esferapublica puede encontrarse en los debates propiamente dichos, donde el intercambio de opiniones, las referencias hacia su contenido y el procedimiento abundantemente utilizado de descalificar a un ponente en razón de su visibilidad dentro del campo, funcionan como las rutas hacia las que suelen apuntar las polémicas. Sin embargo, esta lógica no se da de forma automática, siempre depende de un mecanismo de construcción de interés sobre un asunto específico. Sobre este aspecto es importante señalar la constante aparición de personajes como Pablo Batelli, Lucas Ospina, William López, el martirizado José Roca y los seudónimos Mery Boom, Catalina Vaughan o la desaparecida Paquita la del Barrio, al intervenir como ponentes iniciales de la mayoría de los debates ventilados en este foro. Generalmente, sus opiniones se basan en una sólida argumentación, enriquecida la mayor parte de las veces por una molestia repentina, causada por algún lapsus institucional. Sobre este aspecto, vale la pena destacar que existe una suerte de “formato de denuncia”, útil para identificar este tipo de formulaciones, consistente en una ilustración del tema a tratar, una identificación -abierta o soterrada- de sus protagonistas, seguida de una fuerte arremetida contra ellos y los destrozos que hayan causado, todo esto sazonado en dosis variables de cinismo o ironía. Así mismo, sus objetivos principales suelen ser algunas organizaciones de administración cultural con sede en Bogotá (el Ministerio de Cultura y su proyecto Salón Nacional de Artistas, el MamBo y su administradora, por ejemplo) o algunas iniciativas corporativas (Corazón Verde con sus eventos de decoración de esculturas en lámina de hierro, Caracol Radio, con su adquisición de la emisora HJCK, etc). Este grupo de personajes conforma lo que podría llamarse la vanguardia de esferapublica, siguiendo el espíritu del epígrafe que W. López tomaba de Pierre Bourdieu para introducir su texto esferapublica: del margen a la legitimidad” , e incluso puede afirmarse que de la fortaleza de sus aportes dependerá en gran parte la altura o el interés que despierte el debate posterior. Aunque no exclusivamente.

En segundo lugar aparecen los participantes “derivativos” (entre los que se incluye el autor de este texto), quienes leen las opiniones del segmento arriba descrito para hacerles preguntas, discutir sus procedimientos de análisis, cuestionar el ámbito desde el que emiten sus opiniones o analizar sus modalidades discursivas. A primera vista existiría en este segundo grupo un interés por “dejar que el otro hable”, para caerle encima ipso facto. Por su abundancia y su aparente velocidad propia, es posible considerar que en la manera como son leídas, interpretadas o incluso tergiversadas las opiniones iniciales por parte de este segundo grupo es donde podría encontrarse la mayor riqueza de esferapublica, sobre todo porque es desde aquí de donde parten los acentos que modulan los principios formulados desde la posición inicial. En otras palabras, si en este grupo secundario se quiere discutir, el debate durará.

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Fina capacidad de captación

Volviendo al tema de la jerarquización intelectual, en esferapublica, como en todo tipo de agrupación humana, existen modalidades de separación entre varios sectores para determinar quién debe discutir qué. Este hecho no se puede negar de plano esgrimiendo la bandera democrática y creyendo ingenuamente que la totalidad de quienes intervienen en este foro posee la suficiente “experticia” discursiva como para enfrentarse en igualdad de condiciones con actores mucho mejor [in]formados. A pesar de lo retardatario que esto pueda parecer, se puede pensar que esta separación permite darle alguna forma al paisaje que constituye el campo artístico local. En consonancia con Fernando Uricoechea, este sector sería el encargado de darle el “tono” pedagógico a las discusiones, aquel que permita extraer de ellas un provecho mayor que el de la tranquilidad que sigue a la venganza cumplida en diferido. No obstante, esto ha generado también una inclinación en cierto sector de participantes por apelar al juicio de alguno de los personajes ubicados en la vanguardia, para reducir de algún modo los efectos que acarrearía ser sorprendidos en una equivocación (una de las tareas favoritas del segundo sector de polemistas). Sabiendo que uno de los riesgos que hay que aceptar es el de ser observados por múltiples testigos, los participantes de esferapublica también han sabido construir sus propios mecanismos de defensa, entre los que sobresale el de hacer referencia a la voz de un autor legítimo dentro de este foro para salir menos afectado. De ahí que afirmemos que la transparencia supuesta de las aspiraciones participativas e incluso políticas de esferapublica es una ficción que nos permite a todos estar más tranquilos.

Tras observar todo esto, se encuentra que el nivel de efectividad política (que, por ejemplo, López destaca como “lo que  más llama la atención desde la perspectiva internacional”, en razón de la invitación que se le hiciera a este espacio desde D12), no resulta una tarea prioritaria para los integrantes de este espacio, en la medida que hasta ahora no ha llegado a incidir con propiedad en el perfil del campo. Una de las razones por las que sería posible considerar este fenómeno sería la procedencia educativa de quienes comparten este espacio. A la gran mayoría de quienes integran esa comunidad le repugna la idea de que conformar un cuerpo homogéneo de opinión permitiría incidir sobre las premisas que orientan el rumbo institucional del campo artístico. Desde esta perspectiva, puede sostenerse que aun sigue funcionando la imagen del artista que no cuestiona su ubicación dentro de un sector claramente demarcado y cuyo interés primordial consiste en defender su feudo particular. Así, este sector no es dado a la colectivización, e incluso ve ese modelo de participación con algún grado de sospecha, en parte gracias al aprendizaje vía medios de comunicación de que esa experiencia ha generado algunas de las peores y más traumáticas acciones dentro de nuestra sociedad. Percibir el clima de fragilidad institucional del campo artístico dentro del contexto de la sociedad colombiana es una cuestión que desalienta con rapidez a muchos de quienes se involucran en estas discusiones, por cuanto están obligados a contemplar con desasosiego que en algún momento será necesario abandonar la tarea para “volver a la vida real”. Para muchos de ellos es difícil eludir los reclamos del pragmatismo.

Es posible creer también que la poca resonancia externa de las opiniones que circulan en esferapublica obedece a cierto temor de sus integrantes por dejar que su impacto vaya un poco más allá de la crítica racionalista, para “transformarse -en palabras de Uricoechea-, en un instrumento de solidaridad y de creación de formas novedosas y saludables de asociación.” Pareciera que el mayor énfasis de este foro estaría puesto en convertirse en un “termómetro [más] del arte nacional”, simplemente gracias a la apertura que en él existe hacia un amplio abanico de opiniones. No obstante, es posible dejar de prestarle menos atención a las consecuencias producidas por un hecho de la actividad del campo artístico, para promover nuevas estrategias de acción. El esfuerzo de una comunidad de interlocutores construida a lo largo de casi seis años de actividad podría no restringirse a dar cuenta solamente de los efectos de una situación. Pero, en realidad, parece que finalmente habrá que aceptar en el caso de esferapublica que el modelo ético promovido por los medios de comunicación se ha impuesto allí sin mayores resistencias, por cuanto muchos de los aportes incluidos se ciñen juiciosamente entre otros, al rol del “cronista de investigación”, dedicado a alimentar intermitentemente cualquier tipo de escándalo según vaya encontrando asuntos que crea necesario hacer públicos, sin preocuparse por indagar sobre sus posibles soluciones. Para este tipo de profesional, qué mejor que siempre haya motivos de descontento. Para muchos de los polemistas de esferapublica, qué mejor que siempre haya eventos, exposiciones, encuentros académicos sobre los cuales comentar.

Guillermo Vanegas

 

Este artículo es publicado como una contribución a Documenta 12 Magazines. [esferapública] ha sido invitada a participar en Documenta 12 Magazines, un proyecto editorial colectivo a nivel mundial, que reúne cerca de 70 publicaciones impresas y electrónicas, así como en otros medios. (www.documenta.de)

(1) Tomado del ensayo “Los intelectuales colombianos: pasado y presente”, en Los intelectuales y la política, Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales-Fundación para la Investigación y la Cultura, Bogotá, 2003, págs. 121-151. Todas las referencias al autor proceden de este texto.

(2) En una encuesta  publicada en la revista Espiral, de febrero de 1957, Luis Alberto Acuña decía: “reconozco admirable independencia de criterio en Casimiro Eiger; sensibilidad de la mejor ley en Walter Engel; erudición vastísima y bondadoso juicio en Gabriel Giraldo Jaramillo; recia intención de acertar en Gil Tovar y, el más emotivo de todos, Clemente Airó, [quien] posee una fina capacidad de captación.” Véase,  Álvaro Medina, Procesos del  arte en Colombia, Colcultura, 1978, pág. 344.

Discusión:

 

ipso facto

El artículo de Guillermo Vanegas es a todas luces la reflexión de alguien que sigue muy de cerca este foro y que -he aquí lo más valioso- propone una mirada inédita sobre esta comunidad. Una mirada inmersa en el ruido que define dinámicas, tácticas, actitudes, idiosincracia, mecanismos de defensa y toda una serie de aspectos a los que se les otorga un nombre, capta una función y un lugar en la esfera. Ejercicio difícil, dado que el autor parece mirar desde “fuera”, cuando en realidad es uno de los dos mil centros de esta esfera. Me queda la duda de si un espacio de discusión debe proveer soluciones a los problemas que discute. Y lo digo pues las instituciones aquí criticadas o reconocen “ajustes” a sus programas dadas las críticas “de los artistas” o deciden discretamente ajustar aspectos y mecanismos cuestionados desde esta esfera -por ejemplo se deja de seleccionar los jurados “a dedo” y se hace por convocatoria.

No sé tampoco si este foro “debe” tener una función consensuada. Creo más bien que los encargados de implementar las soluciones podrían estar atentos a lo que se discute en este espacio, y tenerlo en cuenta como referente para construir sus decisiones. No sólo corresponde a funcionarios e instituciones. Corresponde también a los artistas trabajar individual o colectivamente en soluciones que consideren necesarias y oportunas. Y varios de esos funcionarios, artistas y agentes del campo implementan estas soluciones a diario, algunos de forma silenciosa, otros con amplia difusión.

En un debate anterior Jose Roca -el único curador que trabaja en una institución que tiene voz en este foro- proponía que esferapública debería pasar a la acción y diseñar curadurías. ¿A quien de este foro le interesa realizar una curaduría a nombre de Esfera Pública? ¿A quien una próxima versión del salón? Por lo que he leído y visto, propuestas para modelos curatoriales emergen de alguna forma a lo largo de las discusiones, del acto mismo de dialogar, debatir, confrontar. Luego el curador, el artista y el funcionario las implementan si es el caso. Obviamente no quiero decir que las curadurías se gestan en este espacio, pero si creo que lo que aquí se debate incide en aquellos modelos de curaduría institucionales que se someten a discusión. En esa medida hay “soluciones”

En cuanto a las miradas de “fuera” anexo los siguientes mensajes que encontré navegando por la esferacruda. El primero, de un espacio en Brasil que destaca el artículo de William López y para el que esfera es un “colectivo”. El segundo, de un blog de crítica en Lima, que retoma una particpación de “los amigos de esferapública” para plantear una reflexión sobre la crítica.

anexos >

De Canal Contemporáneo, Rio de Janeiro:
http://www.canalcontemporaneo.art.br

“Coletivo colombiano questiona o papel da crítica de arte e o lugar da Modernidade”

[esferapública] avalia a transformação do ambiente crítico na rede
“A transformação mais profunda da prática crítica exercida por meio das redes telemáticas é a modificação substancial da relação entre o crítico e seus leitores. Da relação vertical, e, por isso mesmo, elitista, natural da crítica de arte surgida com a imprensa escrita àquela divulgada no meio eletrônico, passamos a um tipo de relação mais horizontal. Se com a crítica de arte associada à imprensa escrita assistíamos à reprodução das exclusões sociais típicas das sociedades fundadas sob o controle da gramática, na rede somos testemunhas da emergência de um outro tipo de cidadania artística. Os sujeitos do discurso sobre a arte já não respondem à definição canônica do cidadão da arte, ocidental, ilustrado e cosmopolita, que partilha com seus iguais alguns referenciais do que poderíamos chamar “alta cultura”. Contudo, este processo não significou necessariamente a democratização absoluta dos discursos públicos sobre a arte, dado que o acesso à Internet está mediado econômica e socialmente.”

“La transformación más profunda de la práctica crítica implícita en el cambio de escenario público es la modificación sustancial de la relación entre el crítico y sus lectores. De la relación vertical y, por lo mismo, elitista, connatural en la crítica de arte aparecida en la prensa escrita, con la crítica de arte «electrónica», se ha pasado a una relación horizontal entre pares. Si bien es cierto, este proceso no ha significado necesariamente la democratización absoluta de la interlocución pública sobre el arte, dado que el acceso a Internet está mediado económica y socialmente, sí se trata de la superación de las relaciones de clase y de los intereses de grupo que determinaban el acceso a las páginas de los diarios capitalinos y regionales; es decir, la superación de las estructuras de poder del periodo del Frente Nacional, que perpetuaron el arte moderno como el arte legítimo a lo largo de las últimas cuatro décadas en Colombia.”

Professor do Instituto de Investigações Estéticas da Universidade Nacional da Colômbia
Leia a íntegra do texto de William López, em espanhol, no sítio [esferapública]

De Arte-Nuevo, Lima:
“Sobre la necesidad de una reinstalación crítica”
Una reflexión crítica bastante pertinente han colgado pocos días atrás los amigos de Esfera Pública en relación a la presencia de Luis Camnitzer en Chile para la reconstrucción de la obra conceptual Masacre en Puerto Montt (que he comentado en el post anterior), pero fundamentalmente infiriendo sobre el carácter ‘político’ del arte. Su bien orientada especulación señala implícitamente la obra del uruguayo como una oportunidad de preguntarnos sobre dónde reside el auténtico carácter ético del arte actual. El comentario de Esfera Pública enfatiza en que uno de los grandes desaciertos de gran parte de la producción contemporánea es el aprovechamiento y uso indiscriminado que se hace de una situación y/o personas en desgracia -o de la imagen del pobre, del oprimido, de la víctima- bajo la bandera del compromiso ético. Inspeccionando así la propia obra de Camnitzer en relación a sus comentarios en una entrevista realizada días atrás para el diario El Mercurio de Chile.

Y mientras leía aquel post recordé de pronto la conversación que sostuve con el crítico español José Luis Brea la semana pasada, y donde él ponía en duda justamente la necesidad de realizar algún tipo de ‘rescate’ histórico, y en cambio instaba a participar y reactivar sólo aquellos discursos que puedan aportar de modo relevante a la discusión contemporánea. Esto último así dicho parece resultar evidente, sin embargo, una de las cosas que en aquel momento le dije fue que me parecía difícil calcular el efecto real de una determina dinamización del sentido de una obra ‘rescatada’, y por otro lado que había una necesidad bien grande de articulación histórica debido a la fragilidad discursiva que muchos de nuestros países latinoamericanos ostentan.

Menciono estas dos cosas porque creo que conviene intentar re-situar el espacio de análisis sobre no sólo la obra de Camnitzer, sino alrededor de los procedimientos de articulación epistemológica que se deberían siempre de poner en juego frente a una recuperación como ésta. Esto quiere decir, advertir el modo en el cual un determinado fenómeno estético o cultural se insertó en un momento particular de la historia, y qué redes teje ahora frente a un panorama completamente disímil. De lo contrario se estaría asumiendo tácitamente una nueva forma de autonomía del arte, y que en el caso del arte conceptual es quizá la más peligrosa ingenuidad.
http://arte-nuevo.blogspot.com/2006/06/sobre-la-necesidad-de-una-re.html

 

concertar, concertar, concertar…

“Asuntos internos” expone con fundamentos varias de las causas que explican por qué los miembros del medio artístico local no actuamos de forma organizada ante situaciones como el mal manejo de instituciones culturales, la carencia de políticas culturales a mediano y largo plazo y la permanencia de funcionarios en un cargo por largos periodos de tiempo, impidiendo la rotación de otros profesionales, otras ideas y otras miradas. Vanegas afirma, citando al sociólogo Fernando Uricochea: De esta forma, opciones como la crítica o la disensión le han sido arrebatadas al intelectual de hoy a cambio de que cumpla efectivamente con los mandatos del espacio institucional a que esté vinculado, y a los que sólo muy débilmente podrá impugnar puesto que según él [Fernando Uricochea] “la institucionalización de las prácticas corporativistas que sitúan la negociación y la concertación antes que el enfrentamiento en el primer plano [ha determinado que] la función ideológica convencional del intelectual [haya] ido perdiendo vigencia.” Para muy pocos es un secreto que estar vinculado a un aparato institucional es una condición obligatoria para la supervivencia material.

Es decir, nuestros curadores e investigadores no son muchos, pero casi todos dependen -para la supervivencia material- en gran medida de contratos de trabajo que les asigna una u otra institución. En ese orden de ideas, es más conveniente que su “mirada crítica” no sea de carácter estructural -instituciones, políticas, corrupción administrativa- sino específica a unas prácticas artísticas (disciplinada), por medio de curadurías y publicaciones. Por ello es más conveniente guardar silencio y no participar en debates, son de “mala recordación”. Por ello es más conveniente no actuar organizadamente contra un museo que alquila sus salas para presentar como arte un objeto comercial, contra una institución que en su momento decidió hacer una Salón espectáculo en vez del acordado después de discutirlo durante años -y que vinieron a producir en la última versión de regionales y Nacional.

Estos son sólo dos casos de muchos en donde un campo artístico organizado ha brillado por su ausencia. Y en eso difiero con Camilo Atuesta. Este foro puede ser un “termómetro más” para curadores, artistas y funcionarios, pero estoy de acuerdo con G. Vanegas en que no sólo puede ser ese su papel: el de un indicador que mida los grados de aceptación o descontento. En algún momento puede proponer soluciones de forma asociada en las que participen curadores, artistas, docentes, investigadores y demás personas interesadas.

Un caso de accion organizada tuvo lugar en España el pasado mes de julio cuando la Plataforma de Reflexión de Políticas Culturales (PRPC) -asociación de agentes culturales, artistas y curadores- emitió por la red uno de sus comunicados donde hace visible una serie de problemas administrativos y conceptuales que tiene la segunda bienal de arte contemporáneo de sevilla (BIACS2), cuya primera versión fue duranmente criticada por el uso de un gran presupuesto en aras de una muestra espectacular que poco o nada tenía que ver con el medio local. El curador (comisario) escogido para esta segunda versión es Okwi Enwezor.

Quiero señalar con esto que la acción organizada que representa un comunicado firmado por un grupo significativo de personas del medio artístico, impacta de modo muy distinto al del “ruido” producido por 50 o más opiniones en un foro. Si despues de un debate en Esfera Pública, uno de los participantes redacta un comunicado que recoja las inquietudes y argumentos de un sector, y lo divulga para que sea apoyado, el asunto puede pasar de los niveles de “ruido” o “polémica” a los de acción que propone una posible “solución”.

Sobra decir que nuestras instituciones no sólo absorben la polémica, la necesitan para demostrar que su eventos y proyectos “son polémicos”, actúan en el medio, “lo ponen” a reflexionar, a debatir.

Anexo el comunicado tal como se publicó en el blog Contradicciones, seguido de comentarios de los visitantes a dicho espacio.

Gabriel E. Merchán

Anexo >

Comunicado de la Plataforma de Reflexión de Políticas Culturales (PRPC)

el arbol de la crítica

En “Asuntos Internos” parece surgir un afán por clasificar y trazar un árbol de la crítica. La oposición -o las dos ramas- más poderosas de este diagrama se pueden trazar a partir de la extrapolación de otra oposición: el intelectual “disciplinado” contra el intelectual. La indisciplina aparece insinuada por omisión. Se entiende por “intelectual disciplinado” aquel que se encuentra sujeto a las lineas de mando en un sistema de jerarquías y de subordinación, y por lo tanto, sus posibilidades de acción están sujetas a restricciones. Estas restriciones se ven como una serie de condiciones indeseables que solo se pueden superar a través del flujo de la indisciplina. Así, por extrapolación, se advierten las dos ramas: la crítica “disciplinada” y la crítica “indisciplinada”.

Lo delicado del texto “Asuntos Internos” es que, si aceptamos que toda definición, clasificación y proceso de síntesis es una forma de llamado al “orden” -pues es de hecho un orden-, parecería estar expresando el deseo de hacer entrar la crítica bajo restricciones disciplinarias. Hay que preguntarse si el solo acontecimiento de llamar crítica a la crítica hace surgir un efecto neutralizador. Al expresar este deseo parecería inevitable que Guillermo Vanegas se viera arrojado a la “categoría” del intelectual disciplinado; parecería estar hablando desde el lugar de la “concertación” y no desde el lugar de la “confrontación”.

Una medida de la limitación de todo sistema de definiciones puede ejemplificarse simplemente al señalar que en este caso específico Guillermo Vanegas parecería operar en la “vanguardia” de esferapública, y nosotros los demás, como autores derivativos (o pedagógicos). Por otro lado, puede ayudar a verificar que en la tergiversación aparece la riqueza de las experiencias y este comentario puede ser visto como un intento por tergiversarlo.

Lo que pone en riesgo el potencial perturbador de la crítica, y el potencial perturbador de una zona crítica de esferapública, sería, siguiendo transitoriamente las clasificaciones propuestas en “Asuntos internos”, que la “vanguardia” del espacio fuera ocupada por el orden y la disciplina. Todo intento de definición, clasificación, trazado de un árbol, no puede esconder su deseo de hacer que el universo de las manifestaciones se torne predecible, y por ende, no perturbador, su deseo de introducir un elemento “disciplinador”. Clasificar el disenso es ayudar a suprimir el disenso.

La absorción del disenso por las instituciones que son blanco de ese disenso puede ser visto como el fracaso de la crítica. La solución de la institución es el fracaso de la crítica. La “pureza” del espacio sería directamente proporcional a su falta de capacidad de influencia política y su única virtud, su debilidad. Su incapacidad le previene de intentar usurpar el lugar del discurso estadísticamente mas frecuente.

Pablo Batelli

Asuntos Internos: ¡Se emborrachó la policía!

“IV. En la obra de arte aprenden su oficio los artistas. / Ante el documento se
educa a un público.”

-Trece Tesis contra los Snobs / Dirección única.
Walter Benjamin.

Documento>>>>

Lucas Ospina

Relaciones discursivas

La Audiencia Disponible es un registro sonoro de todo aquello que una plataforma de discusión o espacio de relaciones discursivas (y sus condiciones reales.. es decir, sus tonos de voz, sus celulares, sus llaves, sus zapatos..) es capaz de emitir. Este proyecto, cuyo ruido disocia la disciplina y propicia la pérdida de coherencia reflexiva, suele aplicarse como antídoto contra los ataques de fiebre utópica, mecenazgo ideológico y activismo curatorial.

Algunas fuerzas o combinación de fuerzas han de actuar de alguna manera en el sistema para llevarlo a situaciones de desequilibrio irreversible. Las fuerzas que traen inestabilidad e indeterminación son aquellas que no fluyen con facilidad a través de las estructuras existentes; es el ruido que el sistema afronta y que puede ser fuente de nuevas informaciones y posibilidades de transformación.

El ruido de fondo es el fondo del ser… En el comienzo está pues el ruido, el ruido que no cesa. Es nuestra percepción del caos, nuestra aprehensión del desorden, nuestro único lazo con la distribución dispersa de las cosas. El ruido destruye y produce horror. Esto en una vertiente. En la otra tenemos la ley, la regla, lo llano, la muerte, el orden y la repetición plana que están próximos de la muerte. Caminamos entre estas dos vertientes, entre estos dos abismos: la organización, la vida y el pensamiento inteligente habitan esa franja donde permanece lo mejor de las artes y las ciencias, lo menos cadavérico, una situación que hemos de reconocer como el lugar donde el ruido nutre un nuevo orden, donde lo probable es alimentado de inesperados y lo legal nutrido de información.

Mery Boom (y Gordon Pask)