Revista Calle 14 y convocatoria 'Arte, ciudad y universidad'

Hace un año, el Comité Editorial de Calle14 hizo un llamado a investigadores y artistas para armar la sección central de dos números de la revista con los avances de sus reflexiones y pesquisas en torno a la cuestión estética, incluso si estas cuestionaban la estética misma. ¿Por qué creemos que es pertinente asumir esta —por así decirlo— provocación, y encarar unas temáticas que parecieran no ser las más urgentes enestos momentos de trabajoso despegue de la segunda década del siglo XXI?

Hace un año, el Comité Editorial de Calle14 consideró importante hacer un llamado a los investigadores para configurar la sección central de dos números de la revista con resultados de investigación y reflexiones en torno de la cuestión de la estética e incluso a poner la estéticas en cuestión. ¿Por qué es pertinente asumir esta, por así decirlo, provocación acerca de unas temáticas “estéticas” que parecieran no ser las más urgentes en estos momentos de trabajoso despegue de la segunda década del siglo XXI?

La pluralización de la estética, tiene como telón de fondo –aunque no la desaparición– la evidencia y el cuestionamiento del carácter ideológico de la concepción de la existencia de Arte como un campo autónomo, donde unos sujetos, los artistas, producen un cierto tipo de objetos denominados obras de arte, cuyo destino ontológico es llegar ser monumentos de la memoria, en los fríos espacios del relato de la historia del arte y en los estrechos cubículos de la institución Museo.

Las estéticas, sus cuestiones y cuestionamientos, van más allá de la consideración de un objeto y de una Estética, entendida como filosofía del arte, cuyo objeto preciso es el arte denominado “bello”. Las estéticas son posibles sólo cuando la filosofía del arte ya no es la única que tiene la capacidad de proveer un criterio para la definición “universal” de Arte, respecto de lo que no es o no es arte, poniendo en práctica una particular capacidad de juicio que hace posible tal distinción y también la definición del buen arte, el buen gusto y el placer estético. No hay que olvidar, como lo han mostrado académicos de los estudios culturales, que en la unicidad de la Estética, además de la tentación esencialista, se posiciona un elitismo cultural de clase, en el que tradicionalmente se ha sustentado el criterio universal de la estética y la elaboración de sus categorías, con el fin de posicionar las formas culturales de una subcultura (la alta cultura) como las únicas que son estéticamente bellas, éticamente buenas y valiosas, políticamente avanzadas y geopolíticamente universales.

Recuerdo, por otra parte, cierto escrúpulo de Luigi Pareyson quien, en su Conversaciones sobre estética, plantea que la extensión del arte a todos los campos de la experiencia humana, en términos de una relación arte-sociedad, en una época de masas como la nuestra, no significa dispersar el arte en una genérica esteticidad, de todas las actividades humanas, sino reconocer la raíz humana del arte. De ahí que este autor propenda más bien por una distinción entre un arte entendido genéricamente, como “artisticidad”, y el arte verdadero, específico de los artistas, cuyas características son la universalidad, la perennidad y su capacidad modélica y normativa. Esta extensión puede entenderse, según él, como una amenaza por parte de la artisticidad hacia el arte, que incluso puede llegar a sustituirlo. Sin embargo, desde mi punto de vista, y quizás para algunas estéticas, se trata más bien de plantear una noción de lo estético como espacio de inmanencia, donde se dan procesos de relación y diferenciación que no necesariamente apuntan hacia el horizonte de lo artístico, como su meta, sino más bien hacia configuraciones sociales de ordenes distintos en donde el arte mismo sea una configuración entre otras y con otras.

Lo anterior no significa que los debates sobre el objeto de la estética queden clausurados. O si ésta debe ocuparse de los procesos de producción, (poiesis), circulación, recepción, apropiación, apreciación, etc. Significa que se debe actualizar y contextualizar dichas cuestiones, sin conformarse con el recurso a estéticas regionales, en las que cada una de las artes tiene su propia estética particular, e inclusive elaborando una estética de las artes populares para no dejar ninguna rezago de lo sensible sin la sombra de una estética.

Además, siendo la estética una de las marcas o sellos de la modernidad tanto  histórica como teóricamente, habría que decir que no sólo se configura como disciplina en el marco del proyecto ilustrado, en el que lo nuevo y lo contingente son la asunción de la  modernidad, cuya cara oscura y encubierta da lugar a la reflexión desde la negatividad frente a la idea moderna de progreso, sino también y ante todo, en los tiempos presentes como, en un modo de participar en la búsqueda de alternativas a la modernidad en vez de modernidades alternativas. Todo esto en este momento de crisis de muchas de las Bolsas de valores del mundo que no dejan indemnes los “valores” estéticos y mucho menos el restringido espacio del arte como un “lugar seguro”.

 

Hacemos entrega, a nuestro pacientes lectores, de este número de Calle14 como un “presente”, un envío, que contiene las generosas contribuciones realizadas por investigadores del campo del arte en torno al tema mencionado, con el ánimo de avivar discusiones presentes, vigentes y urgentes sobre las artes en nuestros contextos locales y globales.

Finalmente, me permito anunciar la convocatoria temática de artículos para los dos próximos años: Arte, Ciudad y Universidad (2012) y Arte y Pedagogías (2013).

 

Para leer la verión digital de este número vaya a cualquiera de los siguientes enlaces:

 

http://revistas.udistrital.edu.co/ojs/index.php/c14

http://gemini.udistrital.edu.co/comunidad/grupos/calle14/index.php

 

 

 

A la espera de vuestros envíos,

 

Pedro Pablo Gómez Moreno

Editor