ARTBO: arte y antropología

Ya al observar la trayectoria de la curadora de la sección “Referentes”, Pilar Tomkins (EEUU), directora del Vincent Price Art Museum del East Los Angeles College, una institución con colecciones de arte nativoamericano, precolombino, moderno y contemporáneo, podemos empezar a diagramar el comercio entre antropología y arte contemporáneo, que continúa con tanto impulso como desde los primeros antropólogos-exploradores, curadores de museo y traficantes de objetos no occidentales.

Ya al observar la trayectoria de la curadora de la sección “Referentes”, Pilar Tomkins (EEUU), directora del Vincent Price Art Museum del East Los Angeles College, una institución con colecciones de arte nativoamericano, precolombino, moderno y contemporáneo, podemos empezar a diagramar el comercio entre antropología y arte contemporáneo, que continúa con tanto impulso como desde los primeros antropólogos-exploradores, curadores de museo y traficantes de objetos no occidentales.

Lo primero que aparece en la página del VPAM curado por Pilar Tomkins es la exhibición “Guadalupe Rosales: ecos de una memoria colectiva”. Allí se explica que la artista explora el potencial del archivo en una instalación inmersiva coronada por un altar honrando a su prima, quien murió fruto de la violencia de pandillas. Se enfatiza en que la exhibición investiga historias colectivas de la cultura joven Latina en Los Angeles, reflexionando las experiencias cotidianas en las comunidades de color en los 90’s, desde espacios privados hasta fiestas y otras formas de socialización, creando así una “conversación colaborativa compartida”. En este statement sobre la obra pueden observarse varios tópicos comunes de la antropología: la obra concebida como una puesta en escena de los frutos de la investigación que implica un compromiso activo con la “comunidad”, dentro de la cual el artista coexiste haciendo trabajo de campo para dar cuenta de un modus vivendi de la población, que difiere del tradicional punto de referencia desde el que se define “el otro”: hombre, blanco, occidental, con poder adquisitivo. Hal Foster (1995) señala que cuando el artista es parte de la comunidad retratada puede suceder que se “autoexotice” con fines comerciales y que se esencialice el supuesto poder de acceso a cierta parte de la realidad a la que el hombre “blanco” no tendría posibilidad. Parece haber también en esta descripción de la obra una folklorización de la propia comunidad, para dar cuenta de lo “exótico” de su modo de vida. Se subraya la voluntad de escribir una historia pública diferente sobre la juventud latina en la región, con una estrategia interactiva vía web -dejándoles participar en voz propia-: también esto es parte del tradicional rol del antropólogo, involucrado en temáticas sociales y políticas como la figura que adopta un rol paternalista intercediendo en favor de la “comunidad necesitada de redención”, como se observa en “El etnógrafo” de Ulises Rosell.

También el título de la exhibición de Referentes de Artbo, curado por Pilar Tompkins, “Diálogos a través del tiempo» da cuenta de la recurrencia de ideas provenientes de la antropología. Como explica Johannes Fabian, dicha disciplina se fundó en una proyección del tiempo en el espacio basada en dos presupuestos:1) el tiempo es inmanente al mundo y por tanto coextensivo con este y 2) las relaciones entre las partes del mundo pueden entenderse como relaciones temporales, lo más remoto se convertía así en lo más primitivo (como es citado en Hal Foster, 1996, p.181). “Diálogos a través del tiempo” coloca en diferentes salas obras provenientes de diferentes épocas, creando así una relación comparativa entre espacios, que simbólicamente podrían asemejarse a los geográficos, y temporalidades, que la Historia del Arte, heredera de concepciones decimonónicas evolucionistas, concibe aún hoy residualmente como una escala ascendente de momentos de desarrollo, siendo la civilización el summum de la vara jerárquica (Hal Foster, 1995, p.181).

Los cuatro ejes temáticos de la sección Referentes podrían ser abstracts de artículos etnográficos en relación con ejemplares de la “otredad cultural”, en este caso lo gay y lo femenino, asociado con formas artesanales de trabajo. Particularmente 1) Otros cuerpos: “considera la noción del Otro, la separación, marginación y distanciamiento de aquellos que no se adhieren a las normas dominantes de la sociedad, y cuyos cuerpos se convierten en zonas para leer la diferencia”; 2) Relatos de intimidad: “exploran las formas en las que el género se construye en los espacios privados. Las obras seleccionadas retratan narrativas del deseo, intimidades emocionales y físicas, ya sean heterosexuales, homosexuales o auto-eróticas”; 3) Haciendo y deshaciendo: “obras relacionadas con los trabajos y formas de arte tradicionalmente asociados con las mujeres, como tejer, coser o hacer crochet. El tejido, por ejemplo, se expone a partir de sus connotaciones entre distintos grupos sociales: como escritura, ritual, símbolo de conectividad social, o como un recurso de deconstrucción que muchas veces involucra rastros de violencia y ejercicios de sanación.” (Artbo, 2018).

No una ni dos, decenas de obras de ARTBO se anclan en temáticas de interés social. Lo que se presenta a la vista del público son las pruebas de la investigación -como en los primeros momentos de la fotografía aplicada a la investigación de campo etnográfica-, o bien una representación simbólica de los resultados de dicha investigación, para dar cuenta del concepto mediante un objeto o imagen que lo vuelva vivencial o sinestéstico. Este último es el caso de Daniel Jiménez, quien en “Blanco y verde” exhibe una serie de bolillos de policía modificados, transformándolos en herramientas de tortura y juguetes sexuales al tiempo, para denunciar una red de prostitución dentro de la policía conocida como “La comunidad del anillo”. Habitualmente se ausentan las explicaciones sobre los métodos utilizados y la demostración del rigor del “trabajo de campo”. El artista como etnógrafo frecuenta posicionarse en un espacio de poder frente al sujeto retratado y no habitúa cuestionar su lugar de enunciación.

«Entrevista al sicario más famoso de las redes sociales” Nadia Granados

Con ánimo irónico, “Entrevista al sicario más famoso de las redes sociales” es una videoinstalación y performance de Nadia Granados en la que nos hace habitar un narcoespacio que se devela entretejido con básicamente todas las actividades en Colombia. La música de fiesta reggaetonera dicta “narcofiesta, narcomensaje, narcopresidente, narconoticia, narcocasa, narcomatanza, narcosoldado, narcopolíticas, narcocultura…” mientras de frente se nos presenta un video de una persona desnuda -quizá la artista- de espaldas bailando al ritmo. Lleva zapatos de tacón plateados de una altura desmesurada, vinculados a una estética de burdel; se proyecta un video en el que ella o él se ve a sí misma/o bailando y con sus manos en alto sostiene un cuchillo que simbólicamente, en un movimiento entre sexual y amenazador, introduce en su trasero agigantado por la proyección. El video a su derecha es de un billete ficticio estadounidense donde alternativamente en el centro, como próceres, aparecen fotografías de personas exhibiendo sus atributos narco -postura corporal, carro, reloj, arma, gestualidad-. Arriba de la imagen, se transcriben frases de entrevistas a Popeye, en las que exalta cómo pasó de ser nadie a ser el hombre más sexy y acaudalado y cuánto prefiere su situación actual, tanto así que probables infortunios como la cárcel y su asesinato no son de peso en esa balanza. A la izquierda, hay otro video en el que se suceden noticias cuyo título incluye alguna palabra derivada de “narco” subrayada en rojo furioso. La artista forma parte de la comunidad-país retratada y se «autoexotiza» con una intencionalidad kitsch satirizante para poner en tela de juicio los tópicos comunes desde la mirada del “primer mundo” con respecto a Colombia y cómo contribuimos a ellos desde los medios de comunicación vernáculos. Es un trabajo de investigación con interés antropológico en el que se problematiza el lugar de enunciación y se trastocan a través de la ironía los discursos: el de los narcotraficantes, el de los medios, el del poder y saber norteamericano y el propio de la artista.

“Eva”, Javier Castro.

Más unidimensional es el trabajo de Javier Castro, “Eva” en el que retrata tatuajes, que se hacen los hombres de barrios de pocos recursos de Cuba, del nombre de alguna mujer. Las fotografías son abstraídas de su historia particular, no se les da voz a los personajes cuyo cuerpo es retratado y las imágenes son colocadas dentro de una misma pared que las uniformiza. En una entrevista que le hace This is LaHabana a Javier Castro, puede observarse la folklorización a la que empuja a sus sujetos de estudio y la posición de poder que adopta al referirse a ellos. Dice que su obra se enfoca en los diferentes “modos de supervivencia del cubano habitante de zonas marginales”, y continúa “la idea es ver los tópicos del lenguaje, la sexualidad, la violencia, las relaciones del ser humano, específicamente los diferentes comportamientos(…)”. Su discurso rememora los primeros estudios antropológicos, de la época en que las sociedades estaban encontrándose y Occidente empezó a catalogar y apropiarse de los pueblos y territorios de las “consideradas tribus exóticas fuera de la historia” (Clifford, 1998). Si bien el artista es cubano, habla de sus personajes como algo lejano, exterior, primitivizándolos, fomentando precisamente la pornomiseria que Nadia Granados satiriza.

–Laura Balán

 

Referencias

Artbo (2018). Catálogo recuperado de: https://www.artbo.co/Feria/Secciones/Referentes/2018

Clifford, J (1998) Historias de lo Tribal y de lo Moderno. En Dilemas de la Cultura: Antropología, Literatura y Arte en la Perspectiva Posmoderna. Buenos Aires: Gedisa, pp. 229- 256.

Foster, H. (1995). The Artist as Etnographer? En G. Marcus y F. Myers (Eds). The Traffic in Culture. pp. 302-309. University of California Press.

Escariz, Pável, 2014. Javier Castro – Cuba Photographer. Recuperado de https://youtu.be/5N5UAX6xZLg