Antifa

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Panorámica de la exposición Antifascismo en Bogotá, un pasado y un presente de lucha, Sala Cabeza de Ratón (Fundación Gilberto Alzate Avendaño), Bogotá, julio 2-26, Bogotá.

Esta exposición, inaugurada tras la salida de Jorge Jaramillo y Liliana Angulo como cabezas primordiales de la gestión en artes visuales de la Fundación Gilberto Alzate Avendaño, marca el comienzo de una gestión que deberá atender “lo específicamente cultural: la riqueza de poblaciones, lenguas, culturas festivas, culturas corporales, gastronomías, entre otras expresiones.” Por lo mismo, es también un ejercicio de apertura a la visibilidad que bien pueden tomar como ejemplo las directivas de la institución que la alberga: reúne un inventario de manifestaciones visuales de un movimiento dedicado a la educación política para ponerlo a la vista pública. En breve, Antifascismo en Bogotá, es un ejemplo que le exige preguntarse a los nuevos directivos de la Fundación Alzate Avendaño, por el modo en que habrán de dirigirse a las comunidades a quienes ahora deberán beneficiar con su gestión.

Además de esto, y por la naturaleza de las piezas que la componen, genera un espectro de emociones entre quienes son cercanos a las tendencias ideológicas representadas allí, los habituales a los espectáculos del arte contemporáneo y el público que no iba a ver la exhibición pero se la encontró. Para unos, es la oportunidad de reunir en un escenario de centralización de la actividad “específicamente cultural”, elementos que les identifican: pancartas, afiches, carteles, fotografías de movilizaciones, lemas, banderas, camisetas, documentales, música. Para otros, ha sido la oportunidad de emocionarse con un montaje diferente al del modelo que pone objetos en línea de horizonte sobre paredes blancas, repudia la literalidad, cree en la monotonía que quiere parecer poesía y no se relaciona con el universo social inmediato. Efusividad voluntarista Vs. Museografía del cubo blanco. Saludos, Brian O’Doherty.

Articulándose a una de las metas que busca resolver el proyecto Cabeza de ratón, esta exposición genera afección o rechazo. Cosa nada despreciable, sobretodo en un contexto donde la polarización se ha convertido en manifestación suprema de opinión. Por ejemplo, si se la visita con una persona que comprenda las denuncias inscritas en las banderas y los lemas, es posible escuchar su molestia por la forma en que esa reunión de piezas en realidad afirma el carácter del movimiento. De hecho, esa misma persona puede preguntarse por la necesidad de poner eso allí. Vale decir, si al ubicarlo dentro de una institución bautizada con el nombre de un fascista nativo de tiempo completo sólo servirá para mejorar el balance dentro de las cuotas de representatividad que debe cumplir esa entidad. O si los dispositivos que utilizan sus adeptos se convertirán en parafernalia visual. O si quienes vean la propuesta comprenderán y adoptarán sus pautas. O si será percibida como una muestra de exotismo de propaganda. O si los integrantes de las facciones opuestas utilizarán la exposición para mostrar su desprecio en contra de sus consignas. O si no sucederá nada.

De otro lado, su realización permite abrir también la pregunta hacia la posibilidad real de ver allí manifestaciones “específicamente culturales” de grupos ubicados en otros flancos de la política local. De hecho, si optará por la alternancia entre agentes y movimientos, dándole igualdad de oportunidades a los ortodoxos políticos de uno u otro bando, tanto como a quienes han decidido no optar por la radicalización. Por ejemplo, si, una vez concluido el mandato actual, se dedicará exclusivamente al progresismoimprovisacionista, al franciscosantismoelectrocutacionista, al clarismoperdidista, al peñalosismomásperdidistaaún, o buscará ser un espacio realmente democrático. Porque, la oportunidad que ofrece de conocer de cerca la retórica visual de estos grupos de intensa actividad, también debe llevarnos a pensar sobre las dificultades de darle visibilidad a lo que no comprendan sus administradores, o no acepten o no conozcan. Es decir, ante a la evidente reclamación antiderechista que tuvo la modificación de funciones de la Fundación Gilberto Alzate durante esta alcaldía hay que preguntar –y no dejar de hacerlo- por la manera en que ese organismo cumplirá con la obligación de darle cabida a todas las manifestaciones “específicamente culturales” de la sociedad de la cual salen los impuestos que pagan su operación.

 

— Guillermo Vanegas

1 comentario

No entiendo para qué definir el nombre de la Expo desde la negacion de una mirada, en vez de hacerlo desde su propia ideología. Es decir, hubiera sido por ello más recomendable que la exposición se llamará «arte marxista-leninista colombiano» o algo por el estílo.