Aeroingreso seguro

En un país como Holanda, reconocido por la excelencia de sus edificios modernistas, el conjunto exterior Sala de recibo-Bloque de oficinas-Torre de control de Eldorado sería un monumento nacional. También lo sería el espacio monumental de la sala de recibo de pasajeros. Desde luego, primero habría que restaurarlos y adecuarlos a nuevos usos, como se hace con toda casa obsoleta que se convierte en oficina o restaurante; o como se hará, por ejemplo, con Villa Adelaida y el Seminario Mayor. En Colombia, en cambio, las ideas de lo monumental y monumento parecen haberse atascado en las iglesias, los centros históricos y las estatuas conmemorativas. Y en los bancos.

Detrás del aumento de veinte a treinta y dos años en la concesión de Opaín para operar el Aeropuerto Eldorado, o El Dorado, o eventualmente el aeropuerto Luis Carlos Galán, está el programa gubernamental no-oficial, Aeroingreso Seguro. Un superlativo negocio que por decisión del Gobierno Nacional y por intermedio de la Aerocivil están a punto de celebrar la firma Odinsa y su filial Opaín.

El negocio consiste en demoler la terminal de pasajeros de Eldorado para ahorrarse los costos de rehabilitación del edificio a los que obligaba la licitación. A cambio, recibirán doce años de extensión. Los veinte años iniciales pasarán a treinta y dos, para operar un aeropuerto programado para funcionar como un pozo de petróleo: veinticuatro horas diarias, de domingo a domingo. Las cuentas hay que hacerlas en millones de dólares porque en pesos los ceros atragantan.

Detrás de Agro-ingreso Seguro, como de Carimagua, hay una ideología conservadora de la cual Laureano Gómez estaría orgulloso. Una convicción según la cual no hay nada malo, y menos de qué avergonzarse, en que gente de bien, capacitada, temerosa de Dios y caritativa, trabaje. Colombianos comunes y corrientes que dan empleo y contribuyen, además de financiar el referendo reeleccionista, a disminuir la pobreza, al crecimiento de la economía y a la seguridad nacional.

La ideología de Aero-ingreso Seguro es similar pero no para el agro porque como “Dios en la tierra no tiene amigos anda en el aire”. La diferencia estaría en que en el paso del agro al aire, las necesidades de conmiseración, creación de empleo y crecimiento de la economía desaparecen. Basta demeritar una cosa y persuadir al Director de la Aerocivil para que firme un otrosí.

Para una explicación de esta opinión ver:
http://www.youtube.com/watch?v=pgnpj8LlUe0

Juan Luis Rodríguez

4 comentarios

….Y los Colombianos, haciendo valer la premisa de UNE de que lo importante es «Que se nos note que somos Colombianos, porque siempre encontramos un motivo para celebrar»… nos pondremos la camiseta de la incomprendida selección Colombia para celebrar el camino hacia el progreso, demoliendo Eldorado! edificio fundamental de la historia de nuestra ciudad y de este país, con el mismo desparpajo con que matamos y olvidamos nuestros muertos. Tal vez por eso no seamos capaces de reconocernos como Colombianos, porque aspiramos al «borrón y cuenta nueva» con la falsa idea de que podemos olvidar y empezar de nuevo como si nada hubiera pasado.
Estoy completamente de acuerdo con Usted y lamento inmensamente que su artículo no tenga la difusión que merece para entablar un debate serio sobre lo que realmente estamos arriesgando con esta decisión arbitraria y amañada: La posibilidad de reconocernos algún día a través de la memoria.

Creo que sí puede propagarse esta reflexión en sitios similares como Razón Pública, La Silla Vacía y observar el desarrollo de la misma.

Lo preocupante sería que nos encontrara una catástrofe natural con un aeropuerto dañado, porque ahí sí quien dijo vuelo para los que no portamos charreteras ni apellido Santos Calderón / Valencia Cossio.

Esta ciudad no pudo crecer armónicamente sino expandirse uniformada en sus edificios (todos con venia al señor ladrillo y a salmona, cero creatividad arquitectónica).
El aeropuerto no podía escaparse a ello.

Tienen razón con lo de la divulgación. Pero tambien hay que pensar en estrategias de acción, pues no todo es conseguir un espacio en los medios. Así queda todo en mera pataleta.

Pues ya que todo esta consumado y todos tan contentos valdría la pena revisar ciertas responsabilidades:
1-Por qué el edifico no era considerado patrimonial y no estaba catalogado como tal?…
Al menos hubiera existido algo mas de barullo mediático por el. Esto pasó con Villa Adelaida y la ya desaparecida casa Perez-Norzagaray… (claro, el barullo depende de quien es el mas interesado; y aquí, en lo de El Dorado, con tantos dólares en juego, pues fue muy evidente)
2-El silencio “prudentísimo” de la Sociedad Colombiana de Arquitectos…Si no se manifiesta con prestancia y contundencia en un caso tan grande como este, qué se puede esperar de los casos mas pequeños que son el pan de cada día en nuestras ciudades. Acaso en la Bienal de 2006 , de 2008 o en el congreso que acaba de pasar este año hubo ponencias o debates que contextualizaran el caso de El Dorado. A veces, en la defensa de la urbano y arquitectónico (al menos en Bogotá) parece estar mas interesada la Sociedad de Mejoras y Ornato que la propia Sociedad Colombiana de Arquitectos.
3-La contundente falta de participación del gremio de la arquitectura en los medios de comunicación. Aparte de un par de columnas del Profesor J.L. Rodríguez en El Espectador y algunas mas en el muy bien alineado El Tiempo, no hubo una voz que abriera la discusión. Las columnas firmadas por el periodista de El Espectador que escribió mas sobre el tema de la demolición parecían casi que dictadas por la oficina de prensa de Opaín. Ninguna opinión de alguien con intereses y conocimiento arquitectónico. Todo se limitó a cifras y beneficios prácticos y económicos.
En esto de la divulgación es claro que no hay crítico de arquitectura de planta en ningún periódico de alcance nacional (o en la tv privada), que siente posición y muestre matices al gran publico. Si hay críticos de gastronomía, tema que tiene un impacto circunstancial y corto en el tiempo en nuestra calidad de vida, cómo diablos no existen columnas regulares de arquitectura y urbanismo, temas que nos afectan a todos y por largo, largo tiempo.
Valdría la pena proponerle algo al respecto a los grandes medios ya que como es lógico esperar, si a un transeúnte cualquiera le preguntan que cosa prefiere: “…un edificio para el aeropuerto, muy moderno y nuevecito o uno que tiene mas de 50 años…” , pues la respuesta es obvia.
Dirá que el moderno…que para qué una viejera… Y si nadie le ha dicho sobro lo valiosas de sus características técnicas o espaciales que son aún hoy muy sofisticadas y poco comunes, pues optará por la razón a su entender mas sensata…lo nuevo. Y listo.
Una nota de tv el día que se supo sobre la demolición afirmó que los bogotanos estaban de acuerdo con la demolición… fueron tres entrevistas a tres transeúntes… todos dijeron de acuerdo y la nota concluye diciendo que los bogotanos apoyan la demolición.
4- Lo anterior me lleva a otro aspecto de la formación de una conciencia arquitectónica. Las universidades se manifestaron?
Y me refiero a universidades como centros formados por estudiantes de arquitectura, con profesores serios de arquitectura, decanos con mucha trayectoria, publicaciones especializadas y centros de investigación en patrimonio, urbanismo o historia, avalados por Colciencias. Fueron ellas y sus miembros mas prominentes (al margen del Profesor Rodríguez) a los medios, a hablar y exponer criterios arquitectónicos frente a los amigables componedores. Fueron a hablar con el Consejo de Estado, con la procuraduría?
5- También me pregunto que dirían sobre El Dorado, los grandes o famosos de la arquitectura colombiana actual , ganadores de bienales nacionales e internacionales. Me causa mucha curiosidad saber dónde han estado y que opinan. Les ha interesado o los interesó esta triste polémica. Así mismo me pregunto qué pasaría si alguno de sus edificios hubiera estado involucrado en algo así…
Por su silencio ensordecedor, me pregunto además que dirían maestros ya idos, como Guillermo Bermúdez, El Mono Martínez, Robledo y sobre todo Serrano, de estos arquitectos tan callados y pasivos, que hace unos años fueron sus alumnos y luego sus dibujantes. Acaso no se sentirían extrañados y muy decepcionados por su silencio?