A riesgo de ser inmensurablemente necesario

Este texto tiene como intención dar memoria a Jhon Jairo Villamil, estudiante de segundo semestre de arte de la Universidad del Bosque, quien murió el domingo 2 Mayo tras haberle sido diagnosticada muerte cerebral el pasado Martes 26 de abril. El diagnostico se presentó como consecuencia de la realización de un performance en la que el estudiante amarró una bolsa plástica en su cabeza hasta que cayó inconsciente y perdió signos vitales.

Debo aclarar que encuentro el hecho alarmante y preocupante. Así, no pretendo buscar culpables o señalizar las decisiones de ninguno de los implicados, de eso se encargarán las autoridades. Mas bien, intentaré con el mayor respeto hacia Jhon Jairo y sus familiares, plantear preguntas sobre las causas del accidente que nos conciernen a todos en el medio artístico y académico. Declaro que cualquier posible lectura de lo ocurrido la dejo al lector, del que espero entienda que lo que me moviliza a escribir el presente no es más que el desconsuelo, tristeza e impotencia que me generó la noticia.

En el medio, entendemos que el performance lleva el cuerpo a sus limites, dejándolo en situaciones de sensibilidad y vulnerabilidad que radicalizan el acto para hacer más contundente el mensaje, la intención o el discurso detrás de la acción. Sin embargo, lo ocurrido en el Bosque más que parecer la radicalización extrema o el acto final, como se suele entender en el contexto del Accionismo Vienes, se nos presenta como un aterrador y suspendido momento de agonía que se dilató a consecuencias inmensurables. Es verdad, los involucrados en el medio entendemos que de alguna forma el cuerpo al límite representa las más variadas afectaciones de las relaciones de poder y que consigue un sin fin de posibles lecturas. Pero ¿Cómo se le explica esto a los inconsolables padres de Jhon? ¿De qué forma se le podría afirmar a ellos que no fue más que un accidente?

No sería demasiado arriesgado conjeturar que un estudiante de segundo semestre se dispuso hasta el final por el arte, que amaba tanto lo que hacía que decidió entregarle a sus compañeros de aula su posiblemente primera y última acción. No lo creo improbable, simplemente las imágenes en creciente tensión me generan tal desasosiego que no me permite si quiera pensar en otra posibilidad más que una cierta falta de cuidado. Cuidado que de ninguna manera podría recaer sobre Jhon y del que afirmo es un error colectivo de enseñanza, que a riesgo de parecer innecesariamente obtuso afirmaré recae sobre cada uno de nosotros.

¿Cuál debe ser la intervención de la academia frente a propuestas de alto riesgo para ejercicios de aula? ¿Cuál es el sentido de seguridad y auto-protección que la academia inculca a los estudiantes? ¿Es necesario tomar medidas preventivas, explicar los riesgos a ser tomados y cuestionar si las razones, intenciones y/o imágenes valen la pena? Si el performance en teoría incita a la participación activa en el mismo ¿Por qué la tendenciosa actividad del público a la contemplación? ¿Será un error en el mecanismo? ¿Era lógico que los demás no hicieran nada?  Ahora mismo todos podríamos afirmar que haríamos algo, pero como dice una colega también performer, el público siempre es nuevo. Yo por mi parte me resguardaría en el aura sacra con el que nos es inculcado el performance, que pareciera concebir las interrupciones como un hecho tan impertinente que probablemente cualquier profesor o alumno se hubiera sentido coaccionado por actuar.

Entonces ¿Existe un entendimiento errado del performance que permite que situaciones como esta sucedan? Lamentablemente, este ejemplo al mostrarse como la voluntad del artista, efecto alegado por la Universidad del Bosque, trasluce un vacío en la formación de los artistas a nivel teórico y práctico. No solo en la institución sino en lo que podríamos llamar niveles más contundentes. Como resultado del performance, solo quedó un video que muestra un riesgo eminente y preocupante, que más que ser señalado como naif, podría cuestionar el modelo de enseñanza del medio performático, su tradición y su presuntuoso afán por hacer del mismo un hecho evidente.

Siento necesario, enviar mis condolencias a la familia y compañeros de Jhon, a los que les pido mantener viva la imagen de su hijo y amigo. Es verdad que soy un tercero, lejano a los hechos, por lo cual me disculpo si es necesario. Y si mi texto sonara descortés o poco necesario me animo a revelar el hecho para que como público y artistas impidamos que se vuelva a repetir. Mis planteamientos no esperan traer respuestas únicas, tajantes o inapropiadas; simplemente como performer lo sucedido me destrozó y consideré que guardar silencio no me permitiría continuar con mi práctica en la que me involucro como artista, académico y pedagogo. Espero el tono sea el indicado para la situación.

¿Es realmente efectivo el medio performático? ¿Es la acción algo que se debe dejar pasar, así esta implique riesgos para el que la realiza o los presentes? ¿la contundencia que delineó este acto sobrepasó la tan señalada línea entre vida=arte para convertirse en arte=muerte?

Jhon Jairo Villamil, paz en su tumba.

 

Carlos Monroy 


Discusión

Laura A. Vásquez: Carlos, muy buen artículo. Me parece importante la reflexión en torno a cómo educar o formar a un público frente a este tipo de propuestas que pongan en riesgo la vida de quienes intervengan. Mi sentido pésame a la familia de Jhon Jairo.

Gustavo Villa: Carlos sea más responsable con el lenguaje. Al leer su texto se evidencia falta de rigor en la investigación y una afectación mas mediada por el amarillismo mediático. Usted cree acaso que al estudiante no se le advirtió sobre las consecuencias de la acción? (pregunte) Cree usted y pone en cuestionamiento la reacción oportuna de quienes lo acompañaban (le cuento que esto sucedió en cuestión de segundos)

Lamento profundamente lo sucedido (y se lo dice alguien que conoció a Jhon Jairo) y creo que conviene enfatizar en los distintos procesos académicos los limites que constituyen el arte; a partir del cuerpo y del otro, a partir de lo irreversible.

Carlos Monroy: Gustavo, considero ser enfático en mis limitaciones frente al asunto. De hecho en el decorrer del texto varias veces lo digo y lo reafirmo. Considero que si alguien estuvo allí y puede esclarecer cualquiera de las cuestiones, resultaría maravilloso. Como lo apunto, la cuestión no es en quien está la falla, sino qué se puede hacer para que estas cosas no sucedan.

El amarillismo, justamente no es culpa mía y mucho menos lo que quería plasmar en el texto. De hecho si le resultan ofensivas mis conjeturas me disculpo y pido que sean aclarados lo hechos. Creo que todos los que fuimos informados de esta forma o de alguna otra manera lo merecemos. Sin embargo, reafirmo que la función del texto no es buscar causalidades, ni mucho menos culpables. De hecho yo al igual que Ud. lamento profundamente lo sucedido y de alguna forma mi intento era informar del suceso para preguntarnos las cosas que, como ud. dice, se dan a partir de lo irreversible, pero que de alguna forma u otra habría podido evitarse.

Gustavo Villa: Carlos, no estuve en el lugar, pero si hubiera estado presente probablemente me hubiera sucedido lo mismo, o a usted o a Pertuz porque lo que usted vio por televisión (y yo también) fue un lamentable accidente y le puedo asegurar que quienes lo presenciaron reaccionaron con la misma celeridad que usted o Pertuz, yo o cualquiera lo hubiera hecho. Independientemente de que se trate de la universidad el Bosque o los Andes, un lugar expositivo o la calle. Además vale la pena preguntarse y sensibilizarse por todos los implicados en el escenario del duelo (familia, profesores y estudiantes del Bosque) mas allá del escenario especulativo, morboso y oportunista de aquellos que con su “superioridad moral” juzgan. María de dónde saca usted que “la formación académica terminaría siendo una formación perversa por ser pasiva, indiferente y que se escuda de su responsabilidad”. De mi frase? Que nos es una respuesta sino una afirmación, (valdría la pena leer con mayor atención para que no regurgite ese tipo de asociaciones) el enfatizar, sugerir o mostrar los limites responden y tienen que ver con cualquier proceso académico en artes.
Y estoy totalmente de acuerdo con lo que señala Sandra en relación con la definición que Carlos tiene de performance, cuando dice que “el performance lleva el cuerpo a sus límites, dejándolo en situaciones de sensibilidad y vulnerabilidad que radicalizan el acto para hacer más contundente el mensaje”. No sé de dónde saca esto. Un poco anacrónico.
*Otro abrazo para usted Pertuz y mañana conviene hablar sobre esto en el Laboratorio de Performance.

Carlos Monroy: Los limites de los que hablo no atienden exclusivamente a lo físico del cuerpo, limites sociales y psicológicos también están presentes, aunque es claro que en este caso particular señalan lo corporeo contundentemente.
Tal vez,mi gesto anacrónico y mi aproximación a la práctica se encuentre en la especulaciones «morales» que usted demarca, más que en mi propia experiencia artística.
Sin embargo, creo que todo señalamiento especulativo, morboso y oportunista sólo lo auspicia el querer tener la razón. Por este motivo me uno a su propuesta de sensibilización por la familia, profesores y compañeros de Jhon. Consecuentemente en vez de continuar buscando los pequeños quiebres que pueden tener los discursos aquí expuestos, guardaré silencio para que todas las opiniones tengan la misma importancia y relevancia, honrando la memoria de Jhon y los suyos.

María Vásquez: Sr. Monroy, ante un performance yo también “me resguardaría en el aura sacra con el que nos es inculcado el performance” pero Jhon Jairo era un muchacho que apenas cursaba segundo semestre de artes plásticas. Esa circunstancia me habría hecho reaccionar. En segundo semestre uno se mueve más por la intuición; uno es, un tanto ingenuo y virgen frente al mundo real del arte. Y cree hasta los tuétanos en el poder transformador del arte.

Si aceptamos la respuesta del Sr. Villa (que parece ser un profesor de esa universidad): “creo que conviene enfatizar en los distintos procesos académicos los límites que constituyen el arte (…) a partir de lo irreversible”, la formación académica terminaría siendo una formación perversa por ser pasiva, indiferente y que se escuda de su responsabilidad. El portal de la Universidad El Bosque traduce esa indiferencia a la que tanto nos hemos acostumbrado los colombianos.

Me asalta la duda si a esa altura de su carrera, John Jairo tenía tal conocimiento que le permitiera comprender “que el performance lleva el cuerpo a sus límites”, y sobre todo que esta idea tan provocadora -que pone la vulnerabilidad al límite- requiere un tiempo de elaboración. Requiere de unas bases históricas, reflexivas y críticas que la academia responsable debe ofrecer. Si para realizar su performance él recibió dichos fundamentos, entonces podría, quizás, admitir la respuesta del Secretario General de la universidad: “La actividad fue escogida voluntariamente por el alumno”.

Carlos Monroy: Apreciada María, muchas gracias por comentar. Cuando afirmo que me resguardaría bajo el aura sacra, lo digo pensando en porque, tal vez, mi cuerpo se hubiera paralizado ante el hecho o la iamgen. Como pedagogo estaría seguro de reaccionar. Considero que el Sr. Villa, que como usted afirma pareciera profesor de la institución y haber estado presente en el espacio, es el único por ahora que puede ayudar a debelar en la plataforma como fueron los hechos. Tal vez como el nos afirma, nos arriesgamos con las palabras a conjeturar demasiado y caemos en el riesgo de la carencia de investigación o en la afectación mediada por amarillismo, que se cuelan en los flujos de información a los que la mayoría de espectadores tenemos acceso. Pido respetuosamente que si el señor Villa estuvo en el lugar y conoció el trabajo de Jhon nos responda las preguntas que el mismo piden sean formuladas y nos comente donde el considera que estuvo el error.
Así bien comparto su opinión sobre la indiferencia mostrada por la institución que más allá de escudar su responsabilidad, se visualiza como síntoma de los problemas que se plantean sobre la frivolidad y perversidad de la academia que usted señala.

Sandra Miranda: Creo que el Genero Performance no es el directo responsable, por favor!!!  no es que ahora debamos limitar su enseñanza, NO desinformemos, el performance no es necesariamente una experimentaciòn que lleva el cuerpo al limite como Carlos dice en su articulo; yo hago performance hace 14 años y jamas he puesto mi cuerpo en una situaciòn de peligro y he trabajado con artistas importante en este genero como Marina Abramovic, Gilbert & George etc….

Conozco un pintor que casi muere sofocado por desarrollar una fuerte alergia a los solventes y sin embargo optò por continuar utilizandolos hasta que tuvo que ser hospitalizado, cuento esto para explicar que de alùn modo cada uno tiene un poder de elecciòn. Lamento mucho la muerte de Jhon Jairo, lamento mucho el accidente, creo que no hay culpables, creo que es justamente un accidente donde no es necesario poner a juicio todo el sistema de educaciòn artìstica, a menos que tengan a disposiciòn estadísticas importantes sobre muertes por practicas de performancias en las instituciones de educaciòn artistica que yo desconozco y en ese caso estarìa yo misma dispuesta a defender esa posiciòn. Creo que es responsable investigar mejor sobre que significa Performance y soltar la definiciòn de los años 60 que en este articulo se plantea, ha habido una evoluciòn importante. Lo sugiero porque Esfera pùblica es un medio importante que debe ser responsable de informar y no de desinformar. Gracias

Edgar Mahecha: Hola a todos los lectores. Al igual que ustedes me encuentro conmocionado por lo sucedido, también al igual que la Sr Sandra Miranda considero que el problema aquí no es la herramienta, sino el pensamiento detras de su ejecución, es bien sabido para todos, que el arte aborda diversas temáticas que van de la vida a la muerte, del objeto al concepto y de la estética a la forma; sin embargo en un país como el nuestro, en este contexto partícular la reflexiones de la obra deberian ír más allá, deberían girar creo yo, entorno al ser, a la vida. Como docente y creador he notado la presión por parte de la académia, para que sus estudiantes sean «originales» produzcan objetos que respondan a las demanadas del mercado y elcircuito del arte; tristemente voy a exposiciones de todo tipo, veo objetos pero uçnunca obras ni mucho menos artístas; lo que paso con este estudiantes es solo una muestra de que el ejercicio creativo en la académia se debe re pensar, se debe dejar de pedir obras que quieran romper con la historia del arte y más bien permitír que no solo los estudiantes, sino los artístas tengan busquedas realmente sinceras, coherentes con su ser, su contexto y su cultura, obras que hablen de una verdaera busqueda y que no pongan como en este caso la vida en riesgo, pues mi discurso es ese, el de la vida, para mí eso esta por encima del arte mismo y cuando este atenta contra eso, por lo menos en mi caso dicha «obra» carece de sentido y validez. Es así como creo que debemos revisar nuestra praxis como creadores, académicos y estudioso del arte y preguntarnos ¿qué sentido tiene producir arte si este agrede y pone en riesgo la vida y a quien lo ve y lo realiza.?.

Fernando Pertuz: No es aceptable por ninguna causa dejar que un estudiante realice ciertos actos en un salón de clase… carajo… ES UNA VIDA, NO UNA OBRA… NO UNA ACCION, NO UN ARTISTA… es un ser humano joven que necesita de una guía por eso entra uno a una institución educativa… Acaso nuestros padres sabían qué era un performance, acaso necesitan tener antecedentes de lo que ni siquiera nosotros sabíamos que nos enfrentamos… Es que para hacer y enseñar performance hay que leer no solo de ARTE. Hay que aprender a leer la vida y sus señales para guiar y no dejar perder en la oscuridad a los que no tienen luz. Y como dicen; lo más acertado sería escuchar al maestro y a sus colegas quienes vivieron el proceso creativo de Jhon. Pero más importante es pensar en cómo podemos ayudar a sobrellevar tan trágico episodio que les tocó presenciar a sus compañeros a sus maestros y a su familia. Envío un fuerte abrazo para todos…
Pd. Si hay culpable que sea la sociedad. El sistema que obliga a pensar en las situaciones límite que viven otros o nosotros mismos haciendo que sus seres expongan sus vidas como llamado de atención COMO GRITO EN SILENCIO.

Darío Ortiz: ¿Había hecho firmar la Universidad una carta de responsabilidad al estudiante Jhon Jairo Villamil o a sus acudientes por el peligro al que le iban a llevar las teorías y procesos pedagógicos de la carrera? ¿Sabían sus padres que estudiar arte podría ser una experiencia peligrosa? ¿Le habían informado oportunamente sus profesores  a Jhon Jairo de los riesgos que podría conllevar realizar una acción extrema como esa? ¿ Le habían mostrado los innumerables casos en que este tipo de acciones ha producido muertes, amputaciones o lesiones permanentes? ¿Podrían él o sus compañeros de clase citar algunos nombres de artistas o estudiantes de arte  muertos en el “ejercicio” de un Performance? Probablemente no. Probablemente en el Bosque como en las demás universidades se asumen de manera folclórica los riesgos de un acto final, de un Performance extremo.
Son muchos los artistas y estudiantes de arte que han tenido suicidios voluntarios o involuntarios o que han muerto realizando sus obras, desde los suicidios estilo liberación final de Rudolf Schwarzkogler que se lanzó de una ventana, a Bas Jan Ader que se perdió en el Atlántico realizando una acción que consistió en viajar en un pequeño bote a la deriva, o tan absurdos como el de la artista italiana Pippa Bacca que murió recientemente en Turquía violada y asesinada después de varios días de comenzar un performance pacifista en que la joven artista pretendía viajar en auto stop vestida de novia de Milán a Jerusalén.
Muertes todas ellas que parecieran sacadas de una lista de las muertes estúpidas del conocido post “10 Smart people that died in really stupid ways” o que merecerían hacer parte del capítulo de las muertes ridículas de La inmortalidad de Milan Kundera. Sin embargo  la pregunta que más me inquieta es si de Jhon Jairo a Pippa Bacca han servido para algo sus experiencias; si la sociedad en general, o el mundo del arte internacional, o tan siquiera la pequeña escena local, frente a las tesis últimas de esos performer, han cambiado en algo después del aparentemente inútil sacrificio de todos esos artistas muertos en el ejercicio de su performance.
A Jhon Jairo Villamil paz en su tumba y perdón a sus irresponsables ideólogos.

Antonio José Díez: Darío, Coincido en su observación, que por ser valiente y nada timorata, es por ello mismo más respetuosa. Suena más genuinamente interesada.
La auto-observación, debería ser una de las materias fundamentales que la academia podría incorporar al pensum; pero seré un cándido al esperar tal pensum.
Como bien lo ha expuesto, lo más lamentable será que -en el mejor de los casos- este joven muerto, no pasará de una nefasta anécdota que en poco tiempo será olvidada por el mundo social artístico local.; pervivirá muy seguramente en la memoria de sus íntimos, pero su paso por este mundo artístico habrá sido -lamentablemente-, inútil.
No se trata de culpables, ni de que paguen lo impagable; pero ojalá que esto fuera un campanazo para hacer caer en cuenta que un Profesor es más que un simple informante. Suponemos, es un guía que estaría allí para decir a su alumno, «si te lanzas por ese despeñadero, ten en cuenta que es peligroso….Yo no lo haría…»

Gustavo Díaz: Mi opinión sobre el accidente de Jhon Jairo es que éste es un reflejo de la presión que tiene la academia por enseñar contenidos especializados sobre los que no tiene la experiencia suficiente en la creación, en este caso, sin ánimo de ofender. creo que el afán por la exploración académica supera el sentido común. En el estudio del performance y de la historia del arte hay momentos en los que se privilegia la enseñanza teórica de contenidos  univerales sobre todo europeocentristas subestimando e incluso omitiendo la importancia de la experiencia en lo local, sus formas de hacer y el trabajo con las comunidades. Desde acá deseo acompañar a la familia, y decirles que no busquen responsables en profesores, universidades o carreras sino en el espíritu de improvisación, inmediatez, afán, con los que se enseña y se evalúa en el ámbito académico.

Pinto: Leyendo lo aquí expuesto me asalta una inquietud, ¿realmente alguien sabe cómo fue la preparación académica del muchacho para llegar a esa acción «escénica»?, como dicen los medios de información.
Por que partiendo del mismo discurso del señor Carlos Monroy, hasta la invitación del señor Gustavo Díaz para responsabilizar al espíritu de inmediatez, improvisación y afán con que se enseña y se evalúa en el ámbito académico, lo lleva a uno a pensar, en calidad de lector desprevenido, que realmente conocen el medio académico dónde están sucediendo estas situaciones, y podría darnos más ejemplos dónde soporta sus aseveraciones sobre el ejercicio académico irresponsable.
Pero al leer en detalle los juicios emitidos, me parecería que se está estableciendo una generalidad reductiva y simplista; incluso llevaría a pensar, que ese oportunismo que alguien menciona es la base de este conversatorio sobre una tragedia tremenda.
Me hace pensar, también, en qué puede sentir y pensar un docente a quien le suceda algo así, he visto, no sin horror, muchos ejercicios de acciones mal denominadas performance, en diversas facultades de arte del país, donde los profesores exigen el máximo de riesgo a sus estudiantes, y para fortuna de ellos no ha pasado nada malo….
La inconsciencia sobre el cuerpo y su poder expresivo, creo que sí puede ser generalizada en las diferentes facultades de artes, tanto así, que permite emitir juicios sobre un hecho dramático desde la cómoda mirada detrás de una pantalla, como alguien dice desde la cómoda distancia como un tercero…
Pero, insisto, el oportunismo me hace pensar en la situación misma, donde me atrevería a cambiar la dirección de la victima propiciatoria, pues esa actitud del artista que se aprovecha del espectador para su supuesto beneficio expresivo es igualmente preocupante. Acaso deberíamos revisar el manifiesto ético del artista frente a su público-espectador, es muy fácil aprovecharse de una situación «perfecta» para crear el escenario de muerte, y llegar a comprometer al espectador en un acto premeditado donde no espero jugarle a la vida, sino a la muerte.
Como educador me asalta la duda al revisar tanta información que ha surgido, más allá de lo aquí expuesto por nosotros, las imagenes de ese ritual que ha circulado en los medios está demasiado bien montado, necesitaríamos más contexto real para establecer posibles intenciones…y acaso definir quién es realmente la victima en esta situación…
pero como todo lo aquí presentado, son meras especulaciones, y como el arte, puras subjetividades…

Gustavo Díaz: No estuve en el lugar, no conoci a Jhon Jairo ni a sus profesores de la universidad, no conozco a su familia, ni a sus amigos, mi comentario es pura subjetividad como usted lo llama, y hablo por mi porque no puedo hablar por nadie más, por alguien joven que hace parte del sector académico en las artes, que ha estado detrás del pupitre 20 años y que le parece que 5 años de educación artística apenas son un comienzo para entender y empezar a hacer algo en, con y por el arte.
El espíritu del que hablo de inmediatez, improvisación y afán es algo que no sólo se manifiesta en la academia, es un espiritu que se manifiesta en el gobierno, en las relaciones con las personas. Y por que me refiero a este espíritu, porque hago esta generalización y lo utilizo de forma oportunista en este caso, por una sencilla razón porque desearía con todo mi corazón estar equivocado y ser desmentido por aquellos que estuvieron allí, quisiera oir que no fue falta de amor o cuidado, quisiera oir contundentemente que no fue indiferencia, y no la excusa de que “el sabía lo que hacía”. Quisiera oir de la noticia del video como fue la vida de Jhon Jairo, como fueron sus anteriores performances, si los hubo, como le estaba yendo en las clases, en el semestre, que pensaban sus profesores de él y como están los seres que más lo quieren, si le contaba a sus papás lo que aprendia en la universidad o si no lo hacia, si le contaba a alguien sobre el arte y cómo lo transmitía, que sentimiento le despertaba. Quisiera ver en esta noticia a la que también permea ese espiritu de afán, improvisación y falta de compromiso dedicar un momento a hablarle y explicarle al ciudadano común sobre el performance, hablar sobre la juventud y la familia y por supuesto dedicar un espacio amplio y sosegado el estado de salud de la educación y la academia.
Debo ser sincero a veces me da tristeza haber concido a tantos y tantos buenos y malos profesores durante toda mi vida y no tener buenas o malas y menos duraderas relaciones con ellos o haber visto cientos de materias y haber sacado miles de notas, sin embargo creo que no tienen la culpa, no sé quien se inventaria esa vaina de las notas, lo años, la primaria, la secundaria, la educación “superior”, debe ser la academia, digame por favor a quien más concretamente me debo referir porque no lo sé, gracias a eso he conocido miles de personas que van y vienen pero con las que no he podido estrechar lazos porque de cierto modo ya no vivía con ellas después de que se acababa la jornada.
Aquí escribiendo me encanta que haya una oportunidad en este caso en internet y por lo que haya sido que haya motivado a alguien a hacer esta publicación. para poder hacer más pequeña esa brecha entre el arte y la familia, los papas, los cuchos que no entienden nada de esto o que lo entienden y no sabiamos que lo entendian, a que un educador y un alumno puedan hablar sin tener que pagar millones de pesos para ello y que puedan hablar de la familia o de lo que piensan últimamente de la educación y sus formas de ser.
Estoy completamente de acuerdo con usted respecto a la poca y necesaria presencia del contexto real, pero eso no se hace de otra manera que creando y participando como en este caso.

Luis Fernando Arango: Desde anoche que me entere por este medio, he estado muy preocupado por todo lo sucedido. Siento infinita solidaridad por la familia del joven John Jairo Villamil. Finalmente he decidido escribir por que veo que siempre las discusiones críticas apuntan a señalar y culpar, nada de esto es gratuito, cuando hemos vivido sometidos a un estado policial, que acusa y señala en los medios, siempre sospechando del capturado, del involucrado, siempre actuamos de jueces sumariales, sin testigos ni pruebas ni investigación rigurosa. yo cumplo este mes 50 años, llevo 6 en el performance, y vivi la violencia, y ahora lejos de ese mundo atroz me encuentro en las artes con el mismo espiritu de rencor, de pugna, entonces el problema es del colectivo humano que somos como sociedad.
Alguien comentaba aquí: «búsquedas realmente sinceras, coherentes con su ser, su contexto, su cultura…», y yo me preguntaba si acaso no vieron el video del performance?, yo no lo vi completo, pero su imagen asfixiante me recordaba las torturas en el canton norte del ejercito, en los cuerpos de los campesinos masacrados por los paras en cimitarra, en chengue,macayepo, mapiripan, el salado, etc,etc, etc., cuerpos en el suelo con bolsas plásticas negras en su cabeza ante el destrozo recibido y velas alrededor de esa bolsa negra, en una escuela pública donde se forman nuestros niños, como funeraria de guerra. Me pregunto, entonces en toda esa asfixia, en todo ese imaginario que se sembro en John Jairo, y lloró, por lo que han aprendido nuestro niños, nuestros hijos. de que contexto hablamos….
Más alla de las culpas, de inspeccionar me he cuestionado como artista como ser humano y como artista en mi actuar, yo hubiera fallado en quitarle el plastico, se sabe que el límite mínimo son tres minutos, el video no demora un minuto, entonces todos hubieramos fallado.
Tal vez Gustavo Villa, Pertuz, Yury Forero, Dioscórides Pérez, tzizi Barrantes, Alonso zuluaga y todos los que estuvimos en el encuentro nacional de performance en memoria de la maestra Maria Teresa Hincapie en agosto fueron testigos de los peligros de una acción, cuando la pira que yo quemaba estuvo a punto de causar un incendio general y de quemarme a mi mismo cuando la botella de alcohol con que iniciaba el fuego exploto y reboto sobre mi cuerpo y quede salpicado en el traje de seda que portaba, entonces me pregunto sobre la responsabilidad del artista, sobre la libertad con la vida y la muerte, en un país en que a diario se juega con el destino de los otros.
Yo soy un hombre mayor, he vivido, pero lo de John Jairo debe rodearnos en la reflexión sosegada y profunda del tipo de sociedad que tenemos detrás de nuestras acciones.

Mauricio Cruz: A juzgar por el tono y la letra con que están reaccionando ante esta idiotez de accidente (causado, cómo no, por ‘sus ideólogos’ de cabecera y la audacia creativa de la instrucción académica, ya que el pobre muchacho no tuvo nada que ver con su muerte), queda claro que muchos de los que tienen problemas psiquiátricos trabajan en un contexto artístico.

Eduardo Mascario: Interesante comentario, porque además de que pone el dedo en el agua tibia, vislumbra que también están los que todavía siguen con prejuicios en un contexto que se supone debe estar libre de ellos:
…queda claro que muchos de los que tienen problemas psiquiátricos trabajan en un contexto artístico.
No hay espacio a la duda, porque queda claro. Gracias señor Mauricio, por aclararnos el panorama del contexto artístico colombiano, no tanto con la forma sino con el contenido.

Guillermo Aníbal Gärtner Tobón
Una tragedia, doloroso, siento y expreso condolencia con la familia del joven fallecido. Es evidente que las reacciones son por mas que se pretendan racionalizadas emotivas. El sentimiento de dolor que estas tragedias despiertan no obstante no debe ser la base del juicio y menos para establecer responsabilidades. ¿A quien se le ha ocurrido ponderar, sin conocer las actas de medicina legal, la hipotesis de una concausa?. El compañero de Sherlock Holmes no descartaria la posibilidad de un homicidio premeditado. El hecho ocurrido y la inmediatez de su relato no permite otra cosa que construir y deconstruir conjeturas, hipotesis, pretender disponer de «verdades» queda fuera de lugar de un ejercicio serio de conocimiento. Y si nos vamos por el lado religioso no resulta falta lidiar con el concepto designio divino. De todas formas siento pena y expreso a quienes les importe y afecte mi sentimiento de solidaridad en su dolor.

Juan Salazar: De todas maneras cada diagnostico de algún modo hace de rompe olas ante las mareas del espíritu Humano que naufraga en su vaso de agua, sofocándose en el mundo de las identidades prestadas y los difusos y mal sintonizados discursos que lo atrapan. Esta persecución de “formas”, también ideales, incorporan desde lo motivacional y conductivo, intelectos dormidos en los discursos de la “orgia conceptual” como tan acertadamente lo llamo Felipe Parra o lo que por mi parte llamaría; la contorción paroxística que estas generaciones tempranas van asimilando en formas y maneras disparatadas. Perspectivismos que asocian a la muerte voluntaria o involuntariamente en los abrumadores discursos de “reportería estética” o como en este lamentable caso de Jhon jairo de acción definitiva…paz para su espíritu y el nuestro

Luis Fernando Arango: Me sigue sorprendiendo ante esta marejada y aún peor ese análisis o mejor ese juicio juridico acusatorio. Se han preguntado que preexistencias podría haber tenido John, geneticamente a que podría haber estado enfrentado, que tipo de farmacos en su vida habrian podido conducirlo a esa mínima tolerancia, si había dormido bien esos últimos días, si había disfrutado de algo de alcohol con sus amigos de universidad, si estaba tan excitado con su acción que eso lo llevó a reducir sus defensas. Todos nos sentios excitados antes de una presentación y aún más un joven como él. es tan facil acusar, presentar análisis pretensiosos sobre los hechos y estamos lejanos a las verdaderas circunstancias. Cuando hablaba de lo mio y pido excusas por ello, me referia a eso que comenta el señor Gartner, uno puede realizar una acción y conciente o inconcientemente estar provocando su suicidio. Alguien sabe o le importa el estado emocional de este jovencito, si tenia novia, si estaba animicamente bien, si sus afectos eran correspondidos, si su entorno familiar era armonico. Tendriamos entonces que montar un tribunal con psiquiatras, antropologos, artistas, etc,etc,etc., para pretender encontrar la verdad. Lo único cierto es que la academia debe revisar sus programas y sus acciones. Es lo sano y lo que corresponde para evitar que esto vuelva a suceder.

Antonio José Díez: Con todo respeto: El asunto de esta absurda muerte durante el ejercicio de una clase, va a estar sujeta a cuestiones legales, quiérase o no; y serán los peritos de medicina legal, abogados y jueces, quienes decidan lo jurídico.
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Es una cuestión insólita, que un estudiante -casi iniciando sus estudios-, haya muerto durante le realización de un ejercicio; y es tan difícil determinar los riesgos durante una clase, que esto debe llamar la atención sobre lo que puede implicar trabajar con el cuerpo como instrumento.
Esto ha sido un accidente y nadie -creo-, que lo pueda dudar; se puede morir, si se resbale al patinar sobre pintura derramada; se moría por pintar con los años por el plomo en los pulmones.
Lo que artística y socialmente preocupa, es notar la creciente y patológica necesidad de hacer atractivo el Arte [para el público], con maneras cada vez más fáciles y poco elaboradas para sensibilizarlo.
Desde luego, el muchacho no es sino un inocente más, en el enredo que la sociedad del arte ha llegado a generar; y no pudo, por desgracia, escapar de la trampa.
Solo hace falta estar vivo para morir, pero hace falta ser libre para vivir realmente.
Es el riesgo que se debe de correr en el Arte, y estamos entendiéndolo literalmente.

Juan Pablo Barceló: Es importante entender el concepto de cuidado esencial puesto que en muchas universidades no esta presente y tampoco en nuestros espacios en general, vincular cualquier actuación con nuestro cuerpo, va mas allá de una simple acción, ¿como relacionamos nuestra energía corporal con nuestros espacios y como respondemos ante ellos?
Creo que no es el único caso dentro de las universidades, me gustaría hacer referente ya que me parece oportuno lo que le pasó a Diana Carolina Sánchez, estudiante de la Universidad Jorge Tadeo lozano, quien perdió parte de su mano derecha haciendo un ejercicio de efectos especiales. Como podríamos crear consciencia de nuestro cuerpo en relación con el entorno, sobre todo en carreras que es necesario vincular el cuerpo con ciertos materiales y ciertos químicos que pueden afectarnos sin darnos cuenta, o incluso llevarnos a la muerte.
No es constitución, no esta en papeles, tampoco en documentos , está en nosotros mismos entender el cuidado esencial de nuestro cuerpo, y como podemos dentro de nuestras universidades crear consciencia de nuestras acciones en cualquier técnica, trabajo u oficio que realicemos.
…El arte del cuerpo, el cuerpo como arte.


TYT Network: In modern art they dont know what they are doing: a colombian student John Jairo Villamil accidentally suffocated from having a plastic bag over his head as part of a political statement he was making with art. Ana Kasparian and Cenk Uygur discuss.

Felipe Parra: Con la excusa de que «la Academia no lo puede dar todo», acá no se están dando cuenta que la Academia tal vez no está dando lo que realmente se necesita para evitar hacer puras artistadas.
Falta mucha pero muchísima honestidad intelectual.
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Se señaló en otros comentarios que Medicina Legal daría el último parte sobre el estado físico de la persona que falleció. Pregunto: ¿es eso, realmente, un parte concreto y definitivo? ¿Exime eso en algún momento a la Academia de sus responsabildades formativas?
Sería interesante hacerle un seguimiento a esto y analizar en la última década cuántos casos de estos no se han dado sin ese gran spotlight -que además proporcionó el equivalente en noticieros a «El Hocicón» de Condorito-.
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Las academias se están llenando de «artistadas» sobre los temas políticos. Falta de efectividad es el revisar ese color emocional de Síndrome de Estrés Post Traumático que impide una ampliación adecuada de los análisis.
Eso sí es poco serio. Es querer tapar el sol, con un dedo.

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