A favor de Saatchi

image

— ¿Por qué exponer a artistas rusos, estos artistas rusos, y por qué ahora? ¿Qué ocurría en Rusia entre los sesenta y los ochenta? Es que, cuando las cosas me parecen muy obvias, por si acaso sospecho.

— Mientras hablábais, he buscado en Internet quién patrocina la exposición. Y uno de los que pone dinero es una familia petrolera rusa.

—Ajá. ¿Y qué pieza conserva Saatchi desde casi sus inicios como coleccionista, y ha vuelto a exponer ahora?

— El tanque lleno de petróleo.

— Si es que… Es empezar a buscar conexiones, y encontrarlas.

Esta coversación a varias voces tuvo lugar en un hotel de Londres hace un par de semanas. Y desde entonces, vuelvo recurrentemente a ella. Me incomoda la sospecha constante. Me cansa. La exposición a la que hacían referencia es la doble muestra de la Saatchi Gallery: Breaking the ice: Moscow art 1960-1980 y Gaiety is the most outstanding feature of the Soviet Union: New art from Russia. El sponsor del último proyecto de Charles Saatchi es la familia Tsukanov, a través de la Tsukanov Family Foundation—hay quien acusa a su representante legal, Igor Tsukanov, también fundador de Business Centre Investment Group, grupo inversor interesado en «los sectores más estratégicos» de Rusia, léase energía y petróleo, de pertenecer a la mafia rusa. Ambas exposiciones se suman a la atención que ha despertado el arte ruso—y el dinero ruso— en los últimos años. El último asalto de éste en las subastas de Christie’s y Sotheby’s alcanzaron cotas de 37 millones de libras. Así que Saatchi no podía ser menos. Y por si acaso, es más. El que más material ha reunido.

Es imposible obviar los orígenes de Saatchi. Su cuna es la publicidad, una profesión que se vale de diversos medios para divulgar un anuncio de carácter comercial con el objetivo de atraer a posibles espectadores, compradores. Incluso la directora de la Saatchi Gallery parece no haberlo olvidado. «Los oligarcas rusos están gastando mucho dinero en los grandes nombres del arte occidental, pero no están comprando obras rusas», explicó Rebecca Wilson al Telegraph a raíz de la doble exposición —aunque después quiso borrar toda sombra comercial con un «no existen muchas galerías en Moscú en las que estos artistas podrían exponer». La doble propuesta del antiguo palacio del duque de York, además, confirma el sello Charles Saatchi, su aproximación al arte mediante el uso de los grandes formatos y el impacto como herramientas de seducción. El espacio de la Sloane Square le favorece: 14 salas, blancas y austeras, whitecube, luz cenital clara y suelo de madera natural, acentúan las obras, haciéndolas más deseables e incluso valoradas.

Sin embargo, y aunque los títulos escogidos tengan mucho de eslogan, Breaking the ice está lejos de Labour isn´t working, aquella ingeniosa frase que inventara Saatchi&Saatchi para el Partido Conservador en las elecciones de 1979. Ni siquiera Gaiety is the most outstanding feature of the Soviet Union, un juego de palabras a partir de lo que dijera Joseph Stalin en 1935 («La alegría es la característica más sorprendente de la Unión Soviética) tiene aquél gancho. Y es que parece que al supercoleccionista, al hombre-anuncio, se le está acabando el fuelle. Puede que sea porque el marketing está muerto, como dice el actual CEO de Saatchi&Saatchi Kevin Roberts, pero parece que su último libro, el recién publicado Babble, no ha suscitado la curiosidad de los anteriores. Quizá ha faltado margen—vió la luz el 5 de marzo—, pero no es fácil encontrar reseñas sobre éste en Google. Sobre My name is Saatchi and I am an artoholic, hay más de 8.000, y 190.000 sobre Be the worst you can be, obra de la que se han vendido más de 20.000 copias según The Guardian Book Shop. Sin embargo, Amazon España aún te ofrece la oportunidad de ser el primero en comentar Babble. Quizá por eso, porque Saatchi ya no es tan sensacional como cuando Sensations, porque los YBA están trasnochados o son miembros de la Royal Academy, o más bien porque a veces me da pereza buscarle la teoría de la conspiración a todo, he decidido mirarle con menos reservas. Como la periodista Laura Cumming, de The Observer, que decidió en el artículo sobre las exposiciones otorgar «todo el crédito a Saatchi por mostrar toda esta obra al público británico y hacer crecer—inevitablemente—su perfil en el mercado». Al fin y al cabo, es la primera vez que una exposición tan extensa de arte ruso tiene lugar. Y es que hay en Saatchi cierta voluntad de democratización y desmitificación. ¿Por qué estás obras y no otras? ¿Por qué no? Todo comisario selecciona. A Saatchi se le atribuye—o atribuía—, además, el poder de lanzar carreras. Pero también lo pretende Robin Klassnik, el director de Matt’s Gallery, «una galería no comercial», como él mismo suele puntualizar.

El tanque lleno de petróleo de la planta baja de la Saatchi Gallery, la obra 20:50 de Richard Wilson, la produjo Matt’s Gallery en 1987. (Gracias, Antonio, por el dato). Es que, si se empiezan a buscar conexiones, se encuentran.

 

Leire Ventas

 

publicado por A Desk*

4 comentarios

Estoy de acuerdo en que lo fácil y engañoso que es andar buscando conexiones entre los principales escenarios del arte internacional, el gran capital y los multimillonarios del mundo. De hecho, Carlos Salazar ha gastado, durante los últimos años, no se cuantas horas de su tiempo y del nuestro denunciando a Doris Salcedo por exponer en la Turbine Hall de la Tate Modern en el marco de un proyecto financiado por Uniliver, una multinacional que, como prácticamente todas las multinacionales del mundo, ha sido denunciada por propiciar o consentir violaciones de los derechos humanos en el Tercer Mundo. Pero esa enconada denuncia ha servido en realidad muy poco para entender e interpretar la obra de Doris Salcedo y en cambio si mucho para descalificarla no desde un punto de vista estético sino moral. Por lo demás, la prensa inglesa, como es habitual en todas las prensas que aceptan la visión del mundo del gobierno de Washington, no hace en este caso nada distinto a repetir una vez mas el tópico de que el capitalismo de Moscú es mafioso. Como si no lo fuera también el de Washington ! y el de Londres ¡

Así como es de «fácil y engañoso» lo de «andar buscando conexiones entre los principales escenarios del arte internacional, el gran capital y los multimillonarios del mundo», es igual de «fácil y engañoso» no hacerlo.

Si se trata de la grieta de Salcedo y el patrocinio de Unilever, la interpretación de Salazar sí ha servido: le ha sumado un nuevo elemento de análisis al compendio de lecturas y usos de esa pieza. La interpretación de Salcedo y otros de la obra (la alusión politizada a los “bordes”, “la experiencia de los inmigrantes, a la segregación, al odio racial, a la persona del tercer mundo que viene al corazón de Europa”, la mención del Paul Celan como acompañamiento de maracas poético, el título cifrado y el gusto por descifrarlo), han sido contrapunteadas y llevadas por Salazar a un área igual de crítica pero tal vez menos lírica: la representación de la grieta de la civilización fue financiada por una empresa conocida a nivel mundial por presentar ese mismo agrietamiento. Al drama de la obra de Salcedo se le suma la tragedia o la comedia, o la tragicomedia del «artista politizado» («You have to serve somebody», cantó Bob Dylan en una canción que no le gustó mucho a sus seguidores). La suma hecha por Salazar no le resta nada a la pieza, al contrario, la hace más compleja. Raro que algunos todavía piensen en la crítica como algo externo a las obras: la grieta, las declaraciones de Salcedo, lo escrito por Salazar, la invocación a Celan y la filantropía taimada de Unilever hacen parte de esa pieza. No ver esto, o no querer verlo, si que es facilísta y engañoso (el caso de Daros, expuesto aquí por Guillermo Villamizar, tiene aristas similares).

Por último, un enlace a algo que pasó en la Tate en 2007, una interpretación masiva, un performance voluntario y jovial pero igual de «político» a tantas otras lecturas que se le pueden hacer a las grietas que abre el «chimbolé»:

http://www.youtube.com/watch?v=fWaXXpHki7o

Lucas, tu respuesta a mi comentario demuestra una vez más lo fácil que es denunciar las conexiones de la escena internacional del arte con el gran capital internacional; denuncia que sin embargo resulta engañosa cuando se ceba en Doris Salcedo sin mencionar siquiera que esas conexiones son tan antiguas como la propia escena internacional del arte. Y por lo tanto ha implicado para bien y para mal a muchísimos artistas de extraordinaria calidad y de todo el mundo. Para demostrarlo basta con repasar la lista de miembros fundadores de las fundaciones que todavía son dueñas del MoMA y del Guggeheim para tomar consciencia de la cuán importante fueron y son en esa lista los tiburones de las finanzas y cabezas de multinacionales como lo fue del señor Solomon Guggenheim que llegó a controlar el 60% de la producción mundial del cobre, gracias a métodos que son hoy tan cuestionables como aquellos de los cuales se acusa actualmente de Uniliver. Y los ejemplos pueden multiplicarse en todo el ámbito de Occidente, si es que nos ponemos en la tarea de multiplicarlos con la misma obstinada energía que Carlos Salazar ha empleado en denunciar a Doris Salcedo. Cierto, los artistas que presumen de apolíticos e incluso de anti políticos no están por principio expuestos a esta clase de denuncia, porque si exponen con el patrocinio, directo o indirecto, de alguna multinacional, del Foreign Office o del Departamento de Estado, nadie podrá acusarlos de inconsistencia con una voluntad de denuncia de la que carecen completamente. Pero hay quienes creemos que artistas como Doris Salcedo tienen, como virtud añadida a la calidad estrictamente estética de su obra, la voluntad de explorar hasta qué punto las multinacionales, que son tanto las responsables como las principales beneficiarias del orden mundial imperante, están dispuestas a soportar en los escenarios que ellas financian a los artistas cuya obra es crítica de ese orden mundial. ! Atención ¡: en este punto lo que está en juego es la libertad de expresión, incluida la artística, en una coyuntura histórica como la actual, en la que el modelo francés de museo y centro de arte con financiación pública esta siendo reemplazado en todo Occidente y de modo muy acelerado por el modelo americano, que supone que en dichos museos y centros la financiación privada reemplace a la pública. Ojala que la inminente consumación de este tránsito no suponga que las multinacionales y las grandes empresas, que cumplan el papel de patrocinadoras exclusivas del arte, se quedan con el derecho a vetar las obras de arte que consideren políticas.

Las multinacionales y las grandes empresas vetando las obras de arte que consideren políticas?

Porqué las multinacionales y las grandes empresas habrían de vetar su propio Frankenstein y su propio engendro? Cuándo se vio a una madre renegando de sus retoños, al albo pelícano no dar su sangre para alimentar a sus crías o al fiero cocodrilo no albergar en su boca a su prole amenazada? El arte político es la propaganda del Capitalismo Corporativo y las Multinacionales. Aquí no hay unas pequeñas babillas por un lado y una madre cocodrilo por el otro. Son la misma sangre fría y depredadora que no reniega de su unidad familiar.

Ahora bien. No sé porqué a Carlos Jiménez le dio un espasmo repentino de amor de paladín por Doris Salcedo teniendo en cuenta que desde 2009 yo no escribo ningún artículo al respecto

Doris Salcedo Contra El Statu Quo…¿todavía? http://esferapublica.org/nfblog/?p=2212

La única causa es que esa viejas aproximaciones a Doris Salcedo como referente axiomático de comportamiento ideológico – nunca he hecho mención a su obra como hecho plástico porque no me interesa como tal, no soy crítico y eso por temor a mi propia lengua – o le sigue haciendo daño como un veneno espasmódico (que lo es y pretende serlo) después de 4 años. Eso me complacería hasta la voluptuosidad.

O posiblemente esté bajo el yugo, en el presente español, de encrucijadas existenciales de curador. Cómo adaptar su discurso semanal de proletarismo caviar anti-bancario y anti-crisis española a las necesidades que como agente ideológico tiene de no quedarse fuera de algo que ve venir? El monopolio absolutista privado de lo público en general, y del arte y la ideología por las Multinacionales a través del arte político en particular. Y comienza, por si acaso, su anticipada defensa aduladora, como el vate renacido de nuestra emperatriz del dolor ajeno, para que no lo dejen fuera de algún festín de la contratación que no conocemos. Y plañe por anticipado por algo que sabe que NO va a pasar:

«Ojala que la inminente consumación de este tránsito no suponga que las multinacionales y las grandes empresas, que cumplan el papel de patrocinadoras exclusivas del arte, se quedan con el derecho a vetar las obras de arte que consideren políticas.»

Usted, o no tiene la más mínima idea de cómo está funcionado la toma controlada de los espacios públicos por las multinacionales y las grandes empresas imponiendo, SI o SI, el arte político como único discurso hegemónico permitido y censurando cualquier obra NO política, o se está haciendo el omertoso. Voy a tomarme el atrevimiento, si me lo permite, de añadir a su párrafo una palabra muy del gusto del espectacular nuevo populismo artístico español de vereda: NO.

Y entonces queda así. Como realmente va a ser:

«Ojala que la inminente consumación de este tránsito no suponga que las multinacionales y las grandes empresas, que cumplan el papel de patrocinadoras exclusivas del arte, se quedan con el derecho a vetar las obras de arte que consideren NO políticas.»

Desgraciadamente para usted la política, la mente crítica y la inteligencia no son algo que se inventó el arte político contemporáneo. Yo diría, como su caso lo atestigua, que más bien están siendo manoseadas por él y eso es precisamente lo que se ve ahora en los proyectos institucionales, corporativos, las ferias y las bienales. Y lo que en adelante va a ver en sus queridos museos. El Reina Sofía y todos los MUACS y MUSACS del mundo habitado no son ya Kultur Offices del arte político? De que se queja? Y que no quede el Prado en las manos de los historicistas del arte político que no van a dejar Tiziano sobre piedra. Por eso mi querido amigo, no se inquiete porque como ve, sin trabajo no se va a quedar; porque lo que se viene es la profundización de la revolución rockefelleriana y la monarquía absoluta del arte político con Doris Salcedo como su Faerie Queene y usted como su Edmund Spenser al que la reina nunca leyó.