La caída de la diosa: Tania Bruguera en Colombia

Todos los ponentes daban sus opiniones, todos se dirigían al público pero ninguno hablaba respondiendo a algo que se dijese en la mesa. Era como si cada uno estuviese en un cuarto aparte y no se enterase siquiera de lo que el otro argumentaba.

En Junio del 2007 estuve en Buenos Aires en el 6to Encuentro del Instituto Hemisférico de Performance y Política y tuve el placer de escuchar hablar y ver la obra de muchos artistas que me interesaban. Dos años tuvieron que pasar para poder volver a hacer las veces de fan enamorada, y todo gracias al 7mo encuentro del Instituto Hemisférico de Performance y Política: entradas y salidas de los derechos culturales cuya sede este año es la Universidad Nacional de Colombia, ubicada en Bogotá. Me hizo mucha ilusión saber que venía Tania Bruguera, la misma que comía tierra, la que incluyó una paloma en su performance de la Bienal de la Habana, la que logró salvarse de la ruleta rusa en Venecia. Toda una heroína del Arte de Conducta, una mujer muy crítica e inteligente, casi rallando en lo brillante.

Ayer Miércoles 26 de Agosto del 2009 muchos hicimos fila para poder entrar a ver las performances simultáneas: la de Bruguera y el de Guillermo Gómez-Peña. La sala del segundo estaba absolutamente llena y no hubo manera de entrar pero afuera se podía circular y me quedé viendo el trabajo de la cubana. A la entrada todos recibimos un papel firmado por la artista con una serie de instrucciones donde se invita a los espectadores a “un encuentro pacífico, basado en el respeto y la convivencia”. Yo la verdad no sé cómo funcionan estas cosas en Francia, porque Bruguera vive en París, pero como que esa cosa del respeto y el actuar “como ciudadanos responsables” se le enredan en su castaña cabellera, como cuando alguien decía que a Shakira los pensamientos se le atascan en la melena y por eso no puede pensar bien. Pero revisemos qué fue lo que pasó antes de entrar en detalles.

En el segundo piso del edificio de bellas artes de la Universidad Nacional se dispusieron unas sillas y frente a estas una mesa donde tres personas daban sus opiniones sobre “La construcción política del héroe”. Había un líder de un grupo de desplazados, una ex-guerrillera de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) y también estaba Esperanza, una mujer cuya hermana fue secuestrada hace más de un año. Ella dice que por el ELN (Ejército de Liberación Nacional). Estas tres personas empiezan a hablar sobre lo que para ellos es un héroe y la gente empieza a dejar sus preguntas en el buzón de vidrio ubicado cerca a las sillas. A medida que la ponencia avanza una (¿o eran dos?) bandejas con cocaína empiezan a circular por el espacio. Muchos inhalan o prueban en su boca para asegurarse de que es “de verdad”, pero sería muy ingenuo pensar que Tania Bruguera usase maizena o azúcar pulverizada para simular.

En algún punto la discusión empieza a girar en torno al consumo y la producción del polvo y de la relación con el conflicto armado. Esperanza da su testimonio y dice que no cree que la cocaína sea la causante del conflicto, que es más bien un asunto social. Todos los ponentes daban sus opiniones, todos se dirigían al público pero ninguno hablaba respondiendo a algo que se dijese en la mesa. Era como si cada uno estuviese en un cuarto aparte y no se enterase siquiera de lo que el otro argumentaba. Me inclino a pensar que recibieron instrucciones específicas de no iniciar un diálogo entre ellos pues en algún momento la ex-guerrillera recibe una pregunta sobre el secuestro de sus compatriotas colombianos y ante su respuesta que era algo así como “si la guerrilla es ilegal desde la ilegalidad cualquier cosa es posible ¿No?” Esperanza se limita a mirarla con los ojos roji—aguados pero no dice una palabra al respecto.

No pasó nada del otro mundo: la gente metió hasta que pudo decir “Es de la mejor calidad pero ya he tenido suficiente. Muchas gracias”, la gente se fue cuando se aburrió de escuchar a los ponentes y la performance fue suspendida por orden del director de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional. Él es el primero en tomar el micrófono y expresa su indignación ante el consumo de coca y recalca que eso está prohibido en el campus. Bueno, que sí, que las leyes existen, pero igual la gente consume. En la Nacional siempre huele a bareta, eso no es ningún secreto… pero una cosa muy diferente es que las directivas apoyen un evento donde el consumo, darse un pase, o cinco si se quiere está permitido. Y hasta la regalan. El consumo de la droga se da, en esa y en muchas otras universidades, en las fiestas, en las calles, en todas partes, pero no bajo la aprobación de las instituciones. Son dos cosas diferentes. Muchos tildaron las declaraciones de hipócritas diciendo que la Nacional es cómplice del consumo en el campus, pero yo me pregunto si es que en la Nacho la gente se emperica, se empepa, se inyecta, se mete el ácido en el ojo, se fuma el porro cuando está en clases, si es que los profesores tienen dispensadores a la entrada y le regalan la droga a los estudiantes o si el consumo se da fuera de las aulas. Es que son dos cosas muy diferentes. Tengo entendido, por fuentes primarias, que la propuesta del uso de cocaína en la performance no fue aprobada por el Instituto Hemisférico de Performance y Política ni por la Universidad Nacional de Colombia. Anoche hablando con una amiga sobre lo sucedido me decía “por eso es que uno no invita artistas sino obras específicas”. Mis felicitaciones a los curadores por la confianza depositada en los artistas contemporáneos. Qué papayazo, qué buena cosa.

Una vez terminado el debate miembros del público nos apoderamos del micrófono. Como era obvio las quejas giraron en torno al consumo de la droga. Durante las ponencias y después de las mismas  se culpó a “los gringos” por andar metiendo, pero ojo: no hubo traducción simultánea, los pobres extranjeros no sabían de qué se hablaba, otro punto para la artista. Que igual esto no hubiese alterado su conducta, porque muchos hispanohablantes se echaron su pasecito, pero es muy fácil, demasiado fácil generar este tipo de polémica. Tania Bruguera escribe “Les invito a un encuentro performático en forma de debate pacífico, basado en el respeto y la convivencia. El tema que nos reúne es ´La construcción política del héroe´. Con tal fin he convocado a la mesa a algunos de los actores del conflicto colombiano”. Pura excusa, qué es ese cuento del héroe. Qué light es Tania, amarillismo puro. Performance digna de aparecer en la primera plana de el periódico “El Espacio”.

La circulación, y el rechazo al consumo silenciaron a los ponentes. Yo me pregunto, tal como lo hace Ricardo Arcos-Palma en su texto Vistazo Crítico 73: Tania Bruguera en el Hemisférico del Performance, ¿por qué Bruguera no invita a un miembro del Estado? También participa en el conflicto y más de uno hubiese estado más que encantado ante la posibilidad de exponer sus puntos de vista en un evento con tanta visibilidad internacional. Después de todo esta performance era un pantallazo. Pero es que la presencia de la ley le hubiese aguado la fiesta y el perico no hubiese podido circular y entonces ahí “nada” pasaba. Si se dan cuenta de que Bruguera hizo contactos, que compró la droga, que la metió a la Universidad —y no era su dosis personal— y que la repartió como le vino en gana la hubiesen deportado a París, o la hubiesen interrogado, o algo así. ¡Tragedia TO—TAL!

A mi me quedaron muchas preguntas que la verdad me hubiese encantado fuesen respondidas porque a pesar de ser colombiana nunca había tenido la oportunidad de asistir a un evento que reuniese a tres personas tan cercanas y distantes a la vez. La desmovilizada de las FARC a qué frente perteneció, cuánto tiempo estuvo en las filas, por qué decide desmovilizarse, a qué se dedica ahora, cómo fue su proceso de reinserción, qué tan cierta es la información sobre la situación del grupo insurgente que vemos en los medios, y muchas más. El líder de los desplazados, de qué parte de Colombia viene, qué grupo fue el principal causante de su situación, cómo ha sido su experiencia en Bogotá, a qué se dedica ahora mismo, de qué manera ayuda o no el Estado a solucionar su situación. Esperanza, a quien muchos vimos días antes interviniendo en una mesa redonda completamente desnuda con su cuerpo pintado dando a conocer el caso de su hermana que luego nos manda un correo electrónico a quienes le dimos nuestra información con un texto bellísimo sobre su experiencia el día de la intervención. Cito un par de fragmentos: “Un cálido  aire de fraternidad me empezó a tocar.  Entonces como nunca antes valoré el arte que derrota tabúes y permite hacer al cuerpo un escenario político. He aquí entonces mi cuerpo desnudo y natural…luchando por  desatarse de las miradas morbosas y elevando una plegaria de rabias al cosmos, a los elementos, al padre sol y al padre viento…. A la madre agua y a la madre tierra. Mi libertad fue entonces una sensación corporal. Luchar con lo que soy, con lo que tengo, con mi cuerpo y mis miedos que huían exorcizados por la decisión de la denuncia.” (…) “Fue entonces cuando el volcán cobro vida… Y de mi boca como un cráter salió un río de lava: ¡!!!!“NO SOY UNA ARTISTA…. ESTO NO ES FICTICIO…. ESTO ES REAL….MI HERMANA ESTA SECUESTRADA HACE UN Y ELLA NO ES SINO UNA MADRE CABEZA DE FAMILIA DE TRES HIJOS, QUE NO CUENTA CON NINGÚN PODER POLÍTICO NI ECONÓMICO, ELLA NO ES IMPORTANTE PARA EL ESTADO, ELLA NO ES IMPORTANTE SINO PARA NOSOTROS… PARA SU FAMILIA…!!!!” Esperanza no es performera, pero entiende perfectamente el poder de la acción y de su cuerpo. Creo que el el marco del Encuentro del Hemisférico era importante poder escuchar cómo ha sido su proceso para lograr visibilizar y recibir ayuda en su caso. Es el secuestro de un civil. Después de todo el año pasado en la Cátedra Manuel Ancízar el abrebocas del encuentro fue una charla sobre el Profesor Moncayo y su hijo, un soldado que lleva más de una década en manos de las FARC, así que la presencia de esta mujer no era nada descabellada en este contexto.

Si Tania Bruguera tuviese un remoto conocimiento de la complejidad del conflicto en Colombia sabría que no es cuestión de mariconear y reírse después porque nadie contaba con su astucia. ¡Pero qué mala tu eres! Si esa mujer respetase un poco el dolor de las personas no se hubiese limitado a generar algarabía con su mirada clisé y hubiese podido generar un debate extremadamente interesante y aún más polémico entre los participantes. Un desplazado, una ex-guerrillera que abandona las armas pero jamás sus ideales y una mujer cuya hermana ha sido secuestrada y que además se llama Esperanza. Bomba, bomba, bomba. Qué buen casting. Su obra funcionó, escandalizó, puso el dedo en la llaga, pero fue tan superficial y tonta que no se dio cuenta de la gran oportunidad que tenía en sus manos.  Tenía un grupo de panelistas muy interesante pero no supo qué hacer con eso, y estaba en la Universidad Nacional de Colombia, que tampoco es cualquier cosa. Bruguera se llena la boca hablando de la responsabilidad del artista que trabaja con la política, de la conciencia de las contradicciones, de tomar el arte enserio y de que este tiene consecuencias de verdad. Habla de actuar como ciudadanos responsables en el marco de su performance, pero qué tan responsable puede ser ofrecer tanta cocaína sin asumir las posibles consecuencias de esta iniciativa. Se lava las manos titulando el texto que repartía a la entrada con “Su asistencia a esta obra está bajo su entera responsabilidad”. Una sobredosis es posible, eso pasa con frecuencia. Lo mínimo era contratar a unos paramédicos, pero ni siquiera. Qué tan responsable es exponer a tres personas que han tenido experiencias muy fuertes y no sacar provecho real, no construir algo interesante a partir de su presencia. Qué tan seria es Bruguera cuando nos agradece a todos los colombianos que estábamos ahí… ¿nos agradece por haber podido montar su circo? Un circo que funcionó,  pero que no deja de ser circo por ello. ¿Nos agradece por haberle dado el papayazo para armar polémica?

Yo invito, nuevamente, a Tania Bruguera a que si decide matar el tigre no salga corriendo luego, que no le tenga miedo al cuero. A que tal como dice en la entrevista que le hace Andrés Matute deje de pensar que ella está metida en una urna de cristal. Yo la invito a que deje de ser sensacionalista y se tome el arte en serio, porque a mi me interesa mucho su trabajo pero la verdad la falta de conciencia y la lavadita de manos con el titulo del texto que tenía a la entrada entre muchas otras cosas me hace pensar si es que la distancia establecida por los registros y los textos, único instrumento con el cual había podido tener acceso a su obra, habían hecho de ella algo que no existe. Una artista de papel.

Yo escribo convencida de que Bruguera va a buscar alguna cosita en Wikipedia para la mesa redonda del sábado, para estar informada y saber de lo que está hablando. Le recomendaría que se desenredara el pelo y sintonizase como mínimo RCN, Caracol, La Luciérnaga, que leyera alguito, es que peor es nada. Saben, “para que se informe bien”. Y también creo que debería llevar a la mesa redonda un buen jabón Protex Antibacterial —la presentación líquida es más cómoda— y una cajita de Bon Bril para lavarse hasta la lengua mientras esquiva cualquier pregunta que la obligue a asumir su responsabilidad como autora intelectual de la periquera y el irrespeto con las personas que tenían muchas cosas interesantes e importantes que compartir con nosotros.

Yo la invito a que piense.

María Estrada Fuentes

www.maria-estrada.com

20 comentarios

«¡Otra mujer heróica!¿Cuándo se comprenderá por fin que las virtudes del hombre son enfermedades de la mujer?»
—Karl Kraus

Opino todo lo contrario, la diosa se despierta y nos señala.

Uno de los protagonistas del conflicto en Colombia, además de un paramilitar, un secuestrado o un guerrillero, es la droga, la droga como catalizador tanto de la violencia como de la corrupción, ¿o es que no tenemos la fama internacional de narcos y guerrillos?, ¿y a nuestras guerrillas no les llamamos narco-guerrillas? Tania pudo poner a un narcotraficante, por ejemplo, pero seguramente habría sido apresado o quién sabe, eso si que sería ilegal, entonces la droga reemplaza a ese otro actor, ese otro héroe que bien pudo ser Pablo Escobar, ese héroe que financia la guerrilla, que financia “un futuro diferente” como bien lo haría dar a entender la ex-guerrillera. Y es que si lo consumieron en pleno performance, está señalando a otro actor del conflicto, el mercado al que va dirigido la cocaína, y si nosotros, el mercado-audiencia, los que consumimos esa droga, estamos pagando en el mundo real, por lo tanto sustentando al mercado y financiando a la guerrilla, que a su vez produce desplazamiento, secuestro y paramilitares, y, aprovechando una audiencia internacional, apuntando también a un mercado internacional. Creo que lo que hace ella es sugerir un motor inmóvil, como lo llamaría Aristóteles, un engranaje que es negocio, y nos apunta a nosotros, y nosotros sin entender muy bien, nos quejamos, nos ponemos histéricos, hablamos de la hipocresía. Aunque claro, para mantener en bien visto al Instituto Hemisférico, y a la Universidad, David Lozano, el exdirector de la escuela de Artes y el Curador de la muestra tiene que decir que no acepta bla bla, pero pues ¿cuántos buenos artistas no han terminado en la cárcel?.

Yo como estudiante de la universidad pública a demás como artista, madre, hermana, amiga y PERSONA. Me siento totalmente desconcertada e INDIGNADA.
No solo por los pésimos trabajos que han hecho parte de EMISFERIC INSTITUD (Ciudadanías en escena), si no también por la dudosa profundidad de las preguntas a las cuales responden estos trabajos, llenos de sensacionalismo y poca dedicación de aquellos quienes se creen primermundistas. “Artistas” quienes creen “el más loco y quien más lacere su cuerpo y ponga en peligro su integridad física es el mas intelectual” poniéndonos en las burlas de los investigadores de otros ramas científicas; científicos sociales, matemáticos y demás. Haciendo que nosotros, los verdaderos artistas quedemos en entre dicho y sea tomado nuestro trabajo como la simple diversión de una manada de locos trastocados por tanta droga que le meten a su cuerpo, y vale la pena apuntar, el verdadero problema no es la droga: es la falta de oportunidades de una buena educación de vivienda y alimentación dignas. Es hora de decir NO MAS, es hora de hablar y negarse a seguir viendo estos insultantes espectáculos de cabaret y película de poco presupuesto para cine de poca monta.
Tania, no propone nada interesante ni trascendental además, como bien lo a dicho el apreciado maestro Ricardo Arcos cae en el cliché barato, en la superficie en lo que todos creen ver. Que pesar, que sean personas así como ella. Aquellos “artistas” que por quien sabe que dudosas condiciones, puedan mostrar sus baratas y débiles formas de ver un mundo convulsionado hastiado de lo explicito y equivocado, espero nosotros con un trabajo verdaderamente serio podamos contribuir a este mundo corrupto mostrando que el arte es mas que eso, el arte es un proceso de pensamiento basado en la investigación y dedicación.
Gracias.

Refuerzos para la reconstrucción política de los estigmas:

María Estrada nos ha hecho notar que dos personas dialogando piensan mejor que tres tapias, cada una monologando por su lado. Cuando el artista es incompetente para comprender aquello que llama su atención no puede pensarlo; decide, entonces, con algo de pena ajena, escandalizar para que no se note su simpleza. Aunque la verdad es que a los evangelistas del imperio, bien pagados por los amanuenses en sus Institutos, tampoco se les permite pensar: ni el enfermo quiere ni hay que darle, decían nuestras abuelas y abuelos.

El aporte de Luis Barragán me ha hecho pensar que la señora Bruguera pudo haber llamado con mayor propiedad a su Show, como bien acierta en llamarlo Ricardo Arcos, Refuerzos para la reconstrucción Política de los estigmas que facilitan la gobernabilidad del Imperio, sus intervenciones y humillaciones: sus sodomizaciones.

Quienes consumen la droga no lo hacen por iniciativas politicas, creo que el analisis es incorrecto pues se basa el sentimiento de culpa.

Más filas

Mientras hacíamos la interminable fila frente a los preparativos de la proyección en video, escuchando algo de música electrónica alemana, no faltó el chiste en torno a si era a Tania Bruguera o a Bono, de U2, a quien habíamos ido a ver. Estábamos en la fila de los indocumentados, casi todos colombianos. La de al lado, donde pastaban aquellos que sí tenían sus credenciales, estaba ocupada en su mayoría por gentes que hablaban otros idiomas. Al final, en todo caso, más de una hora después, dio igual. Unos y otros entramos sin mayores privilegios (a fin de cuentas, la verdadera realeza, con o sin credenciales, siempre puede entrar de primeras a donde les da la gana).

Entramos y, ya en el recinto de la facultad de artes, esperamos un poco más. Todo el mundo sabía que iba a haber perico, por eso todo el mundo fue. El papelito que repartieron a la entrada, explicando qué íbamos a ver y declarando que ni la Universidad ni el Instituto Hemisférico asumían la responsabilidad por el evento, ya nos preparaba para una experiencia “extrema”.
No faltan las ilusiones que uno se hace: de que vamos a ver, por fin, una lucha cuerpo a cuerpo entre guerrilleros y paras; de que las víctimas se van a tomar a piedra la revancha por las injusticias sufridas, de que vamos a oír los bombazos de las pipetas y, quién sabe, a lo mejor morimos en medio del certamen artístico, pero, al final, no pasó nada de eso. ¿Qué coño es una charla sobre el heroísmo de paracos y guerrilleros, hecha de viva voz, si no nos hablan sobre sus poderes sobrenaturales? Yo particularmente esperaba oír declaraciones sobre el poderío de la motosierra y de las quiebrapatas, sobre estrategias combinadas de toma, asalto y emboscada. Esperaba oír de una fuente autorizada cómo es que un puñado de tipos armados logran doblegar a todo un pueblo para desmembrarlos uno por uno a machetazos o con una cortadora de árboles black & decker.

Obviamente, nada de eso pasó. Todo fue la misma historia de siempre, lastimera y patética, como un infomercial de gente gorda que logra adelgazar. Cada uno se echó sus tandas de discurso en orden y sin sobresaltos. Cada uno enfundado en el papel que se sabe de memoria. Ni la víctima se arrojó a mechonear a la exparamilitar, ni el guerrillero salió corriendo asustado por una Tania Bruguera que lo amenazara con una granada. Ni siquiera asistieron los guardias rojos para echar un parcito de petardos. Nada. Que performance tan europeo. Parecía convocado por un instituto hemisférico de la frialdad polar.
El perico estaba bueno, según me dijeron, pero a palo seco ya no me entra a esta edad. Yo creo que faltaron unos traguitos, unos pasabocas y un poquito de música y luces. ¿Qué les costaba, ya metidos en gastos, traer a uno de esos dj’s daneses que hicieron remixes eurobailables de las canciones de las farc para montar la rumba como era?

En fin, aburrido, me uní al grupo de amigos que decidieron hacer tumulto en un pasillo para ver a Gómez Peña. Más de una hora de fila o, más bien, de hacinamiento, fueron mejores para entender con mayor claridad la naturaleza del conflicto colombiano que la desplegada por tanta bruguería.

Detrás nuestro había un grupo de viejas gallinas que, desde el comienzo, asumieron la defensa de la “fila”, pidiendo a la gente que no se colara, contando cuántas personas salían del recinto en el que estaba performiando el mexterminator para exigir que un número igual de bultos entraran. Hasta hubo un conato de pelea con gritos e insultos porque algún aprovechado se coló con la disculpa de que iba a tomar unas fotos con su cámara profesional de nosecuántos megapixeles. Las gallinas cacarearon, insultaron, se indignaron, chiflaron y hasta aplaudieron para hacer ruido buscando boicotear el desarrollo del performance del naftazteca y así, obligar a los que estaban adentro a salir para que ellas pudieran entrar.

Y al final, entramos. Digo al final porque, apenas lo hicimos, se acabó la presentación del artista postmexicano. En todo caso, lo acepto, mi único placer estuvo en que, creo, el gallinero inmamable no logró hacerlo.

De repente la construcción política de los héroes en nuestro país tiene más que ver con la paciencia al hacer una fila interminable, con la defensa a ultranza del puesto, con el insulto y la gritería a los colados (que igual se cuelan), y no con la estupidez y la mojigatería de un “conflicto” que debería resolverse en un reality show de guerra y mutilación. Así, al menos, podríamos, si nos place, oler nuestro propio perico en la paz de nuestros hogares sin que llegaran a joder los representantes de la institución académica que quién sabe para qué querían decomisar la coca que rotaba en los últimos estertores de la bruguería cuando, lo juro, esa misma institución es incapaz de erradicar a los jíbaros de Freud que, por décadas, han convivido en relativa paz y armonía con miles de estudiantes que saben dónde surtirse de mercancía de calidad y a precios muy competitivos, demostrando que narcotráfico y violencia no necesariamente van de la mano. Para eso no hacía falta organizar un festival de performance ni pasar no sé cuántas horas haciendo filas inmamables pero, ya qué.

Interesante el sitio web de Maria Estrada y su concepto gráfico es tan directo como sus opiniones. Un performance es un episodio, una escena fugaz que nos desconcierta y debe producir reacciones internas (una para cada espectador) Cuando el artista-protagonista utiliza al público asistente para generar parte de la conmoción lo incorpora a su discurso.
Lo verdaderamente interesante es la anunciada mesa redonda del sábado

«…Toda una heroína del Arte de Conducta, una mujer muy crítica e inteligente, casi rallando en lo brillante…»////….María,por favor éste rayando se escríbe así…RAYANDO! …………Gracias

Luis, qué bien que veas la diferencia entre invitar a un narcotraficante y propiciar el consumo. No había caído en cuenta de que la invitación al narcotraficante SÍ hubiese sido ilegal y «la compra, porte y distribución de estupefacientes» como tantas veces escuchamos por ahí, no.

Yo conozco nuestra fama internacional, pero es tan estúpido pensar que el conflicto se reduce sólo al narcotráfico como pensar que el este no forma parte del mismo. Lo siento Barragán, las ideas de personas como usted probablemente se habrían visto afectadas si la estupidez de la mirada clisé sobre el conflicto colombiano no se hubiese vuelto a encarnar en el trabajo de Bruguera. Repito, la obra funcionó porque empezó un escándalo y destapó ollas, pero me pregunto yo ¿es que uno debe ponerse feliz porque «pasan cosas, se generan espacios» sin importar lo que se ve en los mismos?

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Muchas gracias Montoya, espero que la ortografía no le haya impedido ir hasta el final del texto.

Creo que hay un concepto interesante dentro de la obra y que la hace como uno de esos ciclos de redundantes que a veces enloquecen a los computadores cuando uno copia carpetas de imagenes dañadas. Un loop que se encierra a si mismo y gira interminablemente.

Sin duda estoy deacuerdo con Maria en que la actividad como tal era una gran oportunidad para la construcción e un discurso treméndamente profundo y una reflexión importante no solo para nuestro pais sino también para la caldeada situación mundial y Latinoamericana, coincidiendo con la cumbre de Unasur.

Entender la base del conflicto no como los actores sino como las causas mismas es una reflexión válida, interesante y adecuada. De hecho si se intenta hacer una reflexión mas profunda de las causas habría que recurrir a la crisis social y espiritual que tiene el mundo actualmente lo cual desemboca en la necesidad del uso substancias que nos permitan escapar a la cruda y dura realidad de un mundo que no sabe para donde va y que mas que estar gobernado por la justicia y la equidad (esto parece un discurso de super man) está gobernado por la corrupción, el trafico de drogas, prostitución y guerra.

De modo que invitar a la cocaina para discutir sobre el conflicto es hacer una reflexión. No muy profunda, es cierto. Tal vez un poco ingenua y tonta, pero hay idea. Por otro lado pensar la situación mundial como esquemas de valores donde las substancias psicoativas tienen un grandísimo valor económico, es entender que vivimos una crisis de superficialidad (la misma que en este caso ha aplicado la artista cubana) donde requerimos el uso de substancias que nos permitan narcotizar la realidad. De modo pues que volviendo al inicio de este texto Bruguera esta siendo tan superficial en su reflexión como superficial es la sociedad mundial que no halla la solución a los conflictos donde realmente están, sino que la esconden con la posibilidad de hacer pequeños viajes a otros mundos menos crudos.

Hay que recordar que somos la sociedad de la aspirina y el alka seltzer. A estos dos también los habría invitado a la mesa de discusión.

Si se ve la obra en esta totalidad:

1. A nivel Latinoamericano: Cumbre de Unasur, donde se discute el futuro de America Latina gracias a la posibilidad de que Estados Unidos instale bases para ayudar a combatir el Narcotráfico.

2. Artista Cubana reconocida y residente en Paris que propone una acción superficial pero que evidencia también la superficialidad del conflicto. El problema es la guerrilla, los paramilitares, o es la droga y mas allá de la droga las causas que generan en las personas una fuerte adicción a estas substancias?

3. Las reacciónes forman parte de la misma performance, por que lo que ocurrión en la Nacho es una maqueta a escala de lo que pasa en el mundo. Todo el mundo se escandaliza de ver que en una Universidad pasen perico para oler, pero nadie se escandaliza ante las tragedias que dia a dia ocurren en nuestro país, el hambre, la manera descarada y mezquina como los mas poderosos se han repartido el mundo, ni como estamos destrozando el planeta.

En última creo que la obra si es superficial pero no por esto le restaría el valor artístico. Es una muestra a escala de lo que pasa en el mundo. Una artista Latinoamericana, reconocida y que vive en Paris, es ya de por si algo tan cliché y común como los zapatos de plataforma, que propone una acción que despierta sensaciones… para eso es el arte, y que replica lo que pasa en el mundo: Los gobiernos se preocupan mas por combatir la droga que el hambre; de igual manera las directivas de la Nacho combaten que se consuma droga en un evento frente a cámaras y personalidades, pero nos dá igual que lo hagan detras de un arbol o en un potrero.

Superficial, superficialidad, de la superficie a la mera superficie de una superficial super oficial, actitud de los mas superficiales.

Si quiere ir mas hondo en el discurso, metase un pase pa que se le olvide, o atrevase a vivir!!

LAS DIOSAS DE SERVICIO

María Estrada quiere convencernos de que la «obra» de la señora Bruguera funcionó porque destapó ollas. ¿Las ollas del Hemisférico? ¿Sus trampas? ¿Sus ficciones? Si la participación de la señora Bruguera fue una decepción para el arte contemporáneo meditativo, serio, que practican las artistas colombianas y colombianos, no lo es menos el que haya sido invitada a Colombia a un encuentro en el que muchos teníamos algunas esperanzas. No sería extraño –de perversiones está lleno este mundo– que la “obra” de la señora en cuestión hubiera sido un encargo ad hoc, para el “caso” colombiano.

Si la organización del Hemisférico sabía del contenido de todos los proyectos: ¿por qué calló? ¿Si no lo sabía en este único caso, ¿por qué no preguntó o por qué se hizo el de la vista gorda? El que calla otorga, sentencia nuestra sabiduría popular. ¿Fingen los organizadores que ignoraban el divertimento que la señora Bruguera planeaba teniendo como telón de fondo los miles de muertos que ha dejado el conflicto colombiano? ¿No previeron que llegar a un claustro universitario que ha sido por años la única esperanza que aún le queda a este país, a ofrecerles cocaína a sus estudiantes y maestros, era un despropósito que la filosofía del evento no se podía permitir? ¿En este caso, fue engañada la Universidad Nacional de Colombia y su Facultad de Artes? ¿Sus directivas se pronunciarán al respecto aunque sea para lavarse una vez más sus manos omisas? ¿El interés por lo público no exige responsabilidades también públicas que no se pueden eludir con comunicados lacónicos, casi anónimos como a los que aludió la señora Bruguera? ¿Qué piensa al respecto Doris Salcedo quien aguardó pacientemente en primera fila la intervención de la señora Bruguera? ¿Qué piensa esta artista colombiana que ha sacado del closet la Ética en el arte colombiano y ha introducido un giro ético en nuestras prácticas artísticas? ¿Por qué no fue invitada Doris Salcedo a este encuentro tan afín a sus intereses artísticos? ¿Volvió a rechazar su participación en eventos artísticos en Colombia? ¿Si así fue, por qué? ¿Se pronunciará Doris Salcedo u otorgará con su silencio, como parecen otorgar otros ilustres maestros y maestras, además de pedagogos y pedagogas? ¿Qué piensan todos y todas aquellas artistas que tienen claro que los colombianos y las colombianos no podemos transitar por el camino que los teóricos llaman el camino de la razón cínica?

Las reflexiones informadas y críticas son bienvenidas cuando la problemática que se aborda se ha estudiado mínimamente. Sin duda alguna, esto es una de las virtudes que podemos apreciar en las propuestas de las y los artistas colombianos con formación universitaria. Además, es un deber hacerlo cuando el auditorio al que se dirige el intelectual es un público universitario, mucho más cuando se ha sido invitado a realizar alguna propuesta en un evento que pretende, parece que tan sólo en la forma, reivindicar marginalidades: otorgarles a hombres mujeres silenciados con la indiferencia una ciudadanía plena, en lugar de las ciudadanías mofas que impone el Imperio a las masas para legitimar sus políticas antidemocráticas.

La ofensa de Bruguera al público universitario, de haberla, no es moral, como la mayoría de los críticos han sugerido. La falta en este caso es epistémica, de conocimiento. La improvisación intelectual suele molestar a los pares académicos y al público culto en general cuando esperamos de nuestros líderes de todo orden aportes a la resolución de problemas álgidos como los que parece plantearse el Instituto Hemisférico. Así se manifiesta cotidianamente en el ámbito universitario. Molesta sobremanera el que se menosprecie el entendimiento común de un auditorio que ha leído algo en la vida. Si la señora Bruguera hubiera leído un poco de toda la literatura seria que existe sobre el conflicto colombiano, si hubiera tenido un interés intelectual en lugar del interés comercial, por el rating, que muchos vemos en su propuesta, por lo menos ha debido preguntarse por qué las colombianas y los colombianos hemos tenido que cargar con el estigma del consumo universal de cocaína, quizá el de ella misma. El artista como intelectual crítico de la sociedad de su tiempo, no puede permitirse la chapucería conceptualista evidente en los balbuceos políticos de Bruguera. El artista contemporáneo no se puede permitir el mamarrachismo conceptualista implementado por la señora en cuestión.

No obstante, la ignorancia mostrada por la señora Bruguera en Bogotá, encubierta por una de las academias de Bellas Artes más antiguas de nuestro país, nos ha dejado una lección: las diosas y los dioses al servicio de algunas causas sociales deben seleccionar con más cuidado a aquellos que les encargan algunos de sus trabajitos más lucrativos. También ha abierto algunos interrogantes: ¿quién financia al Instituto Hemisférico? Carlos Salazar sabe bastante de estas cosas. Con seguridad algo nos contará a este respecto. Ojalá más pronto que tarde.

Estoy un poco asombrado –o, más bien, intrigado y ansioso– por los comentarios y posturas que este performance de Bruguera ha suscitado (cabe insistir que éstos hacen parte del performance).
… Y me ronda entonces una pregunta inocente:
¿Pensaban estos espectadores que iban a asistir a un Foro, o eran consientes de que se trataba de un Performance?
Estas reacciones de indignación, aunque loables y entendibles, responden inocentemente al planteamiento y la intención de la obra. Este tipo de reacciones son lo primero que se esperara de una intervención como ésta. Hacen parte de ella. Igual que con la pistola.
Hasta aquí, NADA NUEVO.
Es entonces bastante intrigante la motivación que llevó a al público y a los connaisseurs a ir al performance de Bruguera en Bogotá.
Porque sinceramente, no creo que pensaran que iban a ver, finalmente, el tan esperado diálogo entre los distintos actores del conflicto colombiano, juiciosamente sentados en una mesa.
Quizás esperaban ver bronca… O sólo meter un poco de perica, esta vez de manera “permitida”.
O, repito, pensaban inocentemente que iban a asistir a un foro.

Pero lo más curioso, es que los ya bien conocidos críticos o comentaristas de arte (es igual), estos connaisseurs que tanto defienden este tipo de manifestaciones artísticas, no hayan visto aún el performance de Bruguera de manera objetiva, como obra, y sigan insistiendo en su lectura básica y primaria.
Pero es entendible: les movieron su “varita mágica” (su supuestamente privilegiada visión de Colombia). Quedaron “Tocados”. Es decir, un poco heridos…
Peñuela señala, desde el fondo de su corazón, que lo más grave de este ofensivo performance, es “la manipulación de las víctimas del conflicto colombiano. (…)”.
Y tiene razón… Muy seguramente estos “panelistas” no estaban enterados del auto-sabotaje del performance, ni que el público no les iba a parar bolas por estar pendiente de aquella bandeja llena de perica… A mí también me da pena ajena.
Sentados, en una mesa, hablando de sus conflictos… Y el público pendiente de dónde es que está la perica…
Es aberrante.
Pero… ¿No es eso lo que les pasa a diario, a las víctimas del conflicto???
¡No es esta una poesía ligeramente aberrante??
La perica no es más que aquella nube de humo uribista o polista.
No entiendo que, como “críticos”, no hayan visto esta Puesta en Escena tan infantilmente mostrada… (¿será que hay que explicarla también?)

Esa perica tiene otro nombre aquí en Colombia; ceguera. Y me parece que Bruguera lo sugiere de manera inteligente: Bruguera hace un planteamiento a toda luz izquierdista, en un establecimiento totalmente izquierdista (“que ha sido por años la única esperanza que aún le queda a este país” (Peñuela)), pero en el desarrollo de la obra, anula justamente esa visión izquierdista (y naïf). Es evidente. Y puesto infantilmente en escena.
(Francamente, Peñuela…)
Y todo esto sin ningún asomo de ideología de derecha; porque a ésta también la anula (es realmente una lástima que no estuviera el paraco).

Para mí, una postura inteligente.
Una postura que deja sin piso a la izquierda, pero también a la derecha.
Pero sobre todo, deja sin piso a nuestros “críticos”.
Más bien, una buena Obra.
Porque, sencillamente (y con valor) Tania Bruguera Hizo una Obra de Arte.
Una obra con valores y dinamismo que Uds, señores “críticos”, no alcanzaron a ver.
Una Obra que se hace, gracias a lo que Uds. JUSTAMENTE no pudieron ver.
Una obra hecha GRACIAS A USTEDES.
Aunque, como toda obra polìtica, llena de ingenuidad alta y agresivamente actual.
Eh Ahí la contundencia…
Pero bueno, cada cual ve lo que considera…

Ivan Rickenmann

La saga de Bruguera en Bogotá

Iván Rickenmann nos ha hecho notar oportunamente que no es bueno debatir en caliente porque fácilmente podemos caer en ingenuidades. Pero, ¿cómo callar? ¿Cómo no debatir los asuntos vitales para nuestra existencia? La crítica, así sea ingenua, es la vanguardia de la historia: abre horizontes de interpretación. No es un secreto para nadie que la supresión política de la crítica en Colombia ha debilitado el arduo trabajo de las artistas y los artistas colombianos.

La crítica que hemos realizado en Esfera Pública, algunos ingenuos, sin embargo es muy diferente a la crítica que fue realizada en el pasado. Es una crítica polifónica en la cual con igual legitimidad muchos ciudadanos y ciudadanas intervenimos en los textos de los demás: es una crítica a muchas manos: la crítica de arte contemporáneo en Colombia es un Colectivo. Por esta razón los aportes de Rickenmann reconfiguran toda la crítica que hemos venido realizando en torno a Bruguera en Bogotá, nos ayudan a esclarecer, todavía en caliente, el happening cuestionado. La pregunta que debemos resolver es: ¿acierta Rickenmann cuando nos sugiere que la performancia de Bruguera fue una representación teatral neorrealista para mostrar cómo funciona nuestro país? Mientras una parte del país está en guerra, la otra mitad se encoje de hombros y se pone a meter perica. ¿En verdad estamos tan ciegos que no vemos esta realidad? Yo, ingenuamente, me resisto a creerlo. Por supuesto, sin desconocer el consumo de drogas ilícitas, de todo tipo, lo cual acontece urbi et orbi por cuenta de la mano invisible.

¿Teatro, Performance, Happening, Acción? ¿De todo un poco? ¿De qué se trata la modalidad de expresión escogida por la señora Bruguera para Bogotá? ¿De qué hablamos cuando hablamos de perfomancia? ¿De realizar cualquier cosa en público y de cualquier manera, sin restricciones éticas? Es cierto que en las performancias el artista debe improvisar para poder incorporar las respuestas de la audiencia, pero, no obstante, la improvisación artística es, paradójicamente, no debemos olvidarlo, la modalidad más rigurosa de creación. Otra cosa es chapucear para divertir a la aristocracia comercial que gobierna nuestra época y nuestros Institutos. Razón tiene Fernando Pertuz, al haber reformulado sus ideas sobre la performancia. Quería suprimir la idea gratuita de que el performancista es un payaso: un bufón del rey. (El Hemisférico ha eclipsado, injustamente, aunque por el momento, su propuesta en el Luis Caballero). Esperamos, entonces, que la performancia artística no sea un comodín para justificar cualquier actividad que dé de que hablar, sólo por chatear.

Iván, su idea respecto a que los comentarios hacen parte de la performancia no aporta mucho a la discusión y no alcanzan a reivindicar la propuesta de la señora Bruguera en Bogotá. ¿Quiere decir de la misma manera que la crítica de arte complementa otras modalidades de expresión? Si es así tendríamos que decir que todas las modalidades artísticas que reseña la historia del arte son performancia, lo cual me parece reductor. Estamos seguros que realizar una performancia artística no es manipular cualquier cosa. ¿O, es precisamente este su encanto para muchos artistas contemporáneos? No creo que el facilismo sea su atractivo.

Iván, estoy tentado a compartir con usted la idea de la mitad en guerra y la otra mitad metiendo perica, pero lo que estamos discutiendo ahora son los límites que nos impone la responsabilidad pública, la ética en nuestras acciones, cuya carencia afecta tanto a nuestro país. Esta es una lucha silenciosa que muchos artistas contemporáneos en Colombia están dando. La he llamado sacar la Ética del closet de la Estética. Otra cosa son los asuntos privados. La distribución o consumo de cocaína en un contexto privado es otro asunto. Lo que algunos hemos criticado respecto del happening de la señora Bruguera en Bogotá, es la falta de rigor en la concepción de su improvisación, el no haber tenido en cuenta la especificidad de nuestro contexto. Con seguridad, esta experiencia en Bogotá le servirá a la señora Bruguera para mejorar la culminación de su saga. Recordará con agradecimiento que Colombia no es el Templo de la Perdición, ni ella Indina Jones.

Un performance decepcionante o El caso Tania Bruguera

El artista Michel Journiac quien fuera profesor en la ya mítica facultad de artes y ciencias del arte Saint-Charles de la Universidad de Paris I, Panteón-Sorbona, donde le conocí un año después de su famoso performance: “150 poemas ensangrentados en el Salón del libro de 1993”, decía en uno de sus seminarios: “La diferencia entre un performance y un show es que el primero no es una simulación.” Frase contundente para un aprendiz de teoría del arte y estética como era yo en aquellos años noventa, sobre todo viniendo de uno de los pioneros del performance quien en una ocasión no simuló el disparo que se pegó en el brazo; tal sentencia emitida por el artista, me ha servido enormemente para emprender una investigación, aún en desarrollo sobre el performance en Colombia. Es decir que luego de haber presenciando performances de diferentes matices en diferentes lugares, algo nos queda en el ojo.

Ahora bien, Ivan Rickenmann, como también Carlos Jiménez, ven las bondades del performance de Tania Bruguera y eso es legítimo. Rickenmann va aún más lejos insistiendo que este despliegue crítico hace parte del performance. Sinceramente eso me parece una exageración como también lo es el afirmar que la Universidad Nacional de Colombia es de ideología izquierdista. Ese cliché demuestra un desconocimiento total de la realidad y quizá sea prueba del fracaso del performance de Tania Bruguera quién pensó en un inicio convocar a los “capuchos” (anarquistas), aunque no les había dicho a los organizadores del evento que su bandejita sorpresa con el preciado polvillo sería la estrella del show.

Hay que insistir, en algo: el performance pudo haber sido todo un éxito con todos los actores del conflicto en la mesa, incluso con bandejita de cocaína y todo. Pero creo que falló por el solo hecho, de desconocer a profundidad el conflicto político colombiano. Sin duda para la artista fue un éxito, así como para varios fanes incondicionales. El registro del performance se mostrará sin duda en una prestigiosa galería newyorkina o europea. Pero quedó ese sinsabor de qué algo falló: y es sencillamente que ese performance no dio cuenta del conflicto colombiano, por el solo hecho que los protagonistas no representaban el conflicto colombiano. Es como si se quisiera hablar del conflicto palestino sin un israelí en la mesa o sin un representante del Hamas. El arte (performance en este caso) también tiene un rol pedagógico, y más aún cuando se presenta en una Escuela de Artes Plásticas y Visuales. Buena parte del público asistente eran estudiantes de artes plásticas, por lo tanto tal como insiste Jorge Peñuela, hay una postura ética de la crítica. Quizá al artista no le interese esto, pero a los que desempeñamos una labor crítica sí, sobre todo cuando somos profesores; eso también lo decía Michel Journiac, artista crítico valga la pena recordarlo.

Ahora si para silenciarme al respecto, a un performance no se le puede pedir lo que nos mostró cierto, pero tampoco se lo puede expandir fuera de su contexto y su intención inicial, afirmando que todo lo que le rodea hace parte del performance. La reflexión plástica sobre el héroe es sin duda interesante, en un contexto como el nuestro y quizá eso hizo que presenciara todo el performance hasta el final. Sin embargo, eso no distó mucho, de un mal programa televisivo donde se invitan a unos panelistas a hablar de sus traumas, como el de Laura en América.

Para ver el performance-acción “150 poemas ensangrentados en el Salón del libro de 1993”, de Michel Journiac pulse el siguiente vínculo:
http://www.youtube.com/watch?v=uDBagkgPe78

Laura en América: http://www.youtube.com/watch?v=-9LuvSyY-xc

En cuanto a que la crítica puede ser una extensión de la obra, pienso que en este caso esto es más que evidente: Bruguera parte de la ofensa, y lo que más se ha oido son respuestas (justificadas) a esta ofensa.
Es cierto que quizás vea con ingenuidad este performance como una obra, como una obra efectiva.
Y que aquí, las implicaciones éticas son un ingrediente intrínseco y, al mismo tiempo, el motor de esta ofensa.
Nuestra realidad es lógicamente mucho más compleja que una mitad en guerra y la otra metiendo perica. En eso estoy de acuerdo con Peñuela. También concuerdo en que realizar un performance no es manipular cualquier cosa.
Pero siento que estos vistazos críticos no han logrado salir de esa respuesta indignada (y repito que justificada), como siguiéndole ingenuamente el juego a Bruguera.
Por eso me parecía interesante ver, por parte de la crítica, una visión más objetiva y con distanciamiento de esta acción.
Y creo que ya se está viendo…